Maestro y creador de la crónica rosa, Jesús Mariñas pluriempleó su corazón al que le hizo trabajar a doble velocidad convertido en un personaje que rezumaba una portentosa ironía, un individuo singular, ocurrente y sagaz. Jamás le faltó presencia, ni en las ondas ni en la prensa escrita.
Trabajador a destajo, sin problemas económicos, para Mariñas la verdadera gallina de los huevos de oro fue la televisión, concretamente Tómbola, el programa de Canal Nou considerado como la simiente de la prensa del corazón, el embrión de la telebasura, padre del Tomate y abuelo de Sálvame. Cada aparición de Mariñas costaba al ente público autonómico un millón de pesetas por programa (6.000 euros).
Ideado por Ángel Moreno, el entonces marido de Nieves Herrero, Tómbola surgió como un programa de media hora en el que se comentaban las revistas del corazón. Aquellos 30 minutos iniciales se convirtieron en cinco horas. El programa creó adicción y marcó escuela. De 1997 a 2004 fue la universidad de los tertulianos del siglo XXI. El rey de las audiencias, con una media de 27.7% de cuota de pantalla, llegó hasta el 48% el día de la espantá de Chábeli; 41,9% con la entrevista a Antonio David Flores o al 38,7% de share con el que se alzó la visita de Belén Esteban.
Fueron los años dorados de la televisión. El dinero salía a espuertas. Tómbola movía un presupuesto de 60.000 euros por programa y, al menos, otros 42.000 para pagar a los invitados. De todos los colaboradores, Jesús Mariñas era el favorito y, como tal, según los datos que se publicaron tras el fulminante cierre de la cadena autonómica, cobraba 6.000 euros semanales en 1997 que aplicándoles el Valor Actual Neto (VAN) sería como ganar 9.419 euros en 2020.
Además de su presencia en Tómbola, Mariñas contaba con un espacio de media hora en la radio autonómica valenciana, Mañana mañana, por el que le pagaban 1.000 euros diarios, 5.000 semanales cuyo VAN alcanzaría en 2020 la friolera de 7.849,2 euros. Así las cosas, durante aquellos años el mordaz periodista se levantó la friolera cifra de 11.000 euros semanales que actualizados a día de hoy tendría el mismo poder adquisitivo que si ganara 17.268 euros semanales (69.072,8 € mensuales).
Colaborador de carácter faltón y cierto brochazo de peluquería, hizo de Tómbola su hogar. Mariñas fue un libérrimo moralista que "no había llegado a este oficio para hacer amigos", a pesar de que fue íntimo de muchos de los famosos de antaño. Los de verdad, no los de serie zeta que hoy pueblan las páginas del colorín.
Su estilo no siempre caía bien. Fue denunciado por muchos, Encarna Sánchez, Isabel Pantoja, Rocío Carrasco, Belén Esteban, Ana Obregón, Marta Chávarri, la lista sería interminable. Inolvidable, el sonoro bofetón que le endiñó Camilo José Cela; al Nobel le cayó como una patada en el estómago algún comentario que Mariñas divulgó de Marina Castaño, su segunda mujer. Mariñas se codeó con todas las reinas del papel couché de los 80 y 90. Íntimo de La Jurado, no le quebró la voz al afirmar que en el matrimonio entre la cantante y el torero surgió fruto de un montaje para acallar rumores.
'Tómbola', semilla de la prensa rosa en TV
Lo cierto es que Tómbola no fue un programa precocinado como los de hoy, fue un programa pionero en el que los periodistas trabajaban sin pinganillo, sin entrevista previa al invitado y sin guion. La mayoría de las veces los colaboradores no sabían siquiera quién iba a ser el invitado estrella.
El óxido del tiempo ha convertido a Tómbola en la semilla de la prensa rosa en la televisión. La fórmula no solo no ha envejecido, sino que está más viva que nunca. De hecho, si repasamos los contenidos de antaño podrían ser los mismos que cualquier sábado por la noche en el Deluxe. Un personaje bien pagado y dispuesto a vomitar su propia boñiga emocional enfrentado a una bancada de periodistas ávidos de morbo.
