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Cuando Ashwag Mukhtar (42 años) llegó al Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) el pasado diciembre hizo una presentación a sus compañeros de laboratorio -así se llama el espacio donde trabaja, aunque no hay pipetas ni microscopios, sino potentes ordenadores- para hablarles de Sudán.
Ella dice que les habló de los paisajes y de la comida, pero a lo largo de la entrevista con EL ESPAÑOL | Porfolio menciona muchas más características de su país, que nació en 2011 tras un referéndum de independencia que le separó de Sudán del Sur, otra nación en la actualidad.
Ashwag es de Sudán a secas y acaba a golpe de datos con cualquier prejuicio que pudiera tener la periodista. En su país, dice, la ciencia tiene muchísima importancia; para lograr la mejor educación, nada de colegios y universidades privadas sólo asequibles para una minoría: lo público es lo mejor; ¿es Sudán un país donde la mujer está discriminada? Negativo: son varias las ministras mujeres en su Gobierno actual. ¿Han llegado las vacunas de la Covid-19? Al principio, hubo problemas, pero ahora no.
Aunque esta doctora en Medicina, profesora adjunta del Departamento de Histopatología y Citología de la Universidad de Alneelain (Jartum), ame a su país, reconoce que le gustaría quedarse en España y alargar la estancia de seis meses que tenía prevista inicialmente y que ha conseguido gracias al programa "Ellas investigan" de la Fundación Mujeres por África, presidida por la exvicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega.
Pregunta.- Creo que cuando usted llegó en diciembre a su puesto de trabajo aquí en el CNIO decidió hacerle una presentación sobre su país, Sudán, a sus compañeros. ¿Qué les contó?
Respuesta.- Sudan es un país muy grande y yo soy de un pueblo pequeño cerca de Karma, la ciudad más importante del antiguo reino de Kush, que ya estaba ahí en el año 1070 A.C. Es una región nubia, un grupo étnico que tiene sus propias tradiciones, su propia comida y su propio idioma, que es también el mío.
P.- ¿Recomendaría visitarlo?
R.- Quizá si me hubiera preguntado hace más de un año... pero ahora mismo, no. Sudán está ahora mismo en medio de una revolución. No es una guerra, es una revolución porque la gente quiere vivir mejor, que su país esté en una situación mejor.
P.- ¿Cuándo supo usted que quería ser médica?
R.- Lo supe desde que era muy jovencita, casi una niña. Mis padres fueron clave en mi decisión, especialmente mi padre, que es médico anestesiólogo. Así que crecí asimilando todo el mundo médico. Además, ya desde pequeña me empezó a gustar la biología, así que estuvo todo claro. Quizás lo de ser médica en concreto ya lo decidí en la escuela secundaria.
P.- ¿Es más difícil llegar a ser médico en su país que en otras partes del mundo?
R.- Ahora mismo, justo en este momento, todo es muy difícil en mi país, no sólo llegar a ser médico. Pero más allá de este momento puntual, yo diría que es más fácil llegar a ser médico en mi país que en otros árabes o africanos. Yo diría que en Sudan la ciencia se aprecia mucho, así como que la gente llegue a los niveles más altos de educación. Pero, al mismo tiempo, es complicado alcanzarlo porque la sociedad y la economía están pasando por tiempos difíciles. En definitiva, porque el país no está bien e incluso siendo ya médico no puedes hacer exactamente lo que tú quieres hacer. Por ejemplo, es complicado investigar por la falta de instalaciones y también por la falta de tiempo. Yo trabajo como profesora en la Al Neelain University y eso conlleva mucho trabajo difícil de compaginar con la investigación.
P.- ¿Se podría decir que usted pertenece a una élite en su país?
R.- No. Quizás si hablamos de las áreas rurales, es más difícil encontrar gente con educación superior, pero en Jartum, la capital, no es raro.
P.- ¿Hay muchos médicos en su familia?
R.- Aparte de mi padre, mi hermano es cirujano vascular. Pero el resto también tiene estudios superiores. Mi madre es profesora de educación secundaria y tengo una hermana arquitecta y otra directora de una cadena comercial. Mis padres lucharon mucho para educarnos muy bien. Y para que la ciencia fuera algo importante en nuestras vidas. Y yo creo que detrás de esto está mi abuelo, una persona única que ya vio la importancia de la educación en la década de 1950, cuando nadie en mi pueblo veía eso. Mi abuelo, que no tenía estudios, se encargó de convencer a los padres del pueblo para que educaran a sus hijos. Él, que era granjero y comerciante, hizo que mi madre fuera la primera persona con educación superior en el pueblo, pero también es responsable de que haya niveles altos de graduados en general.
P.- ¿Toda su formación como médica e investigadora fue en su país?
