Mikel Sánchez (Vitoria, 1956) sonríe cuando se le pregunta por los muchos pacientes famosos que ha tratado a lo largo de su carrera profesional, desde el rey emérito a Rafael Nadal, pasando por media plantilla de cada equipo de fútbol, baloncesto y balonmano del País Vasco. No niega que han acudido a su consulta -las fotos están ahí-, pero advierte que no va a comentar las lesiones que les llevaron allí: "Esto es como cuando tienes un Ferrari; enseñas el coche, pero no dices las veces que lo has tenido que llevar al taller".
Eso sí, este traumatólogo que al que le han ofrecido irse fuera "muchísimas veces" y que es un enamorado de su tierra -"El hijo que tengo más lejos, lo tengo en Leiza", ríe- trata igual a todos sus enfermos, que han sido muchos y de muy diversos estratos políticos y sociales. "Ante todo, médico", recalca.
Uno de sus tratamientos estrella no involucra instrumental ni quirófano, sino un bien que cada paciente lleva consigo: su sangre. Sánchez es pionero en la utilización de plasma rico en plaquetas (PRP) en el aparato locomotor.
Lo empezó a utilizar por insistencia del dentista Eduardo Anitua, al que conoce hace muchísimos años y que diseñó la formulación más eficaz actualmente, y lo utilizó por primera vez en traumatología con un futbolista de las categorías inferiores del Athletic de Bilbao que llegó a ser profesional a posteriori.
Antes, una primera constatación de que no sólo servía para mejorar la evolución de los implantes dentales, que era como lo usaba el odontólogo alavés. Lo probaron primero con Petra, una mujer con un "agujero en la rodilla" a la que nadie quería tratar. Después de eso, unas pobres ovejas del caserío de sus aitas [padres en euskera] fueron las siguientes en probarlo. "Les hacíamos de todo en la mesa de ping pong, había muchas preguntas que responder, pero se recuperaban de maravilla".
Ahora el PRP se administra a muchísimos pacientes de la Unidad de Cirugía Artroscópica (UCA) -tres días por semana- y también a gente que viene de fuera, también del extranjero. Sánchez sólo se lamenta de algo: "Anda que es difícil operar a un paciente virgen [ríe]". La mayoría de sus enfermos -él calcula que entre un 70 y un 80%- acuden a Vitoria en busca de una segunda opinión. El resultado, visto lo visto y su lista de espera, les debe de satisfacer.
Pregunta.- Usted estudió la carrera en Francia, adonde se exilió su familia cuando usted tenía 13 años, ¿cómo hizo para ejercer en España? ¿Tuvo que volver a cursar Medicina aquí?
R.- Fue una tortura la convalidación de mi título, 11 meses de papeleo. Era la primera carrera de Medicina que se convalidaba en la Universidad del País Vasco. Tuve que presentar todas las asignaturas y me las fueron convalidando una por una. Había tres asignaturas [Inglés, Medicina legal e Historia de la medicina], que había aquí y no allí y esas las tuve que cursar. Me examiné de esas tres. Pero lo peor fue el tema burocrático. Aquí hice los cursos de doctorado, imagínate, todo al revés que el resto de la gente, que estudia aquí y se especializa en el extranjero.
P.- ¿Y había médicos en su familia?
R.- ¡Ni uno! ¡Ni un médico! Y de mis hijos [tiene cuatro], tampoco. Al que más se podía haber acercado, que es biólogo, yo creo que le disuadió verme meter tantas horas y hacer tantas guardias [ríe].
P.- ¿Por qué se decidió por Medicina y por la traumatología, que dicen que es un poco la especialidad más bruta?
