El papa Francisco pretende la paz para Ucrania, pero sólo favorece a Putin
Tratando de estar "por encima de la contienda" y sin atreverse a calificar a Rusia un agresor, el Papa no acerca la paz, sino que, sin querer, sigue el juego de Putin.
El Vaticano desempeña un papel importante entre las autoridades internacionales que, de palabra o de hecho, intentan "reconciliar" a Ucrania con Rusia y detener la guerra. Recientemente, altos funcionarios ucranianos confirmaron a The Washington Post que el Vaticano está ayudando a organizar un intercambio de prisioneros. Ya en 2020, el presidente Volodymyr Zelenski pidió al Papa que mediara en este proceso y en 2022, el jefe de la inteligencia militar ucraniana, Kyrylo Budanov, tuvo una audiencia privada con Francisco. Y el propio Pontífice habla a menudo de su participación en la liberación de prisioneros ucranianos.
Sin embargo, quizás debido al papel de mediador elegido por el Papa, o quizás por otras razones, durante la gran guerra, no escuchamos de él un reconocimiento directo de la culpabilidad de Rusia y de su presidente, Vladímir Putin. De hecho, el Vaticano ha condenado repetidamente la guerra como tal y los crímenes de guerra, pero nunca ha nombrado a los responsables.
El carácter evasivo de las declaraciones del Papa después del 24 de febrero de 2022 se puede comparar con la posición de las Naciones Unidas, que expresa repetidamente su "profunda preocupación" y pide el fin inmediato de la guerra, pero no toma ninguna medida para obstaculizar al agresor, miembro del Consejo de Seguridad de la ONU.
Al mismo tiempo, el Papa Francisco ha demostrado repetidamente el trato especial que, en su opinión, Rusia merece bajo cualquier condición.
Esto quedó claro en 2015, cuando Francisco se reunió con Putin un año después de la anexión de Crimea y del comienzo de la agresión rusa en las regiones de Donetsk y Lugansk. Luego, Rusia fue excluida del G8 y a Putin se le prohibió asistir a la cumbre del G20 en Australia.
Evidentemente, para el Papa es importante mantener contacto con Moscú, lo que fortalece la autoridad del Vaticano en el mundo y le permite seguir desempeñando la función de mediador neutral. Pero ¿cómo se beneficia Putin de esta relación?
En 2015, el dictador ruso buscaba una salida al aislamiento diplomático. La aceptación por parte del Vaticano fue un paso significativo en esa dirección. Uno de los temas que discutieron Putin y Francisco fue la situación en Siria. En septiembre del mismo año, Rusia comenzó a involucrarse en la guerra civil de ese país, apoyando al régimen de Bashar al-Ássad en oposición a Estados Unidos y la Unión Europea.
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Asimismo, en la reunión con Putin, Francisco llamó a "todas las partes" a adherirse a los acuerdos alcanzados en Minsk por el bien de la paz, equiparando así al agresor (Rusia) con Ucrania, que fue atacada.
En febrero de 2016, en una entrevista con el periódico italiano Corriere della Sera, Francisco admitió que casi desde su ascenso al trono papal autorizó negociaciones secretas con la Iglesia ortodoxa rusa para "encontrarse y abrazarse a los hermanos ortodoxos". Justificó su encuentro con el Patriarca Kirill en Cuba por la necesidad de "construir puentes que mantengan y promuevan la paz". Permítanme recordarles que en aquel momento la Iglesia rusa ya llevaba dos años bendiciendo los crímenes de guerra en Ucrania.
Sin embargo, el tema concreto de conversación en Cuba fue la combinación de esfuerzos de las dos iglesias para "la protección de los cristianos en Medio Oriente".
Rusia, que había intervenido en la guerra de Siria unos meses antes, necesitaba una justificación ideológica. Para ello, además de la "lucha contra el terrorismo", la "protección de los cristianos" era perfectamente adecuada. Bajo la misma consigna, el Imperio ruso en el siglo XIX intentó apoderarse de las posesiones otomanas en los Balcanes y el Cáucaso, teniendo incluso a Palestina en sus planes. Pero, a diferencia de Putin, los zares rusos, al elaborar estos planes, ni siquiera esperaban buenas relaciones con el Papa.
