La madrugada del 8 de enero de 2016 Joaquín Guzmán Loera "El Chapo Guzmán", uno de los líderes en ese momento del Cartel de Sinaloa, escapaba de un operativo de un comando especial de la infantería de Marina mexicana que lo detectó en Los Mochis (Sinaloa, 298.009 habitantes) tras haber huido por segunda vez de una cárcel seis meses antes. Después de robar un vehículo junto a su jefe de seguridad, El Cholo Iván, se topó en la carretera con un policía federal de Sinaloa, apodado El Tiburón, que rechazó uno de los sobornos más importantes de la historia. El diálogo, revelado por el propio policía, fue el siguiente:
—Chapo Guzmán: Ayúdeme y no volverá a trabajar. Comandante, dígame qué quiere pero écheme la mano.
—Agente: Ahorita vemos, ahorita platicamos de eso.
—Chapo Guzmán: Le ofrezco dos o tres empresas de aquí de Sinaloa; es más, le dejo 50 millones de dólares para que no vuelva a trabajar nunca en su vida.
Este policía hizo creer al Chapo que lo trasladaba a un lugar seguro para él, pero en realidad lo trasladó al Hotel & Suites Doux, situado en el kilómetro 3 de la carretera San Miguel (en Los Mochis, Sinaloa). En la habitación 51 de aquel hotel, dos policías federales esperaron pacientemente a refuerzos militares mientras el narcotraficante más buscado del planeta y su principal contacto con el resto del Cartel de Sinaloa no tenían ni idea de que eran sus últimos instantes como ciudadanos libres.
La decisión del policía de trasladar al Chapo a ese lugar provocó que nunca volviera a pisar la calle. Joaquín Guzmán Loera fue en 2021 condenado por un juzgado federal de Nueva York a cadena perpetua. Se probó judicialmente que lideró una de las facciones del Cartel de Sinaloa desde 1989 a 2014 y, entre otros delitos, quedó constatado que traficaron al menos 130 toneladas de cocaína hacia Estados Unidos.
Pero antes de acabar entre rejas de nuevo, el Chapo Guzmán realizó el reparto del imperio criminal que poseía. Por eso así reza uno de los narcocorridos de los Tucanes de Tijuana: "La familia Guzmán no se acaba, el cartel sigue fuerte operando". Tras la caída del Chapo, el Cartel de Sinaloa no ha rebajado lo más mínimo su poder criminal, sino que simplemente cambió a uno de sus dirigentes, demostrándolo una vez más el pasado jueves 5 enero.
Para Ricardo era un jueves un normal. Sobre las 05.40 horas de la mañana del 5 de enero, partió de su casa hacia el trabajo. Tomó un par de autobuses para llegar a su destino a las afueras de Culiacán (Sinaloa, 1.003.530 habitantes) y, en el transcurso de su trayecto rutinario, no percibió nada fuera de lo normal hasta que, a las 7 de la mañana, llegó a su puesto. En ese momento tuvo claro que algo extraordinario sucedía: ningún compañero había acudido a la empresa. En esos instantes, Alexandra, su mujer, le escribía que en redes sociales estaban informando sobre narcobloqueos en el norte y sur de Culiacán. Eso quería decir que sicarios del Cártel de Sinaloa estaban robando vehículos e incendiándolos para cortar el tráfico en represalia de algo.
Alexandra seguía informándose por algunos grupos de Facebook que venían avisando de que la situación podría empeorar. Y estaban en lo cierto. Hacía más de dos horas que Ovidio Guzmán López había sido detenido en el municipio de Jesús María, a 50 kilómetros de Culiacán. "En Jesús María creció, de sangre caliente y de acción". Así describe uno de los corridos mexicanos que lideraron las listas de Spotify el año pasado a Ovidio alías El Ratón, uno de los de hijos reconocidos del Chapo Guzmán.