Después de Tómbola llegaron Salsa rosa (2002-2006), ¿Dónde estás corazón? (2003-2011), Aquí hay tomate (2003-2008), Sálvame (2009), el Deluxe (2009) y ¡Qué tiempo tan feliz! El programa de Canal Nou fue un punto de inflexión en la relación famoso-periodista. Los ídolos se prestaron a arder en la hoguera de sus vanidades, se desnudaron por grandes sumas de dinero. Se inmolaron. El humo de aquella pira disolvió la distancia que, hasta entonces, existía entre los famosos y su público. El periodismo levantó la veda. Hoy todos pagan las consecuencias de aquel negocio. Unos, por haber perdido intimidad a cambio de suculentos cheques; otros, porque han perdido el oremus y la esencia del verdadero periodismo.
De hecho, no se entiende el cinismo irónico de Jorge Javier Vázquez sin el insolente precedente de Mariñas. Aunque le duela, Jorge Javier será siempre el aprendiz del maestro. Sobre todo porque, en Tómbola, Mariñas y compañía despellejaban a los famosos en directo, como les salía del alma, tirando cada uno de su propio bagaje y de su cultura. Hoy, sus herederos protagonizan crucifixiones, más o menos pactadas, de los intrépidos que se atreven a colaborar en Sálvame. Periodistas y personajes se han fundido en uno para alimentar el culebrón vespertino en el que se ha convertido Sálvame.
Jesús Mariñas jamás se casó con nadie. Salvo con Elio Valderrama, su último amor. Profesionalmente preservó las normas fundamentales del periodismo. A saber: contar y difundir lo que ves (por eso era la sal de todas las fiestas), contrastar los chascarrillos que le comentaban para poder desvelarlos en primera persona (nada de condicionales o según fuentes) y "dar a entender de forma velada, para eludir demandas, lo que crees que existe". Por todo esto y porque fue el padre de la crónica rosa, Jesús Mariñas fue el periodista mejor pagado de su época.
Firmó en las revistas semanales Garbo, Diez Minutos, Triunfo o Época, en El Mundo y en la contraportada de La Razón, en todos los medios que solicitaron su pluma. Por sus viperinas ocho páginas rosas y por sus consabidas negritas del semanal Época le pagaban más que al director y, por supuesto, más que al subdirector. Lograr que más de la mitad de sus lectores abrieran la revista al revés le proporcionó ciertos privilegios y pingües beneficios.
Durante 16 años le contó "chorradas de las suyas" a Luis de Olmo en la sección Del rosa al amarillo de Protagonistas. "No había hecho radio, así que supongo que Luis del Olmo me conocería por la prensa. Empecé cobrando tres mil pesetas al mes por una crónica diaria. Luego Protagonistas se trasladó a la Cope y el salario se incrementó. Nunca se había hecho nada parecido. "Fue una revolución. España entera se informaba del cotilleo nacional y pegaba la oreja al transistor. Muchas veces se ha dicho que soy el inventor de la crónica rosa y no es así. Me limité a contar sin considerar que estaba haciendo historia", confesó Mariñas en su autobiografía.
La fiesta de la radio llegó a su fin en 1988 cuando el periodista desveló un altercado de la presidenta consorte, Carmen Romero. "Pasé a ingresar 190.000 pesetas, que era mucho dinero para los 80, pero no lo que estaba acostumbrado a cobrar. En la Cope cobraba 300.000 pesetas". La culpa la tuvo un artículo publicado en Época titulado: Jeanne Moreau le dio un corte a Carmen Romero. Sin más explicaciones, una mano negra obligó a Del Olmo a despedir a Mariñas.
"No sé la suerte de secretos, ninguno de ellos inventado, que pude lanzar por aquellos micrófonos. Quizá a los aludidos les resultaba escandaloso porque nadie más los contaba. Tenía la habilidad de dar muchas pistas, aunque sin citar nombres, pero como la audiencia era muy perspicaz, las pillaba todas".
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