3 septiembre, 2023 01:56

El multimillonario egipcio Mohamed Al-Fayed murió el pasado miércoles a los 94 años, en Londres, la ciudad en la que aterrizó cargado de ambición en 1964. Nacido en Alejandría el 27 enero de 1929 e hijo de un maestro de escuela, su enorme fortuna —según Forbes, de unos 2.200 millones de euros en 2022— comenzó a fraguarse justo una década antes, tras casarse en 1954 con la saudí Samira Kashoggi, hermana del traficante de armas Adnan Kashoggi y miembro de una poderosísima familia que le abrió las puertas del dinero. 

Desde que conoció a Samira en una playa de Alejandría en 1952 y fuera apadrinado con sólo 23 años su familia política, de raíces turcas y encabezada por el médico personal del rey saudí Abdul Aziz Al Saud, Al-Fayed aprendió a otear desde la cima las cumbres del poder musulmán más occidentalizado y a desenvolverse de manera natural entre sus élites. Los Kashoggi lo acogieron y en él confiaron la importación de muebles al país del golfo Pérsico. Rápidamente, se convirtió en una maquina de hacer dinero que ya nunca paró. 

Hablamos de un hombre que se crio en el delta del Nilo y al que, como a Curro Romero en Camas, acabaron llamando en Londres 'el Faraón' después de comprar Harrods, los grandes almacenes más exclusivos del mundo, y un equipo en la primera división del fútbol inglés. Por frenética, su vida es un remake actualizado de Sinuhé, el egipcio, la célebre novela de Mika Waltari, donde todo sale bien menos la muerte de su hijo. 

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Todos los perfiles publicados sobre Mohamed Al-Fayed pivotan en torno al 30 de agosto de 1997, el día que su primogénito perdió la vida en un túnel parisino junto a su novia, Diana Spencer, la exmujer del entonces Príncipe de Gales y ahora Rey de Inglaterra, Carlos III, conocida como Lady Di y auténtico icono cultural para el pueblo británico. El Mercedes que conducía bajo los efectos del alcohol Henri Paul, jefe de seguridad del Hotel Ritz de París, propiedad de Al-Fayed, y miembro de su séquito de confianza, se estrelló bajo el puente Alma de París mientras huía de los paparazzi y acabó con la vida de sus tres tripulantes.

Al-Fayed nunca aceptó la versión oficial y apuntó hacia la Casa Real inglesa a través del duque de Edimburgo y hacia los servicios de inteligencia de Estados Unidos, llegando a denunciar personalmente a la CIA en Washington. Su demanda, sin embargo, fue desestimada por el alto tribunal norteamericano. Siempre según la versión de Al-Fayed, Dodi y Lady Di se habrían comprometido en matrimonio y, una hora antes del accidente, la exprincesa llamó para decirle que estaba embarazada. Al-Fayed admitió la derrota después de que una investigación oficial en 2008 concluyera que lo ocurrido fue un accidente.

El sultán de Brunei y la compra de Harrods

El magnate comenzó su carrera como comercial de Coca-Cola y otras bebidas gaseosas, según unos, y como vendedor de máquinas de coser, según otros. Quizás hizo ambas cosas o ninguna, pero su primera aventura empresarial fue una compañía de transporte marítimo. Su relación clave fue con el sultán de Brunei, uno de los hombres más ricos del mundo y considerado su mecenas. Al-Fayed estrechó una gran relación con Muda Hassanal Bolkiah y acabó siendo su consejero.

Mientras, su primer matrimonio apenas duró dos años. Editora de profesión y tía del periodista del The Washington Post asesinado en 2017 por el régimen saudí en Estambul Jamal Kashoggi, Samira y Al-Fayed se separaron en 1956, apenas meses después de nacer Dodi. La segunda y definitiva mujer del magnate egipcio fue la modelo finlandesa Heini Wathen, con quien se casó en 1985 y tuvo otros cuatro hijos.