Ovidio fue detenido por fuerzas especiales mexicanas a las 04.15 horas del 5 de enero en un operativo propio de una película como Black Hawk derribado: se movilizaron a 900 soldados en todo Sinaloa. Lo capturaron en su lujoso rancho, epicentro de una batalla del siglo XXI entre fuerzas militares y paramilitares como son los sicarios del Cártel de Sinaloa. Lo curioso del asunto es que, a día de hoy, Ovidio no tiene una investigación abierta en un juzgado mexicano, a pesar de que haya cometido delitos que son públicos. La orden judicial de detención proviene de EEUU, que lo requería desde hacía años y que, casualmente, coincide con una visita de Joe Biden a su vecino del sur.
Mientras sicarios del Cártel de Sinaloa intentaban liberar a uno de sus líderes, Ricardo decidió que lo mejor para su seguridad era quedarse en su trabajo hasta que calmaran las cosas. A las ocho de la mañana sicarios de la facción de los Chapitos, los hijos del Chapo Guzmán, se habían movilizado por todo el estado de Sinaloa. Provocaron que a esa hora el transporte público en una ciudad de más de un millón de habitantes, como es Culiacán, se paralizara.
Pasadas las nueve de la mañana, cerca de la vivienda de Ricardo y Alexandra, se oían fuertes disparos fruto del enfrentamiento del ejército mexicano contra los sicarios de los Chapitos en varios distritos de la ciudad. Ricardo aguantó resguardándose en su trabajo hasta las 14.50 horas. En aquel momento, se habían bloqueado ya 50 carreteras en territorio sinaloense y habían muerto 29 personas oficialmente. Diez militares mexicanos habían fallecido en este gran operativo, siete de ellos cerca del rancho de Ovidio Guzmán, donde estaba protegido por un convoy de 26 camionetas blindadas y artilladas formado por al menos 60 sicarios, de los que 19 fueron abatidos.
Cuando Ricardo decidió armarse de valor y volver a su casa, se encontró una ciudad fantasma. Tomó un vehículo de la empresa y en menos de diez minutos lo detuvieron en tres controles militares. El último lo obligó a modificar su camino, ya que la carretera entre Culiacán y el aeropuerto de la ciudad se encontraba bloqueada completamente por el ejército mexicano.
¿La razón? Sicarios del Cártel de Sinaloa habían disparado contra aviones de la fuerza aérea mexicana, ya que creían que Ovidio Guzmán sería trasladado a México DF en uno de ellos. Lo más grave fue que incluso balacearon aviones comerciales y los pasajeros de algunos vuelos grabaron estos hechos en medio del pánico. La consecuencia fue la cancelación de 22 vuelos el 5 de enero en Culiacán, en medio del clima de inseguridad.
Como Ricardo se vio obligado a cambiar de ruta, circuló por barrios en los que el Cártel de Sinaloa había colocado ponchallantas y reventó las ruedas del vehículo que guiaba. En ese momento estaba solo en la calle, sin poder desplazarse a casa en un transporte, y con todos los negocios cerrados. Así que se lo comunicó a Alexandra, que no dudó en conducir su coche hasta encontrarse con su marido. Tras avisar al resto de su familia, salió de casa y se desplazó por varios barrios tranquilos en los que simplemente no había un alma en la calle.
Pero todo cambió cuando la persiguieron cuatro motocicletas en propiedad de varios jóvenes. Alexandra no dejó de acelerar mientras los "halcones" se emparejaron con su coche. Seguramente, para comprobar si era una amenaza para ellos, ya que eran miembros del Cártel de Sinaloa que realizan labores de vigilancia. Alexandra prosiguió su camino sin respetar ningún semáforo y sin mirarles a la cara hasta que los jóvenes decidieron dar media vuelta. Minutos después de dejarla tranquila, se encontró con Ricardo.
