"A aquel hombre se le fue la cabeza, empezó a gritarme y tuvimos que salir escoltadas por el alcalde del pueblo". La artista y productora Rocío Saiz recuerda, con rabia, una de sus últimas citas con el grupo Las Chillers. En mayo de 2017, durante un concierto en las fiestas patronales de Faramontanos de Tábara (Zamora), la cantante fue increpada sobre el escenario.
Aquella noche entonaban versiones de memorables canciones como Podría ser peor, de La Casa Azul, o Sueño contigo, de Camela. El público coreaba las letras y permanecía absorto en ese paraíso musical, mentalmente alejado de la vida cotidiana.
Pero el concierto se vio interrumpido. Un hombre, que había consumido drogas, apartó a la cantante del escenario y la arrastró hasta un cuarto del que pudo salir gracias a sus gritos de auxilio. Tan sólo bastaron unos breves segundos para hacer regresar a los allí presentes a una realidad social de discriminación y desigualdad de género.
"Salía llorando de todos los festivales", confiesa Rocío Saiz durante una entrevista con EL ESPAÑOL | Porfolio. Aparte de conocer de primera mano el negocio musical onstage, domina el backstage como nadie. Es artista, productora y creadora de festivales alternativos como La Fiesta Furiosa en la Sala Caracol o el Tsunami Gender Fluid en la Sala Maravillas. Además, ha trabajado como tour manager y técnica de sonido.
"Si cuando llegas a un escenario sabes de eso, directamente ni te miran ni te escuchan. O te anulan o te tratan de menos. Al final, tu autoestima se queda en la mierda", explica Saiz. Periodistas, managers, técnicas de sonido, promotoras y productoras, entre otras, lidian diariamente con compañeros que minusvaloran su labor, jefes a los que deben demostrar continuamente lo que valen y obstáculos de directivos que temen perder sus puestos.
Las mujeres de la industria de la música en España que trabajan tras de los escenarios también lo hacen a la sombra de los hombres y del público, enfrentándose a situaciones de disparidad en el empleo, techo de cristal, precariedad económica y acoso. Por ello, Saiz reconoce que ser mujer en la industria musical es sinónimo de supervivencia: "He querido tirar la toalla muchas veces. La música y trabajar con tíos es muy duro. Te hablan mal y te exigen con malas formas. La noche y la fiesta tampoco ayudan".
Ante la escasez de estudios sobre la materia en cuestión, la Asociación de Mujeres de la Industria de la Música (MIM) se puso manos a la obra y, en 2020, desarrolló un análisis de carácter cuantitativo y cualitativo sobre la situación de las mujeres en la industria musical española con el fin de conocer su coyuntura social, laboral y económica y denunciar la gigantesca brecha de género que padecen.
Después de analizar más de 90 empresas en base a una muestra de 320 personas, el desarrollo del primer informe de género ha resultado crucial para demostrar la existencia de una situación de desigualdad, evidenciarla con cifras de peso y denunciarla ante las administraciones públicas. "Antes no había ningún estudio ni nada tangible. Hablábamos siempre en abstracto", argumenta Marcela San Martín, una de las socias fundadoras de MIM.
La conclusión del estudio señala que el sector femenino sufre una sobrerrepresentación en perfiles laborales relacionados con la comunicación en detrimento de oficios más técnicos. Además, existe una brecha económica y salarial evidente, así como dificultades para conciliar la vida laboral y personal, y un mayor estancamiento profesional provocado por las negativas de ascenso y promoción.
"Las cosas no han cambiado"
La Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres permitía la discriminación positiva en favor de la mujer en señaladas circunstancias. Tras su aprobación, se vislumbró un leve aumento del número de trabajadoras que se incorporaron al mercado laboral en el ámbito de la cultura. Según datos de CULTURABase, dependiente del Ministerio de Cultura y Deporte, esta cifra pasó de un 36,4% en 2007 a un 40,8% en 2010. Mientras, el dato masculino se redujo de un 63,6% a un 59,2%.
