Un día cualquiera en un futuro, esperemos, lejano.
Abro el ojo. Entra mucha luz en la habitación. ¿Me habré dormido? ¿Y el despertador? Si yo lo programé con Alexa. ¿Se habrá ido la luz otra vez? Claro, si no hay electricidad, la alarma no funciona. Genial, y encima me tengo que duchar. Con las legañas en los ojos abro el grifo de la ducha, me meto debajo del agua y… está helada. ¡El termo! Sin electricidad no hay agua caliente. Bueno, me ducho lo más rápido posible. Salgo de la ducha por miedo a perder un dedo por congelación, cojo la toalla y me visto rápidamente. Como ya tengo claro que el secador del pelo no va a funcionar, tendré que arriesgarme a pillar una pulmonía.
Tendría que salir pitando de casa, pero necesito un café. Voy a la cocina. Instintivamente le doy al botón de mi Nespresso último modelo y… nada. ¡Claro, la luz! Bueno, menos mal que fui precavido y me pillé una cafetera italiana y un camping gas. Lleno la cafetera de agua, pongo el café, la cierro y voy en busca del mechero para encender el infernillo. Pero ¿dónde está? Finalmente, encuentro una triste cerilla, la prendo y enciendo el camping gas, pero para mí desgracia, y para mejorar mi mañana, la llama empieza a disminuir y desaparece. Agito la bombona con desesperación, no puede ser que se me haya acabado el gas.
Dimito, me marcho. Tendré que pasarme de vuelta del trabajo por la gasolinera si quiero cenar caliente esta noche. Aunque al precio que están las bombonas, ya no sé si estoy comprando gas o colonia de Giorgio Armani.
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Detrás de esta viñeta están Benjamín y Mercedes. Son padre e hija. Benjamín dirige el estudio Arquitectos San Lorenzo 8. Mercedes, diseñadora gráfica, trabaja en Brava Producciones. El texto queda a cargo de Paula, la hija mayor, que se dedica a la seguridad alimentaria. La idea de cada semana: un asunto de familia.