Mohamed Al-Fayet en el estadio del Fulham, club inglés del que fue propietario entre 1997 y 2013.

Mohamed Al-Fayet en el estadio del Fulham, club inglés del que fue propietario entre 1997 y 2013. Reuters

Sólo la amistad con el líder del sultanato absoluta explica la compra de propiedades de la envergadura de la cadena de grandes almacenes House of Fraser, por 842 millones de euros de la época al cambio y que incluía entre sus bienes las icónicas galerías Harrods de Londres. También se compró el parisino Hotel Ritz o, en 1997, un club de fútbol, el Fulham, radicado en el corazón de Londres y con honda tradición deportiva. Además, invirtió poderosamente en empresas hoteleras, mineras y de transporte marítimo y se introdujo en el papel cuché a través de su compromiso con diversas causas filantrópicas.

Al-Fayed se hizo junto a sus hermanos y para disgusto de parte de una sociedad británica que lo tachaba de wog, un término inglés peyorativo reservado para los inmigrantes de pelo oscuro, con la joya del capitalismo londinense en 1985. Sin embargo, ni su creciente influencia política y social ni los millones de libras pagadas en impuestos le permitieron a Al-Fayed hacerse con el pasaporte británico, negada en dos ocasiones —en 1994 y en 1999— la petición firme de nacionalidad por la Corona inglesa.

Escándalo político, liquidación y retiro

Al-Fayed jamás pudo granjearse el cariño del establishment británico. La compra de Harrods fue una afrenta para una élite muy tradicional, que encontró en el modo de conseguirla la excusa perfecta para negarle la invitación. El Ministerio de Comercio e Industria británico trató de desbaratar la adquisición, algo que no consiguió pese a concluir que Al-Fayed mintió y no era "digno de confianza".

Además, el magnate de Alejandría protagonizó su propio escándalo político en 1994. Un hecho cuya revelación significó uno de los motivos que terminaron, en mayo de 1997, tres meses después de fallecer su hijo, con el gobierno del conservador John Major. Aquello se bautizó como dinero a cambio de preguntas y consistía en pagar miles de libras a parlamentarios tories por llevar a la Cámara de los Comunes cuestiones de su interés empresarial. El propio Al-Fayed confirmó a través del diario The Guardian las minutos que había pagado a los parlamentarios conservadores Neil Hamilton y Tim Smith

Diana de Gales y Dodi Al-Fayet veranean en un yate familiar.

Diana de Gales y Dodi Al-Fayet veranean en un yate familiar. GTRES

Al-Fayed también se convirtió en una figura clave en el desarrollo de Dubái, contribuyendo en gran medida a transformar el Emirato en un próspero centro financiero. Hablamos de un hombre del que se sospecha que añadió el Al a su apellido para dotarlo de abolengo a su llegada a Inglaterra. 

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Cansado, Al-Fayed liquidó sus mayores posesiones a partir de 2010 y se retiró a vivir tranquilamente su residencia. Vendió Harrods a Qatar por más de 1.700 millones de euros en 2010 y en 2013 el Fulham, por unos 200 millones a Shadid Khan, poderoso empresario estadounidense de origen paquistaní. En sus 16 años al frente del Fulham, entre 1997 y 2013, el club pasó de tercera división a consolidarse en la Premier League. 

"La historia del Fulham no puede contarse sin un capítulo sobre el impacto positivo del Sr. Al-Fayed como presidente. Su legado será recordado por nuestra promoción a la Premier League, una final de la Europa League y momentos mágicos de jugadores y equipos por igual", rezaba el comunicado emitido por el club.

Al-Fayed fue enterrado el pasado viernes tras celebrarse su funeral en la Mezquita Central de Londres. El magnate ya descansa junto al hijo que, malogrado prematuramente, no pudo casar con una princesa. Quizás su sueño más ambicioso.