Las gacetillas y los mentideros lo advertían: Alfonso Zurita Borbón* es "el primo más misterioso del rey Felipe VI". No participa en la vida pública española, no gotea en las redes sociales, no se prodiga, no propicia un escándalo. El que se lo encuentre en una fiesta, que pida un deseo. No es un maldito, es más bien un outsider. Un tipo emancipado a ratos hasta de su apellido. Alto, extrañamente apuesto -rubísimo, los ojos celestes, el labio fino, apretado-, con gesto de ave rapaz y cierto destello estético de la escuela de su tío Juan Carlos -el de los mejores años, claro: aquellos del emérito con pantalón vaquero y camiseta Fortuna-.
Apenas se sabe de él que es el hijo mayor de la infanta Margarita y del doctor Carlos Zurita. Apenas se sabe que es heredero del ducado de Hernani. Que tiene 48 años. Que adora a su hermana María. Que se le cae la baba con su ahijado. Que aún no hay quien le haga pasar por el altar. Que publica libros de economía. Que Google no le echa el lazo. Ni los paparazzis. Ni casi nadie. Que es un polizón en su propia vida. Que le genera alergia el foco. Que no le gusta pedir favores.
Pero es cálido, Alfonso, y un poco bohemio, y qué simpático resulta su secretismo -qué engordado por la leyenda- en la primera toma de contacto al teléfono, cuando cuenta campechanamente que anda aferrado al Flumil con un catarro histórico que le ha hecho pasar nochecita toledana. Vaya por Dios. Le tuteo de entrada, confiando en que no se moleste: es de estas veces que el clima de la conversación lo sugiere. Me atenderá al día siguiente, por Zoom, para hablar de su último trabajo, Neoliberalismo Reset (Almuzara). Bueno, y de lo que se deje, porque a su tío pide no mentarlo. ¿Ven ustedes como en todas las familias se cuecen habas?
Digamos que la placidez de Alfonso Zurita -su caminar aislado, pausado y docto; su ir a su bola; su relato sin espinos ni polémicas- viene a derribar la leyenda negra de los Alfonso de su familia, que entre unos y otros no levantaron cabeza, cosiditos a desdichas y a tragedias. Dónde vas, Alfonso XII, donde vas, triste de ti. Nada de eso queda ya. El hombre que me saluda desde el otro lado de la pantalla, ya por videollamada, se ha sacudido esos polvos, esas fábulas sanguíneas. Está con su pareja echando estos días navideños en una finca en Toro, en Zamora -propiedad de ella-, y me sonríe habitando una camisa relajada y con un fondo muy particular: una pared encalada, decorada con canastas de campo tejidas con mimbres y juncos y salpicada de abanicos y rastrillos y azadas y horcas para labrar. Si esto no es folclore español, que venga Felipe y lo vea. Qué tipo tan afable. Hasta se enciende un cigarro. Si estuviese enfrente le invitaba a uno.
Pregunta.- ¿Por qué no sabemos nada de ti, Alfonso? ¿Dónde te metes?
Respuesta.- (Ríe). Yo hice la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad de Sussex, en Inglaterra. Luego hice un programa en maestría en Relaciones internacionales y Economía y ahí me di cuenta de que quería hacer el doctorado. Empecé a publicar mis primeros trabajos de investigación, poco a poco: lo hice para mejorar mis oportunidades de que me aceptasen en un programa de doctorado con beca total y completa, que ya tiene más truco, porque esas listas son muy largas y distinguidas. Como no seas muy bueno y muy preparado, pues nada. Así que después de varias publicaciones me propusieron escribir un libro. Y dije "pues estupendo".
P.- Éste es el séptimo. Vas embalado.
