Las grietas del terremoto de Al Haouz han engullido el alarde del rey Mohamed VI. “El Marruecos de hoy no es el Marruecos de ayer”, repitió en varios de sus discursos dirigidos al pueblo, pero también a los países que todavía no han aceptado la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental.
Esta jactancia que estampó en sus últimas alocuciones para presumir de monumentales infraestructuras, como el puerto de Tánger Med o la Central Noor en Ouarzazate, se desplomó al compás de los temblores de la noche del 8 de septiembre junto a los hogares de adobe derrumbados.
El cómputo provisional de 2.901 muertos y 5.530 heridos en esta catástrofe en las montañas del Atlas ya retumba en todo el mundo con lamento por la desigualdad, el olvido y el desprecio en el que resisten desamparadas las zonas rurales.
El rey Mohamed VI donará 91,5 millones de euros al fondo especial para gestión de los efectos del terremoto. Al Mada, el holding de la familia real y mayor grupo financiero del país, precisó que, a propuesta de su principal accionista, el monarca, el consejo de administración tomó la decisión de esta aportación, que se ingresará en la cuenta creada por órdenes reales el 11 de septiembre, con el fin de recaudar iniciativas solidarias ante esta catástrofe natural.
En un primer momento, la sociedad financiera fue una herencia real, pero sólo un 13%. Sin embargo, en estos 25 años se ha fortalecido y el grupo se ha expandido. Hoy es un imperio que posee acciones en más de una treintena de compañías, algunas multinacionales, distribuidas en una quincena de sectores económicos importantes.
Su imperio en dólares
Entretanto, en Marruecos lo apodan El rey de los pobres, la revista estadounidense Forbes lo sitúa a la cabeza de la lista de más ricos en Marruecos y el quinto más adinerado en África. A pesar de que se le asigna 250 millones de euros anuales a la familia real, aunque no figuran en los presupuestos generales, su fortuna en 2015 ya se aproximaba a los 6.000 millones de dólares.
En efecto, los analistas políticos consideran al soberano más dotado para los negocios que para la diplomacia, o que al menos se siente más cómodo en el parcela empresarial. En todo caso, la familia real está presente en los sectores más estratégicos de la economía marroquí.
El monarca alauita dispone de 12 palacios sólo en Marruecos en funcionamiento con 1.100 sirvientes por si acude en cualquier momento. Su mantenimiento supone un millón de euros al día. A ello se unen una residencia y un castillo en Francia, herencia de Hassan II, y otra mansión real en Gabón.
Es el propietario del hotel Royal Mansour en Marrakech con 53 riads -edificios tradicionales en torno a un patio central- de tres plantas para acoger a sus amigos y familiares. Lo mandó construir en 2007 y se inauguró cuatro años más tarde. Lo atienden 500 empleados y dispone de estancias privadas de hasta 850 metros cuadrados.
En 2015, la fortuna de Mohamed VI ya se aproximaba a los 6.000 millones de dólares.
Cuenta con una colección de 600 automóviles de lujo y antiguos, que le consumen 6 millones de euros anuales; dos yates, cinco aviones privados, y una recopilación de relojes de lujo. No obstante, no viajó desde Rabat a Marrakech, a 325 kilómetros, hasta cuatro días después del seísmo.
Como dato significativo, se desplazó el embajador de Israel en Rabat a la zona afectada antes que Mohamed VI. Esto podría desencadenar una crisis política, pero que en todo caso afectaría al gobierno para salvar la imagen del monarca.
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Enfrentamiento con los ciudadanos
En realidad, los ciudadanos ya se enfrentaron al poder económico del rey y de grandes empresarios como Akkhanouch con un boicot a tres grandes marcas: el agua Sidi Ali, los productos de Danone y las gasolineras Afriquia, del primer ministro. Un misterioso llamamiento desde varias páginas de Facebook en abril de 2018 que fue secundado por casi la mitad de la población durante meses para denunciar no sólo los altos precios en relación con los salarios, sino también que estas compañías sean propiedad de personas influyentes en el sector de la economía y la política del país.
Actualmente, las críticas ya han franqueado el ámbito nacional después de que la Fundación Mohamed VI haya abierto una cuenta bancaria para recolectar dinero para hacer frente a las consecuencias del terremoto. “¡Envíen sus donaciones a uno de los monarcas más ricos del mundo con 6.000 millones de dólares!”, avisa la portada de la revista francesa satírica Charlie Hebdo en una ilustración en la que exhibe a un rey Mohamed VI grueso y forrado de billetes.