"Antes de que el proceso vaya demasiado lejos, el Papa y otros altos cargos del Vaticano deberían recordar la historia del siglo XX"
Parece que los argumentos pseudohistóricos de Moscú están funcionando con el Papa. En agosto de 2021, en una entrevista con una emisora de radio española, el Pontífice repitió la opinión de Putin de que Occidente tiene la culpa del sufrimiento del pueblo afgano, que se encuentra bajo el brutal dominio de los talibanes tras 20 años de ocupación extranjera. Aunque atribuyó esa opinión a la canciller alemana, Angela Merkel, el Papa no tuvo en cuenta que el primer agresor en Afganistán fue la Unión Soviética, Estado cuyo legado político es muy apreciado por la Rusia actual.
En marzo de 2023, el Papa fue más allá: en una entrevista con una radio suiza, afirmó que Ucrania es un campo de batalla entre Rusia y "otros imperios", privando así a Ucrania de su subjetividad y repitiendo la tesis de la propaganda de Moscú sobre la guerra de "Occidente contra Rusia".
Finalmente, el discurso improvisado de Francisco ante jóvenes católicos rusos en agosto fue el más revelador. Apartándose del texto oficial, el Papa llamó a los rusos a "seguir el legado de Pedro I y Catalina la Grande". Olvidémonos de que Pedro y Catalina desempeñaron un papel clave en la historia de la destrucción del Estado ucraniano en el siglo XVIII. En palabras del Papa, no es difícil ver un indicio del derecho de Rusia a las tierras que formaban parte del Imperio ruso durante la época de Pedro y Catalina, derecho que Putin utilizó para justificar la invasión.
Más tarde, Francisco dijo que no hablaba "de imperialismo, sino de cultura" y llamó a la juventud rusa a proteger "su gran patrimonio". Sin embargo, Pedro y Catalina para nada quedaron en la historia mundial como Kulturträger.
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La mención de Pedro y Catalina puso en duda las perspectivas de la misión de mantenimiento de la paz que el Vaticano confió al cardenal Matteo Zuppi. En junio de 2023, Zuppi logró visitar Kiev y Moscú. Para que el cardenal pudiera continuar esta labor, el Papa concedió de manera demostrativa una larga audiencia al embajador de Ucrania. El diplomático le regaló un juguete que perteneció a los niños asesinados por un misil ruso en Dnipro en enero de 2023.
El intento de justificarse y silenciar la repercusión mediática negativa de la escandalosa declaración muestra que es importante para Francisco dejar abiertas no sólo las puertas de Moscú, sino también las de Kiev. Sin embargo, el deseo de estar "por encima de la contienda" sigue socavando la autoridad del Vaticano. Así como en los nueve años anteriores el jefe de la Iglesia católica no se atrevió a condenar directamente a los agresores rusos en Ucrania, ahora no se atreve a condenar abiertamente a los terroristas de Hamás, Hezbolá e Irán que atacan a Israel.
Antes de que el proceso vaya demasiado lejos, el Papa y otros altos cargos del Vaticano deberían recordar la historia del siglo XX, cuando las iglesias perdieron autoridad al convertirse en aliadas de dictadores o por no tener el coraje de oponerse a sus acciones. Un ejemplo del uso de la iglesia como herramienta política puede verse en Rusia, donde la Iglesia Ortodoxa es una extensión del régimen de Putin. Sin embargo, Putin necesita otras herramientas, en particular para influir en el Sur Global, donde la Iglesia católica tiene casi la mayor autoridad. ¿Aceptará el Vaticano ese papel para preservar su imagen de pacificador?
*** Petro Burkovskiy es director ejecutivo de la Fundación Iniciativas Democráticas Ilko Kucheriv.