La diputada de Coalición Canaria en el Congreso de los Diputados, Cristina Valido.

La diputada de Coalición Canaria en el Congreso de los Diputados, Cristina Valido. Fran Pallero El Español

LA TRIBUNA

¿Caerá Coalición Canaria en la trampa de investir a Sánchez?

La abstención de Junts, pactada para que parezca que no han terminado de entenderse, interesa tanto a Puigdemont como a Sánchez. Y ahí entraría en juego Coalición Canaria.

3 octubre, 2023 02:23

Ya dijo Pedro Sánchez que buscaría votos hasta debajo de las piedras para seguir siendo presidente del Gobierno en cuanto pasase el trámite de la investidura fallida de Alberto Núñez Feijóo. Seguramente todo el mundo pensó entonces en los siete escaños del fugado en Waterloo, porque el caso es que llevamos más de dos meses centrados en esos escaños sin atender apenas a otras piezas del tablero.

Cristina Valido, en su turno de la ronda de consultas del monarca.

Cristina Valido, en su turno de la ronda de consultas del monarca. Casa del Rey

Pero, en realidad, tal vez le baste con añadir un solo un voto más, el de Coalición Canaria, a los 171 que parece que ya tiene en el canasto. Aunque, eso sí, para ello también requiera una suerte de empate en las negociación con Junts que permita que los de Carles Puigdemont se abstengan.

Y es que ocurre que Canarias y los canarios seguimos siendo a veces para el resto de España algo tan exótico y tan marginal que ni siquiera cuando algo relacionado con las islas es palmario y evidente, incluso si se refiere a algo que nos compete a todos los españoles, como la investidura de un presidente del Gobierno que quiere mantenerse en el poder negociando con un grupo de golpistas su amnistía, el personal se apercibe de lo que hay delante de sus narices.

Veamos: aunque desde el propio PSOE se alimente a ratos el rumor de la repetición electoral para ablandar a Puigdemont en las negociaciones que con él se sostienen, Sánchez no tiene la menor intención de someterse de nuevo a las urnas. Menos aún tras el éxito de Feijóo en el debate de investidura, en términos de opinión pública, y el previsible ascenso electoral del Partido Popular.

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Tampoco parece que al fugado le convenga romper la baraja si con eso provoca la llegada al poder de la derecha, aunque obtenga algún diputado más en esos futuros comicios. Es muy difícil que el independentismo vuelva a tener en España una oportunidad mejor que la que le ha brindado la endiablada conjunción entre los resultados electorales del 23-J y el empecinamiento de Sánchez en abandonar la centralidad y mantener el bibloquismo.

Puede que precisamente por eso, en cada nueva declaración, el de Waterloo parecía subir más y más la apuesta y tensar todo lo posible la cuerda con baladronadas como la de que Sánchez "mearía sangre", la exigencia de un nuevo referéndum, la internacionalización del asunto con un mediador o incluso su no renuncia a la unilateralidad.

Unas pretensiones, todas ellas, cada vez más difíciles de asumir por Sánchez, cuando no imposibles de aceptar, por frívolo y temerario que sea nuestro presidente del Gobierno. Incluso dificultan la negociación de la amnistía, que seguramente sí ha querido desde hace tiempo conceder (en realidad, los indultos y las modificaciones del Código Penal fueron el primer paso). Pero, si el independentismo no rebaja sus exigencias, las pretensiones se convierten en cada vez más injustificable hasta para las almas más cándidas. Porque el clamor es creciente no solo en la sociedad española, especialmente en el mundo jurídico, sino en sectores de su propio partido.

"Pactar la abstención permitiría a PSOE y Junts quedar bien ante sus respectivas parroquias"

Es decir, que la transacción explícita mediante la que una amnistía, que terminaría siendo antesala inevitable de otras concesiones a los independentistas, sea la moneda de cambio para continuar en el poder seguramente va a ser cada vez más complicada. Más aún como condición previa, como el de Waterloo pretende. Porque, aunque Sánchez sea capaz de eso y mucho más para lograr sus objetivos (parafraseando a aquel torero, con él "lo que no puede ser, siempre puede llegar a ser"), pudiera ser que en este caso no pueda a llegar a ser. No por falta de ganas de seguir desmontando la democracia y el edificio constitucional, sino porque sea materialmente imposible.

