Hasta la madrugada del viernes era una fantasía que los demócratas solo se atrevían a comentar en la intimidad y únicamente los republicanos más descarados hablaban en público: la posibilidad de que Joe Biden diera un paso al lado en su carrera por la reelección y se eligiera una nueva candidatura demócrata, siendo la exprimera dama Michelle Obama la opción preferente para culminar tal insólito movimiento. Sin embargo, la desastrosa aparición de Biden en el debate presidencial del jueves, lento, espeso y titubeante, ha abierto la caja de pandora y lo que parecía una especulación de los mentideros de Washington abre titulares y ocupa horas de televisión.
Nadie da por seguro a estas alturas que Biden vaya a ser al 100% el candidato que aparecerá en las papeletas el próximo 5 de noviembre, como tampoco se puede dar por hecho que el Partido Demócrata ya esté buscando un sustituto a contra reloj para nombrarlo en la próxima convención, que arrancará el 19 de agosto. Pero, en ese caso, ¿quién sería la alternativa? La actual vicepresidenta, Kamala Harris, cuenta con unos niveles de popularidad más bajos que Biden; el actual gobernador de California y favorito para la contienda de 2028, Gavin Newsom, jamás ha sido testado a nivel nacional; y Pete Buttigieg, el secretario de Transportes del Gobierno, demostró poco tirón en las primarias demócratas de 2020. Lo mismo que sucedió con Elizabeth Warren y Bernie Sanders, escorados a la izquierda del partido.
El cuestionamiento generalizado sobre las capacidades cognitivas y físicas de Biden para aguantar otros cuatro años en la Casa Blanca coincide precisamente con un escenario en el que su partido ha evitado durante todo el mandato perfilar a un posible sucesor. Ese cierre de filas en torno al actual presidente de Estados Unidos ha ahogado el ascenso de cualquier delfín y hay que retroceder a la anterior etapa, la de Barack Obama, para dar con alguien capaz de aglutinar el voto de los desencantados, los indecisos y los militantes. Ahí es donde brilla Michelle Obama.
Una encuesta elaborada a principios de año por la consultora Rasmussen Reports situó a la exprimera dama como la opción favorita de los demócratas para sustituir a Biden, siendo la preferida para el 20 % de los votantes y notablemente por encima de Harris (15 %) y Hillary Clinton (12 %). Incluso en un año en el que ella ha mantenido un perfil bajo su indice de popularidad se mantiene elevado: la firma de análisis YouGov estima su aprobación actual en un 55 % entre los votantes registrados de EE.UU. Y en 2020, cuando la especulación sobre su nombramiento como compañera de candidatura de Biden derivó en frenesí, fue nombrada la mujer más admirada de los estadounidenses por la consultora Gallup. Ya lo había sido los dos años anteriores.
Sin embargo, los datos no parecen seducir a Michelle Obama. En la entrevista que protagonizó en 2020 con Oprah Winfrey para su documental en Netflix afirmó que la vocación política “no estaba en su alma”.
“La política es dura -apuntó-. Y las personas que se involucran en ello… tienes que quererlo. Tiene que estar en tu alma, porque es muy importante. Y no está en mi alma”.
Esa conversación con Oprah formó parte de una cinta de hora y media de duración que documentó la gira de presentación de las memorias de la exprimiera dama, “Becoming”, con la que recorrió una treintena de ciudades y fue recibida en estadios con aforos de miles de personas como una estrella del rock. El libro fue el más vendido de 2018, con dos millones de ejemplares despachados en tan solo 15 días y llegó a traducirse en 24 idiomas diferentes. Sus ventas globales se calculan en unos más de 17 millones de tomos.
Como si se tratara de un guión ya escrito, la hipotética nominación de Michelle Obama culminaría además el recorrido que inició con el lanzamiento de su biografía: el recinto en el que presentó por primera vez el libro ante más de 17.000 personas, el United Center de Chicago, es el mismo que acogerá del 19 al 22 de agosto la Convención Demócrata que debe certificar al candidato del partido.
La aparición de Michelle Obama (Chicago, 1964) en su ciudad natal como salvadora de los demócratas, capaz de aglutinar las diferentes sensibilidades de los estadounidenses y devolver la ilusión a las urnas, también serviría además como metáfora de su recorrido vital desde sus orígenes en los barrios del sur de Chicago hasta su llegada a la Casa Blanca.
“Soy del South Side (Lado Sur) de Chicago. Eso te dice todo lo que debes saber sobre mi”, es la primera frase que pronuncia en el documental sobre su vida. Orgullosa de sus raíces, Michelle encarna el sueño americano clásico. Sus memorias repasan su llegada a universidades de la prestigiosa Ivy League como Harvard y Princeton gracias a los sistemas de becas, su paso por el bufete de abogados donde conoció a Barack, la campaña que los llevó a ser la primera familia afroamericana en habitar la Casa Blanca y su activismo posterior.
Aunque desde que abandonó la residencia presidencial en 2017 no ha ocupado ningún cargo público, Michelle se ha involucrado en varias causas sociales como la necesidad de mejorar la dieta de los menores para corregir la obesidad infantil o la de incrementar la participación electoral entre los jóvenes con la plataforma When We All Vote. También ha producido podcasts, series y documentales, uno de ellos ganador del Óscar (“American Factory”), mediante la productora fundada junto a su marido.
Sin embargo, a pesar de su actividad y de la aparentemente buena relación entre los Obama y los Biden, Michelle se ha mantenido al margen de la actual campaña electoral de Biden, sin acudir a mitines ni compartir mensajes favorables al actual mandatario. Una actitud que contrasta con su apoyo en la campaña de 2020, cuando llamó a Biden un hombre “profundamente decente” durante uno de los discursos más esperados de la convención de aquel año. De acuerdo con fuentes citadas por el influyente medio Axios, Michelle estaría decepcionada con el trato de los Biden hacia su amiga Kathleen Buhle, exmujer de Hunter Biden, el hijo de Biden recientemente condenado por la Justicia.
Para otros, el silencio de Michelle formaría parte de una estrategia para alejarse lo máximo posible de la caótica campaña antes de dar el paso a la primera línea política. Esa es la tesis que llevan meses defendiendo algunas de las voces más propensas a la conspiración del Partido Republicano, como Sarah Palin y el polémico Ted Cruz, quien inmediatamente después del debate recordó en sus redes: “Hace nueve meses predije que los demócratas reemplazarían a Biden por Michelle Obama. Creo que eso va a pasar”.
Por el momento, la posibilidad de ver a Michelle Obama en una papeleta electoral forma parte del terreno de la fantasía y su equipo se remite al desmentido que ya publicó en marzo la cadena de televisión NBC: “Como la ex primera dama Michelle Obama ha expresado varias veces a lo largo de los años, no se postulará para presidente. La Sra. Obama apoya al presidente Joe Biden y a la vicepresidenta Kamala Harris en su campaña de reelección”.
Mientras tanto, y en un momento insólito para la política de Estados Unidos, el nombre de Michelle Obama no deja de subir en las encuestas de pago para liderar a los demócratas en noviembre junto al del gobernador de California, Gavin Newsom.