El viento acaricia los pabellones de tres semirrígidas negras. Están amarradas a sendos noráis en la Estación Naval de La Algameca, en Cartagena. Las embarcaciones, en cuyas proas reposan unos afustes con sus correspondientes ametralladoras, se balancean como pájaros dormidos al beso de la brisa. De pronto, el ruido de unas botas sobre los maderos de la dársena. Un grupo de soldados se aproxima. Van pertrechados con fusiles HK-416, pistolas Glock 17, chalecos antibalas y gafas de visión nocturna. Al frente del escuadrón, el coronel Vicente Gonzalvo, el boina verde líder de la Fuerza de Guerra Naval Especial (FGNE), la unidad de operaciones especiales de la Armada.
El pelotón se dispone a embarcar. Sus 12 hombres van a asaltar el buque A61 Carnota, un remolcador de 66 metros de eslora que lleva en servicio para las Fuerzas Armadas desde junio de 2024. La FGNE ha autorizado a EL ESPAÑOL a acompañarla durante el operativo, una maniobra controlada, pero arriesgada. "Este abordaje constituye una de las operaciones más peligrosas", explica el coronel Gonzalvo. "Se parte de una potencia de combate que no existe a controlar una embarcación de grandes dimensiones, como un buque o un transatlántico".
Existen precedentes reales. El 23 de mayo, un grupo de piratas originarios de Somalia secuestró en aguas del océano Índico un buque mercante liberiano llamado 'Basilisk'. A bordo de un helicóptero SH60-F, los soldados de la Fuerza de Guerra Naval Especial, que se encontraban en la cercana fragata 'Canarias', se desplegaron sobre la cubierta de la embarcación mediante técnica fast rope –es decir, lanzándose en sogas desde el aire hasta el barco– y aseguraron el aparato.
Días atrás habían detenido a otros seis piratas que atacaron un mercante de las Islas Marshall, el 'Chrystal Arctic', y llevaron detenidos a los delincuentes a las Seychelles. Ambos operativos formaban parte de la Operación Atalanta de la Unión Europea contra la piratería, en la que participan desde hace décadas, y cuya misión es patrullar por mar y aire en el Golfo de Adén y detener a posibles corsarios y abortar sus sabotajes.
"A lo largo de los últimos años nuestra unidad ha desarrollado diferentes operaciones en el Índico. Entre ellas, la 'Tribal Kat', donde se rescató a una rehén francesa, Evelyne Colombo", continúa Gonzalvo mientras las primeras semirrígidas arrancan sus motores. Le resta épica a su gesta, pero fue una misión extremadamente compleja y sensible que involucró tanto a España como a Francia.
El catamarán en el que navegaban Christian Colombo y su esposa fue atacado por unos piratas en el Golfo de Adén. A él lo mataron; ella acabó secuestrada. El FGS Bayern, una fragata alemana, se encontró con el barco abandonado, agujereado por las balas y con manchas de sangre, y dio la señal de alarma.
48 horas después, el buque anfibio Galicia, marca España, inició la operación de rescate. Hizo despegar un helicóptero SH3D a bordo del cual viajaba una tropa de operaciones especiales de la FGNE, la 5ª Escuadrilla. Al frente iba el entonces capitán Rafael López de Anca, quien después recibiría la cruz al mérito naval con distintivo rojo y la medalla de oro de la defensa nacional francesa junto a otros miembros del estol.
La Fuerza de Guerra Naval Especial disparó desde el aire al motor del buque somalí, en el cual iba Colombo. Lo inutilizaron. Los piratas conectaron un segundo propulsor, que volvió a ser destruido de un certero disparo en movimiento y a decenas de metros de altura desde el helicóptero. Coordinación impecable entre piloto y tirador. Tras un intenso intercambio de fuego, la FGNE hundió el esquife, redujo y detuvo a los piratas –tres de ellos resultaron heridos– y salvó a la ciudadana francesa.
