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Anita Delgado (1890-1962), la impía Maharaní malagueña que llegó a ser princesa de Kapurthala, va a ser homenajeada, a lo grande, en su tierra natal. Según ha sabido EL ESPAÑOL | Porfolio, las autoridades municipales, uniéndose al reconocimiento póstumo que ha elevado el Parlamento andaluz, van a ponerle una placa el próximo mes de junio como homenaje en la calle de Jinetes, donde nació la bailarina.
"Hay que darle el lugar que se merece y el reconocimiento que le corresponde", avanza Noelia Losada, concejala de Cultura del Ayuntamiento de Málaga.
Esta distinción se enmarca en los homenajes que se aprobaron por la comisión de Cultura y Patrimonio Histórico del Parlamento andaluz, con el respaldo unánime de los grupos políticos, presentada por Ciudadanos para reconocer la figura de "la Princesa India" y su "contribución a la lucha por los derechos de la mujer".
Así lo explica la diputada Teresa Pardo, impulsora de esta iniciativa: "La idea surge cuando escucho de la boca de mi madre todas las historias magníficas que me contaba de esta mujer adelantada a su tiempo, que ha sido reconocida fuera de España y aquí en su tierra, aún no se le había reconocido el lugar que se merece. Y eso me caló".
La insólita historia de esta joven cantante de cuplés, que causó furor en la España de los años 20, está ahora en alza. "Entre los logros que consiguió están los de realizar actividades vetadas a la mujer a comienzos del siglo XX en la India. Se opuso a las bodas de niñas en aquel país, y llegó a fundar una organización para ayudar a los soldados indios que participaron en la Primera Guerra Mundial. Ha sido una gran pionera de nuestra tierra y gran feminista", sentencia la diputada.
La propia Anita Delgado narró sus logros en su libro Impresiones de mis viajes por las Indias donde directamente aseguraba que bebía, vestía y practicaba deporte como un hombre. "Soy un auténtico escándalo", dejó escrito.
Es por eso, que, dentro del plan cultural "Málaga hace historia", por el que se instalan placas conmemorativas en edificios y lugares de la ciudad en los que tuvieron lugar hechos de un claro significado histórico, ya se ha encargado la de Anita, igual que en su día la tuvo Ernest Hemingway.
En este marco de acciones, tendrá lugar una exposición paralela en el Palacio del Obispo, con una extensa muestra de la colección de objetos personales de la malagueña, facilitados por el productor Juan Antonio Casado, que guarda como oro en paño estos objetos en Madrid. "Tengo más de 500 objetos de Anita que adquirí en una galería y que ahora son de mi propiedad. Hay hasta una carta de Machado, joyas y muebles, el abanico que le regaló Alfonso XIII cuando fue a Málaga y mucho más. Debería haber un museo en Málaga que albergara todo este legado", reclama el productor.
Penélope Cruz soñó con ser Anita
Muchos son los proyectos cinematográficos que se han pergeñado para llevar a la gran pantalla la vida de Anita Delgado. Pero hasta el momento ninguno ha dado su fruto. El escritor Javier Moro, con su plástico lenguaje, creó con Pasión India su propia movie literaria. En una entrevista con esta revista, Moro explica que se trataría de una producción muy cara que hasta ahora ha sido imposible realizar. "Cuando el libro se publicó, Penélope Cruz adquirió los derechos para convertir en hit cinematográfico mi bestseller. Ella soñaba con ser Anita", cuenta.
La actriz quedó fascinada con este personaje y en su día hasta se anunció en el diario Times of India, que Pe viajaría a India para buscar localizaciones para la película La princesa de Kapurtala. Pero ese rodaje nunca se llevó a cabo y, finalmente, los derechos de la novela Pasión India caducaron.
"Es que se juntó todo: el nieto del maharajá de Kapurthala, en la India, me amenazó con una guerra en los tribunales, porque decía que atentaba contra el derecho al honor que yo contara las andanzas mujeriegas de su abuelo. Así que, entre estos temas judiciales y que Penélope estaba asociada para esta producción al grupo Prisa y Polanco acababa de morir, todo se torció y el rodaje nunca llegó a realizarse", puntualiza Moro.
La ira de Shatrujit Singh, heredero del maharajá, destruyó el proyecto y la oportunidad de poner a Kapurthala en lo más alto del mapa. El indio no ocultó su enfado contra el Premio Planeta, al que acusó sin tapujos de "mentiroso" y de haber "humillado la memoria" de su antepasado.
En un comunicado se informó: "No tenemos nada contra Penélope, a la que seguramente Moro ha desinformado. Nosotros estaríamos encantados de que protagonizase una película sobre la vida real de la princesa Anita, pero no esta basura". Y así Singh nos privó de ver a una Penélope Cruz a lomos de un elefante entrando triunfal en su cinematográfica boda sij, como hizo la auténtica Anita Delgado en 1908 en la India de los Marajás.
"Fíjate que luego las amenazas judiciales quedaron en nada. Yo tenía la información de que el marido de Anita Delgado había dejado embarazada a una camarera del hotel Savoy y antes de que toda esta historia volviera a removerse, el nieto prefirió retirar todo, ya que yo tenía esas informaciones muy documentadas", añade Moro.