A pesar de ello, multitud de profesionales denuncian su actual incumplimiento y su escasa efectividad 15 años más tarde, incluso después de la creación en 2019 del Observatorio de Igualdad de Género en el ámbito de la Cultura. "La ley estaba muy bien, pero hay que darle una vuelta de tuerca para hacerla obligatoria. También hay que sancionar", sugiere en una conversación Marisa Manchado, subdirectora general de Música y Danza del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) entre 2007 y 2008.
En 1998, Manchado realizó una encuesta sobre desigualdad de género en la música a compañeras compositoras que plasmó después en el libro Música y mujeres. Género y Poder. Tras replicarla 21 años más tarde, las respuestas fueron prácticamente idénticas. "Es asombroso y un indicativo muy claro de que las cosas no han cambiado", argumenta la compositora y doctora en musicología.
Brecha de género abismal
La industria musical goza de un enorme interés a nivel sociocultural y mediático. En 2019, antes de la pandemia, se llevaron a cabo 90.000 conciertos en España con una asistencia de 22 millones de personas. Como resultado, se obtuvo una recaudación por venta de entradas de 383 millones de euros, tal y como indica el Anuario de la música en vivo de 2021 de la Asociación de Promotores Musicales (APM).
Según el Informe de género en las salas de música en vivo de Madrid de la Asociación de Salas de Música en Directo de Madrid (La Noche en Vivo), el 52% del público asistente en 2018 fueron mujeres. Pero estos resultados acerca del consumo de actividades musicales no se ven traducidos en la actividad profesional del sector. "¿Por qué, si compramos la entrada, luego no estamos en el escenario o detrás de él?", se preguntaba la directora del Palacio Vistalegre de Madrid, Daniela Bosé.
Por su parte, el Anuario de Estadísticas Culturales de 2021 del Ministerio de Cultura y Deporte expone que el dato de la ocupación de empleos culturales de 2021 contaba con un 40,7% de mujeres. La disparidad, no obstante, es distinta en cada sector. En literatura, el porcentaje de autoras es de un 37,9%. En el cine, la proporción de mujeres es de un 42,1%. Sólo en las bellas artes destaca el empleo femenino, que impera con un 72%.
En el sector musical, la disparidad es mucho más evidente. La proporción del empleo es de un 30,6% de mujeres frente a un 69,4% de hombres. Según datos del Ministerio de Educación y Formación Profesional, en 2020 las mujeres fueron el 56%, el 54% y el 43% de los egresados, respectivamente, en enseñanzas elementales, profesionales y superiores de música. "Estamos preparadas y tenemos formación, pero, al mismo tiempo, dudamos más de nosotras mismas. Tiene mucho que ver con cortarnos la hierba por debajo de los pies", argumenta Marisa Manchado.
Tampoco se trata de falta de mujeres en el sector. "Hay muchos promotores que tienen la voluntad de contratar más mujeres, pero necesitan un gancho, como Izal, para poder hacerlo. Al final, la gente en los medios de comunicación escucha siempre lo mismo", alega Rocío Saiz.
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La falta de modelos, la exclusión y la escasez de oportunidades son trabas para aquellas artistas que se quieren dedicar a este oficio. "Por ejemplo, las técnicas de sonido, riders, ingenieras y productoras han sido figuras mucho más invisibilizadas y secundarias, a pesar de que hay muchas", argumenta Ana Gómez de Castro, product marketing manager de la promotora Live Nation Madrid.
Líderes en marketing y comunicación
"Me he quedado en un sector en el que las mujeres somos muy bienvenidas: el marketing y la comunicación", explica la directora general de la empresa de eventos en directo LiveNow, Celia Carrillo. Lo hace, junto a otras profesionales, en el documental Mujeres de la Música, liderado por Daniela Bosé y producido junto a la discográfica BMG en 2017.
En él, 14 mujeres que han logrado derribar el techo de cristal hablaron por primera vez en público sobre sus dificultades en la industria. "Todas sabíamos que era una necesidad", reflexiona su directora. Un antes y un después en el sector español que llegó en años anteriores a las denuncias de agresiones y abusos sexuales encabezadas por el movimiento estadounidense #MeToo.