R.- Sí. Como le comentaba, Sudán es un buen país para educarse y mis padres querían que estudiara aquí, a pesar de que mi padre estuvo muchos años trabajando en Arabia Saudí. Hice todos mis estudios en centros públicos -salvo los primeros años, que fui a un colegio privado porque la enseñanza del inglés era muy buena-, porque la mejor educación se consigue precisamente en escuelas y universidades públicas, a las que es difícil acceder.
P.- ¿Cómo era su trabajo diario en Sudán?
R.- Soy parte del staff universitario. Así, enseño mis asignaturas, pero también superviso las investigaciones que llevan a cabo mis estudiantes, así que combino esas dos facetas. Enseño a estudiantes pre y postgraduados. Para mí es un lugar muy importante, porque yo estudié ahí y ahí llevo más de 20 años, casi una vida. Para mí la enseñanza es un trabajo único, pero compaginarlo con la investigación te motiva. Y te hace ser positiva con los estudiantes y transmitirlo. ¿Por qué? Porque te haces preguntas y buscas responderlas y eso es muy estimulante.
P.- ¿Antes de venir a España había viajado mucho?
R.- No mucho. Fui a un seminario a China, a dos a Italia y por turismo a Egipto y Dubai.
P.- ¿Cómo supo que existía la oportunidad de venir a hacer una estancia al CNIO?
R.- Lo primero que quiero resaltar es que estoy muy agradecida al programa Mujeres por África, que es el que me ha traído aquí. Yo había oído hablar de la fundación del mismo nombre, tanto en internet como por colegas que se habían ya beneficiado de su trabajo. Uno de ellos supo de la convocatoria actual y me la mandó y empecé a ver qué pasos tenía que seguir para solicitar la estancia. Yo soy una apasionada de la investigación y me encanta trabajar en sitios con buen ambiente, así que el CNIO era perfecto. Cuando me dijeron que me habían cogido fue... [se emociona]. O sea, yo sabía que me lo merecía, pero aun así... Así que claramente decidí aprovechar la oportunidad que se me presentaba. Es que además creo que hace falta mucha investigación y especialmente en cáncer y en pacientes africanos, donde hay mucha diferencia entre poblaciones del mismo continente.
P.- El cáncer es una enfermedad asociada al envejecimiento. La esperanza de vida en su país era en 2019 de 65,31 años. ¿Es el cáncer un problema especialmente relevante en Sudán?
R.- Entiendo su pregunta y la respuesta es sí. No sé por qué, quizás tenga que ver con el estilo de vida. El caso es que hay muchos casos de cáncer, pero no sabemos la estimación real y tenemos que saberlo. Esto implicará saber más sobre la enfermedad, mejorar su tratamiento y también poder influir en el estilo de vida que lleva al cáncer. Porque el gran problema del cáncer en Sudán es que el paciente suele llegar al médico cuando ya está avanzada la enfermedad. Eso es porque tenemos que mejorar tanto los servicios sanitarios como la concienciación sobre la propia salud de las personas.
P.- Este ha sido su primer viaje a España. ¿Cuál fue su primera impresión?
R.- Si le soy sincera, me ha encantado. Me gusta mucho el país, tanto que no quiero volver al mío. Es cierto que hace más frío que en Sudán -y eso que ahí también hace frío en invierno-, pero me gusta el sistema de trabajo aquí, cómo todo funciona de manera sintomática. Además, la gente es muy agradable y buenos colegas.
P.- Usted llegó el 1 de diciembre, algo más tarde de lo que decía su contrato. ¿Por qué?
R.- Sí, estaba previsto que me incorporara al CNIO el 1 de noviembre. Pero por la revolución que estamos viviendo en Sudán, todo se paró. Y cuando digo todo, me refiero también a la conexión a internet. Yo había llegado a cambiar mi vuelo, pero no podía comunicarme con el CNIO. Lo pasé mal, pero al final logré la conexión. En la actualidad, siguen con muchísimos problemas.
P.- ¿Y cuáles son las principales diferencias y similitudes que ha visto hasta ahora entre su país y España?
R.- Bueno, en términos generales todo es muy distinto, desde los árboles que veo desde mi despacho, hasta el propio edificio y, por supuesto, la comida. Pero hay algo similar: la amabilidad y la generosidad de la gente.
P.- ¿Cómo es el día a día de una investigadora sudanesa en Madrid?
R.- Tengo la suerte de compartir un apartamento que está muy céntrico. Vengo al trabajo en transporte público y, aunque de momento no lo he hecho, me interesa viajar por el país. Sin duda, tengo mucho interés en ir a Granada. También he empezado a dar clases de español. ¿Sabe que hay más de 3.000 palabras comunes entre el árabe y el español?
