A las dos de la tarde del 18 de marzo de 1781, Bernardo de Gálvez, de pie en el alcázar de un buque de guerra español que navegaba por el centro de la bahía de Pensacola, ordenó que se izase la bandera y que se disparasen todos los cañones. Los artilleros británicos que defendían la bahía desde el fuerte Red Cliffs abrieron fuego, disparando más de 40 cañonazos contra el navío que destrozaron sus velas y parte de su casco.
A pesar de ello, el bergantín Galveztown logró sortear el peligro y siguió adentrándose en la bahía. Desde la lejanía las tropas españolas vitorearon la heroica hazaña de su general, provocando que el resto de la flota española dejara a un lado sus dudas y se internara en el canal para comenzar el sitio de la capital de la Florida Occidental y sede del poder civil y militar británico en América del Norte: Pensacola.
El 9 de mayo, los ingleses rindieron la plaza, España recobraba la Florida y dejaba a Gran Bretaña sin ninguna posesión en el Golfo de México. Además, su victoria impedía que los británicos pudiesen concentrar sus fuerzas contra el Ejército Continental al mando de George Washington, que luchaba por su independencia, la independencia de los Estados Unidos de América.
El 3 de septiembre de 1783, David Hartley, parlamentario británico que representaba al Rey Jorge III de Inglaterra, y John Adams, Benjamin Franklin y John Jay, representantes de los Estados Unidos, firmaban el Tratado de París, que legitimaba la independencia de los recién creados Estados Unidos de América. El Congreso Continental de la joven nación declararía formalmente su gratitud a Bernardo de Gálvez por su comportamiento hacia los Estados Unidos, al haber jugado un papel esencial en la guerra y en ayudar a asegurar la independencia. Además, su retrato sería expuesto en el Senado estadounidense junto al de otros grandes del país como Thomas Jefferson o el propio Washington.
¿Quién fue Bernardo de Gálvez?
Bernardo de Gálvez nacía en Macharaviaya, Málaga, el 23 de julio de 1746 y era hijo de Matías de Gálvez, teniente general y virrey de Nueva España (actual México). Tras una exitosa carrera militar y gracias a sus conocimientos de francés, fue destinado, como coronel del regimiento Fijo de Luisiana, en Nueva Orleans, el 22 de mayo de 1776. Tan sólo dos meses después fue nombrado gobernador interino de Luisiana, desplegando una intensa actividad dirigida a contrarrestar la amenaza de los británicos en los dominios españoles, mientras prestaba su cooperación a una causa que estaba comenzando a surgir en las colonias inglesas: la independencia.
En aquella época, un tercio de la superficie de los actuales Estados Unidos estaba entonces bajo la soberanía de la corona española, aunque en la práctica tenía un escaso control sobre la mayor parte de este vasto territorio, pero quien tuviera el apoyo de España tendría una excepcional y formidable ventaja.
Cuando se firmó la Declaración de Independencia de EE. UU., España decidió que Gálvez ayudara de manera discreta a las 13 colonias.
Cuando se firmó la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América, en julio de 1776, el gobierno español decidió que Gálvez ayudara de manera discreta a las 13 colonias en su lucha contra los británicos, ya que Carlos III dudaba si intervenir en la guerra. Con ello se buscaba debilitar a los ingleses y recuperar algunos territorios específicos, especialmente Gibraltar.
Utilizando como centro operativo el puerto de Nueva Orleans para introducir en el territorio la ayuda, llegaban desde la península y México uniformes, mantas, pólvora, tiendas de campaña y otros suministros que se enviaban para el abastecimiento del Ejército Continental, el formado por las 13 colonias, además de importantes partidas de dinero en metálico.
El primer ejército multirracial
Pero en junio de 1779, se declaraba la guerra entre España y Gran Bretaña, así que Gálvez, que esperaba una ofensiva británica desde el norte y el este, decidió atacar primero pese a su inferioridad numérica tanto en hombres como en medios. Organizó el que posiblemente haya sido el primer ejército multirracial de América, integrado por españoles, criollos, mestizos, norteamericanos, franceses, afroamericanos e indoamericanos y se lanzó al ataque directo.
Y ganó todas las batallas en las que se enfrentó a los británicos. En pocos meses ya controlaba todo el valle del Misisipi y había ampliado el dominio español en la zona en más de 2.000 kilómetros, además de dar un respiro al Ejército Continental y recuperar de manos de los británicos el lucrativo comercio de pieles. Por todos los méritos contraídos, Gálvez fue ascendido a mariscal de campo.
