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En plena caza de brujas en el Congreso de Estados Unidos, y apenas seis años después de comenzar su andadura en política como asesora personal de Donald Trump (76 años), su hija mayor Ivanka (40 años) ha escenificado lo que muchos ya consideran una de las mayores traiciones de la historia moderna.
["Donald Trump estaba en el centro" del asalto al Capitolio: el Congreso acorrala al expresidente]
Ivanka, quien en 2016 no dudaba en defender al ahora expresidente a capa y a espada –"es mi padre y le quiero y apoyo completamente. Siempre estaré ahí para él si es útil"–, ha maniobrado rápidamente para poner distancia con el antiguo inquilino de la Casa Blanca.
Prueba de ello es el testimonio que han ofrecido de forma voluntaria tanto ella como su marido, Jared Kushner (41 años), ante la comisión que investiga el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021; una declaración que ha precipitado la división en el seno del clan Trump. Este cambio de estrategia ha sido evidente y de todo menos desinteresado, ya que está diseñado para evitar la citación judicial que todos los miembros del círculo de confianza del expresidente recibirán más tarde o más temprano.
Primero sería Ivanka Trump quien, titubeante y con expresión resignada, como de quien se sabe entre la espada y la pared, admitía en un testimonio grabado en vídeo que la evaluación del exfiscal general William P. Barr marcó un antes y un después en su postura sobre el supuesto robo electoral proclamado a los cuatro vientos por su padre.
"Afectó mi perspectiva. Respeto al fiscal general Barr, así que acepté lo que decía". Su aspecto circunspecto estaba más que justificado, dada la fama de su progenitor, Donald Trump, de crucificar a todo aquel que ose llevarle la contraria.
Días después de esta declaración le llegaría el turno a su marido, Jared Kushner, de ofrecer su testimonio. En una grabación de vídeo que hizo las veces de declaración jurada, el yerno del expresidente respondió a las preguntas de la vicepresidenta del comité sobre si sabía que el abogado de la Casa Blanca, Pat A. Cipollone, había estado amenazando con renunciar dados los extravagantes esfuerzos de Trump para permanecer en el poder.
"Como ya he explicado", dijo Kushner, al que rara vez se escuchó hablar en público durante la Presidencia de su suegro, "mi interés en ese momento era tratar de obtener tantos indultos presidenciales como fuera posible", no en prestar demasiada atención a lo que consideró eran "lloriqueos" de Cipollone y otros miembros del equipo.
La respuesta de Trump padre no se hizo esperar. Un día después de que el vídeo de su hija aceptando su derrota electoral se hiciera público, el expresidente aseguró en Truth Social (la red social de la que es dueño) que "Ivanka Trump no participó en la observación o el estudio de los resultados de las elecciones". "Ella se había marchado hacía mucho tiempo y, en mi opinión, solo estaba tratando de ser respetuosa con Bill Barr y su posición como fiscal general (¡él apestaba!)", añadió Trump.
Hija antes que asesora
Lo cierto es que hace mucho que Ivanka dejó de ser una hija abnegada. Hace años que reconoce no estar necesariamente de acuerdo con las decisiones y opiniones de su padre. "Soy su hija. No siento que sea mi papel cuestionar sus políticas; es su campaña al fin y al cabo. Pero sí que le cuestionaría como hija. Eso es lo que hacen los hijos. Arabella [la mayor de los tres retoños Kushner-Trump] me desafía cada día, por ejemplo. La gente me pregunta a menudo si alguna vez no estoy de acuerdo con mi padre. Sería un poco extraño si no lo hiciera...".
Ese pareció ser el caso del 6 de enero de 2021, cuando Ivanka Trump pasó gran parte del fatídico día tratando de evitar que su padre fuera demasiado lejos. Tras numerosos intentos frustrados de convencer al todavía presidente en funciones para que se dirigiera a los exaltados simpatizantes que calentaban motores en las inmediaciones del Capitolio y les instara a irse a casa, Ivanka acabó por acompañar a su padre a la Casa Blanca para evitar que la situación fuera a peor.
Durante horas, mientras los alborotadores arrasaban el Capitolio, recorrió a la carrera las escaleras que separaban su oficina del Ala Oeste hasta el Despacho Oval con la esperanza de persuadir a su padre para que tomara cartas en el asunto, antes de que fuera demasiado tarde.
