Los garrotazos goyescos del 2 de mayo ponen de manifiesto que somos espectadores de un teatrillo que no interesa más que a los que se reparten los golpes.
Los españoles asistimos a una pelea tras otra en un escenario casi infantil de sabotajes y gestos electoralistas que no están a la altura de lo que necesita este país: reformas para resolver los problemas, soluciones para las clases medias y las familias, remedios para el viacrucis de los autónomos y de los que viven de su sueldo.
La exageración es la norma del bipartidismo en modo de campaña electoral. Y ni estamos en el mejor de los mundos laborales, como dice el Gobierno, ni esto es la crisis del 29, como a veces quiere hacer creer el PP. La economía no se define en el trompeterío de los mítines.
Al mismo tiempo, la fábrica de leyes-chapuza maquilla los problemas y los datos de empleo están llenos de trampas. Detrás de las cifras estacionales España sigue a la cola del empleo juvenil europeo. El mercado laboral es hostil a los jóvenes, que sufren la precarización y los sueldos bajos. Cuando miran al futuro sólo ven leyes que les castigan, pensiones imposibles, barreras para poder formar una familia y falsas promesas sobre vivienda en la intoxicación de la campaña.
Frente a los excesos del populismo, con la añadida y lamentable corrosión de los nacionalismos, hace falta una fuerza política que introduzca responsabilidad. Que centre el terreno de juego. Que ayude a que la izquierda y la derecha no miren a sus extremos, no se dejen fascinar por el simplismo radical y la gesticulación vacía, ni busquen la fidelidad de los votantes con medidas populacheras, con baratijas de corto plazo.
Hoy más que nunca, España necesita un espacio liberal que diga no a las trincheras, que ayude a superar los enfrentamientos para la galería y la polarización incendiaria. Un espacio liberal que ponga sentido común en el juego de fuerzas de izquierda y derecha. Y que sirva para superar la parálisis de la sequía de ideas y de las políticas de vuelo bajo. Que rompa los dos bloques que artificialmente se han creado.
"El deber histórico del centro liberal es pactar para moderar y para que las coaliciones velen por los intereses de la clase media"
Un espacio que contribuya a que no haya ni nacionalistas ni populistas en los gobiernos. Que la fuerza del centro liberal pueda pactar a izquierda y derecha, como ocurre en la mayor parte de los países de Europa. Una manera de hacer las cosas que ponga en evidencia al PSOE radical en brazos de sus socios dentro y fuera del gobierno. Y también a un PP sin ideas que camina hacia atrás en lugares como Castilla y León, y que aspira a hacer lo mismo en el resto de España.
Para reformar este país, para que no haya más décadas perdidas y para que los jóvenes puedan mirar al futuro como una promesa que se puede cumplir, hace falta el oxígeno democrático que proporciona ese espacio liberal. Hace falta enfocar los problemas desde otra perspectiva: la de las alianzas.
Alianzas que permitan, por ejemplo, avanzar hacia una economía más flexible y un mercado laboral de mejor calidad que el actual. Reformar la Administración para adelgazarla y hacerla más ágil y eficiente. Impulsar la natalidad, hoy bajo mínimos, con medidas eficaces. O salir del estancamiento formativo en el que estamos y revolucionar la educación. Alianzas que resuelvan los problemas de las clases medias y el futuro de los jóvenes.
Al fin y al cabo, el deber histórico del centro liberal es pactar para moderar, para dar estabilidad, para generar certidumbre y para que las coaliciones sean ambiciosas, reformistas y velen por los intereses de la clase media, la prosperidad y la igualdad de los españoles.
Creemos que el futuro de esta sociedad estará mejor servido si las convocatorias electorales que tenemos por delante dejan suficientes espacios liberales abiertos como para poder respirar y reformar. Para tener una visión más amplia, para no sentirnos condenados a la asfixia de los errores del pasado y poder mirar hacia adelante con optimismo y confianza.
*** Adrián Vázquez Lázara es eurodiputado en el Parlamento Europeo y secretario general de Ciudadanos.