Un olor ha quemado, a leña o incendio, no sabes muy bien que es, pero en la lejanía algo deja ese olor inconfundible a fuego y cenizas, tu olfato se agudiza, la curiosidad te llama. Cuando recorres las carreteras de Jarandilla de la Vera dejas a lados paisajes rurales, de campos verdes y edificios de ladrillo, antiguos pero con encanto. Si te adentras en los caminos de tierra que se abren entre los cultivos se empieza a hacer muy evidente eso que inundaba tus fosas nasales. El olor a humo que sale de los secaderos de pimentón te deja claro donde estás.

De la oscuridad de uno de esos secaderos, entre el humo y el polvo que sale de la puerta metálica se asoma Kiko un cultivador de este auténtico pimiento que deja un producto único de la región extremeña. Al tiempo, Modesto, el padre del primer personaje y Julio, el abuelo, llegan al encuentro.

Mientras cargan sacos de 20 kilos y echan troncos a las lumbres nos cuentan como se mantiene la tradición para crear un producto con Denominación de Origen por pasión y amor a la tierra. "Seguiremos pobres, pero felices"

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    Modesto mira la lumbre con ojo analítico decidiendo si echar más madera de encina a la lumbre

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    Julio respira con una sonrisa mientras anuda el saco de unos 20 kilos lleno de pimentón de la vera listo para ser procesado

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    Kiko enseña a la cámara como es el oscuro interior de los secaderos de pimiento, una arquitectura tradicional que conserva el secreto de un producto con denominación de origen

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    La luz penetra la cubierta del ahumador e ilumina la montaña de pimiento que espera a ser secado al calor de la lumbre de encina

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    Los agricultores descansan unos segundos en el interior de la planta inferior del secadero, la cual alberga los armarios metálicos donde se mete la madera

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    Modesto carga con agilidad un saco de pimentón, que a pesar de su edad no supone problema alguno

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    La primera de las secciones del edificio que alberga toda la infraestructura está llena de sacos del producto que espera a ser transportado a la cooperativa

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    Kiko se mueve entre las plantas de pimiento como un niño, conocedor del terreno y el cultivo que ha visto desde pequeño y por el que tiene pasión

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    Jornaleros recogen el producto con presteza bajo el asfixiante calor extremeño

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    Los tres familiares posan felices y orgullosos frente a la recogida del día, cientos de kilos listos para procesar