R.- A mí me encantaba la medicina clásica. En Francia hay que estudiar mucho y así lo hacía. Pero a partir de cuarto de carrera, decidí pasar las mañanas de los veranos que venía a Vitoria haciendo prácticas en el Hospital Santiago, para aprender castellano. Ten en cuenta que el que yo hablaba era casi como el de los niños, todo lo técnico lo había aprendido en francés. Así que aprendí así el vocabulario médico y de paso iba rotando por los distintos servicios. Al final de la carrera, estuve en Traumatología con el equipo de Jaime Rojo y pensé: "Esto es mucho más divertido para alguien enredador como yo".
P.- Hasta 1993 fue un traumatólogo exitoso en la sanidad pública, pero lleva casi 30 años en la privada. Lo primero, ¿por qué el cambio? Lo segundo, ¿echa algo de menos de la sanidad pública?
R.- Yo era un enamorado del Hospital Santiago y allí fue donde aprendí a ser médico de verdad, médico de pacientes. Pero empezaron las novedades dentro de la Traumatología. Yo empecé a meterme en la artroscopia de muy jovencito. Viajaba mucho y aprendía muchas cosas y no se podían poner en marcha allí, porque descoordinarían todo el servicio, por una cuestión de número de personas y de presupuesto. No se ampliaban plazas y estaba desbordado. Fue progresivo, empecé por las tardes en la Policlínica para hacer ese tipo de cirugías, porque en el hospital venían los accidentes de tráfico y ese tipo de lesiones y todas las cosas nuevas no encajaban. Pero sí echo mucho de menos la pública; por eso he hecho este equipo. Somos un montón de médicos aunque sea menos rentable para mí y para la organización. Pocos traumatólogos han montado un equipo que funcione como la pública en la privada, pero lo que he hecho yo aquí no se puede hacer en la pública.
"Echo de menos la sanidad pública, pero lo que he hecho yo aquí no se puede hacer en un hospital público"
P.- Su especialidad es la rodilla. ¿Por qué una articulación tan pequeña da tantos problemas?
R.- Es que es una articulación compleja. Las hay más complejas, como la muñeca, pero no son de carga. La rodilla es de carga y tiene muchos compartimentos diferentes, hay muchos ligamentos y hay meniscos, es muy compleja y hay muchas cosas que se pueden estropear.
P.- Siendo tan compleja, a lo mejor no es fácil dar consejos generales para mantenerlas sanas, aunque quizás nos pueda dar alguno...
R.- Hay dos cosas que son fundamentales. La primera es hacer ejercicio. Al contrario de lo que dice la gente, el ejercicio no gasta, lo que gasta es romperte algo haciendo ejercicio. Y el segundo consejo es mantener el peso adecuado.
P.- ¿Pero podría ser un poco más específico? ¿Cuánto ejercicio?
R.- No se sabe exactamente, igual que no se sabe lo que hay que comer. Estamos hechos del mismo material que los animales, no dejamos de ser un animal, somos igual que un perro. Los animales en la vida salvaje están haciendo ejercicio permanentemente, no están compitiendo ni luchando entre ellos todo el rato, pero están andando y moviéndose permanentemente. Si tú ves un perro domesticado que ha cogido sobrepeso porque no le sacan mucho, te darás cuenta de que tiene artrosis igual que nosotros. Hacer ejercicio, mantenerse delgado, tener una alimentación correcta es lo fundamental.
P.- Usted es experto en cirugía artroscópica que, si no he entendido mal, consiste en poder operar las articulaciones sin abrir. ¿Qué diferencia hay entre una operación de rodilla de hace 20 años y una actual?
R.- La revolución en la cirugía de rodilla fue la artroscopia. Pudimos ver cómo es una rodilla normal y qué es lo que pasa cuando duele. Lo siguiente que ha cambiado son los procedimientos quirúrgicos; antes, para arreglar un ligamento que se rompía tenías que abrir la rodilla como un melón y romper otras cosas como tendones y músculos para poder llegar. Ahora arreglamos lo mismo sin hacer ningún destrozo previo. Eso ha acortado mucho el tiempo de recuperación. Antes si un futbolista no profesional se rompía un ligamento cruzado, que es lo más normal, arreglarlo era complicado, porque todo lo que se cortaba tenía que cicatrizar. Si alguien de más de 30 años se operaba el ligamento cruzado, era factible que no fuera capaz de recuperar esa rodilla. Eras viejo para operarte un cruzado con 35 años. Con la artroscopia da igual la edad.