R.- Sí. Gustó y me pidieron otros más. Pim, pam, pum, pam, y ya llevo siete. Este último, Neoliberalismo Reset, está basado en las conclusiones de mi libro grande, en inglés, que traducido al español sería La era neoliberal: ese saldrá de aquí a un año más o menos. Éste se ciñe más a nuestro acontecer económico actual. Me queda hacer el doctorado en Economía. Va sobre el abandono del modelo económico neoliberal en América Latina y el Caribe y la experimentación con corrientes heterodoxas alternativas. He estado trabajando para el grupo Villar Mir últimamente, pero ha caído un poco todo el grupo y con ello, todo yo, así que estoy buscando trabajo, pero tengo mis objetivos académicos satisfechos y me siento completo en ese sentido. También tengo algunas iniciativas paralelas puestas en marcha: bitcoins, una de ellas.
P.- Seguro que hay lectores que se preguntarán por qué no levantas el teléfono y consigues trabajo hoy mismo, viniendo de una familia tan insigne. ¿Cómo es que no te aprovechas?
R.- No. Poco a poco. Estoy con mis cuestiones académicas e impulsando alguna iniciativa privada paralela. Me embarcaré yo en mi búsqueda de trabajo.
P.- ¿Qué valores mamaste en casa? ¿Qué aprendiste de la infanta Margarita, tu madre, y del doctor Carlos Zurita, tu padre?
R.- De mi madre, la estabilidad emocional, sentimental. Apoyo en todos los sentidos, comprensión. De mi padre aprendí la racionalización del ser, el tener los pies en el suelo, el verlo todo objetivamente. De él he aprendido a ser realista.
P.- ¿Cómo has conseguido ser tan discreto, por qué eres casi un desconocido para la sociedad española a pesar de la familia de la que vienes?
R.- Quizás porque pasé mucho tiempo fuera estudiando y trabajando. El doctorado también espero hacerlo fuera.
P.- ¿Por qué fuera?
R.- Porque hay mejores instituciones académicas. He trabajado para el sector público casi siempre en organizaciones internacionales, aunque últimamente he estado más en España, ¡pero bueno! Me dedico a mi vida, a mis labores, a mis obligaciones y no me involucro tanto en lo social.
P.- ¿Qué es lo que más y lo que menos te gusta de España?
R.- De España me gusta todo. Sin problemas con España (ríe).
P.- ¿Cómo definirías a Juan Carlos I, tu tío, en una palabra?
R.- (Se detiene). Democrático.
P.- ¿Viste a tu primo Felipe en Nochebuena en televisión?
R.- Sí. Fue un discurso muy bueno. Viene muy bien ese refuerzo constitucional: reforzar tanto los cimientos institucionales de España como la relación con las demás instituciones y demás, cosa que ya está sucediendo gracias a esa nueva transparencia y visibilidad que se le está dando la Casa Real. Felipe está haciendo una gran labor como jefe de Estado. Pero esos temas prefiero que no los sigamos tratando. Estoy personalmente involucrado.
"A Juan Carlos I la palabra que le define es 'democrático'"
P.- ¿Cuáles son tus aficiones más allá de la política y la economía, qué te estimula, qué te divierte?
R.- Me gusta leer, ver películas, el deporte. Juego mucho al squash, aunque estoy lesionado, pero jugaba muchos torneos y campeonatos y demás. Me gusta mucho el esquí, pero lo voy a cambiar por el snowboard. El submarinismo también me gusta.
P.- ¿Me recomiendas algún libro o película?
R.- Las de espionaje internacional siempre me encantan: agencias internacionales, antiterrorismo. ¡Me gusta mucho la Trilogía del Baztán, de Dolores Redondo! Ese folclore vasco y subcultura vasca me interesa mucho.
P.- En este libro tratas la crisis del neoliberalismo imperante que respiramos desde 1980. ¿Cuándo arranca ese declive y qué nuevos modelos acechan?
R.- Bueno, desde que se cambió la economía industrial-productiva por la financiera-monetaria en los años ochenta, de ahí en adelante, se estableció el orden mundial neoliberal: mercados libres, sistema financiero monetario internacional, privatizaciones masivas, desrregulación, supuesta austeridad fiscal… pero desde la crisis 2007-2015 y la crisis del Covid, que lo ha exacerbado todo, está muy claro que hay mucha duda colectiva y pérdida de confianza en la ortodoxia neoliberal. Los movimientos a contracorriente que han surgido buscan justamente reformulaciones que rindan mejor y den resultados más equitativos. Vienen nuevos modelos mercantilistas, proteccionistas, aislacionistas… como el neonacionalismo, ejemplarizado por el presidente Trump.
