Cómo puede lidiar la UE con el auge de las fuerzas extremistas
Con el delicado entramado de votos actual en el Parlamento Europeo, el éxito de la Comisión dependerá de que consiga evitar que Pekín y Moscú se acerquen a Bruselas.
Los partidos radicales, de extrema derecha y antisistema han ganado terreno en gran parte de la UE durante este año.
La reciente victoria del Partido de la Libertad (FPO) en las elecciones nacionales austriacas, los avances regionales de Alternativa para Alemania (AfD) y los buenos resultados de los partidos nacionalistas en las elecciones de junio al Parlamento Europeo revelan una oleada de populismo en todo el bloque.
En muchos casos, estos partidos han roto el cordón sanitario y hoy influyen en las decisiones políticas a pesar de ocupar posiciones minoritarias en sus respectivas legislaturas.
En Europa, a pesar de todo lo que se ha dicho sobre un "aumento" del apoyo a la extrema derecha y de las predicciones de que llegarán a controlar el próximo Parlamento Europeo, el centro mantiene su posición dominante.
Lo que ha cambiado es que ahora afronta la amenaza de las fuerzas extremistas en los dos lados del espectro político. Y sufrirá presiones para pactar con esos grupos en áreas cruciales como la política migratoria y para acercarse a sus posiciones con el fin de evitar la pérdida de popularidad.
En la derecha, ahora, hay tres bloques de votos contrapuestos —los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), los Patriotas por Europa y la Europa de las Naciones Soberanas (ESN)— que suman el 25 % de la Cámara, un aumento respecto al 17 % de hace cinco años.
En el otro extremo, la Agrupación de Izquierda y otros partidos de izquierda pero no alineados también han incrementado sus apoyos y están envalentonados por los últimos resultados de la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) en Alemania y el Nuevo Frente Popular en Francia.
Aunque estos grupos tienen opiniones discrepantes en muchos ámbitos, comparten la desconfianza hacia las instituciones de la UE y la disposición a adoptar posturas más autoritarias. También comparten el empeño en reforzar la identidad nacional de sus respectivos países y parecen satisfechos ante la opción de desvincularse de aliados geopolíticos cruciales.
"En el grupo de Le Pen están divididos, debido a la presencia de Orbán, que ha intentado estrechar los lazos entre su Gobierno y Pekín"
En esas circunstancias, conseguir claridad y coherencia en cuestiones apremiantes, como el apoyo a Ucrania y la protección frente a la influencia china, podría resultar difícil y habrá que abordarlo con cuidado.
Un nuevo estudio del Political Capital Institute indica que, de las agrupaciones extremistas, la de ECR seguirá siendo probablemente la más crítica con Rusia y China, puesto que dos de sus miembros más importantes, los Hermanos de Italia de la primera ministra Giorgia Meloni y el Partido Ley y Justicia (PiS) del polaco Jarosław Kaczyński, se han mostrado coherentes a la hora de respaldar casi todas las resoluciones que condenan al Kremlin y a Pekín.
El grupo ultraderechista ESN, encabezado por AfD, es más proautócratas y prochino. Por su parte, los Patriotas, dirigidos por Jordan Bardella, de la Agrupación Nacional francesa, están divididos, en gran parte debido a la presencia de Viktor Orbán, que ha intentado estrechar los lazos entre su Gobierno y Pekín mediante una "asociación integral".
En el otro extremo del espectro, no parece probable que el grupo radical de La Izquierda —en el que se encuentra La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon— sea receptivo a las propuestas de la Comisión en ninguno de los dos frentes. Y, casi con toda seguridad, tratará de suavizar la dura postura de la Cámara respecto a China, dado el apoyo acrítico que han ofrecido siempre a Pekín sus miembros.
Sobre Rusia y Ucrania, la nueva legislatura ya ha dejado entrever su voto respecto al conflicto. En la primera sesión plenaria, los eurodiputados aprobaron por abrumadora mayoría una resolución que reafirma la necesidad de que la UE siga apoyando a Ucrania.
Si se analizan los patrones de voto, se ve que, en relación con Rusia, el grupo ECR mantuvo la misma postura crítica que ha tenido siempre, la más dura entre los grupos radicales, de extrema derecha y de extrema izquierda.
La sorpresa más llamativa fue que, en el grupo de los Patriotas, mientras que una gran mayoría, en la que estaban la Agrupación Nacional y Fidesz —que llevan bastante tiempo siendo blandos con Rusia, como demuestra su posición sobre las sanciones de la UE y los paquetes de ayuda a Kiev—, votó en contra o se abstuvo, algunos de los demás miembros (Lega y ANO) se olvidaron de sus críticas anteriores al Kremlin para situarse más en consonancia con el resto del grupo.
Este giro indica que en el grupo de los Patriotas se está produciendo una convergencia hacia una postura prorrusa más homogénea.
"Los partidos mayoritarios todavía no han descubierto la panacea para contrarrestar el auge de la política extremista de derecha e izquierda"
En el grupo de La Izquierda, por su parte, reina la división.
Aunque el partido más influyente de este grupo, La Francia Insumisa, apoyó la resolución, otros no siguieron su ejemplo. Por ejemplo, el italiano Movimiento Cinco Estrellas (M5S) votó en contra a pesar de haber respaldado resoluciones críticas con Rusia en la anterior legislatura.
Las conclusiones de nuestro estudio y las posibilidades de cambio que ya han demostrado algunos partidos indican que, a pesar de las fracturas dentro de ciertos grupos, podría haber más margen del que se pensaba para la cooperación en todo el espectro político. Y ese debe ser el aspecto en el que se centren Von der Leyen y sus colegas.
Por ejemplo, es probable que cuenten con apoyos para desarrollar un frente unido contra la agresividad de Pekín en el ECR y ciertas facciones del grupo de los Patriotas, y quizá consigan arrancar votos de la izquierda en temas relacionados con la guerra de Ucrania.
Ahora bien, en ambos casos, las ambiciones de estos partidos y su arraigada desconfianza hacia el aparato de Bruselas harán de ellos aliados peligrosos.
Es innegable que los partidos mayoritarios todavía no han descubierto la panacea para contrarrestar el auge de la política extremista de derecha e izquierda. Y que los sentimientos prorrusos y prochinos van a seguir propagándose.
El éxito de Von der Leyen y su Comisión dependerá de que sepan lidiar con el delicado entramado de votos actual del Parlamento Europeo, sin que Pekín y Moscú acaben más cerca de Bruselas.
Si logran hacerlo y demostrar que son unos líderes capaces de abordar las cuestiones que preocupan a los votantes, quizá puedan ofrecer un modelo a los Estados miembros para contener y hacer retroceder la ola de política radical durante los próximos cinco años.
*** Péter Krekó, Richárd Demény y Csaba Molnár son miembros del Political Capital Institute, con sede en Budapest.