"También hemos realizado operaciones de abordaje para liberar pesqueros y buques en el Mar Rojo y en el Índico. Actualmente participamos en la Operación Apoyo a Irak, en Bagdad, encuadrados en el Special Operations Task Group (SOTG) para el apoyo en la lucha contra el DAESH. Asimismo, realizamos operaciones de seguridad operativa con nuestros socios aliados en Mauritania, Senegal, Cabo Verde y en otros países del norte de África. Luchamos contra la piratería desde hace 15 años y, además, lideramos el Grupo de Operaciones Especiales Marítimo de la Allied Response Force de la OTAN. Si mañana hay una operación especial marítima, nos llaman a nosotros".
Operativo de la FGNE
Las tres embarcaciones atraviesan la bahía de Cartagena en dirección a alta mar. Navegan a 60 kilómetros por hora, dejando tras de sí La Algameca y unas burbujeantes estelas blancas. El buque Carnota, hace 20 minutos una pequeña mácula grisácea en el horizonte, es ahora un gigantesco leviatán. En su interior aguardan varios voluntarios de la Armada que se han prestado para hacer de enemigos.
Dos de las semirrígidas se distancian de la nuestra y se colocan en la popa del remolcador. Comienza la aproximación. Casi en un abrir y cerrar de ojos, y con habilidad extraordinaria, el militar que conduce una de ellas coloca el aparato pegado al espejo del buque y, uno tras otro, los soldados saltan al Carnota.
"Es un abordaje con oposición", explica el coronel. "El equipo de operaciones especiales se aproxima discretamente, toma el barco e inutiliza el puente y la sala de máquinas, entre otros espacios. Van cubierta por cubierta hasta capturar o detener a los objetivos enemigos y controlar la embarcación. La operación se lanza con toda la rapidez necesaria. Por supuesto, existe una planificación previa, pero los procedimientos son reservados. Es información confidencial. No podemos dar pistas al enemigo".
Sin entrar en detalles comprometidos, el equipo de operaciones especiales de la Fuerza de Guerra Naval Especial tarda entre 10 y 15 minutos en 'limpiar' las cubiertas superiores del Carnota y en 'detener' a la oposición. Acto seguido, vuelve a las pequeñas embarcaciones para realizar el segundo ejercicio, aún más difícil. Consiste en abordar el buque desde estribor, subiendo una pequeña escalinata de fibra de carbono que se lanza hacia un costado de la embarcación objetivo.
A alta velocidad, el piloto de nuestra semirrígida pega el morro al casco de estribor del Carnota y comienza la operación. "Este es un momento crítico, porque si el que maneja el timón del buque hace un movimiento brusco, todos nos vamos al agua", sonríe uno de los subtenientes. Pero, gracias a Dios, tan inquietante advertencia no ocurre y, con fuerza sobrehumana, cargados de su armamento, cascos, protección y dispositivos electrónicos, los soldados de la FGNE escalan y abordan con éxito el remolcador por segunda vez.
Este tipo de misiones no son para cualquier soldado o marino. Quizás por eso los miembros de la FGNE tienen, como mínimo, dos horas de educación física obligatorias cada día. "Mandamos equipos muy pequeños, de unos 12 o 16 hombres, pero con capacidades muy grandes. Pueden asaltar desde un pesquero hasta un transatlántico, operarlos en un ambiente nocturno y realizar las operaciones con mala mar. Estamos preparados para el ámbito marítimo y terrestre. Hacemos buceo de combate con equipos de oxígeno, ataques a costa y operaciones reconocimiento hidrográfico o de profundidad en interior para la obtención de inteligencia".
La FGNE está capacitada para realizar todos los cometidos vinculados con las Operaciones Especiales, tanto los principales de acción directa, reconocimiento, vigilancia especial y asistencia militar como los adicionales de Operaciones NEO (aquellas que reubican en un lugar seguro al personal no combatiente), de rescate de rehenes y otras operaciones de contrainsurgencia y contraterrorismo.
No es fácil formar parte de la unidad. De hecho, hay años en los que la Armada tuvo que descartar a todos los candidatos porque no cumplían los requisitos –físicos y psicológicos– para llevar el parche de la FGNE y jurar su lema. "Suelen empezar entre 25 y 30 candidatos, de los cuales a lo mejor quedan 4 o a veces ninguno. La selección es muy dura", incide el coronel. "Nuestro periodo de formación es el más extenso y exigente de todas las unidades especiales de las FAS. La integración del personal en la unidad se focaliza en la existencia de una vocación y en el compromiso del servicio a España. Son las características más importantes para trabajar aquí".
