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Antes de morir por Covid con sólo seis días de diferencia, Igor y Grichka Bogdanov habían ido convirtiendo sus rostros en máscaras alienígenas a fuerza de botox y hormona del crecimiento. Los que fueron estrellas galácticas de la televisión, la ciencia y la extravagancia veían cómo ni siquiera su metamorfosis evitaba que declinara la magnitud de su brillo. Acusados por "fraude a una persona vulnerable"que acabó suicidándose, iban a ser juzgados a finales de enero.
En otro tiempo nunca les faltó el dinero. Nacidos con una cuchara de oro en la boca en un château francés, descendían de las aristocracias austriaca y rusa. Su abuela materna, la condesa bohemia Bertha Kolowrat-Krakowská, casada con un miembro de la casa principesca Colloredo-Mannsfeld, conoció en un concierto al tenor afroamericano Roland Hayes, de quien se acabó quedando embarazada. Perdió su reputación en la sociedad europea, el acceso a sus cuatro hijos mayores y a sus palacios en Berlín y Praga. El escándalo forzó a Bertha a dejar su país en 1925 y se instaló en el castillo gascón de Saint-Lary (Francia) con su bebé Maya Dolores Franzyska Kolowrat–Krakowská.
Con el tiempo, Maya se casó con Youra Mikhailovich Ostasenko-Bogdanoff, pintor descendiente de emigrados rusos y criado en Madrid por el príncipe georgiano Irakli Bagration-Mukhraneli, que estaba casado en terceras nupcias con la infanta María de las Mercedes de Baviera y Borbón, sobrina de Alfonso XIII. Los Bogdanoff descendían de un clan tártaro musulmán originario de Penza (Rusia), que se convirtió a la ortodoxia en el siglo XVII y fue recompensado por el zar Fiodor III con un título nobiliario.
En 1949, Maya Kolowrat–Krakowská tuvo a los gemelos heterocigóticos Igor y Grigory "Grichka" en su castillo de Saint-Lary. Fueron criados por institutrices y tutores en medio de las 15.000 obras de la biblioteca de la abuela Bertha, a la que llamaban Issenne y que era una apasionada de la astronomía.
Invitaba a artistas y autores que participaron en la educación de los hermanos, a quienes la abuela les leía el futuro en las hojas de té y los animaba a convertirse en eruditos. Con un coeficiente intelectual estratosférico, los gemelos Bogdanoff tenían síndrome de Asperger. A los 8 años, Grichka aprendió los 100 primeros decimales de Pi.
Eruditos y políglotas
Azuzados por la abuela, estudiaban con inagotable curiosidad asteroides y cometas, los bólidos ardientes que dejaban estelas de fuego en la oscuridad del cielo. Las estrellas alumbraban la curiosidad de los gemelos. Devoraban todo aquello que pudiera ampliar sus conocimientos y abismo tras abismo se les revelaba toda la comprensión del mundo. Políglotas desde la infancia, dominaban el francés, alemán, ruso e inglés. Tenían el juicio de personas mayores e imaginaron que llegarían a ser famosos.
Cuando terminaron el bachillerato, dejaron el castillo familiar para establecerse en París. A los 15 años aprendieron a pilotar un planeador, luego un avión y un helicóptero con el que sobrevolaban la costa vasca con su pequeña hermana Véronique. Estudiaron matemáticas aplicadas en la École Pratique des Hautes Études y se forjaron una carrera como divulgadores científicos. En 1976, el gran filósofo Roland Barthes prologó el libro Claves de la ciencia ficción que los gemelos publicaron a los 28 años.
Para promocionarlo, Grichka telefoneó una y otra vez a la dirección del canal de televisión TF1, hasta que el presentador del telediario 13 Heures, Yves Mourousi, los invitó al programa. Sorprendido por la actuación de los gemelos, Mourousi les ofreció un espacio dedicado a robots y extraterrestres dentro su programa dominical Bon appétit. Fue el trampolín. En 1979, ya dirigían y presentaban Temps X, el primer programa de ciencia ficción de la televisión francesa.
Con un decorado de nave espacial, trajes futuristas, look asexual y un ligero acento ruso, hablaban sobre el tren del futuro, la inteligencia artificial, la astronomía o los ovnis. Si no todo el mundo era fan de estos clones de circo, se convirtieron en rock stars de las pseudociencias. Durante nueve temporadas mostraron objetos de la vanguardia tecnológica como máquinas de traducción o una "astrocomputadora" para hacer la carta astral. Se convirtieron en iconos de la subcultura pop de los años 80, que ahora es kitsch.