P.- ¿Y cuánto tarda la recuperación de una operación de rotura de ligamento?
R.- Son seis meses. Hay deportistas que podrían jugar antes, pero no les dejamos por el riesgo de que se vuelvan a estropear. Tiene que madurar y cicatrizar bien el ligamento dentro de la rodilla, porque hasta que no lo consigue tiene menor resistencia que un ligamento normal y con un golpe menor se puede volver a romper. Al tercer mes si les dejas podrían hacer muchas cosas. Eso sí, del hospital se sale al día siguiente. Así, lo que ha mejorado con el tiempo es la cantidad de gente a la que se puede operar. Antes sólo operábamos a los que de verdad necesitaban hacer deporte. Ahora se opera el cruzado hasta a los niños. En el equipo hemos incorporado a Gorka Knörr, que se dedica a la cirugía pediátrica, cuando antes decíamos que no debían operarse hasta que no acabaran de crecer. Aquí hemos sido más propensos a intervenir, eso sí.
"No hay deportes que no se puedan practicar a determinada edad, lo que no hay que hacer es competir"
P.- ¿Cuáles son las lesiones más comunes en la rodilla?
R.- La rotura del menisco, que son como los amortiguadores, la de los ligamentos y las lesiones de cartílago, la ternilla blanca que forra todos los huesos que es lo que hace que se muevan sin nada de fricción. Ahora para arreglar todo eso no tenemos que abrir. Lo más complicado de abordar son las lesiones de cartílago, que se pueden dar por mal uso, por demasiado uso o, por ejemplo, si te has operado del menisco, el cartílago puede sufrir con los años. Y ahí ha sido una revolución el plasma rico en factores de crecimiento.
P.- ¿Cuáles son los riesgos de la obesidad para las articulaciones? ¿Puede alguien con sobrepeso hacer algo para cuidar sus articulaciones, más allá de adelgazar?
R.- Cuando haces un deporte de contacto extremo es malo aunque seas delgado porque hay una sobrecarga extrema puntual de las articulaciones y ese cartílago sufre. Pero si tienes sobrepeso esa sobrecarga es permanente. En todos los tejidos hay un equilibrio entre lo que estropeas y lo que eres capaz de fabricar. Con el sobrepeso, sometes a un estrés permanente al cartílago en el que estropeas más de lo que eres capaz de fabricar. Rompes ese equilibrio y se va deteriorando esa articulación. Para prevenir esto, tú tienes que estimular el que se fabrique más para equilibrar lo que gastas y lo que fabricas. Con el ejercicio moderado repetido nutres mucho mejor al cartílago y los meniscos, estimulas la fabricación y vuelves a mantener ese equilibrio.
P.- Perdone, ¿ha dicho que los deportes de contacto extremo son malos? Pero si muchos de sus pacientes los practican.
R.- ¡Pues por eso lo sé! [ríe] La competición es mala.
P.- Entonces, ¿recomienda hacer ejercicio, aunque no se busque adelgazar?
R.- Tiene los dos beneficios, con el deporte quemas grasa y te ayuda a mantener el peso y además estimula las articulaciones, tal y como pasa en el mundo animal.
"Yo a mis pacientes les digo que al fútbol sólo hay que jugar si vas a ganar mucho dinero con ello"
P.- A veces cuando una persona se hace daño en la rodilla o en otro sitio después de hacer deporte, se dice que "ya no tiene edad" para hacerlo. ¿Hay algún deporte que se deba dejar de practicar a partir de los 40 años, por poner una cifra?