Serenidad y audacia
La Fuerza de Guerra Naval Especial es una unidad de operaciones especiales relativamente nueva. Nació en 2009 como resultado de la fusión de la antigua Unidad de Operaciones Especiales (UOE) del Tercio de Armada y de la Unidad Especial de Buceadores de Combate (UEBC), también conocida como 'Comandante Gorordo'. Sin embargo, sus raíces se remontan a 50 años atrás, concretamente a 1952 y a la Compañía de Escaladores Anfibios del Tercio Norte de Ferrol.
15 años después de su creación, la FGNE ha estado involucrada en varias operaciones en el exterior. Entre ellas ATALANTA, la Fuerza Interina de Naciones Unidas en Líbano (FINUL) o la HISPANIOLA en Haití. Sus integrantes están radicados en Cartagena porque allí se desarrolló la Unidad Especial de Buceadores de Combate y es donde se encuentran tanto la Escuela de Infantería de Marina General Albacete Fuster como el Tercio de Levante y el Centro de Buceo de la Armada.
El hecho de disponer en las proximidades de las instalaciones de la FGNE de la base de submarinos, campos de tiro, terreno variado, playas y un puerto como es el de La Algameca –donde también se encuentran las instalaciones de Navantia– facilita en gran medida el adiestramiento diario de esta unidad.
Su lema es Serenitas et Audacia. "Serenidad, porque creemos que para trabajar en esta unidad hace falta una especial experiencia y conocimiento que sólo se adquiere con el tiempo", añade Gonzalvo mientras los últimos soldados bajan la escalinata de vuelta a sus embarcaciones. "Y, por supuesto, audacia, que es la característica de todas las unidades de Operaciones Especiales".
Todo su equipo lleva en el brazo los parches con los logos de la FGNE, independientemente del estol al que pertenezcan. En ellos aparece un machete sobre fondo azul y ocre. El primero, el azul, evoca el mar; el ocre, la tierra. El filo es el símbolo de todas las unidades de Operaciones Especiales. "Las dos anclas cruzadas representan la infantería marina, porque es donde estamos integrados, y los colores significan que estamos preparados para actuar desde la mar o sobre tierra".
Son las 18:00 de la tarde y el color azafranado del cielo anuncia la conclusión del ejercicio. La unidad, a cuyos integrantes popularmente se los conoce como 'los Navy Seals españoles', se derrama por las tres semirrígidas negras y se dirige al muelle de La Algameca. Nos hemos desplazado tanto que, como poco, tardaremos una hora en llegar.
El mar está algo embravecido. Una ola empapa a los tripulantes, impasibles ante el azote salino. Ya concluida la operación, charlan entre ellos, uno le pasa el brazo por encima del hombro a su hermano de armas y se acerca para hacerle alguna confesión, el mayor comenta con el subteniente el programa de mañana; ya en confianza, los soldados comienzan a retirarse las máscaras y a dejar sus rostros al descubierto.
A lo lejos emerge un periscopio y, segundos después, un submarino escupe agua, sale a flote y espanta a una bandada de gaviotas. Desembarcamos. Cae ya la noche, los últimos rayos del ocaso se reflejan sobre el ondulante terciopelo marino y los militares de la Fuerza de Guerra Naval Especial depositan sus cascos, sus chalecos y sus fusiles en un gigantesco hangar en cuyo interior, entre jarcias y utillaje náutico, reposan varios vehículos tácticos, entre ellos algunos Vamtac y los acanelados Neton.
Fuera, frente a la dársena, se escucha algún chascarrillo, risas y piques sanos, allá un cigarrillo encendido, el eco trae un "mañana a las 7:00 a correr" y algún disparo lejano en un campo de tiro; todo el mundo se retira, el muelle queda ahora en calma salvo por una bocina lejana, y los guerreros de alta mar vuelven a ser hombres.
Este artículo ha sido elaborado con la Leica SL3, una compañera de confianza que ayuda a nuestros reporteros a elevar la narración periodística visual a otro nivel.
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