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¿Qué esperar de la segunda parte de Sexo en Nueva York? Usted sería un marciano o alguien muy ajeno a la publicidad si no supiera que este 9 de diciembre se ha estrenado en HBO Max And just like that [Y tal que así, aunque el título no se ha traducido], la secuela de una de las series más míticas de las décadas de 1990 y 2000, con tres protagonistas en vez de las cuatro originales y con muchísimo dinero detrás.
Me encantaría que Sexo en Nueva York regresara a sus inicios, a su esencia disruptiva. Me encantaría que volvieran a romper moldes, que fueran capaces de hablar abiertamente de los cambios de humor, de los insoportables y desagradables sofocos de la menopausia, que en lugar de rezumar bótox por todos los poros de su piel se atrevieran a asumir el óxido del tiempo.
Me encantaría que Carrie Bradshaw, Charlotte y Miranda o lo que es lo mismo, que Sarah Jessica Parker (56 años), Kristin Davis (56) y Cynthia Nixon (55) aparcaran el culto al cuerpo, el pijerío y que retornaran a su esencia, aquella con la que irritaron al público más pacato de los años 90.
Ha llovido mucho desde la última vez que supimos de los personajes de la mítica serie: 11 años desde la última película (Sexo en Nueva York 2) y 17 desde el último capítulo emitido por HBO -ahora HBO Max-, Una chica americana en París (parte 2). Su protagonista principal y productora, Jessica Parker, sigue casada, eso sí, con su marido desde 1997, con el que tiene tres hijos en común, aunque los rumores sobre las infidelidades de él -el actor Matthew Broderick (59)- son constantes. Eso sí, la actriz -que mide 1,60 y se caracteriza por utilizar altísimos tacones en pantalla- es al menos 166 millones de dólares más rica [sólo con lo ganado por el show televisivo y las dos películas] que cuando comenzó la serie y su cuenta bancaria se agrandará todavía más con la secuela recién estrenada.
Durante los 94 episodios emitidos en seis temporadas entre 1998 y 2004, las cuatro protagonistas de Sexo en Nueva York asombraron al mundo hablando de sexo sin tapujos, de relaciones esporádicas, de juguetes sexuales y de multiorgasmos; a veces, incluso hablaban de amor.
Se hablaba de sexo sin tapujos, juguetes sexuales y multiorgasmos
Las chicas, brunch mediante en Magnolia Bakery por ejemplo, compartían sus experiencias sexuales sin ningún tipo de prejuicios. Las protagonistas de Sexo en Nueva York eran cuatro mujeres que cosificaban a los hombres como ellos nos habían cosificado a nosotras. Y sí, las chicas cuando nos juntamos hablábamos de sexo y, cómo no, del tamaño del pene, porque el tamaño importa, sobre todo cuando no da la talla. Más de uno pensó que esas citas eran producto de la ciencia ficción. Puedo prometer y prometo, que no.
¿Qué esperar de la segunda parte de And just like that? Desde luego que sean capaces de gritar al mundo que las mujeres de 50 no somos un desecho, aunque ya no luzcamos el palmito de antaño. A pesar de nuestras patas de gallo, nuestras canas y nuestras arrugas follamos, podemos llevar una vida sana y nos quedan muchas cosas por hacer. En el fondo de mi corazón, deseo que Miranda, desde su pragmatismo, sea capaz de desnudar todos estos tabúes, de los que no se habla hoy en día ni en el cine ni en las series.
Me hubiera gustado que entre cosmopolitan y cosmopolitan en And just like that hablaran de la 'edadfobia' que revolotea por esta sociedad hedonista que ellas alimentan. Ellas, de momento, tras los dos primeros capítulos de esta secuela, parece que son las mismas pijazas baladíes derivadas de sus últimas apariciones. Miranda, Charlotte y Carrie tienen hoy la misma edad de Dorothy, Rose y Blanche, aquellas inolvidables Chicas de oro que rezumaban humor cáustico y que han dejado a esta segunda etapa de Sexo en Nueva York a la altura de las babuchas.
Que yo no imagine a estas cursis del siglo XXI flirteando por Bumble (el Tinder al otro lado del charco) no significa que no vaya a pasar. Lo cierto es que la que hubiera sido una experta en ligues cibernéticos no está. Samantha (Kim Cattrall) ha sido vetada por Sarah Jessica Parker y sus compañeras (ahora también productoras). Sus desavenencias personales nos dejarán sin saber qué ha sido de la veterana del grupo, la liberada, la única de las cuatro amigas que fue capaz de follar sin sujetador.
La actriz Kim Cattrall, que interpretaba a Samantha, ha sido vetada para esta secuela por Sarah Jessica Parker
La bronca entre las actrices viene de lejos. Desde el instante en el que finalizó la segunda temporada de Sexo en Nueva York. Cuando la historia dejó de ser una adaptación del libro homónimo de Candace Bushmell y tomó vida propia en favor de Sarah Jessica Parker. La serie cambió de rumbo, terminó siendo la historia de cuatro esnobs de Nueva York que representaban cuatro estereotipos de mujer. Irreales en su apariencia, reales en su interior.
Más sueldo que sus compañeras
Como productora ejecutiva la primera decisión que tomó Sarah Jessica Parker fue subirse el sueldo muy por encima del de sus compañeras, algo que cayó como una bomba de relojería a la británica consciente de que, en aquel momento, les gustara o no, ella era el rostro más famoso de la serie.