Ahora es Juan Antonio Casado, productor de la película El jugador de ajedrez, el que va a crear una serie titulada La princesa de Kapurthala, todos los secretos del maharajá de Kapurthala y Anita Delgado, guionizando en cuatro temporadas la obra de Elisa Vázquez de Gey, escrita en 1998 con la vida de la intrépida malagueña.
"Tenemos todo el apoyo de la embajada de la India y con Michael Radford. Va a tener un formato como la serie inglesa The Crown, con un elenco de actores espectaculares. Estos días estamos cerrando toda la producción y en mayo tendremos respuestas a muchas preguntas", comenta el productor, que ha pensado que Ana de Armas podría ser una excelente Anita Delgado.
Justicia póstuma
Javier Moro, que se encuentra estos días en Washington preparando su próxima novela, que verá la luz este otoño, argumenta que "este homenaje de la cámara autonómica andaluza solo hace justicia póstuma a una mujer vilipendiada en su momento. Bellísima y de enorme carisma, Anita Delgado Briones enamoró a Jagatjit Singh durante una actuación en el madrileño café bar Central-Kursaal. Llegó a casarse y tener un hijo con el Maharajá. Escandalizó y provocó admiración por igual entre los embajadores y príncipes de la India británica y vivió su gran amor secreto hasta las últimas consecuencias".
De todos los ríos de tinta que se han vertido hasta ahora de la célebre malagueña, sin duda ha sido Pasión India, el libro del Premio Planeta Javier Moro, el que ha conseguido inmortalizar a este icono del panorama internacional al vender más de un millón y medio de ejemplares. De esa manera nos acercó con su betseller, a este inmemorial personaje que, como hemos dicho, protagonizó la boda del año con el maharajá de Kapurthala en 1908.
Hoy el escritor madrileño, 114 años después, llega de nuevo a las bibliotecas británicas con una edición en inglés, para recordarle al pueblo que dominó a la India las beldades de esta historia de amor y traición, que se desgranó durante casi dos décadas, en el corazón de un país, como la India, a punto de extinguirse.
Esta historia ha marcado a Moro en su trayectoria como escritor: "Antes de escribir Pasión India yo ya había publicado cinco libros. Pero este libro, que fue un gran éxito, contaba con un elemento de fairy tales, que llaman los ingleses, de cuento de hadas, de pobre niña española que acaba siendo cenicienta. Este arquetipo que suele funcionar arropado por un decorado muy exótico y una historia de amor que le da fuerza".
Querían envenenar a Anita
Javier Moro es gran conocedor de la India y, en diciembre de 1984, se encontraba cubriendo los desastres de Bhopal (la fuga de gases tóxicos que mataron a más de 25.000 personas) cuando empezó a descubrir a Anita Delgado. "Aún lo recuerdo como si fuera ayer. En un cóctel al que asistí, conocí a la prima del maharajá de Kapurthala, que me empezó a hablar de esta fascinante mujer. Ahí fue cuando vislumbré que había un relato muy interesante, que me permitía contar una parte de la historia de la India que a mí me interesaba mucho: la dominación inglesa. Empecé a visitar los lugares donde estuvo Anita y hablar con familiares, sirvientes y gente que la conoció. Más que una historia de amor fue una historia sobre una India que ya no existe, la del final del Imperio Británico, que me parece fascinante".
"Quería darme el gustazo de escribir algo que no tuviera una carga social tan fuerte como la de mis otros libros, que hice para aportar mi granito de arena a causas diversas y olvidadas. Pensaba que sería un libro de transición hacia otros temas. Y así fue", añade.
El escritor recuerda que algunos de los familiares del maharajá que entrevistó para este libro estaban convencidos de que "Anita le había hecho un sortilegio y había embrujado a su marido". "El príncipe tenía cuatro esposas, pero solo vivía con Anita, ellas eran solo parte de su harén. Éstas querían envenenar a Anita Delgado porque la consideraban una bruja. Lo cierto es que su llegada a la India fue un auténtico terremoto".
"No era una feminista"
La mayoría de los españoles descubrió a Anita Delgado gracias a Javier Moro. "Era osada y descarada. Embaucaba. Desde el principio a mí me fascinó de Anita su arrojo. Ella era una andaluza salerosa, que vio cómo su destino cambió para siempre cuando su mirada se cruzó con la de Jagatjit Singh. Ella llega a Kapurthala con 17 años, y quedó magnetizada por todo aquel boato. Convertirse en princesa fue muy fuerte para una niña que actuaba como bailarina telonera en Madrid. Ella era muy libre, muy lista, con la gracia andaluza de su Málaga natal, y se adaptó bien a las circunstancias".
Ahora, el Premio Planeta aplaude la iniciativa del Parlamento andaluz para reconocer la figura de la malagueña: "Ya era hora. Pero sí quiero resaltar que ella no fue ninguna feminista. Solo ha sido el producto de una época. Una mujer ninguneada por la historia, a la que no le dieron jamás su lugar y que fue marginada por buscar su sitio. Pero de ella se tiene que saber que nunca luchó por los derechos de las mujeres. Yo la definiría como una mujer progresista. Pero de ahí a pintarla como un emblema del feminismo, no".