R.- No es cuestión de practicar, ese es otro error. Lo que no se debe hacer es competir. No es lo mismo. Imagínate subir al monte, es buenísimo a cualquier edad, pero si dices: "Voy a hacer los tres grandes y mañana 60 km de carrera en el monte". Pues eso es lo que ya pasa a ser malo, cuando quieres ganar a los demás y sobrepasar tus límites, que al final lo que quieres es demostrar que eres mejor que otro y al final llegas al límite de tu resistencia. La gente tiene que entrenar para lo que quiera hacer. Un cuarentón que juega el partido de navidad con la empresa es malo porque no ha estado entrenando todo el año y ese día somete a su cuerpo a un estrés al que no está acostumbrado y ese estrés lo soporta mejor alguien de 18 años que alguien de 50 y esa es la diferencia. Luego hay deportes que de por sí son malos como el fútbol, que es una batalla donde tienes que ganar al rival, te das patadas, haces entradas… Yo siempre les digo a los pacientes que tiene que jugar fútbol sólo el que gana mucho dinero con ello. Son deportes que te ponen en riesgo alto de lesionarte, como esquiar.
P.- ¿Y qué opina de la moda de correr maratones?
R.- Es lo mismo, es ponerte al límite de tu resistencia. Hay gente que biológica y genéticamente está preparada para hacer maratones, pero no todo el mundo. cuando todos quieren hacer eso... para eso hay que hacer un plan de entrenamiento que tiene que ser individual y para eso están los médicos del deporte. Pero lo que no es bueno es decir: "Voy a correr los fines de semana y me voy a la maratón de Nueva York". ¡A algunos les ves en la tele y llegan medio muertos! No es que no sea bueno correr la maratón de Nueva York, sino hacerlo sin la debida preparación.
P.- ¿Y los deportes más blandos que se han puesto de moda, tipo pilates?
R.- Es mejor que nada. Al final haces estiramientos y todo lo que sea hacer algo de gimnasia es bueno. Mejor que una butaca, seguro.
P.- Usted es conocido por haber tratado mucho a futbolistas y otros deportistas de élite, que a veces son personas que valen mucho dinero para sus equipos y significan mucho para los aficionados. ¿Siente alguna presión especial al saber que muchos ojos y carteras están pendientes de su trabajo?
R.- Es más estresante. La parte buena es que se curan más fácil que la media, porque alguien que llega a la élite tiene una predisposición no sólo técnica, sino biológica. La resistencia que tiene un jugador de fútbol de primera división no tiene nada que ver con la de una persona de la calle. Biológicamente son mejores. Recuperar mejor la musculatura, la movilidad y tienen más capacidad de sufrir en su recuperación. Son más disciplinados porque les va la vida en ello.
P.- ¿Y recuerda el primer famoso que operó?
R.- El primero fue Mikel Kortina, que jugaba en el Athletic y al que tuve que operar de un ligamento cruzado. Fue un estrés tremendo, nunca había operado a un deportista de primera división. Antes le había operado otro. Salió todo bien, pero mucho estrés.
P.- ¿Y el trato es el mismo? Hábleme, por ejemplo, del gran ídolo nacional que es Rafael Nadal.
R.- ¡Qué te voy a decir [ríe]! Nadal vino porque estaba fastidiado y se curó. Le tratamos como a los demás. ¿Que si se tiene un trato distinto? Es complicado, pero intento que no. Por ejemplo, los deportistas de élite pagan lo mismo, lo único diferente es que no esperan la cola, no pueden esperar un mes y claro, yo tengo lista de espera. Si se rompe un jugador le tienes que ver en cualquier momento, porque se te echa todo el mundo encima. El trato es igual. Yo intento abstraerme de quién es porque si no puede que no hagas lo que harías normalmente. La presión es la misma que cuando operas a un hijo y sé de lo que hablo porque he operado a los cuatro, que me han salido muy deportistas. ¡Hasta a mi mujer he operado!
P.- En su clínica trata a todo tipo de pacientes privados. ¿Opera a gente de todas las edades?
