En Manor Farmhouse, una bucólica casa de campo que data de la época del rey Carlos I de Inglaterra y que está ubicada en el condado de Norfolk (Reino Unido), vive un señor muy inglés. Allí pasa largas temporadas, aunque divide su tiempo entre este refugio cercano a la ciudad de Holt y Londres, donde también tiene un apartamento. Se dedica al diseño de interiores, telas, muebles y accesorios para el hogar y es, como decíamos, tan inglés que toma té, cría sus propias gallinas –al más puro estilo de la duquesa Debo Mitford–, elabora mermelada de ciruelas, recolecta dalias, tulipanes y “cow parsley” del jardín. También pasea por el “countryside” con sus dos "whippets" –Tristan y Theodora– y colecciona cerámica de Staffordshire o Spode, azulejos de Delft o “chintz” de su gran referente, Robert Kime, decorador de Clarence House y otras residencias reales. Podríamos estar hablando de Nicky Haslam, el interiorista de cabecera de la aristocracia inglesa, pero nada de eso. Nuestro anfitrión es español y se llama Carlos Sánchez-García. Y, no, no es tan inglés como parece. ¿O sí?
Empezamos la entrevista un poco tensos por mi interés en ahondar en sus raíces españolas y conocer su lado más humano. “Soy una persona normal, con una familia muy tradicional, mis padres han vivido juntos toda la vida… Sin embargo, nunca he expuesto mi vida personal y creo que no le interesa a nadie”, dice de una manera diplomática, pero tajante. Sin embargo, poco a poco, Carlos –quien nunca ha sucumbido a que se refieran a él como Charles o Charlie– vence su desconfianza y nos deja entrar, literalmente, hasta su habitación en Manor Farmhouse. Y también proclama: “Yo soy español y me siento español. Tengo mi nacionalidad y no la pienso perder”. Es cuestión de ir entrando en calor. “Echo mucho de menos el sol. Ahora voy a España a la boda de unos amigos y a ver si sale un poquito para mí”, ríe.
De España al mundo
Nuestro protagonista nació hace cincuenta años en Ávila, pero reside en Inglaterra “desde el 1 de noviembre de 1999”, recuerda para EL ESPAÑOL | Porfolio con una concreción asombrosa. Desde entonces hasta la actualidad, ha labrado una carrera digna de aplauso. Hoy, a punto de cumplirse 24 años de su llegada a la capital británica, está considerado uno de los decoradores más respetados del Reino Unido y ha dejado su talento en las casas más sobresalientes del país. En Norfolk, donde al igual que él, disponen de su casa de campo los príncipes de Gales - “desgraciadamente, nunca los he conocido”- o la joyera española Mónica Vinader, cuyos diseños luce Kate Middleton o las nietas de la reina Camilla. “He coincidido con ella [con Mónica Vinader] y es un encanto”, aclara. Y también ha triunfado en West Sussex, donde se encuentra uno de sus dos últimos proyectos: la construcción de una casa nueva. El otro es la decoración de una mansión de estilo Tudor en Norfolk.
A pesar de este éxito aplastante en Inglaterra, en España sigue siendo un desconocido para el gran público, ya que tan sólo aparece en algunas revistas del sector. “¿Por qué?”. Esa es la gran pregunta. “Yo no busco el reconocimiento, si llega porque gusta lo que hago, fenomenal, pero no trabajo por ello”, comenta sin atisbo de dolor. Pero, este desconocimiento general podría cambiar pronto. Como cantaba su tocayo Gardel en el famosísimo tango, Carlos “vuelve” a su país, pero no con la frente marchita, sino feliz. Acaba de lanzar una línea de telas que también están disponibles en Madrid. En concreto, en Greco Fabrics, el “showroom” que Michael S. Smith, decorador de la Casa Blanca durante la época Obama y pareja de James Costos, ex embajador de Estados Unidos en España, tiene en el 107 de la Calle Lagasca. También en París, Nueva York y, por supuesto, Londres.
