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No hay datos oficiales. No hay sanciones penales. No hay nada más que delirio, violencia e impunidad en las terapias de conversión en España, que siguen vigentes a pesar de su hedor anacrónico y campan a sus anchas en su idea de 'deshomosexualizar' a los chicos gays, en su afán por 'masculinizarles' y 'curarles' de, a sus ojos, del trastorno transitorio que supone que deseen y amen a otros hombres. Estas organizaciones -a menudo, religiosas y en concreto, católicas- están convencidas de que, durante el crecimiento de estos chavales, se produjeron "fracturas y quiebras en su identidad", así que "su masculinidad quedó en estado incipiente".
Ellos lo resuelven con terapias cognitivo-conductuales y de reprocesamiento, es decir, "identificando las causas o heridas específicas que ha tenido ese chico y que le 'hayan causado' la homosexualidad", por ejemplo, haber sufrido abusos en la infancia, haber vivido la muerte de un familiar, tener una relación distante con su padre o tener una madre sobreprotectora. Se les medica -apoyados por psiquiatras- para que contengan la libido.
Según sus teorías, tras 270 días de abstinencia sexual, el cerebro se reconfigura
Se les obliga a una abstinencia sexual completa de 270 días, porque, de acuerdo con sus teorías, "el cerebro se reconfigura y cortas con la adicción a la homosexualidad". Ojo: se trata de no sólo de no tener sexo con terceros, sino, como decía Woody Allen, tampoco vale tener sexo con la persona que más amas del mundo -tú mismo, en tu ejercicio de masturbación, de onanismo-. Prohibido disfrutar con otros, prohibido disfrutar con uno mismo, y de fantasías homoeróticas mejor ni hablemos.
Terapias y 'altas'
Cuando este proceso ha llegado a su fin, a los 'pasantes' les dan una suerte de 'alta': es una especie de misa festiva con una llave como premio. En el camino han ido recibiendo otras, dado que el 'tratamiento' avanza en tres ciclos de noventa días. Llaves como pequeños trofeos por pasar a la siguiente fase. ¿Qué se abre con esa llave? Seguramente, la puerta a una vida convencional, radicalmente clásica y sin muchos matices ni opciones personales. Una vida de patriarca que no despierte ninguna sospecha, estilo Santiago Abascal.
Se les proponen "ejercicios bioenergéticos", ¿qué es esto? "Consisten en que les den golpes a cosas gritando el nombre de la persona que les ha 'provocado' su homosexualidad, insultando a su padre, a su madre, a un romance de la adolescencia, o a quien sea". Trabajan también con la "desnudez grupal": varios chicos se quitan toda la ropa, se observan y se chocan entre sí, a fin de "desexualizar" el cuerpo masculino.
En realidad, como señala el abogado especialista en derechos LGTBIQ Saúl Castro, "esto no es más que otra forma de humillarles y reforzar el control del grupo frente a la víctima". Este jurista gallego, al percatarse de la exención que caracteriza a este tipo de prácticas, se dispuso a estudiarlas en profundidad y acaba de publicar Ni enfermos, ni pecadores (Random House), la investigación más ambiciosa que se ha hecho del tema hasta la fecha. "Yo no he sido víctima de estas prácticas, pero mi identidad y mi conciencia me han llevado a tratarlas. He tardado tres años en clausurar este trabajo y he entrevistado a numerosas víctimas", cuenta a Porfolio | El Español.
"En 2019, con las investigaciones publicadas acerca del Obispado de Alcalá [que en su página web ofertaba cursos para 'volverse heterosexual' y que se aliaba con la organización Es Posible la Esperanza, como trataremos más adelante], empezó a alarmarme especialmente que estas cosas, que suenan a otra época, siguiesen sucediendo y que desde dentro del activismo no se hubiese hecho nada más que denunciar. Nadie, ni colectivos ni instituciones, había dedicado recursos a investigar cómo de extendido estaba esto ni en qué consisten en profundidad estas prácticas", comenta. Se puso las pilas. En 2021 fundó No Es Terapia, la Asociación Española contra las Terapias de Conversión, y éste pasó a convertirse en el tema de su vida.
Nombres y apellidos
"Aún no se sabe cuántas víctimas hay, pero en mi trabajo he podido detectar 71 perpetradores y promotores, es decir, personas que ejercen terapias de conversión en España. Hay estimaciones acerca de los damnificados, y pueden calcularse unas 200 o 300 personas itinerantes en la actualidad. Es responsabilidad del Gobierno, sí, pero también esta opacidad depende de la propia naturaleza de las prácticas. Muchas veces, se captan a las víctimas por redes sociales, por medios telemáticos. Otras veces, desde instituciones privadas y religiosas", enuncia.
Y continúa: "Los perpetradores y promotores de terapias de conversión en España tienen distintas características: los perpetradores son personas mucho más desconocidas que se presentan a sí mismas como profesionales de la psicología -como la chilena Marcela Ferrer- o de actividades no reguladas como el coaching. También psiquiatras, como Aquilino Polaino -perteneciente al Colegio Oficial de Médicos de Madrid, amén de numerario del Opus-".
