Un olor ha quemado, a leña o incendio, no sabes muy bien que es, pero en la lejanía algo deja ese olor inconfundible a fuego y cenizas, tu olfato se agudiza, la curiosidad te llama. Cuando recorres las carreteras de Jarandilla de la Vera dejas a lados paisajes rurales, de campos verdes y edificios de ladrillo, antiguos pero con encanto. Si te adentras en los caminos de tierra que se abren entre los cultivos se empieza a hacer muy evidente eso que inundaba tus fosas nasales. El olor a humo que sale de los secaderos de pimentón te deja claro donde estás.
De la oscuridad de uno de esos secaderos, entre el humo y el polvo que sale de la puerta metálica se asoma Kiko un cultivador de este auténtico pimiento que deja un producto único de la región extremeña. Al tiempo, Modesto, el padre del primer personaje y Julio, el abuelo, llegan al encuentro.
Mientras cargan sacos de 20 kilos y echan troncos a las lumbres nos cuentan como se mantiene la tradición para crear un producto con Denominación de Origen por pasión y amor a la tierra. "Seguiremos pobres, pero felices"