3 febrero, 2024 01:53

Era una tarde de viernes de mediados del mes de enero. El ingeniero español Fernando Gutiérrez (nombre ficticio utilizado para preservar su anonimato) había terminado el trabajo con los socios de su empresa en Agadir, y regresaba a España en un vuelo directo de la Royal Air Maroc (RAM) desde el aeropuerto Mohamed VI de Casablanca al Adolfo Suárez Madrid-Barajas. Un recorrido de menos de dos horas, que se convirtió en un largo viaje.

En el avión de 33 filas de seis asientos, con capacidad para alrededor de 200 pasajeros, “éramos solo diez españoles y marroquíes, el resto de las personas eran subsaharianas. Me sorprendió. El perfil de viajeros era gente muy joven y con la mirada perdida, veías en sus ojos que no sabían ni a dónde iban”, explica Gutiérrez a EL ESPAÑOL | Porfolio.

Entre los pasajeros del África subsahariana “había una quincena de mujeres jóvenes, pero mayoritariamente eran hombres y menores a partir de 16 años. No se veían niños pequeños ni bebés”, recuerda.

Inmigrantes bajando de un avión en Madrid.

Inmigrantes bajando de un avión en Madrid.

Pregunta.- ¿Sabía lo que estaba pasando?

Respuesta.- Justo antes de despegar, busqué en internet porque me pareció raro y leí una noticia del día anterior. Entonces, supe que estaba en un “avión patera”.

Anteriormente, “en el embarque había decenas de subsaharianos esperando. Todos tenían pasaporte de Senegal. Creo que venían del mismo lugar por la estética similar. Llevaban anillos plateados y collares con un medallón muy grande con la foto de algún líder por encima de la ropa. Se movían con bolsos y mochilas, sin maletas. Lo curioso es que no hablaban ni francés, ni inglés ni español”, describe Fernando Gutiérrez.

Incluso, a algunos les llamaron la atención cuando estaban cogiendo el autobús para desplazarse hasta el avión porque “no aparecían, como si no hubieran facturado, ni pasado el control”.

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“Había tal barullo, cuando presentamos los billetes al personal para meternos en el autobús, que algunos entraron sin ni siquiera entregar el billete. No pasaron el control del código QR”, añade.

Una vez dentro, “se veía que la mayoría era la primera vez que cogía un avión porque no sabían ni mirar en el billete el asiento que les correspondía. Muchos se sentaron donde no les correspondía. Luego, estuvieron las azafatas durante 15 ó 20 minutos llamando y recolocando”, precisa.

De tal manera que el avión despegó media hora más tarde de lo establecido, mientras la tripulación confirmaba que estaban todos los pasajeros de la lista y comprobaba que iban sentados en su sitio.

Fotografía que muestra a menores de edad en una Sala de Inadmitidos en el Aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas.

Fotografía que muestra a menores de edad en una Sala de Inadmitidos en el Aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas. E.E.

Un detalle que llamó la atención del ingeniero español es que “desinfectaron el avión por temas sanitarios”. Con un espray tipo insecticida fueron por los asientos rociando a los pasajeros una vez estaban sentados antes del despegue. Sin embargo, “en este tipo de trayecto no es común esta práctica”, comenta Gutiérrez.

Durante las casi dos horas de trayecto, no se registraron incidentes. “Fue muy tranquilo, todos iban callados, no se hablaban entre ellos. Ni una sonrisa, ni una broma, solo silencio. Se les veía cansados, muy agotados. A uno al final del viaje le dio como un desmayo en el pasillo y se tuvo que ir al baño. Una parte de ellos guardó el sándwich de pollo, el refresco y el yogur que nos repartió la compañía para comer”, explicita.

Al descender, “el chico sentado en la ventanilla de delante tenía la mirada perdida, sin saber lo que veía, ni a dónde iba, ni qué le espera, ni nada. Me dio bastante pena, la verdad”, lamenta el español.

