Kamala Harris, en un evento con los equipos campeones de la NCAA.

Kamala Harris, en un evento con los equipos campeones de la NCAA. Nathan Howard Reuters

LA TRIBUNA

La derecha mediática estadounidense advierte: cuidado con Kamala

Las principales revistas conservadoras asumen la decisión de Biden como la crónica de una retirada anunciada y opinan que, si Kamala Harris se convierte en candidata, Trump lo tendrá bastante más difícil.

23 julio, 2024 02:00

Cuando en España se habla de la reacción que ha suscitado tal o cual asunto en los medios de comunicación estadounidenses suelen salir tres nombres a colación: The New York Times, The Washington Post y la CNN. Tres nombres asociados al centro-izquierda. A veces, si hay suerte, se suman a la lista The Wall Street Journal y Fox News; un periódico de centro-derecha y la cadena de televisión que representa a la derecha mainstream en Estados Unidos. Más allá de eso parece que no hay gran cosa. Nada más lejos de la realidad, claro.

Este lunes resultaba muy interesante asomarse, por ejemplo, a la revista National Review –cabecera del conservadurismo norteamericano desde que fue fundada en los años cincuenta por William F. Buckley– para ver qué se decía en ella de la renuncia de Joe Biden a la reelección y la más que posible presencia de Kamala Harris en la papeleta de noviembre.

Donald Trump, en un mitin de campaña con su compañero de viaje, J. D, Vance, en Michigan.

Donald Trump, en un mitin de campaña con su compañero de viaje, J. D, Vance, en Michigan. Tom Brenner Reuters

Joe Biden debería renunciar a la presidencia, rezaba el titular de su editorial haciéndose, así, eco de la línea sostenida desde el domingo por el Partido Republicano. Una línea basada en la lógica de que si el presidente no está como para ser reelegido, tampoco lo está para presidir lo que le queda de mandato. Una línea destinada a meter a presión a Harris, pues si Biden renuncia ella ocuparía la Casa Blanca durante lo que queda de campaña y de esa manera estaría, quizás, demasiado ocupada como para lidiar con Donald Trump.

“Biden se ha mostrado confundido en público, y estamos recibiendo informes de que a veces le cuesta reconocer a sus amigos”, decía el editorial. Y añadía: “Sea cual sea su deterioro actual, solo sabemos que va a empeorar. Este país merece la garantía de que el presidente de Estados Unidos, independientemente de su partido o ideología, está en plena posesión de sus facultades”.

Al editorial de National Review no tardó en sumarse la columna de Jim Geraghty, su corresponsal político, titulada El fin de un error y en la que se advertía al Partido Republicano de que ojito con la vicepresidenta. “Harris ayuda al Partido Demócrata a sacudirse el abatimiento de tener que pretender que Biden está bien, probablemente entusiasme a la facción progresista, reinsertará el tema del aborto y generará excitación en torno a quién elegirá como lugarteniente”, escribía Geraghty. “No es un gran plan, pero es mejor que ir con Biden”.

La versión estadounidense de la revista británica The Spectator amanecía en un tono parecido. Jacob Heilbrunn, uno de sus colaboradores habituales y autor del libro They Knew They Were Right: The Rise of the Neocons, señalaba en su pieza las ventajas de Harris con respecto a Trump. “De repente el candidato del Partido Republicano se ha convertido en el vejete de la campaña y la del Partido Demócrata en la representante del cambio generacional”. Su compañero Juan P. Villasmil decía algo parecido. En su columna, titulada Es hora de que los republicanos compitan como si pudiesen perder, advertía contra excesos de confianza como el demostrado por Trump al asegurar que “Harris será todavía más fácil de vencer que Biden”.

Mientras tanto en Reason –considerada la biblia de los libertarios– decidían rescatar un reportaje publicado originalmente en 2019, cuando Harris competía contra Biden en aquellas primarias del Partido Demócrata, en el que recurriendo a su trayectoria como fiscal general de California se definía a la actual vicepresidenta como “una policía que quiere llegar a la presidencia”. O sea: una enemiga de la libertad. En otro artículo, este actual, el periodista especializado en seguridad nacional Matthew Petti se preguntaba si Harris podría convertirse en una candidata antibelicista.

Por su parte la revista The National Interest, especializada en relaciones internacionales, recibía el anuncio con cierta distancia. “Si Biden no se hubiese retirado, probablemente Trump hubiese arrasado en noviembre”, decía el artículo que abría su portada. “Pero la decisión de Biden le ha negado eso. Trump sigue siendo una figura política proteica y fuerte, pero nunca se ha enfrentado a un oponente político tan tenaz y agresivo como Harris. Ahora sí: la carrera presidencial ha comenzado”.

La nota discordante la ponía Commentary, una revista conservadora judía. En ella su director, John Podhoretz, celebraba la llegada de Harris como una gran ventaja para Trump. En una columna titulada Gone Biden Gone comentaba que la incertidumbre que rodea actualmente al Partido Demócrata –no teniendo muy claro cómo organizar la sucesión de Biden en la papeleta– beneficia al empresario neoyorquino. “Les hace parecer inestables, lo cual convierte a Trump en la figura estable”, sentenciaba no sin antes avisar de que, en cualquier caso, ahora mismo todo está en manos de Dios.

Finalmente, el New York Post. Con su mala leche habitual, el periódico local más leído de Estados Unidos abría su edición digital con una foto mostrando a Kamala Harris carcajeándose de algo. El titular, una frase literal soltada durante su primera intervención pública desde que se ha conocido la decisión, rezaba: “Podéis aplaudir” (Harris la pronunció entre risas al ser interrumpida por un asistente al acto que se puso a aplaudir en mitad de una de sus frases).

El tabloide conservador, propiedad del magnate australiano Rupert Murdoch, también publicó una pieza de opinión firmada por Miranda Devine que volvía a subrayar la cuestión presentada por los editores de National Review: ¿si no está como para presentarse va a seguir mandando durante meses? En opinión de Devine, los poderes en la sombra habrían conseguido borrar a Biden de la papeleta a cambio de algún tipo de amaño financiero y de permitir que se quede hasta el final.

Una exigencia, ésta, que habría partido del propio Biden y que tendría por objetivo conceder algún que otro perdón presidencial. A su hijo Hunter, por ejemplo. Eso sostiene Devine. ¿Y de director de orquesta? Barack Obama, por supuesto.

*** Borja Bauzá es periodista especializado en información estadounidense.

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