La pareja regresó a su hogar esquivando vehículos calcinados y lo más rápido posible por el temor a que miembros del Cártel de Sinaloa les robaran su vehículo. Desde el 5 de enero, han desaparecido más de 250 vehículos en Culiacán. El Cártel de Sinaloa necesita reponer fundamentalmente sus camionetas blindadas. Al día siguiente de suceder esto, la gran mayoría de ciudadanos de Culiacán no trabajaron. Apenas funcionaba el 10% del transporte público. Pero la tranquilidad no volvió para Alexandra y Ricardo hasta pasados unos días, ya que fueron testigos el sábado 7 de enero de otro espectacular operativo militar.
Esta vez ocurrió en la capital de Sinaloa, a unas cuantas calles de donde viven. Las autoridades mexicanas trataron de detener a Néstor Isidro García "El Nini", jefe de sicarios de los Chapitos. Pero tras tres horas de enfrentamientos se le escapó al ejército. Ahora Ricardo y Alexandra tratan de recuperar su rutina como los demás ciudadanos de Sinaloa, que vivieron estas horas tan tensas en los que de nuevo el Cártel de Sinaloa mostró su lado más salvaje.
Los Chapitos
Era 5 de enero. Fue la segunda vez que el estado mexicano intentaba detener a Ovidio Guzmán. El primer intento ocurrió el 17 octubre de 2019, en la propia Culiacán (Sinaloa). El ejército tuvo que liberarlo tras una llamada del presidente Andrés Manuel López Obrador, debido a que el Cártel de Sinaloa realizó una muestra de poder inaudita en un territorio que controla plenamente desde hace dos décadas. Los mexicanos llamaron a esto "el Culiacanazo". El día en que los convoys de sicarios que manejaban vehículos blindados y artillados con armamento militar acudieron desde todas las partes de Sinaloa para que el Gobierno mexicano cediera y liberara a Ovidio Guzmán.
El culiacanazo o “jueves negro” hace referencia al fallido operativo oficial para capturar a Ovidio Guzmán López, hijo del Chapo Guzmán
Aquello marcó el futuro del Ratón, que hasta entonces había permanecido fuera del radar mediático, aunque para Estados Unidos fuese un objetivo prioritario porque controla varias rutas de Fentanilo. Es la droga que más preocupa a la DEA (Administración de Control de Drogas), y que ha provocado que se disparen las muertes sobredosis hasta las 108.000 personas en 2021 solo en EEUU.
Ovidio Guzmán junto a sus hermanos Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar y Joaquín Guzmán López forman la facción de Los Chapitos, que unida a la de Ismael "El Mayo" Zambada y Aureliano Guzmán Loera, hermano del Chapo, componen el Cártel de Sinaloa: una de las organizaciones criminales más poderosas del planeta. Ovidio Guzmán, según cuentan los vecinos de Jesús María, pasó las navidades en su rancho junto a sus decenas de sicarios hasta su detención. La fuerza de choque de la que disponía era de al menos 60 sicarios equipados con arsenal militar de todo tipo: fusiles de asalto, lanzacohetes (RPGs), granadas de mano, fusiles Barret calibre. 50, Browning M2 calibre 50 o ametralladoras M60.
Los hijos del Chapo Guzmán siempre se desplazan escoltados en estos convoyes vehículos blindados, algo habitual en el crimen organizado mexicano. Los capos de los principales cárteles como son el Cártel de Sinaloa, Cártel Jalisco Nueva Generación, la Familia Michoacana, Cártel Santa Rosa de Lima, Los Beltrán Leyva, Cártel Noreste o el Cártel del Golfo siempre van acompañados de sicarios pertrechados con armamento de alto calibre, capaces de hacer frente a cualquier infantería de un ejército regular durante un tiempo prudencial.
Ovidio Guzmán no iba a ser una excepción, y mientras descansaba en su rancho de Jesús María, estableció un perímetro de seguridad que abarcaba decenas de kilómetros con halcones avisando de cualquier movimiento sospechoso. Para infiltrarse en ese lugar sin ser detectados el ejército mexicano decidió que interviniera como punta de lanza un equipo de 12 miembros de las fuerzas especiales en una operación que se inició a las 03:35 horas de la madrugada del 5 de enero. Cuarenta minutos después de que les dieran luz verde para comenzar su misión, estos soldados ya tenían en su poder a Ovidio Guzmán y a las dos horas volaba hacia la capital de México. La vivienda donde se resguardaba el narcotraficante cuenta con miles de balazos, que muestran que fue un combate durísimo.