Cuando su marido finalmente llegó a la Casa Blanca, alertado por el líder de la minoría republicana de la Cámara de Representantes, Ivanka había logrado que su padre publicara un vídeo en el que les decía a sus seguidores que se fueran a casa. El mensaje la dejó con un regusto amargo en la boca, pues incluso en ese momento, Donald Trump sacó a colación las "elecciones fraudulentas" mientras expresaba su solidaridad con los alborotadores, diciéndoles: "Los amamos, son muy especiales". Presa de una lealtad dividida, y con la insurrección en marcha, Ivanka tuiteó llamando a los manifestantes "patriotas estadounidenses" mientras instaba a la paz. Más tarde borró el tuit.
Testigos presenciales citados por los medios estadounidenses han recordado que la hija mayor de Trump estuvo entre aquellos que instaron a los miembros del personal de la Casa Blanca la noche de las elecciones a "luchar", incluso cuando quedó claro que su padre iba a perder las elecciones. Es más, durante semanas, continuó viajando con el presidente saliente, haciendo más bien poco por atenuar sus afirmaciones sobre el supuesto fraude electoral y su falsa victoria en las urnas.
Juntos pero no revueltos
El 20 de enero de 2021, Ivanka y su marido asistieron a la ceremonia de despedida del presidente saliente en la Base Conjunta Andrews y lo acompañaron en el Air Force One a su residencia privada en Florida.
Hay que reconocer que el clan Trump ha protegido con esmero la imagen de familia unida de la que han hecho gala durante su paso por la Casa Blanca. Dichos esfuerzos se han ido diluyendo en los últimos meses, evidenciándose en las cada vez más espaciadas visitas de Ivanka y Jared a la casa paterna en Mar-a-Lago, Florida, o en la notoria ausencia de la hasta ahora hija favorita de Donald Trump a la fiesta que le organizó su mujer, Melania, con motivo de su 75 cumpleaños. Ausencia que no se explica cuando la mayoría de los vástagos del expresidente han emulado a su padre y cambiado Nueva York por Florida.
De hecho, los Trump-Kushner fueron de los primeros en seguir los pasos del patriarca y abandonar su lujoso ático en Manhattan para mudarse a Miami, a la isla privada que compraron a Julio Iglesias por 30 millones de dólares. Poco después, Donald Trump Jr. y su prometida, la otrora periodista de Fox Kimberly Guilfoyle, vendieron su casa en los Hamptons y se hicieron con una mansión en una exclusiva urbanización a 20 minutos de Mar-a-Lago, convirtiéndose así en vecinos del tercero de los Trump, Eric. Los benjamines del clan, Tiffany (hija de Marla Maples) y Barron (único hijo de Donald y Melania Trump), también residen en Florida y mantienen un perfil menos mediático que el de sus hermanos mayores.
Celos y distanciamiento
El drama político ha acabado por salpicar a todos los hijos del primer matrimonio del expresidente. En el caso del menor de los vástagos de Donald e Ivana Trump, Eric, la cita en los juzgados comenzó a finales de 2020, cuando fue llamado a declarar ante la fiscal general del estado de Nueva York, Letitia James, con motivo de la investigación del supuesto fraude fiscal de la empresa familiar. Meses después del asalto al Capitolio, el comité del 6 de enero obtuvo los registros telefónicos de Eric, lo que hace suponer que su versión de los hechos también se dará a conocer en las próximas semanas.
El panel de investigación también ha hablado con el primogénito de Donald Trump, con quien comparte nombre y afinidades políticas, y con su prometida, Kimberly Guilfoyle, aunque aún no ha reproducido ninguna de sus entrevistas. Sí que es de dominio público un mensaje que Donald Trump hijo envió al asesor político de su progenitor, Mark Meadows, instándole a hacer algo para poner fin a la violencia en el Capitolio. "Necesitamos una directriz desde el Despacho Oval. Él (Donald Trump) tiene que liderar ahora. Ha ido demasiado lejos. Está fuera control", rezaba el SMS a Meadows.
Por otra parte, los celos de Trump padre hacia su yerno Jared han jugado un papel definitivo en su relación con su hija predilecta. Según gente cercana al expresidente, Trump lleva meses cuestionando en privado las contribuciones de Kushner a su legado, llegando a quejarse de que el marido de su hija usará el libro que está escribiendo y que se publicará en septiembre para atribuirse el mérito de algunos de sus logros.
Algo que parece no afectar a un Kushner acostumbrado "desde hace mucho tiempo" a las reacciones de Trump, pero que podría haber sido el desencadenante del enfriamiento definitivo de la relación con Ivanka y de la decisión de la pareja de dar carpetazo a su etapa como asesores en la Casa Blanca para centrarse en "diseñar la vida que quieren vivir".