En 1825, mientras Samuel Morse se encontraba en Washington pintando un retrato, recibió una carta en la que se le informaba de que su esposa estaba gravemente enferma. Morse partió inmediatamente, pero cuando llegó, su esposa ya había sido enterrada.
Morse era profundamente religioso, por lo que creyó que esta era una señal de Dios para que buscase métodos más efectivos de comunicación entre largas distancias que pudieran llegar más rápidamente a sus destinatarios y que fuesen mejores que enviar cartas a caballo.
Para ello, en 1826, emprendió un viaje por media Europa para investigar y estudiar si había alguna manera de enviar señales a través de estímulos eléctricos. Tras conseguirlo, creó un código universal para interpretarlas basado en el sistema binario, con rayas y puntos, que fuese fácil de transmitir por el cableado eléctrico y que se usaría en el primer telégrafo de la historia: el Código Morse.
El 24 de mayo de 1844, Samuel Morse envió el primer mensaje público de la historia a través de una línea telegráfica, entre Baltimore y Washington: "What hath God wrought" (Qué nos ha traído Dios). Morse ideó su código para ayudar al mundo, cambiando para siempre el curso de la historia. Un siglo más tarde, otro genio iba a crear un artilugio para ayudar a su hijo pequeño a tratar en casa su enfermedad, un invento que revolucionaría para siempre la industria del bienestar: Jacuzzi.
Los hermanos Jacuzzi
A comienzos del siglo XX, siete hermanos italianos fueron enviados por sus padres a Estados Unidos en busca de un lugar en el que trabajar. Todos eran expertos ingenieros mecánicos, por lo que no tardaron en encontrar un empleo, aunque eran de baja cualificación. Algunos en lo más profundo de Idaho y otros en la soleada California, donde con el tiempo se acabaría estableciendo toda la familia cuando reunieron el dinero suficiente para traer a todos desde Italia.
Los Jacuzzi sabían que su talento y formación podía emplearse en otras cosas, por lo que, en 1915, decidieron fundar una empresa especializada en hélices para aviones bajo el nombre de “Jacuzzi Brothers Incorporated”. En poco tiempo sus hélices se convirtieron en las mejores de todo Estados Unidos, convirtiéndose en proveedores del ejército y demostrando ser vitales en los aviones durante la Primera Guerra Mundial, lo que les valió para que en la actualidad se exhiban en el Museo del Aire y el Espacio del Smithsonian de Washington DC.
Su gran éxito acabó convirtiéndoles en fabricantes de aviones completos hasta que, durante uno de sus vuelos de prueba con un Jacuzzi J-7, el primer avión de Estados Unidos con cabina cerrada, un accidente provocó el fallecimiento de uno de los hermanos, Giocondo, con tan solo 26 años, junto a otros tres pasajeros.
Esta desgracia les hizo centrarse tan solo en las hélices y a cambiar el nombre de su compañía por el de “Jacuzzi Bros Propellers”, aunque en poco tiempo comenzaron de nuevo a innovar e investigar nuevas aplicaciones e ideas, dando lugar a nuevos diseños.
Algunos de los más célebres fueron una bomba de riego que se volvió extremadamente popular entre los agricultores estadounidenses o un ventilador que soplaba aire caliente para combatir las heladas en los campos de cultivo. Además, comenzaron a fabricar bombas hidráulicas con una calidad y unas características únicas, lo que les valió para ganarse una gran reputación en el mercado.
El niño que lo cambió todo
Pero en 1943, Kenneth, hijo de Cándido, el menor de los hermanos, comenzó a sufrir graves dolores con tan solo 15 meses de edad. Le diagnosticaron una artritis reumatoide y el pronostico médico fue demoledor, ya que iría perdiendo gradualmente la movilidad y no podría vivir de forma autónoma, por lo que le daban pocos años de vida.
Cándido y su esposa Inez lo probaron todo para intentar aliviar el dolor del niño, hasta que encontraron un prometedor tratamiento: la hidroterapia, que se aplicaba en el hospital Herrick de Berkeley por medio de un tanque Hubbard, una bañera ovalada que empleaba el agua para “golpear” el cuerpo del paciente y ayudar a eliminar su rigidez.
Este tratamiento marcó una diferencia inmediata en la vida del niño, por lo que su madre comenzó a llevarlo dos veces por semana en un agotador y doloroso viaje que duraba una hora. Así que un día, cuando llegaron de vuelta a casa a casa, Inez le preguntó a su marido si no podía construir en casa algo igual a lo que había en el hospital. Y eso fue lo que hicieron.
Nace una nueva industria
Para ello Cándido adaptó una de las bombas que empleaban en la agricultura para que se pudiera acoplar a cualquier bañera y que produjese el mismo efecto terapéutico de la hidroterapia del hospital. Aquella bomba diseñada para ayudar a su hijo se llamó J-300 y crearía toda una nueva industria, la del hidromasaje.
Porque además de ayudar a Kenneth, los Jacuzzi vieron que aquella bomba tenía un potencial extraordinario, por lo que realizaron varias mejoras en su diseño y comenzaron a venderlas en 1949 en farmacias y tiendas de artículos para el baño.
El problema era que a algunos clientes les preocupaba tener un aparato eléctrico en el agua, así que uno de sus sobrinos, Ray Jacuzzi, rediseñó la idea de su tío fabricando bañeras con toda la tecnología ya incorporada, creando la primera bañera con chorros integrados y con un sistema completo de hidromasaje. Este nuevo concepto fue patentado en 1968 con el nombre de “Baño Romano”, en homenaje a los baños termales que formaban parte de la cultura de Roma.
El jacuzzi
Su sistema era tan perfecto que ninguna empresa tenía la capacidad de copiárselo, ya que nadie tenía la experiencia que los hermanos Jacuzzi habían adquirido con las bombas de agricultura. Y como no tenían competencia, todo el mundo comenzó a llamar “jacuzzi” a cualquier bañera de hidromasaje y comenzaron a ser reconocidos en todo el planeta abriendo fábricas en Canadá, México, Brasil o Estados Unidos.
En 1970 la familia regresó a Valvasone, el pueblo de Italia desde donde habían partido. A pocos metros de su casa natal fundaron la primera fábrica en Europa para la producción de sus bañeras de hidromasaje. Nueve años después, vendieron la empresa por 73 millones de dólares.
Kenneth, el niño que lo inspiró todo, murió en 2017 con 75 años… Roma inventó el baño, pero fue Jacuzzi quien lo perfeccionó.