Tal fue la brutalidad de este enfrentamiento que los soldados que se encontraban en la localidad de Jesús María solicitaron apoyo aéreo de un helicóptero UH-60 Black Hawk de la fuerza aérea mexicana, equipado con una ametralladora Vulcan M134 Minigun. Un vecino de la localidad grabó al helicóptero mientras accionaba su poderosa arma, capaz de disparar entre 3.000 y 6.000 balas por minuto, contra sicarios del Cártel de Sinaloa que intentaban liberar a Ovidio Guzmán.
No es la primera vez que el ejército mexicano utiliza un helicóptero de estas características para atrapar a un poderoso narco, ya lo hicieron en 2017 cuando abatieron en Nayarit a Juan Francisco Patrón "El H2", capo del Cártel de los Beltrán Leyva. Este cártel, aliado hasta 2008 del Chapo y que también está implantado en tierras sinaolenses, es el máximo enemigo del Cártel de Sinaloa en México junto con el Cártel Jalisco Nueva Generación.
Una vez que el equipo de operaciones especiales del ejército mexicano aseguraba a Ovidio Guzmán, la fase más crítica de esta intervención militar se activaba. Lo realmente peligroso era el traslado de este narco desde Sinaloa a la capital de México. Fueron 10 horas seguidas de combates en todo el estado de Sinaloa en las que los sicarios del Cartel intentaron por todos los medios que el ejército liberara, como en 2019, a Ovidio. Entre las ciudades afectadas estuvieron los Mochis, y Mazatlán, zonas controladas desde siempre por el cártel.
A día de hoy, permanecen desplegados 3.500 soldados en Sinaloa por temor a represalias del Cartel
¿La peor parte? El aspecto que dejó la carretera que lleva a Jesús María desde Culiacán. Unas 40 camionetas blindadas utilizadas por sicarios de los Chapitos han permanecido varios días varadas en el arcén totalmente destruidas a balazos. En los vídeos, grabados tanto por ciudadanos locales como por reporteros, se observan hasta dos Sandcats del ejército mexicano completamente destrozados. Hablamos de blindados ligeros tácticos que pueden resistir impactos de fusiles Barrett calibre 50 o granadas de mano. Los sicarios del Cártel de Sinaloa tuvieron que utilizar RPGs para darlos de baja, una escena que podría ser similar a la de una batalla en Aleppo (Siria). Todavía, hoy, permanecen desplegados 3.500 soldados en Sinaloa por temor a represalias del Cartel.
Ahora, Ovidio Guzmán López "El Ratón" se encuentra en prisión provisional en la cárcel del Altiplano, una de las prisiones de donde escapó su padre. Mientras tanto, un juez decide si extraditarlo a EEUU o no, ya que en los juzgados mexicanos no existen pesquisas sobre él. Su captura es una señal política de acercamiento de López Obrador hacia Estados Unidos, ya que la colaboración con la DEA se alejó en estos últimos años en los que el Gobierno mexicano ofreció una estrategia de seguridad contra el crimen organizado llamada "Abrazos, no balazos".
Todo más que cuestionable: el poder de los cárteles no ha hecho sino expandirse. Desde 2019 han sido asesinadas 131.077 personas en México, según los datos de Secretaría de Seguridad Pública, y son solo los años de gobierno de López Obrador. Cifras récords en un país ya acostumbrado a una violencia terrible.
Aunque sea un gran paso detener a Ovidio Guzmán López, la realidad es que un operador de segundo escalafón de la facción de los Chapitos ya que está por debajo de sus hermanos Iván Archivaldo y Alfredo. Iván, según las fuentes de inteligencia que maneja el ejército mexicano, es el verdadero artífice de que en 2019 fuese liberado con éxito Ovidio cuando ya estaba engrilletado por fuerzas militares en Culiacán.
