El PSOE y Podemos han decidido fijar 1982 como el año cero de la democracia española, un poco a la manera en que los revolucionarios franceses instituyeron 1792 como el año 1 del nuevo calendario por ser el de la proclamación de la república.
Basta leer las enmiendas a la Ley de Memoria Democrática que ambos partidos han presentado este miércoles en el Parlamento para darse cuenta de por dónde van los tiros.
Para la nueva izquierda española, encarnada por el PSOE de Sánchez y el comunismo 2.0 que lidera Yolanda Díaz, la Transición fue un paripé, la Ley de Amnistía de 1977 un intento de sepultar los delitos del franquismo y la Constitución de 1978 una carta otorgada de los esbirros del dictador. Por lo tanto, nunca hubo reconciliación nacional y, atención, es bueno que así fuera, porque nada cabe acordar con los verdugos.
Esta izquierda adanista, para la que Marcelino Camacho, Pilar Brabo, Nicolás Redondo o Peces-Barba fueron los tontos útiles del régimen, entre otros cientos, necesita un hecho fundacional. Por una cuestión táctica lo ha encontrado ahora en el triunfo de Felipe González, al que también desprecia. Pero hay que ser cautos. No puede hacerse todo de una vez, como bien han aprendido Junqueras y Puigdemont.
1982 viene bien hoy para enterrar la Constitución de 1978 y para trasladar el mensaje de que la democracia nace con la izquierda. No podía ser de otra forma, claro, porque está escrito en este guion que sólo la izquierda es democrática en España. La derecha es heredera del franquismo, y por tanto, la única derecha digna es la que representan el nacionalismo vasco y catalán.
No es casualidad que este mismo martes, desde la sede de la Generalitat de Cataluña en Madrid, Pablo Iglesias animase a Sánchez a impulsar un proceso constituyente dirigido a cambiar el modelo de Estado sin el concurso del PP y con Felipe VI como primera pieza a cobrar.
En definitiva, si a la derecha se le acusa de patrimonializar los símbolos nacionales, a la izquierda le cabe el aún más peligroso intento de patrimonializar la democracia. Donde la derecha ve traidores, la izquierda ve fascistas, y eso le carga de razones para imponer un cordón sanitario a la mitad de la población. Poco puede haber más franquista.
Entre tanto, el puente aéreo con las repúblicas socialistas de América sigue funcionando. Los últimos en huir del paraíso son el escritor cubano Yunior García y su esposa. Qué España esta.