Tras el aterrizaje, Fernando Gutiérrez vislumbró un par de coches de la Policía Nacional a pie de pista. Avisaron por la megafonía de que iba a haber un control de identidad y de pasaportes. Se realizó en la misma puerta del avión. La salida quedó bloqueada, y los pasajeros tuvieron que avanzar de manera ordenada e individual.

“En las filas de la primera clase dejaron a 10 ó 15 personas retenidas. Había bastantes chicas, casi llorando. Les mandaron sentarse allí y no les permitieron abandonar el avión”, detalla Gutiérrez.

En la puerta, dos policías controlaban los pasaportes. “Miraban muy bien la foto, incluso hacían fotos con los teléfonos, no sé si sería un programa de reconocimiento”, explica Gutiérrez. Por supuesto, al ver el pasaporte español, “no tuve ni que enseñarlo y pasé de largo”.

En la pasarela de salida, se encontró con grupos de 30 ó 40 personas retenidas, sentadas en el suelo. En la Terminal 4 vio a otro medio centenar parados, pero sin policía. Sin embargo, “cuando ya salimos del aeropuerto no había ni una sola persona subsahariana, se quedaron todas por el camino”, lamenta.

["Romper el pasaporte y pedir asilo": así funcionan los 'vuelos patera' de las mafias que colapsan Barajas]

Dos fórmulas para llegar

Para este trabajador español con negocios en Marruecos, la conexión Casablanca-Madrid es una ruta habitual en los últimos meses. En un vuelo de Iberia “había también algunas personas subsaharianas, pero no muchas como ahora en el de la compañía marroquí”.

Imagen de una sala de inadmitidos en el Aeropuerto de Barajas.

Imagen de una sala de inadmitidos en el Aeropuerto de Barajas. E.E.

Efectivamente, desde Marruecos y en la compañía nacional marroquí, Royal Air Maroc es desde donde se registran más llegadas de inmigrantes a los aeropuertos de España.

Existen dos fórmulas. La primera y más antigua es comprar un billete con un destino a un país que no requiera visado con escala en España. La segunda, que se ha detectado desde el verano, es la compra de pasaportes que tienen acogida en un mayor número de países sin necesidad de visado.

De tal manera que se han detectado ciudadanos somalíes con papeles de Kenia, que les permiten transitar por la zona internacional de los aeropuertos españoles, donde los pasajeros pueden solicitar asilo, y entrar en varios países latinoamericanos.

Por eso, Asa, un senegalés afincando en España, tras jugarse la vida en una embarcación precaria a las Islas Canarias, está ahorrando para traerse a su hermano vía aérea.

En avión a Marruecos desde 2018

Desde 2018, las personas migrantes evitan la ruta migratoria hasta ahora tradicional: la de llegar a Marruecos a través de la frontera con Argelia cruzando el desierto del Sáhara en un sufrido viaje por varios países que les suele llevar meses y en algunos casos conduce a la muerte.

En casi el 100% de los casos, aterrizan en vuelos operados por Royal Air Maroc, la compañía estatal del reino de Mohamed VI. Llegan en apenas unas horas desde Senegal, Mauritania, Guinea Conakry, Sierra Leona o Gambia, gracias a que Rabat no les exige visado.

Los vuelos a Casablanca permiten a las mujeres y a los menores llegar en mejores condiciones de salud psicológica, sexual y reproductiva que cruzando fronteras donde suelen sufrir violaciones.

Antiguamente, al aterrizar en Casablanca, se desplazaban por carretera hasta Tánger para aventurarse en una patera o en una ‘toy’ de plástico desde El Estrecho a Europa. Con los fuertes controles en el norte de Marruecos y los desplazamientos forzosos al sur del país, se relanzó la ruta canaria. Así a la ruta marítima más controlada, se une ahora la aérea, coger otro avión con un destino que no requiera visado con escala en España.