Obviamente lo anterior, habida cuenta de las exigencias de Puigdemont, va a hacer muy difícil que Junts vote a favor de la investidura de Sánchez. Pero aún más remota parece la posibilidad de que, a pocos que sean los compromisos que obtengan de los negociadores del Gobierno en funciones, y después de "hechos demostrables" como las decisiones en materia lingüística, y ante un Feijóo reforzado de cara a las urnas, lo hagan en contra.

Es decir, que la abstención de Junts, pactada de común acuerdo con Sánchez y sus huestes para que parezca que no han terminado de entenderse, aunque sí se hayan entendido, interesaría a ambas partes. Les permitiría quedar bien ante sus respectivas parroquias y seguir buscando sus objetivos: mantenerse en poder y seguir avanzando hacia la independencia, respectivamente.

"El electorado de Coalición Canaria difícilmente perdonaría facilitar la investidura de Sánchez"

Pero para ello es condición indispensable que, pese a la abstención de Junts, Pedro Sánchez siga siendo presidente. Y ahí es donde entra en juego Coalición Canaria, la única alternativa de "geometría variable" con que el PSOE cuenta en esta legislatura a la "mayoría progresista" que hizo presidenta del Congreso a Francina Armengol y que nunca ha dejado de estar presente en el tablero pese a contar con un único escaño. Y que pese a su respaldo a Feijóo en su fallida investidura, y que fuera establecido por escrito, incluso entonces dejó muy claro que, pasado ese trámite, quedaba en libertad para negociar la llamada 'agenda canaria' con el PSOE.

Aunque, paradójicamente, sería Coalición Canaria quien afrontaría más riesgos en ese juego que puede ser una gran trampa y sería a quien más habría que convencer para que formase parte de la ecuación. Y no porque comparta gobierno regional en las islas con el PP. Eso es lo de menos, Fernando Clavijo podría cambiar de socios y alcanzar con los socialistas isleños una mayoría aún más holgada de la que dispone ahora, aunque probablemente ese "abrazo del oso" a la larga le perjudicaría.

Lo es porque no es nada descartable que, aunque la legislatura eche a andar con Sánchez, no tardemos mucho tiempo en volver a las urnas en el conjunto de España ante una mayoría tan precaria e inestable como la que se propone. Y en ese caso, el único escaño que actualmente ostenta Cristina Valido peligraría seriamente.

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Y es que por bien que pudieran vender lo que lograran en términos de 'agenda canaria', mucho tendrían que esforzarse, empezando por el hecho de que Sánchez debería cumplir lo que acordó con CC en los últimos PGE (hay partidas pendientes de transferir por importe, según los nacionalistas, de 760 millones de euros), casi todo quedaría en papel mojado si muchos compromisos habría que renegociarlos enseguida con un Feijóo que se sentiría traicionado.

Y ello por no hablar de un electorado cada vez más limitado a la provincia occidental por la que CC sacó en las últimas elecciones su escaño, de un corte más bien liberal o incluso conservador, y de tendencia claramente constitucionalista.

Un electorado bastante intercambiable con el del PP y que por mucho que CC pudiese presentarse durante un tiempo como el adminículo más centrista de la nueva mayoría progresista o el partido que evitó que Sánchez cayera en manos de Puigdemont, no tardaría en advertir dicha impostura en cuanto el Gobierno realizase las primeras concesiones al independentismo.

Ese electorado difícilmente perdonaría a Coalición Canaria haber facilitado la investidura de un Sánchez que no solo pretende amnistiar a golpistas que han anunciado que volverán a repetir lo que hicieron, sino que parece empeñado en demoler el régimen del 78.

*** Federico Echanove es periodista.

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