Una de esas telas, entre dos turcas, una francesa y un “chintz” inglés, se llama “Castile” (Castilla, en inglés) y supone una historia muy emotiva para él. “Me la dio mi abuela, que vivía en un pueblo de Ávila, y la he reproducido ahora. También a ella, como a mí, le gustaba mucho cortar las dalias que tenía en la terraza de la casa. En su caso, se las llevábamos a la tumba de mi abuelo, quien, por cierto, también tenía gallinas, como yo. ¡Es muy agradable tener huevos frescos de tu huerto!”. Poco a poco, vamos conociendo a este hombre que triunfa más allá de nuestras fronteras y, de cuyo éxito, algunos no se han enterado todavía. Y, a la vista está, con la historia de su abuela, no es tan inglés como aparenta. Es cuestión de una buena fachada. “Un interiorista también se encarga de los planos, las obras… pero eso tiene menos predicamento”, desliza.
Un marido con apellido de actor
La historia de su gran acogida en el interiorismo no parecía programada en absoluto. Dejó Ávila para estudiar Dirección y Administración de Empresas en la Universidad Complutense de Madrid y, el último año, se fue de Erasmus a la Université Claude Bernard, en Lyon, Francia. Al terminar la carrera, volvió a Madrid y trabajó en la sección financiera de la marca de automóviles Mercedes que, en aquel momento, se estaba fusionando con Chrysler. Sin duda, eso era lo suyo. “Pedí permiso para venir a Londres para aprender inglés, porque yo no sabía y quería progresar en esa empresa. Era más de francés. La idea era incorporarme al mismo puesto, pero, a los seis meses conocí a mi marido y no volví”, cuenta.
Su esposo, Michael Newman -“¡No tiene nada que ver con el actor! En todo caso sería el hermano pequeño de Paul Newman”, ríe, demostrando su sentido del humor- dirige su propia empresa de fondos de inversión junto a tres socios y disfruta, tanto como él, de Manor Farmhouse. “Él es tan cliente como yo de la casa, así que siempre llegamos a un consenso. Nunca hemos discutido por nada relativo a Manor Farmhouse”, cuenta Carlos, quien, ahora sí, ya no quiere dar más detalles sobre su vida privada.
Pero no todo ha sido un camino de rosas para él. “Al llegar, trabajé en un Dunkin' Donuts, en un hotel, en tiendas de ropa e incluso en un Zara durante un breve período de tiempo. Pero yo quería hacer algo que me gustara. Así que me matriculé en un curso de la Chelsea School of Design, que consistía en acudir al centro tres noches por semana. Cuando terminé, decidí que era lo mío y fui a la University of Arts de Londres. Quería tener una validación académica para que me pudieran contratar. Tuve suerte, porque, al terminar, una de mis tutoras me fichó y aprendí una barbaridad ”, cuenta.
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Hace quince años fundó su estudio, Carlos Garcia Interiors. Su trabajo ha aparecido en publicaciones como “House and Garden”, “The English Home” y “AD”, entre otras, y en los libros "At Home in the English Countryside" (Rizzoli) y "British Designers at Home" (Hardy Grant). Su cuenta de Instagram cuenta con más de cien mil seguidores, entre ellos, leyendas de la decoración como el editor Hamish Bowles, el fotógrafo Simon Upton o compañeros españoles, como la interiorista Isabel López-Quesada.
El niño que leía “ The World of Interiors” en Ávila
P- ¿Cómo surgió su pasión por los interiores?
R- Todos tenemos "hobbies". Siempre me habían gustado las residencias de campo inglesas. En España, compraba “The World of Interiors” (WOI) y mi madre, que le gustaba hacer cosas en la casa, también influyó.
P- ¿Cuál es el secreto para que algo funcione?
R- A mí siempre me han gustado las telas, pero, por muy bien hechas que estén, si las pones en una habitación y la habitación no funciona… Como decía Nancy Lancaster, la fundadora de lo que se entiende como el estilo “english country”, lo más importante de un diseño es que funcione. Tiene que ser como una ensalada bien aliñada, en sus palabras.
P- Echando un vistazo a su casa, salvo los dos platos de cerámica de Talavera de la Reina en la entrada y los geranios, nadie diría que aquí vive un español.