La detención del Ratón coincide con la del pasado sábado 7 de enero de José Rodolfo Villarreal Hernández, alias El Gato, capo del Cartel de los Beltrán Leyva en el estado de Nuevo León. Era uno de los 10 fugitivos más buscados del FBI y EEUU también solicita su extradición. Estas dos detenciones importantes debilitan a los Chapitos y al Cartel Beltrán Leyva y aumentan el poder (aún más si cabe) de Ismael el Mayo Zambada en el Cartel de Sinaloa y en el crimen organizado mexicano.
El Mayo
Ismael Mario Zambada García, más conocido como el "Mayo Zambada", "El MZ", o "El del Sombrero", es el verdadero capo del Cártel de Sinaloa. En eso coinciden todas las fuentes consultadas sobre criminalidad mexicana. Con la detención de Ovidio Guzmán sigue creciendo su esfera de influencia en toda la administración mexicana. El caso del Mayo Zambada es único en el mundo del crimen organizado mundial, ya que lleva 50 años traficando con drogas y nunca ha sido detenido. Así lo revelaba en su libro El Traidor la periodista Anabel Hernández, una de las mayores especialistas en el Cártel de Sinaloa. Condición que le hace vivir escoltada desde 2009. El Mayo no se ha retirado del crimen organizado por la cantidad de sobornos que debe pagar y que le hace estar siempre protegido ya que por ahora ha sido intocable.
En estas afirmaciones no solo están de acuerdo los especialistas, sino también desde los narcocorridos, donde se hacen múltiples referencias a lo mismo. Esta música local mexicana actúa como los cantares de gesta de la Edad Media. Sin embargo, la diferencia es que aquí no se alaba a héroes. Se vanagloria a criminales y muchos de sus textos son autorizados por los propios capos que en ocasiones son íntimos de los cantantes, por lo que actúan como una transmisión oral de la historia. Hay listas en Spotify exclusivas sobre la vida del Mayo Zambada ante la cantidad de canciones que le han compuesto.
"Soy el más poderoso de todos, y yo nunca ando de presumido.Los dólares a mí me protegen, me los mandan de Estados Unidos.Aquí en Culiacán, yo soy el rey y por mí Sinaloa, me paseo muy tranquilo"
El Mayo Zambada, desde que el Chapo Guzmán fue detenido por última vez, ha mantenido ciertas discrepancias con los Chapitos, y eso se ha visto reflejado en luchas a tumba abierta entre el brazo armado de los Chapitos y el del Mayo Zambada, sobre todo en el estado de Sonora y Baja California en estos últimos años.
Al ser puntos clave del trasiego de drogas hacia EEUU, las dos facciones del Cártel de Sinaloa quieren controlarla. Un último ejemplo ocurrió el pasado mes de diciembre en Poblado Luis B. Sánchez, un municipio situado en los límites de Sonora y Baja California y clave en el acceso hacia Mexicali (ciudad frontera con EEUU).
El 3 de diciembre, un convoy de 20 camionetas blindadas y algunas artilladas de los Chapitos ingresaron a la localidad con la intención de asesinar en una vivienda a Jesús Alexander Sánchez Félix alías el Ruso, el jefe de sicarios del Mayo Zambada en esos dos estados mexicanos. El resultado fue un combate de más de dos horas en el que diez personas murieron y el Ruso logró sobrevivir. En el enfrentamiento se utilizaron armas largas e incluso fusiles Barrett calibre 50.
La respuesta del Ruso a este ataque fue disparar contra varias casas en San Luis de Colorado que pertenecen a los Chapitos. Tras los sucesos de la semana pasada en Sinaloa, el Mayo Zambada intentará debilitar a la facción de los Chapitos, ya que no le interesa tanto ruido mediático. Pasan los años y siempre sale ganando el mismo: El Mayo.