Según el estudio de la Asociación de Mujeres de la Industria de la Música, la mayoría de mujeres ejercen puestos de promoción, marketing y comunicación en la industria (25,5%), así como de logística, gestión y administración (25%). "Esas figuras profesionales son las primeras que se han referenciado a nivel industria", indica Gómez de Castro.
Pone como ejemplo a la fundadora de la agencia RLM, Rosa Lagarrigue, una de las primeras mujeres managers en España. Ella estuvo detrás de las carreras de personalidades como Miguel Bosé o Maná. "Son puestos que nos han ayudado a ver que era posible una lucha y una posición profesional", argumenta.
Esta diferencia en la distribución de géneros según el área u oficio es "otra de las cosas tradicionales de la industria". Así lo explica Leonora García, fundadora de la agencia Ladradora: "En comunicación, el hombre estaba haciendo negocios y tomando decisiones económicas; la mujer, gestionando la prensa y siendo maja con la gente". Su empresa, a diferencia de otras del sector, se compone únicamente de artistas femeninas de música urbana. "¿Y por qué solo de mujeres? Pues porque hay un montón sólo de hombres".
"No soy subnormal"
Aún más reseñable es el caso de los trabajos tecnológicos. Según el estudio de MIM, solo un 2,6% de mujeres son técnicas de grabación, frente a un 20% de hombres. "Es como ser albañil. Hay ya un compadreo y un ambiente masculino que creo que desalienta a muchas chicas a meterse en el mundillo", se lamenta la técnico Irene Moreno al teléfono.
En la producción musical ocurre algo similar. Según datos de Spotify, la representación femenina es de un 11% en España y un 13% a nivel mundial. Herminia Martínez es productora, regidora, compositora y cantante. Conoce bien el escenario, pero también el backstage. Aunque cumplidos los 45 años es artista emergente con su alter ego María Guadaña, lleva más de 25 trabajando sobre mesas de mezclas. "A veces vienen hasta a ponerme bien el pie de micro. No soy subnormal", reprocha.
Ese mismo asombro es el que sintió Guadaña cuando pisó un aula por primera vez. "Hace 25 años casi no había mujeres en el mundo de la música. En el primer curso que hice en Jaén para técnicos de sonido era la única chica de 18 alumnos". Años después, la situación había cambiado poco. "Hice una producción en el Teatro Coliseum, en la Gran Vía de Madrid, y eran todo tíos". Aunque algo sí evolucionó: "Yo era la jefa".
Años cobrando 500€ en negro
Alerta Roja Eventos convocó una manifestación durante la pandemia para exigir al Gobierno medidas urgentes para regularizar el sector musical. Según indica su manifiesto, esta industria emplea a más de 700.000 trabajadores y supone un 3,2% del PIB. Sin embargo, el sector se caracteriza por la precariedad laboral: pagos irregulares, temporalidad, nocturnidad y jornadas de trabajo de más de ocho horas diarias.
"Me he tirado cuatro años cobrando en negro 500 euros. Siempre ponen la excusa de que es porque acabas de llegar o porque llevas ya un tiempo", lamenta Rocío Saiz.
La antigua responsable de programación de la sala madrileña El Sol, Marcela San Martín, también ha vivido situaciones similares. "Cuando empecé estaba alucinada descubriendo un mundo completamente desconocido. No era consciente de las condiciones laborales". Su primer contrato, en otra sala de conciertos en 1982, era de media jornada y trabajaba 12 horas sin pagas extras por 28.000 pesetas al mes (unos 170 euros).
Reconoce, además, que ha experimentado en su propia piel la brecha salarial de género. Hubo un momento en el que les subieron el sueldo a todos sus compañeros excepto a ella, lo que está en sintonía con el estudio de MIM, que señala que el 70% de las mujeres del sector musical recibe una remuneración por debajo del salario medio español masculino (alrededor de los 24.000 euros).
