El silencio impera en el Palacio de Marivent durante estas vacaciones. Han quedado lejos aquellas Semanas Santas en las que el recinto de Palma de Mallorca, donde se aloja la Familia Real en vacaciones desde hace más de 40 años, se quedaba pequeño para recibir a tanto huésped. La cantidad de invitados era tal que la reina Sofía llegaba a pedir al servicio que colocara algunas camas supletorias en ciertas zonas de la residencia para poder dar alojamiento a todos sus invitados. Eran aquellas jornadas de descanso en las que la entonces jefatura de Estado hacía de anfitriona de Constantino de Grecia y de todos sus seres queridos, así como de los amigos de las infantas y el entonces príncipe de Asturias. Todos pasaban allí los días festivos.
Con los años, los Borbón y Grecia fueron creciendo en número de miembros hasta llegar a aquella imagen de 2006 en la que los eméritos presumían de una familia numerosa, con los Marichalar y los Urdangarín intactos. Aquellos tiempos pretéritos parecen pertenecer a otra vida, y hoy, desde su profunda soledad, Sofía añora volver a visitar a Juan Carlos, o al menos así parece habérselo confesado a su hermana y a su prima, dos de las figuras que siempre la han acompañado.
Aquellas lejanas vacaciones familiares, hoy ya olvidadas, siempre terminaban con un mismo ritual: la búsqueda de huevos de chocolate por los jardines del palacio, que organizaba con toda ilusión la Reina Sofía junto a su hermana, Irene de Grecia, primero para sus hijos y sobrinos y, después, para todos sus nietos. Las dos princesas griegas recordaban en ese momento su infancia en el palacio de Tatoi, Atenas, cuando su padre, el rey Pablo, hacía de conejo de Pascua con sus hijos. "Pero ella no renuncia a sus días en su isla. Siempre se ha sentido tremendamente ligada al Mediterráneo. Es su mar. Acompañada por Irene, poco piensa ya en el pasado glorioso de Marivent. De todas formas, a las dos la muerte de su hermano Constantino las sume en la tristeza.
Los tres griegos –como les llamaban con cariño en Casa Real– estaban muy unidos y ha sido una pérdida tremendamente dura para ella y su hermana", cuenta una amiga de la Emérita, de las pocas que le quedan en Madrid. "Le impresiona pensar que ha vivido 20 años más que sus padres, Pablo y Federica de Grecia, quienes fallecieron con 63 años. Y en eso lleva pensando desde que murió Tino", añade.
El silencio en los pasillos de Marivent es otra de las muchas consecuencias del tsunami, que, desde hace más de una década, azota las cuestiones relacionadas con Zarzuela. Desde que saltó el caso Noos, que terminó con el exduque de Palma, Iñaki Urdangarín, en la cárcel, parece que la familia Borbón y Grecia no termina de levantar cabeza. La presencia, durante 24 horas, de Felipe VI, el pasado fin de semana, en Mallorca, atiende a numerosas razones. La primera, que quería visitar a su madre, Sofía, dejando claro a todo el mundo que la relación entre madre e hijo es estrecha y continua, cosa que, evidentemente, no puede decir con la que mantiene con su nuera, que es distante y sobre todo protocolaria de cara al público.
El segundo argumento para esta escapada relámpago del monarca a la isla ha sido la sensación de abandono que tienen los mallorquines por parte del actual jefe del Estado. Con todo el cariño que siempre han sentido por la isla, su estancia en Baleares desde que llegara al trono en 2004 ha ido menguando. Desde hace tres años ni él ni su familia acuden siquiera a la tradicional Misa de la Resurrección en la Catedral de Palma. "Para que Mallorca no pueda decir que el Rey ya no pisa la isla, pasa allí 24 horas, se hace unas fotos, se deja ver cenando con unos amigos y listo. Otra cosa es lo que digan de la Reina y sus hijas", asegura una persona cercana al equipo de Zarzuela. "Pero, desde luego, nadie podrá decir nada de Sofía, pues ella sigue fiel a la cita caiga quien caiga, y parece que seguirá siendo así mientras viva".
La reina Sofía no se cansa de Mallorca, y parece que de conceder sus servicios a la Corona y, en definitiva, al Rey, tampoco. La Emérita no se jubila. Sigue desde un segundo plano atendiendo los encargos de representación que le hace su hijo y sigue comprometida con las diferentes causas que atiende desde su Fundación Reina Sofía. Así ocurrió el pasado lunes, cuando representó a la institución durante el concierto organizado por Projecte Home Balears, al que acude cada año en Palma acompañada de su hermana Irene.