Nostálgicos de su Gascuña natal, en 1986 compraron el castillo Esclignac, en Monfort. Construido en el siglo XI, ahora está tan deteriorado que amenaza ruina. Desaparecieron de las pantallas durante diez años para escribir libros (con el apellido de Bogdanov desde principios de los 90).
Un episodio particularmente turbio en sus carreras comenzó en 1991, cuando publicaron Dios y la ciencia (Editorial Debate), un libro basado en conversaciones con el filósofo francés Jean Guitton. Fue un éxito de ventas, pero el astrofísico de la Universidad de Virginia Trinh Xuan Thuan los demandó por plagio de su obra The Secret Melody: And Man Created the Universe.
¿Eran estrellas intergalácticas o plagiarios? Tanto daba, el público siguió admirando a estos gemelos genialoides que, a su vez, se admiraban entre sí. Grichka aseguraba que cuando tenían 11 años, distintos tests les revelaron que eran del 0,01% de la población con un cociente de inteligencia superior a 190.
Durante la redacción del libro Dios y la ciencia, los hermanos expusieron una teoría de la llamada singularidad inicial antes del Big Bang, el punto infinitamente denso e infinitamente caliente en el que el espacio y el tiempo se comprimieron y comenzó el universo. Ahí es donde quiebra la física normal. Volvieron a la universidad para cursar el doctorado y empezó su metamorfosis física.
Su éxito algo había tenido que ver con su belleza mestiza; ahora evolucionaban de forma inquietante y caricaturesca. Nunca aclararon el motivo de su transformación. "Sólo podemos salir de la ambigüedad en nuestro detrimento", decían citando al cardenal de Retz. Algunos dijeron que padecían acromegalia, una rara enfermedad hormonal que cursa con un aumento anormal del tamaño de los pies, las manos y deformidad del rostro. El crecimiento en sus labios y barbilla continuó sin cesar durante años. Su aparición en el Festival de Cine de Cannes de 2010 causó revuelo. Ellos mismos decían tener una "cara extraterrestre".
En 2019, en el programa Touche pas à mon poste, Igor y Grichka bromearon sobre el supuesto origen de su metamorfosis: en la década de 1990 habrían sido conejillos de indias de un laboratorio que les habría modificado el rostro por radiación para protagonizar un anuncio futurista. Según su amigo el filósofo y exministro Luc Ferry, era "un abuso del bisturí y el botox" en busca de la eterna juventud. El cómico Laurent Gerra lo resumió así: "Terminadas las tesis, ¡pasemos a las prótesis!".
Era una alusión al revuelo mundial que produjo la publicación de sus tesis doctorales, que desarrollaban una conexión matemática entre la temperatura infinita y el tiempo imaginario para sondear el estado del universo en sus inicios. Hasta el New York Times, el Chronicle of Higher Education o Nature se hicieron eco de lo que se llamó el "Escándalo Bodganoff", que puso en duda el sistema de revisión por pares (peer-review) vigente en las investigaciones publicadas por prestigiosas revistas científicas. Los gemelos pretendían explotar algo llamado en la teoría cuántica de campos "la condición de Kubo-Schwinger-Martin"(o, más comúnmente, un estado KMS). Se trata de un objeto matemático capaz de describir las propiedades de un sistema en equilibrio térmico (no pregunten).
En las tesis había oraciones como esta: "Sugerimos que el (pre) espacio-tiempo está en equilibrio termodinámico en la escala de Planck y, por lo tanto, está sujeto a la condición KMS". Incluso los físicos se preguntaban qué significaba eso que era "tan imposible de leer como el Ulises de Joyce", según Frank Wilczek, físico del MIT.
En 2002, el New York Times dedicó un reportaje con llamada en portada al caso Bodganoff. ¿Las supuestas aplicaciones de los gemelos de la teoría cuántica para comprender los procesos en los albores del universo eran un engaño perpetrado contra la comunidad física? Los académicos denunciaron que el lenguaje pretendidamente científico era solo una apariencia detrás de la cual se escondía la ignorancia de la física básica. Los gemelos habrían logrado un "Sokal", el nombre del físico que logró publicar en 1996 en la prestigiosa revista Social Text un artículo supuestamente científico que en realidad era un galimatías sin ningún sentido.