La mayoría de ellas cobra una media de entre 10.800 y 16.800 euros, dato que también coincide con el de los hombres. No obstante, hay más casos de empleados que cobran más de 25.201€ y de trabajadoras que reciben ninguna o muy poca retribución. Generalmente, la brecha salarial tiende a reproducirse por el tipo de puestos que ocupan las mujeres: menos valorados y alejados de los altos puestos directivos.
A raíz de la pandemia, el sector ha sufrido una crisis notable que se ha sumado a la de 2008. Para cuantificar su repercusión sobre las mujeres, MIM está desarrollando un segundo informe de género. A pesar de que han pasado dos años de la publicación del último, la asociación espera resultados similares. "Hemos retrocedido. ¿Y quién sale perjudicado? Las mujeres, porque somos las que cuidamos, las que nos quedamos en casa y las que atendemos", critica San Martín.
Todo esto agrava la coyuntura a las mujeres. Lo subraya la responsable de Product Marketing en Live Nation, Ana Gómez de Castro: "Es muy difícil la conciliación familiar en una industria donde trabajamos 365 días al año". La mayoría de trabajadoras del sector tienen entre 30 y 40 años, pero sólo un 26,83% tienen hijos, de las cuales, la mayor parte ocupa puestos técnicos o de dirección.
De ellas, cerca de la mitad reconoce que ha tenido impedimentos para encontrar trabajo. En el caso de los hombres, esta última cifra es del 12,9%. Noelia Macías, técnica de sonido de 34 años, se está planteando incluso cambiar de profesión porque desea ser madre: "Es incompatible con lo que yo quiero".
Derribando el "techo de hormigón"
"El techo de hormigón sigue estando ahí", sentencia Daniela Bosé. Tal y como muestra el informe de MIM, alrededor del 90% de las mujeres accedió a su primer empleo en la industria con formación universitaria, especializada y conocimientos de idiomas.
Sin embargo, tan solo un 37% de las empresas del sector están lideradas por mujeres, mientras que los hombres representan el otro 63%. "Hay mujeres preparadas y competentes, pero muchas veces ni siquiera llegan a la selección", critica la directora del Palacio Vistalegre de Madrid.
Daniela Bosé fue de las primeras en esquivar ese techo en España, convirtiéndose en la mujer más joven en dirigir una compañía editorial, con 31 años. Lo hizo en Ediciones Musicales PolyGram, actualmente integrada en Universal Music Group. Desde su llegada a la dirección del Palacio Vistalegre en 2018, ha cuidado con todo detalle que exista una igualdad real. Por ejemplo, las empresas encargadas del merchandising (Amamusic) y del catering (A Mesa Puesta) están fundadas y gestionadas por mujeres.
El ejemplo de Ticketmaster
La distribuidora Ticketmaster es de las pocas empresas musicales en España cuya máxima ejecutiva es una mujer. Tras 11 años al frente de las áreas Financiera, Legal y de Recursos Humanos, Ana Valdovinos ejerce la función de directora general desde julio de 2021.
La compañía cuenta actualmente con un equipo formado por un 49% de mujeres y un 51% de hombres. "Lo ideal es un equipo mixto porque es más creativo y muchísimo más productivo", expresó en el primer congreso de Mujeres de la Industria de la Música, organizado por MIM en noviembre del año pasado.
Las mujeres han logrado alcanzar puestos intermedios, pero todavía se las aleja de las presidencias. En España, los tres sellos discográficos más poderosos pertenecen a las tres principales multinacionales de la industria musical global: Sony, Warner y Universal. En este caso, las tres filiales españolas están dirigidas por hombres.
El dilema de las cuotas
Una de las medidas que más controversias causa en las políticas sobre paridad es la implantación de cuotas de género, una herramienta temporal de discriminación positiva para lograr una mínima representación de mujeres.
"Si por las buenas en los consejos de administración siguen siendo mayoritariamente hombres, tendrán que imponer una cuota", piensa Bosé. "Si con el paso del tiempo, con la educación recibida y con campañas seguimos igual, habrá que empujar de otra manera. No tienen que existir siempre, sino imponerlas hasta llegar a una normalidad".