"Para ella eso es lo más importante: poder ayudar con su presencia a la Corona y a cada una de las causas que lleva su Fundación. Todo empezó siendo una buena forma de organizar toda la ayuda que requerían distintas personas de la Reina, de esa gente que veía en ella su última esperanza. Además, ahora, sin los focos sobre ella, puede actuar de forma más libre en todas estas cosas. Y para ella, eso sigue siendo su motivación, incluso estos meses tan duros tras la muerte de su hermano", nos revela su amiga.
Lo cierto es que Sofía no lleva unos meses malos, más bien se ha tratado de toda una década complicada: el deterioro del reinado de su marido, Juan Carlos; la abdicación, cosa que ella nunca pensó que fuera a suceder con el emérito vivo; la proclamación de Felipe VI, con todos los cambios que ha supuesto dentro de la Casa, entre ellos su nuevo papel; y, sobre todo, el autoexilio de quien es su pareja desde hace más de 60 años.
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Su prudencia siempre ha sido su mejor valor para servir a la Corona, y sus lealtades son tan firmes que en ella no han hecho mella las muchas decepciones que algunos de sus seres queridos le han procurado, como las muchas amantes que del emérito ella conocía, pero que el resto del país parece haber descubierto a posteriori. Durante el funeral de su hermano Constantino, el pasado mes de enero, compartió unas horas, en Atenas, con el rey Juan Carlos, feliz por haberlo visto, pero sin que la emoción la embargara más allá del respeto por los muchos años que han compartido. "Ella tiene clarísimo que su puesto está ahora junto a su hijo, su compromiso es 100% con la Corona", cuenta a EL ESPAÑOL | Porfolio la misma persona.
Los días de soledad en Palma de Mallorca se suplen con sus aficiones sencillas, como ver la televisión (ahora mismo su programa favorito es Aquí la tierra de TVE, presentado por Jacob Petrus), y la compañía de su hermana Irene y su prima, Tatiana Radziwill. La primera, la princesa griega que dejó su propia vida para ser la compañía de la que fue reina de España durante casi 40 años, es su amiga, su confidente y su paño de lágrimas. Así la han definido en muchas ocasiones.
Su otra compañía Radziwill. La historia unió a estas dos mujeres casi desde su cuna. Tatiana es hija de la princesa Eugenia de Grecia y el príncipe polaco Dominico Rainiero Radziwill. Ambas son bisnietas del rey Jorge I de Grecia, lo que las hace primas, pero no primas hermanas. La madre de Tatiana sí que era prima del rey Pablo I de Grecia, el padre de Sofía e Irene. Nacidas con un año de diferencia, la Emérita es 365 días mayor. Ambas, además, son amigas íntimas desde que la Familia Real griega se exiliara a Sudáfrica durante la Segunda Guerra Mundial.
Su relación es tan estrecha que Sofía la considera una hermana más. "Es su tercera hermana y quiso contar con ella para que fuera una de las damas de honor en su boda con Juan Carlos, cuando Tatiana aún estaba soltera", desvela la misma fuente. Las tres 'hermanas' salen paseando por Mallorca de la misma manera que lo hacían en los años setenta, y se las ve incluso en el cine o en el teatro. Esto ha vuelto a ocurrir esta Semana Santa, en la que la Emérita se siente en paz consigo misma.
Con buen ánimo, explicaba hace unos días a unos curiosos paseantes de Palma que le preguntaban por su secreto para estar tan estupenda que ella se encuentra tan bien porque "gracias a Dios" cuenta con buena salud. Nunca ha tenido una dolencia grave, ni tan siquiera recuerda haber estado enferma. Alguna gripe, la Covid y problemas con los juanetes, pero poco más.
Lo único que le quita el sueño a Sofía es que la estancia de su marido en Abu Dabi parece ser ya definitiva. "Habla frecuentemente con su marido, siente enorme cariño por él, le considera su familia y está muy preocupada por su salud y por la soledad que padece", nos cuenta esta misma fuente de su entorno. "Ella estaría encantada de ir a visitarle, pero considera que esto pondría en una situación difícil a su hijo, don Felipe, por el que es capaz de hacer cualquier sacrificio", concluye.