Incluso, The New York Times lo denominó “el rey que no quiere ser rey” por su falta de presencia y por pasar tanto tiempo fuera del país. Para la filósofa y antropóloga marroquí, Karima Ziali, “acierta porque la sensación es que esto es una monarquía, pero sin rey. No me parece mal que esté desaparecido, el problema es que sólo no aparece en presencia, pero en cuanto a toma de decisiones sigue presente. Es un problema para un país porque la pregunta que te queda es quién está dirigiendo esto”.
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Primer ministro oligarca
Otro representante de los marroquíes que se retrasó en llegar a la zona y dar el pésame a las víctimas fue el primer ministro, Aziz Akkhanouch. Este político y magnate no movió ni un dedo hasta tener el beneplácito del verdadero mandatario en el país vecino, Mohamed VI. Así, no fue hasta el domingo por la tarde que paseó en pantalones y camisa de traje entre desperfectos por las calles colmadas de escombros.
Akkhanouch es un bereber adinerado, integrante de la oligarquía marroquí. La revista Forbes lo situó en 2021 en el puesto 12 de los más ricos en África con un patrimonio en dos billones de dólares.
Es el propietario mayoritario de la sociedad anónima Akwa Group, un holding multimillonario de 10 empresarios que heredó de su padre. Se dedica principalmente a la industria del petróleo y del gas, aunque opera también en los sectores de las telecomunicaciones, el turismo, la hostelería y el inmobiliario.
Igualmente, tiene intereses en petróleo, gas y productos químicos a través de Afriquia Gaz y Maghreb Oxygene, que cotizan en bolsa.
Su faceta de empresario viene avalada por una familia posicionada y una esposa empresaria, Salwa Idrissi, que dirige su propia compañía. Es la propietaria de las franquicias para las marcas internacionales de moda Gap, Gucci y Ralph Lauren, en Marruecos. Además, fundó y dirige el centro comercial de lujo Morocco Mall en Casablanca.
Recientemente, según ha podido saber EL ESPAÑOL | Porfolio, adquirió terrenos en Nador, donde el rey mandó construir un complejo turístico de lujo, próximo a la ciudad autónoma española de Melilla.
Los tentáculos del dúo de amigos más ricos en Marruecos, el rey y el primer ministro, se extienden hasta el Sáhara Occidental. En la costa atlántica de Dajla, cinco grupos empresariales gestionan las explotaciones de la llamada megalópolis del tomate, en uno de ellos participa Mohamed VI y en el otro Akhanouch.
En contraste con esta opulencia, la penuria se encontraba al final de esas deplorables pistas de tierra previamente al seísmo. Sin embargo, la tragedia reveló la subsistencia de comarcas sin recursos, una juventud descontenta, un elevado índice de analfabetismo, un alto número de personas migrantes, menores y mujeres desfavorecidos, y la corrupción.
“Las bocas de los niños destrozadas”
La sacudida sorprendió a la doctora española Mercedes Creus en Tounfite, una localidad a casi 2.000 metros en la región de Midelt, en el interior. Había llegado unos días antes para dirigir una campaña de deontología infantil con la ONG Itran Asociación de Amigos del Pueblo Marroquí, con sede en Barcelona.
A pesar de haber viajado primeramente para organizar la expedición y contar con la aprobación de las autoridades locales, cuando el equipo aterrizó no disponían del instrumental pactado. “Cuentan con una infraestructura precaria. Nos iban a dejar tres sillones y sólo nos proporcionaron uno. Tampoco nos trajeron la ambulancia medicalizada que habíamos acordado”, deplora Mercedes Creus en conversación con EL ESPAÑOL | Porfolio.
Finalmente, trataron a 350 niños con material que desplazaron de la clínica familiar en Cataluña. No obstante, se centraron exclusivamente en extracciones dentarias por no disponer de suficiente material para el tratamiento.
“Las bocas de los niños están totalmente destrozadas. No hay ninguno que no tenga nada. Hemos tenido que sacar dientes definitivos a niños de 6 y 7 años, y a los más pequeños les hemos extraído incluso piezas de leche. Esto repercute en el futuro. Hay una carencia”, lamenta Creus.