Pero el debate emerge a causa de la gruesa línea entre la imposición y la enseñanza. "No hay que imponer, hay que enseñar por qué hay que incluir mujeres. El mensaje tiene que ser pedagógico", expresa Rocío Saiz. Bosé pone el foco en la ciudadanía. Una industria que no tiene en cuenta a las mujeres es "una sociedad injusta que no representa la realidad. Debemos intentar alcanzar un mundo donde la diversidad esté representada", concluye.
Estereotipos machistas
Los estereotipos de género también cobran protagonismo, pues la valía y capacidad de las mujeres pasan a un terreno secundario cuando van acompañadas de un hombre. Según el estudio de género de MIM, alrededor de un 30% de las mujeres sufre apropiación de ideas por parte de los hombres y un 14% es víctima de juicios ofensivos.
Como técnica de sonido, Noelia Macías se ha enfrentado a comentarios del tipo "¿dónde está el técnico de sonido?" cuando la tenían a ella delante. En otra ocasión "deja al macho mear" fue la respuesta que recibió cuando avisó a un hombre de que estaba colocando mal la carga en un camión.
Un 7% de mujeres también ha sido objeto de difusión de rumores, según MIM. "Cuando una mujer tiene éxito, se dice que es porque lo ha conseguido haciendo 'ciertas cosas'. Eso me ha pasado en el trabajo con comentarios entre pasillos", asegura Leonora García. "A muchos artistas hombres les cuesta trabajar con mujeres sin que haya un rol sexual o íntimo", añade.
Llama la atención que un 5,94% ha sufrido abusos sexuales y un 1,49%, agresiones sexuales. Unas cifras que, desde MIM, aseguran que serían mucho más altas si existiera un clima 100% seguro para denunciar. Por ello, en las jornadas Afinando los acordes en clave femenina, organizadas por la Universidad Complutense de Madrid, se propuso habilitar un correo electrónico de denuncias anónimas.
La educación es clave para generar cambios en la sociedad. Es la razón de que la formación en perspectiva de género y en valores culturales deba iniciarse en los centros educativos y desde los niveles más elementales.
"La Administración pública tiene que ser la primera vinculada a estas temáticas debe apoyar todo lo que haya alrededor a nivel local, regional y nacional", argumenta Gómez de Castro, también codirectora de Shesaid.so Spain. Ella hace hincapié en la transparencia de la información y en el acceso a una formación feminista para mujeres y hombres.
Manual de buenas prácticas
La presencia de colectivos feministas, que elaboran informes y manifiestos con el objetivo de exigir el cumplimiento de la ley de igualdad, ha posibilitado el impulso de estrategias concretas para la transformación del sector. Por ello, una parte del mismo se encuentra completamente movilizado. Un ejemplo es el Primer Congreso de Mujeres de la Industria de la Música, organizado por MIM.
Tras él, la asociación continúa desarrollando un Manual de Buenas Prácticas en materia de igualdad. El primer paso ha sido crear una herramienta digital de autoevaluación feminista dirigida a las empresas. Además, en los últimos años han surgido diversas iniciativas. She.grows España, apoyado por YouTube Music, está generando programas de asesoramiento para mujeres de la industria.
Asociaciones como Mujeres en la Industria Musical (MIM), Mujeres y Música (MYM), Clásicas y Modernas (CyM), la Asociación Mujeres en la Música (AMM), la Asociación de Mujeres Creadoras de Música en España (AMCE) y Shesaid.so Spain organizan habitualmente congresos, jornadas de debate, mesas redondas y encuentros culturales para buscar soluciones comunes. "Nos juntamos hace seis años 28 mujeres y, de repente, contarnos historias que estábamos viviendo fue como una catarsis", señala San Martín.
La labor más admirable de estas agrupaciones es proteger a las más de 200 mujeres que forman parte del sector musical en España. Sueñan con que las administraciones públicas tomen cartas en el asunto y, sobre todo, que incidentes como el tuvo que soportar Rocío Saiz en Zamora no vuelvan suceder.