“No hay plata”. Ese es el lema que aparece en todas las portadas de esta mañana. Lo entonó Javier Milei en su discurso de toma de posesión como nuevo presidente de la Argentina. Aunque la frase sea la misma, es muy interesante ver el encuadre de las fotografías elegidas.
En El País, por ejemplo, procuran destacar la presencia de líderes populistas de extrema derecha como Bolsonaro, Orbán y compañía. En ABC, detrás de Milei, se puede ver sentado al rey Felipe VI.
Dice El País: “Milei augura en su estreno recortes duros y dolorosos. Tomó posesión con el anuncio de un ajuste de 20.000 millones. Los miles de simpatizantes congregados en las calles enmudecieron”. ABC: “Milei, presidente: ‘Hoy enterramos décadas de fracaso’. Previene a los argentinos de que la situación empeorará en el corto plazo”. La Vanguardia: “Milei anuncia fuertes sacrificios a los argentinos”. La Razón: “Milei promete duros ajustes al tomar posesión”. El Mundo recuerda que Pedro Sánchez todavía no ha felicitado por su victoria al presidente argentino.
Otro detalle compartido por todas las crónicas, además del “no hay plata”, es el escenario. Milei, en contra de lo que siempre sucede, dio su discurso en la escalinata del Congreso y dirigiéndose a la calle, no a los parlamentarios. Solíamos llamar “populista” a Milei, pero… ¿se puede ser populista anunciando a quienes te han votado un futuro tan negro? Quizá haya que renovar el adjetivo.
La tarde del domingo en España estaba siendo políticamente muy anodina. Por eso esta mañana, todas las portadas abren con un asunto internacional. Pero hubo un detalle que ha permitido llenar decenas de páginas. Lo leo, por ejemplo, en EL ESPAÑOL. Santiago Abascal acudió a Buenos Aires para acompañar a su amigo Milei. Dio una entrevista a Clarín. Evocando el final de Mussolini, asesinado en la plaza pública, dijo: “El pueblo querrá colgar de los pies a Sánchez”.
El PSOE, maravillado por este balón de oxígeno poco antes del debate de la amnistía en el Congreso, ha pedido al PP que rompa sus acuerdos de gobierno con Abascal. Mañana martes es el primer día de debate parlamentario sobre la amnistía. El titular más impactante está en La Vanguardia: “El pleno del Congreso debatirá por primera vez el olvido penal”. Siempre estamos con el raca-raca de la amnistía, pero dicho así suena mucho más contundente: un Parlamento aprobando el “olvido penal”.
Mientras se debate la Ley de Amnistía… El Confidencial: “Los ingenieros de Tsunami ultiman una app de voto que burlaría al Estado en otro referéndum”. Los creadores de la app con la que se coordinaron los disturbios violentos de Tsunami acaban de lanzar Onvote, “un software de voto electrónico desarrollado con Blockchain para impedir que ninguna autoridad o agente externo frenen un plebiscito”.
El independentismo catalán creyó que la negociación con el Gobierno sería durísima, pero… EL ESPAÑOL: “El PSOE entregó a Esquerra la amnistía el primer día de negociación para sorpresa de Junqueras. El equipo de Bolaños llegó con ella por delante a la primera reunión agosto”. ¡La concha de la lora! ¡Nos re cagaron, profesor!
Hay más. Sánchez lo sabía pero tiró pal lado de los tomates. ABC: “La Guardia Civil constata que los disturbios de 2019 en Cataluña se financiaron desde Waterloo”.
A Juan Luis Cebrián se le saltó la térmica en su artículo de El País. Es una reseña del libro de Sánchez. Lo llama “memorias mínimas firmadas por él y escritas por mano ajena”. Asegura che Cebrián: “En realidad, no es verdad casi nada de lo que dicen ya los portavoces del Gobierno, sus intelectuales orgánicos y sus altavoces mediáticos. Ni la razón ni la moral importan con tal de llegar a esa supuesta e inexistente tierra firme”.
Hay encuesta en El Mundo: “Casi 2 millones de electores del PSOE se arrepienten del voto a Sánchez. El 22,4% de los votantes del PSOE cambiaría su papeleta. PP y Vox alcanzarían la mayoría absoluta”.
Voy cruzando el río, patrón, sabes que te quiero, que me re copás. La Razón: “Cerco del PP a los ministros en el Congreso por su incoherencia en la amnistía”. ¡Qué importa la coherencia, carajo! Profesor, hacéte unos mates, que estoy al horno.