Visado de tránsito

Desde el Ministerio del Interior aseguran a EL ESPAÑOL | Porfolio que “continúan trabajando para evitar el uso fraudulento de las escalas en Madrid con destino a países que no requieren visado de entrada y que son utilizadas para tratar de entrar en España de manera irregular”.

Para bloquear esta vía e impedir que las personas migrantes pidan asilo en España, Interior ha acordado, en colaboración con el Ministerio de Asuntos Exteriores, el establecimiento de visados de tránsito, como ya se ha hecho con ciudadanos con pasaporte de Kenia, desde el pasado 20 de enero. Además, se aplicará a ciudadanos con pasaporte de Senegal a partir del próximo 19 de febrero, según ha podido saber EL ESPAÑOL | Porfolio.

Inmigrantes recién llegados, entrando al Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas.

Inmigrantes recién llegados, entrando al Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas.

Sin embargo, CEAR solicita que se elimine el visado de tránsito impuesto recientemente a las personas procedentes de Kenia, “un obstáculo que dificulta aún más el acceso a la protección internacional”.   

En cuanto a Marruecos, el ministro Fernando Grande-Marlaska se reunió el lunes 29 de enero con el embajador de España en Rabat, Enrique Ojeda Villa, con motivo de su reciente nombramiento, “sin que se abordara esta cuestión de manera específica”, informan desde Interior.

Hacinamiento en Barajas

En el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas hay alrededor de 400 personas. Entre las que se encuentran unas 100 mujeres, algunas de ellas embarazadas, y niños de corta edad. “Están en situación de hacinamiento y en condiciones de acogida que no reúnen los mínimos estándares internacionales”, denuncia a EL ESPAÑOL | Porfolio Amnistía Internacional (AI), que está estudiando el caso.

Duermen en el suelo sobre cartones, sin luz, sin acceso a higiene y en condiciones insalubres. “Debería ser evitable. La falta de previsión y la descoordinación reinante en la actualidad no deberían haber ocurrido si se hubieran adoptado las medidas adecuadas encaminadas a garantizar los derechos de las personas migrantes y solicitantes de asilo que llegan tanto a esa frontera como a otras en las que también hemos documentado falta de derechos humanos”, mantiene Ana Gómez, responsable de medios en Amnistía Internacional España.

Pese a que el Ministerio de Interior habilitó nuevas salas y reforzó su plantilla para realizar entrevistas de asilo, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) denuncia que “el hacinamiento e insalubridad han alcanzado puntos críticos, provocando plagas de chinches, acumulación de basura y escasez de toallas para la higiene personal”.

Inmigrantes hacinados en la T4 del Aeropuerto de Adolfo Suárez-Madrid Barajas.

Inmigrantes hacinados en la T4 del Aeropuerto de Adolfo Suárez-Madrid Barajas. E.E.

Además, “al no haber camas suficientes, muchas personas duermen en colchones inflables en el suelo de las zonas comunes (fuera de las habitaciones), en ocasiones compartiendo cama. Esto menoscaba sus derechos a la intimidad y a la vida familiar, así como a su dignidad humana”, destaca Elena Muñoz, coordinadora estatal del Área Jurídica de CEAR. 

En el mes de diciembre, la Justicia requirió al Ministerio del Interior y a la Policía Nacional que adoptasen “con carácter urgente” medidas que pusiesen fin al “hacinamiento” que sufrían los más de dos centenares de solicitantes de asilo que dormían en el suelo mientras esperaban a que se les permitiese entrar en territorio español.

Nueva sala de asilo

Las salas de protección internacional e inadmitidos destinadas a la acogida de los solicitantes de asilo exceden su capacidad, llegando a albergar más de 400 personas en condiciones indignas e inhumanas.

Por ello, la Policía Nacional abrió esta semana la cuarta sala de asilo en la Terminal 1 con una superficie de 500 metros cuadrados y capacidad para albergar a 162 personas, sobre todo hombres mayores de edad.