R.- Sí, pero opero a más gente mayor. Ahora alguien de 60 años es joven y muchos son activos, con lo cual se estropean los hombros, las rodillas o los tobillos. Ahora la gente mayor no es vieja; hace dos o tres generaciones a los 60 se era viejo, no mayor. Ahora a los 60 no hay viejos. Ahora es viejo el que quiere, la vejez está en la cabeza, hay gente de 70 que esquía o va en bici o visita una ciudad a pie.
P.- Le llaman el mago de la rodilla, ¿qué tiene su clínica que no tengan otras?
R.- ¡No me gusta nada ese apelativo! ¡Hay muchos como yo! Pero si tengo que contestar a esta pregunta, yo diría que la diferencia de nuestro grupo de trabajo con la media no es que estemos por encima de otros, es que hemos estado siempre a la última de las novedades de la especialidad. Yo estuve en el primer grupo de traumatólogos que hacían artroscopias, ahora llevamos años utilizando la impresión 3D, que permite hacer prótesis muy personalizadas y simular la cirugía antes de llevarla a cabo. Es algo que ahora se está poniendo de moda y nosotros llevamos 11 años. La diferencia es que cuando parece que algo va a funcionar nosotros ya estamos allí, siempre hay uno de nosotros que se mete en ello. Somos más curiosos.
P.- ¿Y estos avances luego se van implementando en el resto de centros o incluso en la sanidad pública?
R.- Tradicionalmente, hemos sido un poco tímidos, pero la verdad es que sí. Recuerdo un congreso en Suiza en el que hizo una exposición el profesor Jackson, una eminencia de la Universidad de Texas que ya falleció. Salió con el instrumental para operar la rodilla que había diseñado yo. Se lo dije y le hizo mucha ilusión porque él no sabía quién había inventado eso. Pero nosotros no hacemos publicidad. Respecto a la implantación en la sanidad pública, el problema de los hospitales grandes públicos es la organización y el sistema y no lo digo como crítica. Imagínate, aquí se me ocurrió trabajar con el 3D porque vi que había un japonés que lo hacía, como pasó. Uno de mi equipo lo vio y al mes siguiente yo había comprado una impresora 3D. Si esto me pasa en el hospital -y por eso lo dejé, porque soy muy impaciente- hubiera tenido que ir al jefe de Servicio, él a Compras, Compras a no sé quién, hasta conseguir que me dieran permiso. Si se logra, no puedes elegir tú qué quieres comprar, tienes que solicitar presupuestos. ¡Así pasan dos años y ya dices "que le den dos duros"! Al final, los avances acaban llegando a la pública, cuando ya se imponen por narices.
P.- Hablando de uno de sus procedimientos estrella, el uso de plasma rico en plaquetas. ¿Esto tampoco ha llegado a la sanidad pública? Porque parece que funciona muy bien...
R.- Depende de regiones y hospitales, aquí en Vitoria no se aplica, pero sí se hace en el Hospital Alto Deba. No hay ningún fundamento. Mi opinión personal es que da miedo a las instituciones no poder controlar el volumen de trabajo. Lo digo como una justificación de que no es porque no y ya está. Si ahora se generalizara el uso de plasma, se administraría esto permanentemente. Imagínate, el médico te dice que te va a poner una prótesis y el paciente contesta: "Mejor ponme primero esto del plasma porque mi vecina se ha curado con eso y no se ha tenido que operar". Nadie se operaría y no pueden calcular el volumen de trabajo, aunque sea más barato y más fácil que insertar prótesis. Tú eres gerente y te preguntas por cuánto vas a multiplicar el volumen de trabajo, cuántos médicos vas a necesitar, cuántas enfermeras y prefieren decir "esto es así y ya está". Por eso las grandes novedades cuesta mucho introducirlas. Nosotros estamos continuamente experimentando diferentes protocolos. Probamos a administrar el PRP dentro del hueso y vimos que mejoraban pacientes que antes no respondían y ahora la administración intraósea se ha extendido en todo el mundo. También hemos visto que mejora el manejo de las lesiones en los nervios.