P.- En la introducción del libro alababas los buenos resultados de Trump.
R.- Sí, el make America great again lo consigue ya a los 16 meses de haber entrado en mandato. Ahí ya había cumplido todas las expectativas y roto todos los esquemas, ya había roto barómetros y niveles socioeconómicos jamás experimentados por EEUU. Aunque Biden haya sacado al republicano Trump, al neonacionalismo en su forma más libre y salvajemente expresada, si te fijas el presidente Biden va a regenerar la economía americana de acuerdo con principios neoliberales una vez más, pero manteniendo muchas de esas características neonacionalistas del saliente Trump, como las tarifas hacia China: las va a mantener e incluso a poner muchas más, y va a combatir el comercio internacional ilegal de manera muy agresiva.
P.- Es curioso que después de tanto "que viene el lobo" con Trump y su pésima prensa internacional, los resultados económicos sean tan positivos.
R.- Claro. Yo al señor Trump le llamo cariñosamente Mr. Nueva York, porque toda plaza, toda torre grande y todo gran sitio en Nueva York tiene su nombre. Es un animal económico puro y duro, arrasa con todo con tal de conseguir sus objetivos. A eso se comprometió como presidente y lo ha cumplido. Él no es un animal político del molde del Capitol Hill, no es ningún diplomático americano, como el presidente Obama. La mala prensa que se ganó era por sus manerismos y sus formas de cortar a la gente y demás.
P.- Trayendo la cuestión a España, ¿hasta qué punto podemos tender nosotros también hacia un Estado más proteccionista? Vox propone salir del Espacio Schengen, que es casi como salir de la Unión Europea. ¿Se nos avecina un nuevo neonacionalismo aupado por los partidos de extrema derecha?
R.- Sí, bueno, esa impopularidad del neoliberalismo está alimentando fuertes emociones antiglobalización. Es una amenaza potente. Esto viene de los Estados Unidos de Trump pero ya se está extendiendo. Es un poco el nacionalismo neotribal, es una homogeneidad del pasado. Viene una coyuntura histórica. Todavía no ha estallado en España, pero por Europa se amplía...
P.- ¿Tú crees que puede llegar?
R.- No creo, porque España está muy imbuida en el marco europeo. Este marco ha tenido sus fallos, claro, y lo que se hizo después de la crisis 2007-2015 fue someter a Europa a un reajuste financiero-bancario súperapretado. ¿Por qué? Justamente para acabar con toda esa opacidad en el sistema, mala praxis y criminales de cuello blanco. Ya no se pueden hacer envíos de equis cantidades, está todo más regulado, todo hay que declararlo. Es buena esta supervisión, es bueno evitar las distorsiones creadas por la opacidad.
P.- ¿El ciudadano tiene razón en desconfiar del llamado "sistema" o en pensar que hay una suerte de mano negra que mueve este tipo de operaciones?
R.- Yo no creo en la mano negra, yo soy muy global en ese sentido, muy universal, creo en el "todos para uno y uno para todos". Se crean sistemas para unir a la gente. La Unión Europea está para eso, para ayudarnos los unos a los otros y para asegurarnos de que nadie se cae.
P.- ¿El capitalismo ha fracasado?
R.- Bueno, en el último Foro Económico Mundial de Davos 2021 se volvía a hacer hincapié en que el capitalismo en sí ha muerto, que se encuentra en un callejón sin salida. Entre sus conclusiones proponían nuevos tipos de capitalismo, como el capitalismo equitativo. Pero el que va ganando, digamos, es el capitalismo progresista, promovido vehementemente por el Nobel en Economía Joseph E. Stiglitz.
P.- Si no hablamos del final del capitalismo, sí hablamos de su desgaste. Hubo quien temió, especialmente a partir de la crisis del coronavirus -cuando se pone de manifiesto la importancia de lo público, de lo colectivo- que la respuesta fuese un nuevo comunismo. Ahora tenemos a Yolanda Díaz de vicepresidenta… ¿Estos modelos marxistas están obsoletos o pueden encontrar un agarre?
