Járkov es el nuevo Sarajevo
Al igual que ocurrió en Bosnia, Europa se enfrenta a una situación que le es incómoda y que no quiere ver.
Cuando todos pensábamos que el frente norte estaba estabilizado, Europa se ha despertado con una ofensiva rusa sobre Járkov, la segunda ciudad de Ucrania. Las opciones de tomarla son nulas, sobre todo viendo lo que le ha costado a Rusia tomar ciudades mucho más pequeñas como Avdivka o Bajmut. La sorpresa ha sido mayúscula porque en ninguno de los análisis racionales que se pueden hacer de la guerra en Ucrania se planteaba esta opción. Si esto es así, ¿por qué Rusia ha llevado a cabo esta ofensiva?
El primer motivo ha sido el deseo militar ruso de acercarse a Járkov para castigar a la población con artillería de corto alcance. Esta táctica fue usada por los serbios en ciudades como Sarajevo o Dubrovnik. Si bien es cierto que desde el comienzo de la guerra tanto Ucrania como sus socios europeos han tratado de mantener la vida cotidiana de los ucranianos, Rusia ha basado su estrategia en justo lo contrario.
Si el Kremlin es capaz de alterar la cotidianidad del millón y medio de habitantes que viven en Járkov, el crédito de Zelenski puede verse afectado. Rusia, consciente de la importancia del presidente, está tratando de eliminarle de forma física o de forma política, y los ataques sobre las ciudades ucranianas responden a esta estrategia.
El segundo motivo tiene que ver con la necesidad que tiene Putin de dar imágenes victoriosas a su público. En las últimas semanas, hemos visto cómo algunos pilares del régimen eran cesados. Podemos destacar la caída del jefe de la Armada Nikolái Yevménov en marzo, del ministro de Defensa Serguéi Shoigú o de su mano derecha Nikolái Pátrushev, quien hasta la semana pasada era el consejero de Seguridad Nacional ruso.
Los avances en Járkov han permitido a las televisiones rusas mostrar imágenes que no se veían desde el 24 de febrero de 2022, cuando comenzó la invasión a gran escala: ciudadanos ucranianos huyendo de sus propias ciudades ante el avance de los tanques rusos. Este hecho, que para Occidente puede parecer poco relevante, para la sociedad rusa tiene un valor simbólico tremendo.
El tercer motivo que inspira la ofensiva rusa es abrir un tercer foco de combate. Aunque los avances ucranianos no han sido los esperados, la realidad es que el frente lleva sin moverse meses. Si recordamos quién inició la guerra (Rusia) y cuál es el objetivo del Kremlin (conquistar Ucrania), la situación de atasco es un fracaso de la guerra relámpago planeada por el Kremlin.
Los 15 días de la operación especial se han convertido en una guerra que amenaza con acabar como la invasión soviética de Afganistán. El hecho de que Ucrania tenga que desplazar fuerzas del este y del sur para contener los avances del norte, podría afectar al curso de la guerra.
El cuarto motivo que está detrás de la decisión del avance rusa en el norte responde a un deseo ruso de tapar los éxitos internacionales de la diplomacia ucraniana. El avance ruso en Járkov no solo supuso la cancelación del viaje de Zelenski a España y Portugal, sino que eclipsa la llegada de un paquete de armas muy significativo procedente de Estados Unidos y Europa que incluye los tan deseados F-16. Este envío podría ser decisivo a largo plazo, aunque a corto plazo lo que se lee en los periódicos es que las tropas rusas avanzan en el norte de Ucrania.
"Si seguimos sin apoyar a Ucrania como Ucrania reclama, ciudades como Varsovia, París o Madrid seguirán la misma suerte que Járkov"
El movimiento ruso en Járkov está motivado más por cuestiones políticas que por cuestiones militares. Aunque es cierto que puede provocar algunas medidas en el plano militar, medidas que Kiev no quiere tomar, no es menos cierto que los réditos en el campo de batalla van a ser muy limitados.
Por el contrario, lo que sí puede lograrse es un efecto directo en la población. Los más de dos años de guerra comienzan a pasar factura a una población acostumbrada a una vida más parecida a la que gozamos en Europa que a la que sufren los rusos a diario. El desplazamiento de población, unido a la cada vez más incipiente necesidad de reclutar a jóvenes ucranianos, puede pasar factura a un presidente Zelenski que en una situación de paz tendría que someterse a un proceso electoral.
Al igual que ocurrió en Bosnia en general y en Sarajevo en particular, Europa se enfrenta a una situación que le es incómoda y que no quiere ver. La guerra es algo que hemos eliminado de nuestras vidas, pero que, lamentablemente, nos llama a la puerta día sí y día también.
Los 200.000 muertos de la guerra de Yugoslavia, los horrores cometidos en lugares como Omarska o Sbrenica y, sobre todo, la vergüenza de haber mirado para otro lado mientras se cometían crímenes contra la humanidad, siguen siendo una mancha en la imagen de Europa. Lo que está ocurriendo en Ucrania no sólo quedará en la "hoja de servicio" de Occidente. Si seguimos sin apoyar a Kiev como Kiev reclama, ciudades como Varsovia, París o Madrid (tarde o temprano) seguirán la misma suerte que Járkov.
*** Alberto Priego es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia de Comillas.