El nuevo espacio se une a los tres ya existentes y amplía así en un 47 por ciento la superficie destinada al asilo en el aeropuerto hasta este momento. Las tres salas restantes están situadas en la Terminal 1, en la Terminal 2 y en la Terminal 4 Satélite y suman una superficie de 1.067 metros cuadrados.

Sobre las medidas adoptadas, “la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras de la Policía Nacional y la Oficina de Asilo y Refugio (OAR) del Ministerio del Interior continúan atendiendo las solicitudes de protección internacional que se reciben en el aeropuerto, adaptando sus recursos humanos y medios materiales a la demanda para tramitar las peticiones con la mayor celeridad”, alega Interior a EL ESPAÑOL | Porfolio.

La limpieza de las instalaciones ha sido asumida por la Dirección General de la Policía a través de la empresa que hasta ahora le prestaba este servicio en sus dependencias. “Se realizan desinfecciones periódicas en las salas ya habilitadas y se ha realizado una limpieza integral del nuevo espacio que se ha abierto”, detalla Interior a este periódico.

Más solicitudes de asilo

Desde agosto de 2023, ha habido un aumento exponencial del número de solicitantes de protección internacional en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, dando lugar a una sobreocupación en las salas de atención a solicitantes de asilo ubicadas en la Terminal 1 y la Terminal 4, y retrasos alarmantes en la formalización de las solicitudes.

Son 3.386 peticiones de asilo en puesto fronterizo en 2023, estadística que incluye también a otros aeropuertos, además de Ceuta y Melilla. En concreto, las cifras de los dos últimos meses, que ha facilitado Interior a este diario, en el aeropuerto de Barajas, se tramitaron 509 solicitudes de protección internacional en el mes de diciembre de 2023; y en enero, hasta el día 26, 864 peticiones.

Retraso en las solicitudes

Los retrasos en la formalización de las solicitudes alcanzaron hasta 18 días en el mes de diciembre, aunque la situación ha mejorado levemente, reduciéndose a 8 días, “dificulta la detección de necesidades específicas (menores, víctimas de trata, salud física o mental, discapacidad…) e impide que puedan tener un trato diferenciado al que tienen derecho”, mantiene CEAR. 
 
Estos hechos suponen una vulneración de la Directivas europeas que establecen un plazo de 3 a 10 días para el registro de la solicitud de asilo, no prorrogar internamientos por causas que no sean imputables al solicitante, garantizar condiciones materiales de acogida dignas, un nivel de vida adecuado y la protección a la salud física y mental; y evaluación temprana de las necesidades específicas de acogida y de garantías procedimentales especiales para personas en situación de vulnerabilidad. 

Expulsión o CIE

La no admisión a trámite o la denegación de las solicitudes de protección internacional determinarán “la salida obligatoria del territorio español o el traslado al territorio del Estado responsable del examen de la solicitud de asilo de las personas que lo solicitaron”, detallan en Interior.

CEAR recuerda que el internamiento de solicitantes de asilo en los CIE en pleno procedimiento obstaculiza el derecho de defensa. El pasado 16 de enero, el Juzgado de Instrucción nº 46 ordenó el traslado de 50 personas que se encontraban en Barajas al CIE de Aluche, aunque finalmente solo cuatro fueron internados. Ante estos hechos, la Fiscalía y CEAR pidieron la nulidad de esta medida, que se revocó el 19 de enero. 

España tiene obligaciones en materia de asilo y acogida. Por ello, AI solicita al Ministerio de Interior que “establezca procedimientos ágiles y eficientes y con todas las garantías para que las personas que llegan a España y quieran solicitar protección internacional puedan hacerlo”.

Es decir, que tengan una asistencia jurídica de calidad desde el primer momento, suficientes intérpretes, que las entrevistas se realicen en un entorno adecuado y con la confidencialidad necesaria, observando en todo momento el interés superior del menor.

Esta organización exige además que Interior se coordine con las otras autoridades competentes, incluido AENA, “para garantizar que las personas que llegan tengan una acogida digna y, por supuesto, se deben establecer rutas legales y seguras”.