R.- Está más que claro que, aunque el capitalismo esté fracasando, el comunismo, el marxismo-leninismo, también ha fallado allá en donde se ha puesto en marcha. Hasta Cuba está progresando y saliendo de ese pasado, de esa homogeneidad ofrecida por el comunismo. En España estamos muy metidos en el marco europeo neoliberal y no vamos a volver una vez más a una forma de marxismo.
P.- O sea, que únicamente es cuestión de nostálgicos, ¿no?
R.- Claro, claro. La idea del comunismo es muy buena, sin duda, pero, si te fijas, alguien tiene que ponerla en práctica, alguien la va a tener que dirigir, y eso ya va en contra del propio comunismo, del "todos iguales".
"La idea del comunismo es muy buena, pero no sabe pasar a la práctica"
P.- La trampa de la jerarquía.
R.- Sí. Tiene cierta contradicción en términos. La pena del comunismo es que no sabe pasar de la teoría a la práctica, a la puesta en marcha. Ya has visto tú Rusia y otros sitios.
P.- Hablemos de la economía virtual. Para muchos ciudadanos supone una abstracción, casi un esoterismo, una forma arriesgada de especulación. ¿Se puede confiar en las criptomonedas? ¿Tú tienes?
R.- Bueno, se espera que la cuarta revolución industrial en la que estamos inmersos lleve a una sustitución completa de nuestra economía por una economía digital-virtual. Yo mismo, hace un año o dos invertí en bitcoins y tripliqué a la semana.
P.- ¡Oh!
R.- El temor principal que rodeaba al sector digital-virtual se relacionaba con la falta de regulación y de seguridad del inversor. Pero la regulación ya se está atendiendo y está en las agendas del G8. Y la seguridad del inversor está más que afianzada por la tecnología blockchain. Es infalible. En cuanto alguien entra en el sistema, deja huella y es rastreable. No da pie a malas praxis.
P.- He leído que no tienes empresas, ¿es cierto?
R.- Es cierto. No tengo.
P.- Teniendo en cuenta tu biografía resulta un poco sorprendente. ¿Por qué?
R.- Porque prefiero la causa del sector público. Siempre he trabajado mucho más para el sector público que para el privado: la causa más amplia, más profunda, más inclusiva, aunque gradualmente tengo unas inversiones puestas en marcha y cuando den sus frutos tendré que pensar en crear algún tipo de empresita para ir multiplicando esos ingresos.
P.- Cuando hablamos de la crisis del neoliberalismo debemos hablar también de una crisis de valores. A menudo, desde la izquierda, se critica este modelo porque se le considera "amoral": todo se puede comprar y vender, todo está sujeto a un precio, todo se desboca, pudiendo poner en peligro la dignidad del ser humano. Pienso en los vientres de alquiler o en la cuestión del ecologismo.
R.- Totalmente. Es cuestión de hacer un estudio y apretar las tuercas en las áreas más desatendidas, en las que den pie a más libre albedrío y a prácticas dudosas. Creo que es compatible. Se necesita el contrabalanceo social, sin duda. Lo amoral aparece cuando hay falta de supervisión y es a lo que se está apuntado con nuestros nuevos reajustes. Se mantiene la base neoliberal pero más regulada. De acuerdo con el pensamiento keynesianismo, el intervencionismo moderado siempre hace falta.
P.- Dices en el libro que el principal reto económico actual sigue siendo reducir la brecha entre pobres y ricos. ¿Realmente ese 1% está interesado en que esto suceda, o siempre van a ejercer de tapón para no repartir el pastel?