En esta primera incursión, una médica internista del hospital de Tarrasa detectó un “descontrol de las enfermedades crónicas porque tienen el hospital lejos”, así que pretenden “crear centros de atención primaria e instalarlos allí”, adelanta Creus.
Las quejas del equipo médico son múltiples. Además, de la falta de infraestructura para trabajar, detectaron una descoordinación entre los Ministerios de Sanidad y Educación. Por ejemplo, sólo consiguieron impartir formación bucodental en los colegios un día porque “nos decían que no tenían personal”, después de esperar dos días por el gobernador.
La impotencia es grande, “escribimos todos los protocolos y detallamos todo el material que necesitábamos, pero cuesta que haya respuesta porque no estaba de inicio organizado.
Al final se hace, pero necesitamos un poco más de apoyo”, detalla la doctora.
De tal manera que una vez terminen la colecta para ayudar a los damnificados por el terremoto, reanudarán la búsqueda de donativos de casas comerciales para adquirir aparatos médicos. Este material lo dejarán en la localidad marroquí para crear un centro clínico fijo que les permita actuar de manera específica. Por el contrario, en Marruecos quieren “caravanas médicas que hagan una acción y se vayan, pero esto no me gusta porque no hay control y no va a suponer un éxito”, defiende Mercedes Creus.
Una médica internista del hospital de Tarrasa detectó un “descontrol de las enfermedades crónicas porque tienen el hospital lejos”.
A pesar de las adversidades, el equipo médico consiguió realizar su trabajo. Asegura que “las autoridades estuvieron pendientes de nosotros. Faltaba la alegría, la población estaba afectada y preocupada. Ahora estamos buscando la manera de poder ayudar con furgonetas de ropa y alimentos desde Barcelona”.
Resume que “hay una carencia de todo. Dos días antes del terremoto llovía y nos cortaron las carreteras. Los poblados están muy abandonados. Falta de acceso y de infraestructuras, que hace que los niños no vayan al colegio. La gente no vive en la miseria porque la comida no les falta, pero sí en una situación de pobreza”.
Precisamente, el terremoto sacudió a los más pequeños en zonas rurales poco atendidas por el Estado. Según las primeras estimaciones, cerca de 100.000 niños se vieron afectados por el terremoto que asoló Marruecos, aunque UNICEF aún no dispone del número exacto de niños que murieron en este terremoto.
Algunos medios han informado desde el epicentro del seísmo de casos dramáticos de menores que perdieron a sus padres en esta tragedia. Es el caso de Yassine, que ha suscitado una gran compasión en las redes sociales, especialmente entre los aficionados del Raja, tras su aparición con la camiseta del Casablanca. Y Marouane, que perdió a sus padres y a su abuela, así como a sus dos niñas, Leila y Saida, que fueron las únicas supervivientes del derrumbe de su casa en Amizmiz.
“La pobreza no se perdona”
“Son zonas abandonadas desde generaciones. Creo que no recuerdan nunca unas carreteras ni casas en condiciones. Parte de las consecuencias son el resultado de una mala gestión de las infraestructuras, de los planes de urbanismo, que deberían existir en cualquier aldea. El resultado es que todo esto también tiene un movimiento sísmico cuando tiembla la tierra”, explica Karima Ziali.
Es cierto que el terremoto ha dejado al descubierto que existen zonas muy pobres en Marruecos. “Esto es así desde generaciones y generaciones, y nunca ha puesto un pie la administración en esas zonas. Solo si van a sacar algo de ahí, sino no se les ha perdido nada”, revela Ziali.
De este modo, con las riadas o nevadas, los pueblos se quedan aislados y los niños no acuden al colegio. Por eso para Ziali “esto es sólo la punta del iceberg que ha estallado así, pero debajo había todas estas situaciones que se llevan arrastrando desde generaciones y generaciones”.
Esa situación de pobreza, de carencia de carreteras y de falta de escolarización quedó al descubierto en la región que sufrió el seísmo. Sin embargo, es común a las zonas rurales del país, que ocupa el puesto 127 en el ranking de tasa de alfabetización de la UNESCO. Según los últimos datos publicados por esta institución en 2018, la tasa de alfabetización en Marruecos es del 73,75%, pero hay que tener en consideración que se concentra fundamentalmente en la población urbana y masculina.
