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Desde el puerto de Valencia, el LHD Juan Carlos I, orgullo de la Armada Española, ha dejado a un lado su perfil de buque de guerra para convertirse en un bastión de esperanza tras la devastación de la DANA. En su cubierta, los helicópteros despegan rumbo a las zonas más afectadas, mientras en su interior se organizan los recursos que transforman esta ciudad flotante en un centro de operaciones y refugio para los afectados. “Aquí no se lucha contra enemigos visibles, sino contra el barro, la pérdida y la desesperanza”, explica el Capitán de Navío Santiago Martínez Mata, comandante del navío.

A bordo, cada miembro de la dotación enfrenta no sólo retos logísticos, sino también el impacto emocional de la misión. “Ver coches destruidos y juguetes enterrados en el lodo te golpea. Piensas en tu familia, en cómo podría haber sido su destino”, confiesa el Teniente de Navío Luis Felipe Bausá. A través del trabajo incansable de los infantes de marina y los equipos de rescate, el 'Juan Carlos I' ha llevado alimentos, asistencia médica y consuelo a quienes lo han perdido todo. Más que una misión, su presencia en Valencia se ha convertido en un recordatorio del poder de la solidaridad, incluso desde un gigante de acero diseñado para la guerra.

El Capitán de Navío Santiago Martínez Mata posa para EL ESPAÑOL.

El Capitán de Navío Santiago Martínez Mata posa para EL ESPAÑOL. Cristina Villarino Valencia