A Coruña huele a café, basura, reciclaje, mar, cigarros y pescado. Así lo han determinado un grupo de estudiantes de A Coruña y Cambre que participaron en un kit de desarrollo olfativo de Science for Change en la Domus, en el que aprendieron a identificar estos olores y a determinar cuál es el entorno olfativo ideal, lejos de industrias y de grandes cantidades de vehículos.

"El olfato es el único sentido que no tiene adjetivos propios. Un color puede ser brillante, un sonido puede ser estridente, una textura puede ser suave… Y así cada sentido, pero el olor no. El olor necesita tomar prestados adjetivos de otros sentidos para describirlo", explica la productora creativa de Science for change, Isidora Fernández.

Esta empresa de ciencia ciudadana y comunicación científica fue la encargada de hacer el taller La lengua del olor, que consistió en tres juegos de mesa por equipos en los que los niños aprendieron a identificar los olores y su carácter. "El carácter es la personalidad del olor. Un olor a menta, a madera… Donde el tono hedónico es el nivel de agradabilidad y la intensidad", concreta la responsable de la iniciativa.

Taller sobre los olores de A Coruña.

Los participantes crearon un mural con una lámina gráfica y unas fichas impresas en papel transparente. Los niños determinaron primero a qué huele su barrio a partir de los datos disponibles en Odour Collect, una aplicación de ciencia ciudadana para monitorizar los olores de los espacios urbanos y rurales, en la que se pude ver como en Los Rosales huele a "desecho descompuesto" y en el Paseo Marítimo, a comida.

Estos olores característicos de A Coruña resultaron ser el café, la basura, el reciclaje, el mar, el cigarro o el pescado, así como el de las panaderías y pescaderías o el humo de los coches. "Hubo dos grupos que eran de Cambre y crearon elementos de campo que nos faltaban a mano: olor a vacas, olor a pasto… Ellos lo dibujaron, fue muy interesante", añade Fernández, que explica que los participantes apostaron por potenciar olores como el del mar frente al humo de los coches.

Los niños determinaron que las sensaciones de un buen paisaje olfativo deben llevar a la diversión, la libertad y la tranquilidad y explicaron que los olores empiezan a ser molestos y a generar contaminación cuando se activa la industria, pasa el camión de la basura o alguien fuma en el parque, por ejemplo. Así, entre las actividades generadoras de olor en A Coruña identificaron fundamentalmente la industria, las cocinas grandes y las heces de los perros.

Los participantes en el taller también hablaron sobre aquellas personas que se ven más afectadas por los olores: los deportistas y los ciudadanos que pasean por los parques, a lo que los pequeños añadieron los perros. El entorno olfativo ideal, en todo caso, es uno verde en el que haya muchas plantas y flores, así como el marítimo. Los niños lo tienen claro, tal y como reflejan los mensajes que lanzaron: Se non queres que cheires recicla! o Por un ambiente puro.