Al año siguiente, decidió atacar la Florida, lo que abría un nuevo frente para los británicos, que perdían su capital, Pensacola, el 9 de mayo de 1781, tras la hazaña de Gálvez navegando en su bergantín por el centro de la bahía como acicate para el resto de su flota. Al regreso de su victoriosa acción arengó a las tropas: “Yo, hijos míos, he ido solo a sacrificarme por no exponer a un solo soldado, ni a hombre de mi ejército”.
Tras esta victoria fue ascendido a teniente general y nombrado caballero de la Real Orden de Carlos III, además de ser nombrado gobernador y capitán general de Luisiana y la Florida Occidental y comandante en jefe del Ejército de Operaciones en América. Asimismo, el Rey decretó que la bahía de Pensacola se nombrase en lo venidero bahía de Santa María de Gálvez y que, para perpetuar la heroica acción con que Bernardo había forzado el solo la entrada en dicha bahía, utilizase en el escudo de sus armas al bergantín “Galveztown” con el mote “Yo solo”.
Tras la conquista de Florida, Bernardo siguió colaborando con los colonos durante meses hasta el fin de la guerra, en 1783.
Sus victorias y acciones fueron consideradas tan cruciales para la independencia que, en el desfile de los vencedores, Gálvez marcharía junto a George Washington por las calles de Filadelfia. En reconocimiento a sus gestas se propuso al Congreso de Estados Unidos honrar la memoria del gobernador de Luisiana colocando su cuadro en el edificio del Capitolio, junto al de otros grandes del país como Thomas Jefferson o el propio Washington, sin embargo, por motivos que se desconocen, esta acción nunca se fue llevada a cabo.
Virrey de Nueva España
Bernardo regresó a la península y fue nombrado, en 1785, virrey de Nueva España como sucesor de su padre. En su nuevo destino promocionó las artes y las ciencias, aplicó una política de tolerancia religiosa desconocida en la América española y diseñó una nueva manera de relacionarse con los grupos indígenas que habitaban las regiones periféricas del Imperio español basado en el comercio, en lugar de en el permanente enfrentamiento militar.
Además, luchó contra dos terribles males que asolaban Nueva España: el hambre y la peste. Entre otras medidas ordenó el aislamiento de los enfermos para evitar contagios, el internamiento y la medicación gratuita a los pobres en los hospitales, nombró una Junta permanente con aportaciones de las mayores fortunas del país encargada de socorrer a los mexicanos que habían abandonado el campo en busca de alimento, ordenó que los patios del palacio virreinal acogiesen a cuantos necesitados entraran en ellos y destinó parte de su fortuna personal para los necesitados.
Obama concedió a Gálvez el título de “Ciudadano Honorario de EE.UU.”, el más alto honor que ese país puede otorgar a un ciudadano extranjero.
Su carácter, su humanidad, su inteligencia y su simpatía le valieron para ganarse en poco tiempo el corazón del pueblo, convirtiéndose en el hombre más querido y poderoso de todo el Imperio español. Pero, desgraciadamente, tuvo un prematuro final. El 30 de noviembre de 1786 moría por una enfermedad fulminante, con tan solo 40 años.
Reconocimientos a Gálvez
En Estados Unidos, varios lugares geográficos derivan de su nombre: la ciudad y el condado de Galveston, en Texas, o los pueblos de Galvez y St. Bernard Parrish, en Luisiana, pero con el tiempo, el papel que desempeñó como la más alta autoridad del Imperio español en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos se fue olvidando, hasta hace muy poco.
En 1976 se erigió en Washington una estatua ecuestre en su honor, que por entonces se encargó de inaugurar el Rey Emérito Juan Carlos I, como un “recordatorio de que España ofreció la sangre de sus soldados por la causa de la independencia estadounidense” y en 2018 otra estatua fue erigida en Pensacola, frente al Fort George, una de las posiciones británicas tomadas por él.
Pero el mayor reconocimiento llegó en el año 2014, cuando el presidente estadounidense Barack Obama concedía a Gálvez el título de “Ciudadano Honorario de Estados Unidos”, el más alto honor que ese país puede otorgar a un ciudadano extranjero, un privilegio que sólo han alcanzado otros siete nombres más, entre ellos, Winston Churchill o la Madre Teresa de Calcuta, y cuyos honores fueron recogidos el 20 de septiembre de 2015 por el actual Rey de España, Felipe VI.
Las hazañas bélicas de Bernardo de Gálvez han sido las que le han valido para aparecer entre los nombres que los norteamericanos consideran como héroes de combate, además de ser honrado por haber colaborado en su independencia. Por ello, además del reconocimiento de Ciudadano Honorario, su retrato puede contemplarse en la actualidad en la galería de insignes “Padres de la patria” en el Capitolio de los Estados Unidos de América, en cumplimiento de aquella vieja promesa que le habían hecho, 232 años atrás, los padres fundadores de la nación más poderosa desde la Segunda Guerra Mundial.