Tanto en la prensa generalista como en las revistas especializadas, los científicos debatieron sobre si los hermanos Bogdanoff eran realmente genios, un par de Einsteins con una nueva visión del momento antes de que comenzara el universo, o simplemente habían perdido la cabeza y decían tonterías. Daniel Sternheimer, profesor de los Bodganoff y matemático del CNRS, el centro francés de investigación científica, describió a los gemelos como obstinados "niños prodigio con un coeficiente intelectual muy alto, que tienen dificultades para entender que no son los hermanos Einstein y son propensos a dispararse en el pie con especulaciones vagas y un estilo impresionista. Enseñarles era como enseñar a My Fair Lady a hablar con acento de Oxford".
Le Monde citó a Alain Connes, ganador de la Medalla Fields de 1982: "No necesité mucho tiempo para convencerme de que están hablando de cosas que no dominan". En el New York Times los físicos David Gross, Carlo Rovelli y Lee Smolin consideraron que los artículos de Bogdanoff eran absurdos. El premio Nobel Georges Charpak declaró que la aportación de los Bogdanoff a la ciencia era "inexistente". La opinión general era que la teoría de los gemelos sobre "el campo topológico de la singularidad inicial del espacio-tiempo"estaba plagada de afirmaciones sin sentido y tomaría demasiado espacio enumerar todos los errores porque era difícil decir dónde terminaba un error y comenzaba el siguiente.
Ante ese tsunami de impugnaciones que tildaba sus tesis como fraudulentas y a sus autores como payasos o magufos que promovían y comerciaban con fenómenos paranormales o pseudocientíficos, los gemelos hicieron un intento por apagar el fuego: "Las tonterías por la mañana pueden tener sentido por la noche", declararon pensando en los primeros físicos que hablaron de dimensiones adicionales, materia oscura o universos múltiples.
Las tonterías por la mañana pueden tener sentido por la noche
Consiguieron algunos apoyos relativos. El Nobel de Física Frank Wilczek declaró: "Sería muy cuidadoso antes de llamar absurdo a algo, especialmente si no lo entiendo". Su colega Roman Jackiw comparó la física moderna con el arte moderno: "Una persona mira una obra de arte y dice que es un galimatías; otra persona mira y dice que es maravilloso''. Daniel Sternheimer calificó la disputa como "una tormenta en una taza de té. No merecen ni tanto interés ni tanto odio". "Lo que han escrito los Bodganoff parece mostrar que no son mejores pero tampoco peores que varios físicos teóricos amigos nuestros que a menudo usan terminología matemática que no dominan", dijo Robert Coquereaux, director de investigación del CNRS.
Apoyo de algunos científicos
El físico catalán de partículas elementales Luis González-Mestres, miembro también del CNRS, que escribió El Enigma Bogdanoff, afirmó que las hipótesis de los gemelos sobre la "fluctuación de la métrica del espacio-tiempo tiene un interés cierto". Peter Woit, matemático y físico de la Universidad de Columbia, dijo sobre la teoría de los hermanos que aunque "científicamente parece una tontería más o menos completa, en estos días eso no lo distingue mucho del resto de la mecánica cuántica". Se refería a que la comprensión de la singularidad previa al Big Bang es un asunto tan misterioso para los propios científicos que suele ser un territorio propicio a las especulaciones.
En Le Parisien, el periodista Philippe Vandel les echó otro capote: "Como su último libro vendió 200.000 copias, una hazaña para una obra sobre los orígenes del universo, los investigadores mal pagados se han puesto verdes de envidia porque por lo general son leídos por de 4 a 500 personas. Algunos tienen 500 lectores, otros 4".
En 2005, los Bogdanoff se convirtieron en catedráticos de Cosmología de la Universidad de Belgrado y dirigieron el Laboratorio Megatrend. También volvieron a la televisión con dos espacios para France 2, Rayons X y A deux pas de future. Siempre cerca del poder desde Mitterrand, les daba igual quién fuera el presidente. Estuvieron en la investidura de Macron como antes gravitaron en la órbita del clan Sarkozy. Pierre, el hijo rapero del expresidente, era su amigo, "a veces me llama a las 3 de la mañana para hablar sobre los orígenes del universo", contó Grichka al Nouvel Observateur.