"Todos vienen de un entorno sumamente religioso, muy conservador y LGTBIfóbo, como Belén Vendrell Sahuquillo -directora del Centro Diocesano de Orientación Familiar (COF) Regina Familiae de Alcalá de Henares y mano derecha de Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá-", subraya. O Raúl Eguía Recuero, miembro de la Comunidad Siervos de Cristo Vivo, y antiguo productor de películas pornográficas, ya reconvertido.
"Por otra parte, los promotores y captadores que integran esas 71 personas tienen perfiles distintos: son personas que ocupan altos cargos de poder dentro de la Iglesia, varios obispos o curas relevantes en parroquias de España -como Carlos Osoro Sierra, actual arzobispo de Madrid- o figuras mediáticas, como catedráticos".
La captación
Hasta 2016, señala, los casos que se conocían eran más abiertos y públicos: se ofrecían obscenamente y detallaban "sus intenciones y servicios", pero "con la progresiva aprobación de leyes LGTB en España y la conciencia social creciente, cada vez están más en las sombras y funcionan por redes clientelares o por la influencia de curas particulares". Por ejemplo: "Hay curas que están en contacto con niños y jóvenes desde sus parroquias, porque están haciendo la pastoral o porque pertenecen a grupos religiosos, y desde ahí intervienen. Cuando detectan a un chico que no les da la sensación de ser heterosexual, les invitan a asistir a jornadas que no son más que terapias de conversión", indica.
"Los van captando, les van dando lecturas y se ganan su confianza por redes informales. Las estadísticas publicadas por la ONU sostienen que 3 de cada 4 víctimas de las terapias de conversión van forzadas por terceros, y que de esas 3 de cada 4, el 20% va obligada por sus propios padres o su familia más cercana", alega.
3 de cada 4 víctimas de las terapias de conversión acuden a ellas forzadas por terceros
¿Cuánto tienen de secta estas organizaciones? ¿Comparten modus operandi? "Es cierto que el funcionamiento es sectario, porque es como si fuera un culto, pero no me gusta referirme a ellos como 'secta' porque parece que esa palabra les aleja de la responsabilidad de intervención que tienen instituciones como la Iglesia católica o distintas confesiones evangélicas", chasquea. "Claro que la Iglesia católica oficialmente no apoya a ninguna de estas asociaciones, pero así, al final, se lava las manos, porque un número relevante de los perpetradores son obispos. No se trata de llamarles 'secta' para que parezcan unos locos aislados, porque no lo son, están muy bien conectados entre sí y son jerárquicos y piramidales".
Aislar a la víctima
Subraya el jurista experto que estos perpetradores "tratan de separar a la víctima de sus círculos laborales, familiares, amistosos y académicos" y procuran "fundar una comunidad, proponerles un nuevo núcleo de confianza donde están obligados a contar sus intimidades, sus placeres y miedos" para, a la hora de la verdad -de que se quieran marchar, por ejemplo- echárselos en cara o amenazar con hacer públicos sus secretos.
"Si no progresan, si tienen alguna 'caída', como lo llaman ellos, les condenan al ostracismo, a un destierro brutal, porque ya se han convertido en su familia. Eso les destroza", suspira. Se refiere, para más señas, a dos organizaciones con nombres y apellidos: Verdad y Libertad y Es Posible La Esperanza -también llamado Grupo Juan Pablo II-.
¿Hay cabezas visibles, hay puntos neurálgicos? Sí. El líder de Es Posible la Esperanza, por ejemplo, es el sacerdote Santiago Olmeda y reside en el convento de Ruiloba, en Cantabria. En cuanto a Verdad y Libertad, la sede en la que vive el líder Miguel Ángel Sánchez Cordón se encuentra en Granada: "Tiene un complejo de cinco chalets donde celebra sus convivencia con los itinerantes y tiene grupos en distintas localidades. El área en la que yo he identificado más víctimas es en Valencia. También me consta que hay otros núcleos en Madrid, en Murcia y en Cataluña", apunta el experto.
Organización piramidal
¿Cómo operan, cómo se organizan? Veamos: "Hay cadenas de mando con instrucciones específicas y con hermanos mayores que lideran a distintos grupos de itinerantes. Monitorizan diariamente el progreso de cada uno de ellos, que, al principio, reciben estos gestos como un apoyo: al final les ven como personas que hacen planes todos los días con ellos, que les escuchan y se preocupan por ellos… pero finalmente salen dañados, sobre todo cuando ellos mismos entienden que esas 'terapias de conversión' no han servido de nada".
Reconoce Castro que estas víctimas suelen padecer homofobia interiorizada "por el tipo de sociedad en la que nos hemos criado todas las personas LGTBIQ": "Aunque cada vez sucede menos, a mis amigos y a mí también nos pasó eso de tardar tiempo en comprender nuestra identidad y en estar en paz con lo que éramos. Al principio uno siente rechazo hacia sí mismo y dice 'no quiero ser así, quiero ser normal, entre comillas'".
