En abril de 1942, cuando los japoneses expulsaron al ejército británico de Birmania y parecía muy probable que también invadieran la India, el general Sir Archibald Wavell ordenó la creación de una organización guerrillera que operaría a lo largo de 1.300 kilómetros, en la frontera entre la India y Birmania, desde el Himalaya hasta la Bahía de Bengala: la V Force.
Concebida para hostigar a los japoneses si intentaban hacerse con la India, su trabajo principal consistía en dañar sus líneas de comunicación y suministros con emboscadas y sabotajes, además de proporcionar informes de inteligencia tras las líneas enemigas.
La V Force dependía de la buena voluntad y la lealtad de las poblaciones locales entre las que operaban, así que los encorsetados mandos militares británicos tuvieron que realizar grandes concesiones para lograrlo. La V Force estableció ciertos principios que jamás se habrían puesto en práctica en el ejército regular, ya que se aceptó que civiles con experiencia con los pueblos locales y su lengua pudiesen estar al mando de las fuerzas guerrilleras. Algunos de esos comandantes eran agentes de policía, antiguos administradores civiles o plantadores de té.
Pero había uno de aquellos comandantes que destacaba sobre todos los demás, una antropóloga: Úrsula Violet Graham Bower, la Reina Naga.
Hija de un comandante de la Royal Navy, Úrsula nacía en Inglaterra en 1914, en Blewbery (Reino Unido), y tenía un sueño: estudiar las carreras de arqueología y antropología en la Universidad de Oxford. Y para ello se preparó en la Roedean School, un internado femenino de Brighton que realizaba la instrucción necesaria para ingresar en la universidad, algo que no llegó conseguir al menos en aquel momento.
A principios de la década de 1930, la crisis financiera que azotaba Gran Bretaña y gran parte del mundo tras el Crack del 29 de Wall Street, dejó a su familia con medios limitados, por lo que no había dinero suficiente para enviarla a ella y a su hermano a la universidad. Solo podía ir uno de ellos y, por supuesto, no sería Úrsula.
Consciente de que nunca podría ir a la universidad e influenciada por su madrastra, Barbara Euphan Todd, una famosa escritora de cuentos infantiles en los países de habla inglesa, Úrsula comenzó a fantasear con escribir y viajar por todo el mundo.
El viaje que lo cambió todo
Y la oportunidad le llegó en 1937. Ese año fue invitada por una de sus amigas, Alexa MacDonald, a visitar Manipur, una región del extremo oriental de la India donde su hermano estaba destinado como funcionario del Indian Civil Service. Úrsula ni se lo pensó, así que pidió permiso a sus padres, quienes esperaban que encontrara un esposo durante el viaje, cogió su cámara y varias libretas para tomar notas y partió junto a su amiga.
Días después de llegar a la India, el hermano de su amiga le preguntó si quería visitar junto a su esposa a alguna tribu local a la que tenían que llevarles algunas medicinas. Era su oportunidad. Tras internarse en la selva descubrió las colinas Naga, una cadena montañosa que sirve de frontera natural entre Birmania y la India y que en aquel momento formaban parte de la India británica, las Naga Hills.
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Allí se encontró con el pueblo Naga, un conjunto de tribus con cultura y tradiciones comunes que hablan una lengua más o menos unificada que fascinó a Úrsula, que ni se imaginaba que aquel viaje turístico a la India sería el comienzo no solo de la aventura de su vida, sino que también cambiaría la historia de todo aquel pueblo.
Los Naga
A pesar de que podría parecer una simple turista, Úrsula estaba perfectamente preparada para la vida con los Naga. Por un lado, sabía como utilizar un arma, ya que su padre, el comandante John Graham Bower, la había entrenado en la práctica de tiro. Por otro lado, tenía conocimientos médicos, ya que su madrastra había servido en una unidad civil de enfermería británica formada casi en exclusiva por mujeres que colaboraba en los hospitales de campaña durante la Primera Guerra Mundial. Además, era una extraordinaria fotógrafa y una competente escritora que quería escribir un libro sobre antropología.
De esta manera, comenzaron los encuentros de Úrsula con los nagas, en los que aprovechaba su habilidad para cuidar a los enfermos mientras trataba de fotografiar y documentar sus estilos de vida, realizando un valioso trabajo de campo que plasmaría en más de un millar de imágenes y un par de libros que llevó de vuelta a Londres, donde quienes las vieron se quedaron impresionados.
En 1939, decidió regresar para seguir aprendiendo de aquellas maravillosas tribus, pero estalló la Segunda Guerra Mundial y le prohibieron volver a las Naga Hills.
Así que Úrsula fue a ver al gobernador de la India en asuntos tribales para ver qué estaba ocurriendo. Allí le contaron que los Naga se habían revelado contra los británicos y que el ejército había tenido que intervenir para sofocar la rebelión. Cuando preguntó qué pedían los Naga, los funcionarios le contestaron que la querían a ella de vuelta, a su diosa.