En 2018, los hermanos se vieron envueltos en otro asunto turbio. Durante una cena conocieron a Cyrille Pien, un acaudalado exhotelero de 54 años y frágil perfil psicológico. Fascinado, o engatusado, por el dúo, Pien financió la película Noni Le fruit de l'espoir de Alain Williams, en la que los dos hermanos tenían un papel. Después, según la fiscalía, no pararon de desplumar al pollo con negocios disparatados que supusieron continuas retiradas de efectivo. Hasta que el banco bloqueó las operaciones y emitió un informe: "El señor Pien ha cambiado radicalmente su comportamiento en los últimos meses y parece estar bajo ciertas influencias. Desde entonces, ha realizado grandes e inusuales transacciones de débito en frecuencia y monto. Tememos, dadas sus explicaciones, que sea víctima de un fraude".
Cyrille Pien fue puesto bajo tutela judicial y perdió la patria potestad sobre su hija menor. Se suicidó arrojándose desde los acantilados normandos de Étretat. Los gemelos fueron procesados por "fraude a persona vulnerable"."Somos víctimas de una realidad paralela", dijo Grichka al diario Le Parisien. El juicio ante el Tribunal Correccional de París estaba previsto para este enero.
El hostelero se suicidó arrojándose desde los acantilados normandos de Étretat.
El 28 de diciembre, Grichka murió de Covid en el Hospital Georges Pompidou. "No se conformaba con soñar con las estrellas. Él mismo era una estrella", escribió su agente Damien Nougarede a través de Twitter. Seis días después, en la tarde del 3 de enero, murió Igor. Ninguno de los dos se había vacunado contra la Covid. Su amigo Luc Ferry, dijo a Le Parisien que no eran antivacunas, pero "al ser muy atléticos, no tenían ni un gramo de grasa, pensaban que era inmunes y que la vacuna era más peligrosa que el propio virus".
Los hermanos tenían entre manos un nuevo proyecto: "Trabajamos con un laboratorio no en la inmortalidad, sino en la extensión de la vida", reveló Grichka. También preparaban la secuela de su mayor éxito literario, Dios y la ciencia, para lo que planeaban involucrar al Papa Francisco. "Su manuscrito estaba muy avanzado. Llevaban años trabajando en él. Yo mismo entregué una carta y el primer libro, Dios y la ciencia, en italiano, al Papa en Roma", ha revelado su agente, Damien Nougarede.
Cuando se habla de estos gemelos, su nombre siempre se menciona en segundo lugar, primero el apellido. No hay dos historias, sólo una para dos. Nacieron con cuarenta minutos de diferencia, lo compartieron todo: el éxito, el escándalo y la decadencia y juntos (casi) murieron de la misma manera y de la misma fe. Fueron un caso raro: investidos de todas las ventajas de los gemelos, una resonancia física, intelectual y moral, no sufrieron el inconveniente de que ninguno proyectara sombra sobre el otro. La abuela Issenne les transmitió el "alma eslava"que les llevó a vivir con pasión y exceso. Hasta el final.
Los amores de Igor
Grichka no se casó ni tuvo hijos; Igor dio el "sí, quiero"en tres ocasiones y fue padre de seis hijos. Su primera esposa fue la actriz Geneviéve Grad, después vino la condesa Ludmilla d'Oultremont y, finalmente, Amélie de Borbón-Parma, cuya familia es la casa reinante del Gran Ducado de Luxemburgo. Hija de Miguel de Borbón-Parma, último marido de María Pía de Saboya, esta escritora francesa es descendiente de Luis XVI y María Antonieta y prima del rey Felipe.
Igor y Amélie se casaron en 2009 en el Château de Chambord, que suele alquilarse para eventos por 150.000 euros. La pareja no tuvo que pagar un céntimo porque el tío abuelo de la novia cedió el castillo al Estado en la década de 1930 y el administrador no pudo por menos que ofrecérselo gratis. Cientos de invitados se sumergieron en un vórtice del tiempo, versión renacentista. Antes de la cena, en la capilla de Chambord, el ensemble Sorbonne Scholars tocó clavecines y laúdes mientras, Sieur Sausin, un chef de cocina histórica, asaba la carne. Con Amélie Igor tuvo dos hijos. Se divorciaron en 2018.