R.- Claro, es que esta es una de las fallas del neoliberalismo. Se prometió oro y paja, y de todo, y sí, ha enriquecido a los ricos pero ha empobrecido a los pobres. Se ve muy bien en el caso de América Latina: el principal fallo del neoliberalismo -que ha producido un resurgir de la izquierda muy agresiva- fue que atendía bien a los problemas del desarrollo de la región, pero ignoraba totalmente el subdesarrollo en la región, que es lo que más hay. Esa brecha entre ricos y pobres se ha acrecentado y ha empeorado mucho la situación por debajo. Mira en Bolivia, que ha surgido en respuesta a esto el modelo económico social-comunitario-productivo, que ha dado resultados sin precedentes y se le llama "el milagro económico boliviano".
P.- ¿Sabes que cuando entrevisté a Richard Gere me habló de esto? Es un tipo budista y muy comprometido en causas sociales. Él decía que el capitalismo no funciona, que nunca ha habido más gordos en EEUU y también más gente hambrienta.
R.- Es eso justamente. Desarrollo y subdesarrollo. ¿Qué pasa con los desfavorecidos, qué pasa con las personas sin medios? Acaban más marginados. Hay que ayudarles y que no lo estén más. Hay también una gran brecha tecnológica que acentúa e incrementa esas desigualdades terribles.
"El neoliberalismo ha enriquecido a los ricos y ha empobrecido a los pobres, ese es su gran fallo"
P.- Alfonso, ¿es posible una banca ética? ¿Se puede triunfar en la banca siendo una persona empática?
R.- Sí. El sistema bancario es más resiliente últimamente, está más controlado. Ha mejorado el sistema y hemos quitado de en medio a esos criminales que te decía de cuello blanco, que fueron los que dieron pie, si me apuras, a la crisis 2007-2015. Esa mentalidad del Salvaje Oeste, el "todo por mi comisión, todo por mis bonus y piso al de abajo". "Si hay crisis en la empresa, recortamos por abajo y damos bonus a los de arriba". No, hombre. Tanto en tiempos de recesión como en tiempos buenos, los ricos ganan. Siguen ganando. Y los pobres siguen perdiendo. Esto tenemos que cambiarlo.
P.- ¿Puede llegar a un gran puesto directivo en un banco alguien que haya nacido en una familia pobre? ¿Hay un embudo social, una casta?
R.- Las personas valen por lo que valen ellas mismas. Ni de dónde vienes, ni de quién eres pariente, ni quién es tu hermana o hermano o madre o padre o primo. Puedes tener la mejor familia, muy bien asentada y demás, y resultar ser un cafre. O venir de una familia humilde, con pocos medios, y ser brillante y salir con las mejores notas, con la mejor mente. Creo en el logro personal. Creo en las calificaciones y cualificaciones necesarias para un puesto. Yo no busco a amigos, primos, ni a colegas para un trabajo: quiero personas aptas para la labor y dedicadas a la causa, sin intereses personales, sin tapujos escondidos ni nada. Estrictamente dedicados a la causa. Por eso le daría a alguien un trabajo yo, no por ninguna buena amistad. Eso produce muchos errores. En España lo hemos visto: la estructura del sistema bancario español era muy robusta, muy sólida, porque el Banco de España mantenía una relación muy próxima con todos sus bancos grandes, ¿qué pasó? Que la estructura del sector bancario, bien sujeta por esos bancos grandes y medianos, se fastidió, se empezó a tambalear y acabó colapsando por esa base más amplia de cajas de ahorros, de bancos pequeños y entidades bancarias politizadas. ¡Ni te cuento!
P.- Así que en este país se ha enchufado demasiado.
R.- La banca debería ser llevada por banqueros, la política por políticos, la sociedad por agentes sociales. En Canadá, si te fijas, cada uno de los ministerios lo dirige una eminencia de las diferentes áreas. Eso es lo que nos hace falta a nosotros. Yo a un experto en fontanería no lo puedo mandar al espacio. Pues lo mismo con la banca. No se puede poner a un político que está ahí para favorecer mis intereses personales y que no tiene demasiada idea, ¿comprendes? Ni de banca, ni de ética, ni de valores ni principios. De nada. El dinero es un medio, no un fin, pero para mucha gente es un fin. Tristemente es así. Después del amor, la principal causa de las peores atrocidades cometidas ha sido el dinero. Oscurece a la gente, nubla a la gente, distorsiona a la gente y hacen locuras por el dinero, sobre todo en el sector privado, donde el fuerte gana y el débil perece.