Su único hijo murió de cáncer
Jagatjit Singh, maharajá de Kapurthala, conoció a Anita en un teatro de variedades en Madrid, donde la malagueña actuaba junto a su hermana Victoria como el dúo de baile Las Camelias. Era muy habitual que pintores de la talla de Romero de Torres o escritores como Valle Inclán se pasaran por el teatro a disfrutar del espectáculo. De hecho, cuentan que el pintor de la mujer andaluza pidió que posara para él, pero Anita se negó y Romero de Torres se tuvo que conformar con su hermana Victoria.
Su infancia la habían pasado en Málaga, donde sus padres tenían una cafetería, La Castaña. Anita recibió allí clases de canto y baile, pero los problemas económicos obligaron a la familia a trasladarse a la capital.
El aristócrata indio había llegado a Madrid para participar en los festejos de boda de Alfonso XIII y Victoria Eugenia cuando se enamoró perdidamente de la joven. No lo tuvo fácil en su cortejo, sobre todo cuando tuvo que marcharse a Francia con prisas después del atentado contra los Reyes en la calle Mayor.
Los padres de Anita, que entonces tenía 16 años, no veían sensato que su hija se marchara al otro lado del mundo. Pero el maharajá siguió intentándolo desde París hasta que la familia de la malagueña y la del noble indio se pusieron de acuerdo para que se llevaran a cabo dos casamientos.
Dicen que Anita escribió una carta aceptando la propuesta de matrimonio de Jagatjit Singh muy simple y llena de erratas; pero la misiva cayó en manos de Valle Inclán quien la reescribió convirtiéndola en una poética declaración de amor que elevó aún más el misterio de la malagueña.
El primero de los enlaces fue una boda civil en París, en 1907. En la ciudad del Sena, Anita empezó su preparación como maharaní de la India para su vida en el país asiático. Aprendió inglés, el dialecto local de su marido, protocolo y vestimenta.
Un año más tarde, se celebró la segunda boda, por el rito sij, la religión de su familia política. La celebración duró 10 días, en el palacio en Kapurthala donde el maharajá había construido una réplica de Versalles para su quinta esposa.
Anita Delgado comenzó así una vida de lujos, viajes por Europa y Estados Unidos. Y así, en medio de todos estos estipendios llegó a sus vidas su hijo, Ajit Singh. "Su hijo fue un amante de todo lo español. Le gustaban la fiesta y los toros. Fue diplomático de la embajada india en Argentina y murió de cáncer", explica Moro.
El manto impío que querían tirar al mar
Una de las historias de la intensa vida de Anita que más le gusta contar al escritor madrileño, es el episodio del manto de la Virgen de la Victoria, patrona de Málaga. Anita siempre fue fiel creyente de esta Virgen y cuando el parto de su primer hijo se complicó, ella hizo una promesa: si salía de ese trance le regalaría a la Virgen de la Victoria el manto de ceremonia más bonito que jamás se hubiera visto.
La joya se la envió desde la casa de modas de París Chez Paquín y ahora luce en el camarín, acompañando a la imagen de esta virgen. Se ha convertido en uno de los objetos más preciados en el ajuar de la patrona de Málaga y no sólo por el valor económico de esta confección única para la época, sino por la historia que acompaña el regalo.
Sin embargo, en el año 1927, fecha del obsequio del manto, seguía habiendo muchos recelos hacia la figura de la joven: su boda con el maharajá de Kapurthala en la India por el rito sij era interpretado por la sociedad malagueña de principios de siglo XX como una traición a la fe católica, un estigma que la acompañó hasta la muerte.
Dos años antes, en 1925, Anita no pudo más con su vida y su matrimonio y pidió el divorcio. Salió de la India y se trasladó a París y a Málaga, donde vivió unos años antes de instalarse definitivamente en Madrid, en la calle de Marqués de Urquijo, donde falleció en 1962 por un ataque cardíaco.
Javier Moro explica incluso que ese año, "tras su fallecimiento, hubo pegas para que fuera enterrada en un camposanto porque era un personaje impío. Luego se la enterró en el Sacramental de San Justo, San Millán y Santa Cruz, parte del madrileño cementerio de San Isidro, donde también se encuentran las tumbas de José de Espronceda o de Larra. El manto con el que la maharaní cumplía su promesa con la Virgen también fue guardado en un cajón durante años, ya que las camareras de la época no veían con buenos ojos aquella donación pagana". Los mismos cofrades de la Virgen de la Victoria quisieron tirarlo al mar y tuvo que ser el obispo el que lo rescatara, consciente del valor de la prenda.
Moro finaliza su relato contando a Porfolio que los últimos años de Anita los pasó como amante de su secretario personal: "Nunca se casaron porque si no hubiera perdido los derechos del legado del Maharajá. Así que mantuvo este amor de conveniencia, en el que se sintió cuidada por él y sus hijas, que la llamaban la Tía Anita y que guardaron durante mucho tiempo el mejor ajuar de la enigmática mujer llamada Anita Delgado".