R- Me gusta el “english style” porque es una cosa maravillosa de los ingleses: todo lo hacen suyo. ¿Telas indias? Las incorporan y ya son intrínsecamente inglesas. Y lo mismo con los azulejos de Delft, que en verdad son holandeses. O los suzanis uzbekos. Esa fascinación por absorber otras culturas es lo que me atrae.
P- En uno de los platos de la entrada pone Tomasa, ¿es alguna antepasada suya?
R- No, los compré en el Rastro. Pero me gusta la historia que hay detrás, que alguien, en el siglo XIX, escribiera el nombre de su persona querida… ¡Ahora he bautizado a una de mis gallinas como Tomasa! También tengo cerámica de Puente del Arzobispo, pero no pongo cosas españolas por ser de mi país. Solo lo hago sí me gustan, si su historia me transmite algo… Los geranios, por ejemplo, me encantan, pero, al contrario que en España, los tengo dentro de casa.
Me gusta el “english style” porque es una cosa maravillosa de los ingleses: todo lo hacen suyo. ¿Telas indias? Las incorporan y ya son intrínsecamente inglesas. Y lo mismo con los azulejos de Delft, que en verdad son holandeses
P- Háblenos de Manor Farmhouse, donde nos recibe.
R- Es del siglo XVII, de 1635. Era una casa importante, con tierras alrededor. Con el tiempo, parte de la casa se perdió. El estilo es de arquitectura vernácula, del norte de Inglaterra, y está hecha de ladrillo y tiene una parte construida con “flint”, una técnica muy de la zona realizada con piedras pequeñas. Hay numerosos aspectos originales de la residencia, como las escayolas de los techos o los suelos, realizados con una terracota especial del norte de Norfolk.
P- ¿Cómo la descubrió?
R- ¡Por casualidad! Estábamos intentando buscar una casa en el campo. Un día, mirando por internet, la vi. Le dije a mi marido: “¿Por qué no vamos el fin de semana con los perros? Por lo general, si nombras la palabra “perros” a una persona inglesa, te dice que sí enseguida. Fuimos, nos dejaron las llaves, los perros estuvieron corriendo como locos… y nos encantó. Cuando volvimos a casa, gestionamos la compra. La próxima semana hará nueve años. Tardamos como tres años en reconstruir todo.
Muchos deseos por cumplir
En breve, Carlos también cumplirá más tiempo viviendo en el Reino Unido que en España. Y es inevitable hacer balance. “He sido muy afortunado en la vida. Vengo de una familia estable, he tenido la suerte de tener educación… Me siento afortunado y feliz de poder haber hecho todas las cosas que yo he querido hacer”.
P- Pero, ¿queda algún sueño por cumplir?
R- Me gustaría hacer algo en España, si es interesante. Es cierto que con el Brexit las cosas son más complicadas, porque la burocracia es un tanto mayor, pero sí. Y también me gustaría poder comprar algo en la próxima subasta sobre los objetos más personales del interiorista Robert Kime, uno de mis grandes referentes, junto a otro español, Jaime Parladé.
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P- ¿Cómo ve España desde fuera?
R- Como todos los países del mundo, tienen sus demonios interiores, pero creo que es importante centrarse en lo positivo. Yo soy optimista y España tiene cosas maravillosas y tiene mejor percepción desde fuera, que nosotros desde dentro. Yo no me he ido de España, solo vine a aprender inglés y me quedé.
Soy monárquico y es una de las cosas que más echo de menos. Aquí tenemos a la Familia Real Británica, pero yo soy fan de los dos
P- Además del sol, ¿qué echa de menos de su país?
R- La familia y mis reyes.
P- ¿Sus reyes?
R- Sí, Don Felipe y Doña Letizia. No los conozco, pero me mantengo al día con "¡Hola!", que es mi biblia. Soy monárquico y es una de las cosas que más echo de menos. Aquí tenemos a la Familia Real Británica, pero yo soy fan de los dos. Están haciendo un trabajo fundamental. Me gustan mucho. ¡Y sin fisuras!
P- Imagínese que tienen una habitación en Zarzuela por arreglar y le llaman, ¿les diría que sí?
R- ¡Por supuesto! Lo contrario sería algo estúpido por mi parte.
P- En definitiva, parece que usted se ha ido de España, pero España no se ha ido nunca de usted.
R- ¡Así es!