“La pobreza es algo que no se perdona en Marruecos, a nivel social, a nivel de igual, y ya no te digo nada en los poderes. Es algo que no quieren mostrar. La pobreza molesta para los negocios, lo más importante para las autoridades, y por eso la han intentado ocultar”, condena la filósofa y antropóloga marroquí Karima Ziali en una entrevista con esta revista.
“Sólo es alentador y motivador, el hecho de que la gente se ha organizado porque ya sabe que las instituciones no sirven para nada, no funcionan. ¿De qué te sirve que el presidente de tu país aparezca dos días después? No te sirve de nada”, critica Ziali.
Esta antropóloga defiende con optimismo “la fuerza del pueblo” porque “hasta que no haya una presión popular real, consentida y regulada no va a cambiar nada”. Asimismo, lamenta que “los que estamos en España nos vemos reflejados. Ese es el lugar en el que deberíamos estar”.
Propaganda y limpieza de imagen
El drama se politizó al consentir solo ayuda humanitaria de España, Reino Unido, Catar y Emiratos, cuatro países socios por haber reconocido la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, con una desdicha de miles de muertos, desaparecidos y heridos.
En este proceder, otra situación insolente con el sufrimiento de las víctimas fue un vídeo difundido por el lobby marroquí en el exterior sobre una concentración de decenas de tráileres con paquetes de ayuda humanitaria precintados, del mismo tamaño y con embalaje similar, preparados para salir de las ciudades del Sáhara Occidental al epicentro del terremoto.
Una expedición orquestada para demostrar que el Sáhara Occidental es una provincia del sur, en plena búsqueda y rescate de cuerpos bajo los escombros. Incluso, la caravana de camiones estaba acompañada de música con banderas de Marruecos y coronada con la fotografía de Mohamed VI.
Una vez más, se evidencia que las acciones del país pasan, como su política nacional e internacional, por asumir el plan de autonomía marroquí como la única solución para el conflicto con el Sáhara Occidental. Concretamente, la propuesta que Pedro Sánchez considera “más seria, realista y creíble”.
Otro gesto muy discutido y que se ha visto como propaganda fue la donación de sangre del rey para los heridos, cuando él mismo se encuentra enfermo.
La imagen es esencial en Marruecos. Por eso, mientras los supervivientes aguardaban tiendas de campaña para pasar la noche, las autoridades locales de Marrakech se aplicaban en pintar carreteras y pasos de peatones para dar la bienvenida a Mohamed VI en Marrakech, cuatro días después de la tragedia. Es algo común que se reparen las carreteras y se embellezcan los lugares por donde circula la caravana real.
En otro sentido, también se ha emprendido una movilización en el ámbito gubernamental para limpiar la imagen del monarca y frenar las críticas a su gestión en el terremoto.
Lo primero, silenciar a los medios de comunicación. “Seguimos con gran preocupación el crecimiento de un grupo de prácticas poco profesionales y poco éticas que aprovechan el terremoto de Al Haouz para difundir falacias, y deploramos la explotación de la cobertura directa por parte de los canales vía satélite árabes y franceses para promover mentiras y exagerar noticias incorrectas, lo que genera una atmósfera de terror en las regiones afectadas”, denunció el Sindicato Nacional de la Prensa Marroquí.
Después de varios días en todos los medios de comunicación, en Marruecos se prepara el apagón informativo en lo referente al terremoto. Según pasen las semanas se limitará el acceso a la zona a los periodistas y resultará complicado seguir la evolución de las ayudas, los planes y las políticas que se han implicado en dar una solución al derrumbe, en todos los sentidos, que ha supuesto el terremoto en la región afectada.
Las primeras señales son la interrupción de entrevistas de lugareños en directo con televisiones extranjeras. Algo que puso en evidencia el periodista perseguido en Marruecos, Ali Lmrabet, al colgar un vídeo en sus redes sociales donde personas del régimen intentan impedir que las víctimas del terremoto hablen con la prensa internacional mediante la coerción y amenazas.
“El régimen se ha vuelto loco”, se sorprendía poco después de publicar el documento, ya que había recibido sólo en Facebook “300 respuestas de trolls de una sola vez. Cuentas falsas hechas por la policía política. Esto demuestra el gran nerviosismo de este régimen autocrático”.