Al parecer, Sofía se toma hasta con humor la cadena de dramas y polémicas que le están rodeando en los últimos diez años. "Le cuesta asimilar que al final de su vida tenga que afrontar todo esto, pero acepta como parte de su destino todo lo que está ocurriendo. Intenta disfrutar del presente y da gracias por la vida tan extraordinaria que ha tenido. Cada vez que sale a la calle, vaya a donde vaya, sigue recibiendo el afecto de los ciudadanos, que siguen viendo en ella a una mujer que, pasara lo que pasara dentro y fuera de su casa, nunca olvidó cual era su lugar y su papel en la historia de este país".
Disgusto por llamarla 'emérita'
La Reina Sofía ha reducido su actividad pública, pero sigue presente en la agenda oficial que cada viernes envía la Casa de su Majestad el Rey a los medios de comunicación con el listado de actos en los que participarán los miembros de la Familia Real. El último acto en el que participó la madre de Felipe VI fue el 14 de marzo, cuando se reunió con el patronato de la Escuela Superior de Música que lleva su nombre. Ahora ha trascendido que entonces se vivió un momento tenso.
Fue cuando uno de los miembros del consejo que rige la escuela le dijo a Doña Sofía: "Reina emérita, es un honor seguir contando con su presencia y apoyo…". Una persona cercana a la madre del Rey asegura que su rostro cambió al instante al escuchar esas palabras mostrando cierta contrariedad. "Es una profesional, reaccionó de inmediato y volvió a mostrar su habitual sonrisa", asegura la fuente.
Sin embargo, cuando terminó el acto y Doña Sofía marchó hacia Zarzuela, ella misma explicó a su equipo el motivo de su disgusto. "Ella es Reina, nada de emérita. Reina y punto", relata la misma fuente.
En ese acto, Sofía estuvo acompañada por la consejera de Cultura de Madrid, Marta Rivera; por el director general del Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música, Joan Francesc Marco; por la presidenta de la Escuela, Paloma O'Shea y por la presidenta del Grupo Santander, Ana Botín.
Lo cierto es que los medios de comunicación y gran parte de los españoles han aceptado la expresión "reyes eméritos" para designar tanto a Juan Carlos I como a Sofía. Sin embargo, en la agenda oficial, cuando la madre de Felipe VI tiene un acto, se dice expresamente: "S.M. la Reina Sofía".
Desde un punto de vista estrictamente lingüístico el término emérito es correcto, viene del latín emeritus y significa "merecedor de un estatus o recompensa por haber concluido cabalmente su servicio". Pero tanto la Reina Sofía como su marido, lo detestan.
El responsable de que todos los medios del país den ese tratamiento a los padres de Felipe VI es el actual jefe del departamento de comunicación de la Casa del Rey, Jordi Gutiérrez. Tras su vuelta a Zarzuela en 2014, -Don Juan Carlos decidió prescindir de sus servicios tras años de fiel servicio como segundo del departamento- los periodistas le preguntaron cuál iba a ser el título que iba a recibir el jefe del Estado que abandonaba la cabeza de la institución. El periodista catalán no tuvo muy claro qué responder y les llamó eméritos. Y así se ha quedado.
"Un horror para él"
"Se resolvió mal desde el principio. Tendrían que haber pensado algo, un título como el que tiene la princesa Beatriz de Holanda, que cuando abdicó en su hijo, dejó el nombramiento de reina para volver a ser princesa, y ella tan contenta. Esa solución aquí no hubiera valido, ya sabemos que la Reina Sofía siempre dice que el rey muere rey, pero desde luego lo de eméritos les sienta fatal y odian que les llamen así. Es como lo del pobre Felipe de Marichalar, que se ha quedado para toda su vida con lo de Froilán. Un horror para él", explica la misma fuente.
Es un punto es algo en el que Juan Carlos y Sofía están completamente de acuerdo. El padre del Rey no lo soporta. "Nadie puede decirlo en su presencia, primero porque sigue siendo rey con todos sus derechos, y segundo, porque le parece que le están llamando viejo, y eso es algo que detesta a sus 85 años", añade otra fuente cercana al padre del Rey.
Doña Sofía se encuentra esta semana en Mallorca disfrutando de la Semana Santa. "Estos días son especiales para ella y su hermana Irene; será la primera Pascua sin Constantino. Lo habitual es que pasaran unos días en Marivent para luego marcharse a Atenas a verle y celebrar con él la Pascua Ortodoxa… Así que este 2023 será complicado para sus ánimos", explica un colaborador cercano de la Reina.