P.- ¿Qué opinión te merecen las donaciones, por ejemplo, de Amancio Ortega, tan criticadas por un sector de la izquierda? ¿Un Estado debe nutrirse de esos gestos altruistas o es preferible aumentar la presión fiscal?
R.- Estoy muy a favor de estas donaciones. Esos aprietes fiscales a la gente que tiene más dinero… pues bueno, deberíamos ser todos iguales, ¿no? No se puede quitarle más a uno porque tiene más ni restarle más al otro porque tiene menos. Si hablamos de igualdad y la equidad, el trato del Gobierno hacia las personas debería ser igual en todos los sentidos. Ahora bien: que los que tienen dinero quieran solidarizarse, y especialmente en sectores en los que hace mucha falta -como el de salud y educación, sin las cuales no se va a ningún lado-, deberíamos celebrarlo. ¿Tienen reparos en aceptar un hospital o maquinaria médica pero no en tocarle la puerta para quitarle más dinero? Si ese dinero lo van a convertir en bienes que hacen falta.
P.- ¿España es un país cainita? Hay un poco de esquizofrenia en este país, ¿no te parece? Conviven la aporofobia, el desprecio al pobre, con una enorme sospecha hacia el rico. Sociológicamente, parece que el que es rico ha llegado a serlo mediante malas artes. ¿Es España un país envidioso?
R.- Envidia y España… ¡ay! La envidia no lleva a ningún lado, sólo a sitios negativos y rocambolescos de la naturaleza humana. No favorece nada. Yo creo más en disfrutar de la vida de uno mismo que en vivirla pendiente de lo que tiene el otro o no tiene. España es un país envidiosillo, de mucho morbo, de "mira lo que tiene el otro, mira lo que ha conseguido". Eso es infértil, no lleva a ningún lado.
P.- En España tenemos ahora una líder que está dando mucho que hablar, hasta en medios internacionales. Ayuso. ¿Qué opinas de sus praxis?
R.- Sobre eso prefiero no opinar, perdón, Lorena. Cada uno propone su modelo personal, vale, pero quieran o no se van a tener que ceñir al marco en el que estamos ya metidos y conectados.
P.- ¿Es relevante que un país sea monárquico o republicano en el siglo XXI? ¿Cómo influye eso en su economía?
R.- Tampoco quiero opinar de esto (ríe).
"Felipe González ha sido el mejor animal político que ha tenido España"
P.- Hablemos de economías sumergidas. ¿Estás a favor de la legalización de las drogas o de la prostitución, que mueven muchísimas cantidades de dinero?
R.- Preferiría no tocar estos temas mucho, aunque la economía sumergida que ha surgido a través de la crisis Covid y demás, economías sumergidas colaborativas, economías subyacentes, economías asociativas, etc, me parecen muy útiles. Proporcionan una subbase a la base económica muy buena. La regulación de todo ello podría llevar a un entendimiento de fuerzas entre los dos tipos.
P.- ¿Quién ha sido para ti el mejor presidente de España desde la democracia hasta ahora?
R.- Uy… no…
P.- Venga, Alfonso, ¡en términos económicos, hombre…!
R.- (Ríe). Pues Felipe González. Aparte del mejor animal político que ha tenido España, también ha sido uno de los mejores animales económicos. Adolfo Suárez produjo esa Transición tan modélica -gracias al Rey, impulsada por el rey Juan Carlos I-, una Transición admirada y estudiada en el mundo entero, y González le proporcionó esa pista de despegue a España con la ola del socialismo que se esparcía por toda Europa hacia el exterior. Conectó España a Europa y al mundo.
P.- ¿Y el peor?
R.- Prefiero no…
P.- En términos económicos…
R.- (Sonríe). Igual Zapatero no se dio cuenta.
*Alfonso Zurita Borbón acaba de publicar el libro Neoliberalismo reset: el paradigma neoliberal se tambalea ante el advenimiento de una nueva era económica (Ed. Almuzara).
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