P.- Por lo que me va contando, usted trata a pacientes y también investiga. ¿Cuál es su jornada diaria? Porque he leído que además va a muchos congresos.
R.- No sé cuál es mi jornada diaria. Si me preguntas cuántas horas trabajo al día es un concepto erróneo porque parece que lo estás diciendo en plan:¡qué pobre! Pero si te gusta lo que haces, pues no importan las horas. Es la diferencia entre alguien que no le gusta su trabajo y que sí. Yo voy a casa y entre leerme la revista que me diga qué le ha pasado a Rocío Jurado o una donde hay una novedad de lo mío, pues disfruto mucho más con lo segundo. Yo las charlas las preparo en casa y me da igual a la una de la mañana que un domingo. Pero por eso es importante el concepto. Yo se lo digo a mis hijos. Si tú coges un aldeano que cultiva lechugas, para él plantar lechugas es un castigo divino, pero ves a un empresario que se va el domingo al campo y se pone a plantar lechugas. Porque para uno es una diversión y para otro un castigo divino. Si tú consigues que tu trabajo sea tu diversión trabajar se convierte en algo bonito.
P.- Esta pregunta se la habrán hecho muchas veces. Con la cantidad de pacientes famosos que tiene y lo bien valorado que está, ¿nunca ha pensado irse de Vitoria? ¿No le han ofrecido trasladarse a una ciudad más grande o mejor comunicada?
R.- ¡Me lo han ofrecido mil veces! Y también a Estados Unidos, donde hubiera ganado un dineral. Pero yo pensé: ¿quiero que mis hijos crezcan con la gorra así para atrás y esos pantalones como los llevan ellos? [ríe] Y la verdad es que no. Yo estoy muy a gusto aquí. Voy a contarte una anécdota del rey emérito, porque no creo que le importe. Él hizo público que venía a mi clínica y yo le traté y tuve buena relación con él. Pero un día me hizo esta misma pregunta. "¿Qué hace un médico como tú en Vitoria?", me dijo. Y yo le contesté: "¿Y qué hace un paciente como usted tratándose en una clínica de Vitoria?" Eso quiere decir que yo aquí he vivido feliz. ¿Me voy a tener que mover por tener algo más, no sé el qué? Más pacientes no quiero, aquí vivo mejor y los enfermos vienen a buscarme.
Los famosos que van a Vitoria al traumatólogo
1. Juan Carlos I. El rey emérito hizo público que había acudido a la clínica de Mikel Sánchez en 2002. Desde entonces, ha vuelto para revisiones más de una vez. Aunque no se ha especificado qué lesión se le trató, algunos medios hablaron de un problema en el hombro.
2. Rafael Nadal. El tenista mallorquín va habitualmente a tratarse a la UCA. Se ha sabido que se ha inyectado plasma rico en plaquetas y que el tratamiento fue realmente eficaz para mejorar su rendimiento.
3. Santi Cazorla. El futbolista se trató con Mikel Sánchez de una lesión que sí hizo pública: la rotura del tendón de Aquiles. En Inglaterra, donde jugaba entonces, le habían quitado la esperanza de seguir ejerciendo su profesión tras pasar ocho veces por el quirófano, pero el traumatólogo vitoriano le curó.
4. Karlos Arguiñano. El mediático cocinero vasco ha sido tratado por Mikel Sánchez, aunque no se ha hecho público el motivo. Cuentan que coincidió con Cazorla en la rehabilitación en las instalaciones de la UCA y que se llevaron muy bien.
5. Xavi Hernández. La prensa ha publicado que el medio centro del Barça fue tratado en la UCA, así como compañeros suyos como Andrés Iniesta o Carles Puyol.
6. Luka Modric. El futbolista croata recibió plasma rico en plaquetas en la UCA con un excelente resultado.
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