Se comunican por Telegram, donde, tres veces al día, tienen que 'confesarse' y contar si han tenido algún pensamiento homoerótico
Recalca que estas organizaciones "utilizan materiales de enseñanza absolutamente falsos, con datos trucados y estudios no validados científicamente". Son mecanismos de desinformación que les sirven para lograr sus objetivos. "Por ejemplo, les muestran estadísticas falsas acerca de cómo ser gay está presuntamente relacionado con el índice de depresión o de suicidios. Eso hace que refuercen su deseo de 'corregirse', porque no quieren vivir más daños". Suelen comunicarse entre ellos por grupos de Telegram, donde, tres veces al día, tienen que 'confesarse' y contar si han tenido algún pensamiento homoerótico.
El 'First Dates' hetero
Otro truco más bajo la manga: "Cuando supuestamente ya estás 'curado' y has terminado el itinerario, estas organizaciones tienen distintos pisos o localizaciones donde ponen a vivir a ex itinerantes chicos con chicas". Les organizan citas, al más puro estilo del programa First Dates, los juntan para que se 'enamoren' y formen una familia.
¿Con éxito? "En la mayoría de los casos no, claro. Yo he hablado con víctimas que lograron salir de ahí, y muy quemadas, y que tenían ganas de contar su historia. Pero esas mismas víctimas me cuentan que otros de sus compañeros se han llegado a casar. Una de ellas, la semana pasada, me pasó el vídeo de la boda de un ex itinerante de Verdad y Libertad, que había celebrado su matrimonio, supuestamente, tras 'dejar atrás' su homosexualidad. Es llamativo porque casi todos los asistentes de la boda eran de Verdad y Libertad, claro".
El precio de la heterosexualidad
Pero, ¿se lucran? Digamos que cada maestrillo tiene su librillo. En Verdad y Libertad "te obligan a acudir semanalmente a un psicólogo que se encarga de tu 'terapia hablada' y te va dando fichas de trabajo. Son 50 o 60 euros la sesión". También organizan convivencias bimensuales que tienen que costearse ellos, es decir, "que hay gastos directos e indirectos".
En Es Posible La Esperanza la terapia con los orientadores es gratuita, pero sí están obligados a ir trimestralmente a las connivencias que hacen en distintos centros, "como el citado monasterio de Ruiloba, en Cantabria, el de las Carmelitas descalzas". "Esa estancia también se la tienen que costear. Por lo demás, se opera según la voluntad, lo que ellos estén dispuestos a donar al proyecto. Conocemos el caso de Elena Lorenzo, que ofrece cursos online de 'camino a la heterosexualidad' por 98 euros o sesiones semanales por 80 euros". Su marido, Juan Pablo García Cabestreros, es su mano derecha en el negocio.
Recuerda Saúl que este tipo de terapias se ofrece a todo tipo de personas con distintas orientaciones sexuales -también a chicas lesbianas y a personas trans-, pero que sobre todo recaen en hombres homosexuales porque son los que más contacto tienen con la Iglesia, al ser, precisamente, chicos los que acuden a seminarios segregados por sexo.
Impunidad legal
Hablemos de la impunidad: "Aquí hay varias cuestiones. Por un lado, que las terapias de conversión no están criminalizadas como tal, no son ilegales per se, sólo están sometidas a sanción administrativa, que es pena de multa, en 8 comunidades autónomas: Madrid, Andalucía, Valencia, Aragón, La Rioja, Cantabria, Canarias y Castilla La Mancha", detalla.
"El resto no las tienen reguladas ni prohibidas. Luego está el tema del régimen sancionador, que atribuye competencias a la Administración de diversidad de cada Comunidad Autónoma. Ese órgano está condicionado políticamente por el Gobierno x que haya. Nosotros hemos denunciado esta situación, es decir, que la Administración sea la única obligada de oficio a iniciar el procedimiento. Esto hace que se dilaten mucho las respuestas a las denuncias y que se gasten los tiempos de prescripción de la infracción. Hay denuncias que llevan dos años paradas y nos dicen que aún las 'están estudiando'", suspira.
"Ni víctimas ni sociedad civil tienen derecho a iniciar el procedimiento: todo depende de la Administración, como si fuese una multa de tráfico"
"Ni las víctimas ni la sociedad civil tenemos derecho a iniciar el procedimiento, no es como la vía penal. Aquí todo depende de la Administración, como si fuese una multa de tráfico", explica. "Andalucía y la Comunidad de Madrid son las que más cuestiones pendientes tienen, pero claro, nos es difícil investigarlas por nuestra cuenta porque necesitamos la orden de un juez: ordenar escuchas, registrar instalaciones, etc… se crean leyes que dan sensación de seguridad pero que no se están aplicando, la impunidad es absoluta", lamenta Saúl.
En España, esto aún no es un delito autónomo: no así en Francia, Alemania, Malta o Chipre, donde se criminaliza estas prácticas con penas de prisión de hasta 4 o 5 años. En Madrid, las multas -cuando llegan, es decir, casi nunca- oscilan entre los 21.000 y los 45.000 euros. En Andalucía son de unos 120.000 euros. Esto es lo que más escama al experto, "la sensación de impunidad absoluta y el valor que tienen ciertos grupos para seguir actuando".