Las desavenencias entre el cuarteto aumentaron de manera proporcional al éxito de la serie. Fueron tres contra una. El bando Parker, Nixon y Davis llegó hasta tal punto que ni siquiera compartía mesa con Cattrall en los rodajes.
En 2004, Kim admitió en el show de Jonathan Ross que el dinero seguía siendo un problema a la hora de negociar la séptima temporada. "Sentí que después de seis años era hora de que todos participáramos de la ganancia financiera inesperada de Sexo en Nueva York". A pesar de su confesión, la actriz dejó abierta la posibilidad de volver a interpretar a Samantha. Ella regresó en las dos versiones de la gran pantalla, no así en la secuela televisiva, para la que ha sido boicoteada por sus tres compañeras, sobre todo por Sarah Jessica Parker.
Con un metro sesenta de estatura y un físico peculiar, esta rubia de Ohio jamás imaginó que gracias a Carrie Bradshaw se convertiría en un ícono de la moda, de las relaciones de parejas y de la vida sexual de las mujeres en la vibrante ciudad de Nueva York de finales del siglo XX. Resulta complicado discernir donde acaba el personaje y donde comienza la persona. Sexo en Nueva York es Sarah Jessica Parker que, a su vez, ha sido fagocitada por Carrie Bradshaw.
Nacida el 25 de marzo de 1965, Sarah Jessica es la cuarta de ocho hermanos, hija de la maestra Barbara Keck y del periodista Stephen Parker. Tras una adolescencia gris, el éxito profesional le llegó de forma paralela al personal. Durante siete años mantuvo una relación sentimental con Robert Downey Jr. Se conocieron en 1984 en el rodaje de Un extraño en casa y dos semanas después ya estaban viviendo juntos. Ninguno había cumplido los 20. Enamorados hasta las trancas, él compró la antigua casa de Charles Chaplin (el personaje con cuya interpretación se reconciliaría con la industria en el futuro) y allí se instalaron junto al Sr Smith y el Sr Scout, sus dos gatos persas.
La querencia a las drogas de Iron Man acabó con el noviazgo. Aquella ruptura lanzó a una todavía desconocida actriz a los brazos de John Kennedy Jr. Sí, Sarah Jessica Parker fue novia del príncipe de EEUU, el hombre vivo más sexy del mundo, como lo calificó People Weekly. Se conocieron en una función de teatro. Durante seis meses sus citas ocuparon las portadas del couché nacional e internacional. "Nunca tuve idea de lo que era la verdadera fama hasta que conocí a John", confesó tras su separación. Sarah no soportó la presión de la prensa y se quitó de en medio.
En 1992 se topó con el que parece ser el hombre de su vida, Matthew Broderick. La pareja se casó en pleno éxito de Sexo en Nueva York. El rodaje de la quinta temporada estuvo absolutamente gobernado por el embarazo de la que ya se había erigido como protagonista de la serie. Lo que empezó como una historia coral se había trasformado en una trama donde todos los actores pivotaban alrededor de Carrie.
Si Carrie Bradshaw tiene a su Mr Big, Sarah cuenta con Mr M. con el que acaba de cumplir 24 años de matrimonio. La pareja vive en Nueva York, la ciudad que enamoró a su alter ego. Vecinos del West Village, residen en un edificio cuya fachada recuerda al coqueto y minúsculo apartamento de Carrie. Ahora bien, el hogar Parker-Broderick es una mansión de 1.300 metros cuadrados, distribuidos en cinco plantas y con un patio de 200 metros. Su valor supera los 30 millones de dólares.
Si hay algo que distingue a Sarah de Carrie es la maternidad
Si hay algo que distingue a Sarah de Carrie es la maternidad. En 2002 nació James Wilkie, su primogénito. Siete años después la pareja decidió aumentar la familia con las mellizas Marion y Tabitha, un nacimiento que llegó rodeado de polémica. La actriz, que entonces tenía 44 años, y su marido (47) decidieron tenerlas a través de un vientre de alquiler. Por un lado, en cuanto se publicó la noticia, la madre incubadora sufrió los sinsabores de la curiosidad de los paparazzi. Por otro, a la actriz se le acusó de elegir este método para no deformar su físico y poder seguir con sus trabajos de actriz. Ella lo negó y justificó la decisión porque "era la única forma de volver a ser padres después de años de intentos".
La actriz ha construido su fortuna en torno a su carrera en televisión y cine, básicamente gracias a Carrie Bradshaw. Se calcula que Sarah Jessica ganó 138 millones de dólares por los 46 episodios de la cuarta, quinta y sexta temporada de Sexo en Nueva York, 13 millones de dólares por la primera película de la serie y 15 millones por la segunda.
En 2003 Parker prestó su envidiado cabello a Garnier, al año siguiente firmó un acuerdo de 38 millones de dólares con Gap. Miembro del consejo de Diseñadores de Moda de América, cuenta con una línea de fragancias que vende a través de su compañía SJP Beauty. Presume también de su propia línea de zapatos, lanzada en 2014, y bautizada como Colección SJP, muy en la línea de los manolos por los que Carrie Bradshaw perdía los papeles en la serie. Sarah y Carrie, Carrie y Sarah, tanto monta, monta tanto. Se lo deben todo una a la otra.