P.- Usted es musulmana. Existe un cierto prejuicio de que las sociedades musulmanas son machistas. Pero lo cierto es que usted es una investigadora con un doctorado que lleva 20 años enseñando en la universidad más importante de su país.
R.- Esta es una buena pregunta. Sí que hay países musulmanes que son machistas, pero no es el caso de Sudán. A las mujeres se las trata muy bien, en general, tenemos niveles elevados de educación. Tienen buenos puestos de trabajo, incluso en política. Por ejemplo, ahora mismo hay varias ministras en el Gobierno sudanés. Eso no quita para que debamos seguir trabajando y luchando a favor del feminismo.
P.- Le preguntaba sobre un posible prejuicio hacia su cultura que sería el machismo, ¿ha sentido otros prejuicios?
R.- Es cierto que la gente conoce muy poco sobre el islam, que es mi religión y la mayoritaria en mi país. Eso supone que te pregunten mucho sobre ella y que se establezcan debates al respecto, como la idoneidad del uso del hiyab. También les llama la atención que recemos cinco veces al día o que no bebamos alcohol. Y cosas menos importantes, pero por ejemplo hay un amplio desconocimiento sobre las características y la historia de mi país. ¿Sabía, por ejemplo, que Sudan es el primer país donde se construyeron pirámides, que hay más de 220 y que eso supone un número mayor de las que existen en Egipto? Por todas estas razones, decidí hacer una presentación a mis compañeros sobre mi país, en la que les traje comida típica de allí.
P.- Usted ha venido a España en un momento especial, justo cuando empezó la sexta ola y todavía había bastantes restricciones. ¿Cómo llevó la pandemia en Sudán y qué diferencias ha visto aquí?
R.- Las restricciones que había en Sudán cuando vine y las que había aquí no diferían mucho, porque básicamente se centraban en la recomendación de llevar mascarilla, aunque es cierto que aquí son más estrictos en el cumplimiento de las normas.
P.- En principio, su estancia aquí va a durar seis meses. ¿Qué planes tiene para su vuelta?
R.- La verdad es que voy a intentar prolongar mi estancia. Estoy en un punto de mi vida en el que me interesa centrarme más en la investigación y este es el lugar perfecto para ello. Seguro que extrañaré mi país y sobre todo a mi familia, pero a veces una tiene que centrarse en una misma.
P.- Su investigación está centrada particularmente en el cáncer de vejiga y en el papel de la genética en el cáncer. ¿Por qué justo estas dos áreas de interés?
R.- Bueno, en primer lugar, yo soy una apasionada de la biología. Para un científico, el estudio de la biología es como buscar la verdad de las cosas, por no hablar de que es la demostración perfecta del milagro que hizo Dios con la creación humana. Pero si hablamos del cáncer en general, bueno, creo que es obvio que es un problema de gran magnitud en todo el mundo y que necesitamos estudiar más sus causas, los factores que llevan a su desarrollo, qué se puede hacer para mejorar el estilo de vida de los pacientes y qué afecta a su supervivencia. Respecto a por qué centrarme en el cáncer de vejiga, esto tiene que ver con que es un tipo de cáncer muy frecuente en Sudan y por el que la gente busca ayuda médica muy tarde. Ahora estoy comparando este tipo de cáncer en Europa y en Sudán.
P.- ¿Pero también está trabajando en quimioterapia, no?
R.- Sí, porque creo que los genes determinan en ocasiones la respuesta a la quimioterapia. Por esta razón, en algunas ocasiones este tratamiento no funciona y es absurdo administrarlo. Es importante saber, y por eso también lo estudio, a quién le funciona la quimio y por qué, especialmente en pacientes sudaneses, en los que se ha estudiado muy poco.
P.- Se sabe poco sobre la ciencia que se hace en África. ¿Considera que la investigación del cáncer en su continente es buena?
R.- Hay muy buenos científicos y muy buenos oncólogos, pero tenemos falta de recursos y de centros de investigación y tratamiento.
Sudán, el país de las primeras pirámides
- Sudán es un país situado al noreste de África que comparte frontera con Egipto al norte, con el mar Rojo al noreste, con Eritrea y Etiopía al este, con Sudán del Sur al sur, con la República Centroafricana al suroeste, con Chad al oeste y con Libia al noroeste.
- En 2011, se separó de la región al sur del país, que se independizó como la nueva República de Sudán del Sur.
- Su capital es Jartum.
- Aunque no fue independiente hasta 1956, la historia del país se remonta a la Edad Antigua. Fue el primer lugar donde se construyeron pirámides, en concreto las pirámides nubias. Hoy en día, hay más de 200 y la mayoría están perfectamente conservadas.
- Tiene 43 millones de habitantes y hay registradas 597 tribus que hablan unas 400 lenguas y dialectos diferentes.
- El 94% de la población es musulmana.