En 1932, Rani Gaidinliu, una joven adolescente había sido encarcelada por los británicos tras encabezar una rebelión de todas las tribus Naga. Antes de ser detenida dijo a sus seguidores que volvería en otro cuerpo, en una forma diferente, pero que seguiría siendo ella. Cuando Úrsula comenzó a ayudar a las tribus consiguiéndoles alimentos y medicinas del gobierno, muchos de los Naga comenzaron a pensar que era la reencarnación de Rani y la convirtieron en su diosa, a pesar de que ella trató de desbaratar y desacreditar esa creencia. Cuando vieron que su diosa no regresaba, acuciados por el hambre, las enfermedades y la torpe gestión de los ingleses, decidieron rebelarse contra la opresión británica.
El gobernador decidió permitir a Úrsula regresar a Naga Hills, pensando que ella podría controlar a los nativos mejor que el gobierno. Y así fue. Cuando llegó de nuevo, los nativos depositaron total fe en ella, en su Reina Naga, un apelativo que ella odiaba.
Y llegaron los japoneses
En 1942 los japoneses consiguen adueñarse prácticamente de todo el sudeste asiático. Tras invadir Birmania, el siguiente objetivo era la India, así que Úrsula fue contratada por el gobierno junto a un par de nagas para administrar una pequeña área de servicio que se encontraba cerca de la frontera con Birmania para ayudar a los refugiados que llegaban al país.
Los japoneses avanzaban, pero nadie estaba seguro de cuándo entrarían en la India. Las montañas que hacían de frontera natural entre los dos países eran impenetrables, pero había un paso que las atravesaba que podría ser utilizado por el invasor nipón. El ejército británico necesitaba una unidad de inteligencia para comprobar si los japoneses empleaban esa ruta, así que hablaron con Úrsula y le pidieron que reclutara a 150 nagas para que patrullaran los caminos y detuvieran o, al menos, entorpecieran, el avance enemigo por la selva, convirtiendo a su pequeña pero imprescindible unidad, conocida como la “Bower Force”, en parte de la “V Force británica” que operaba a lo largo de los 1.300 kilómetros de la frontera oriental de la India.
Curiosamente, los Naga no permitían que las mujeres participasen en la guerra, ni en la política, ni en la caza. Sin embargo, no solo permitieron a Úrsula luchar, sino que la hicieron su líder y le juraron lealtad, lo que dice mucho de la estima que le tenían.
Pero los Naga estaban desarmados, ya que tan solo contaban con algunos viejos rifles de caza, así que Úrsula instó a los británicos a que les dieran armas para combatir, una petición que le fue concedida, así como el rango de Capitana en funciones, convirtiéndose de esta manera en la única mujer que ocupó un puesto de mando en el ejército británico durante la Segunda Guerra Mundial.
Nace una leyenda: la Reina Naga
Además de explorar, buscar desertores, aviones y tripulaciones perdidas, la Reina Naga y su Bower Force llegaron a entrar en combate contra los japoneses, convirtiendo los caminos y sendas que comunicaban Birmania y la India en vías de escape seguras para miles de refugiados, prisioneros evadidos o soldados en fuga. Combate tras combate, la Reina Naga comenzó a forjar su leyenda alimentada por la propaganda británica, que difundía sus hazañas por todo el sudeste asiático, motivando que fuera un objetivo prioritario para los nipones, que llegaron a poner precio a su cabeza.
Durante la contienda Úrsula conoció al hombre con quien se casaría en 1945, Frederick Nicholson Betts, alias 'Tim', un teniente coronel de la “V Force” al que le gustaban las aventuras y las junglas y que todavía no había encontrado a una mujer que compartiera el mismo entusiasmo. Mientras se recuperaba de una enfermedad contraída en la selva, 'Tim' oyó hablar de la Bower Force y de su Reina Naga, y pensó que tenía conocer a esa extraordinaria mujer.
Cuando los Naga fueron conscientes de que los británicos se iban a ir, tras el fin de la guerra, muchos de los jefes de las aldeas le pidieron a Úrsula que se quedara ya que, finalmente tenían a un británico en quien podían confiar. Pero la reina debía volver a su país y continuar con su vida.
Tras regresar fue galardonada con la Medalla Conmemorativa Lawrence, una condecoración académica en honor a Lawrence de Arabia, y con el título de Miembro de la Orden del Imperio Británico, además de obtener una licenciatura en antropología por la universidad de Londres.
Tras vivir en la India y Kenia, Úrsula y 'Tim' se mudaron a la isla escocesa de Mull, donde vivirían hasta su fallecimiento. Su hija mayor autorizó que se escribiera una obra de teatro contando las hazañas de su madre con el título de Úrsula: Reina de la Selva y decidió llevar la obra a la aldea Naga donde todo había comenzado. La mayoría de los habitantes no entendieron nada, pero cuando proyectó algunas de las fotografías de su madre, todos en la aldea se quedaron maravillados viendo a sus abuelos en las imágenes que había tomado, justo en aquel lugar, la legendaria Reina Naga: Úrsula Graham Bower.
En la actualidad, todas esas fotografías pueden verse a través de internet.