La Cocina Económica de A Coruña necesita más socios: "En el último año los costes subieron un 30%"
- La entidad da de comer a más de medio millón de personas al año. Durante la Navidad sus trabajadores y voluntarios tratan de hacer menús especiales y obsequios gastronómicos
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Los usuarios de la Cocina Económica de A Coruña son personas sin recursos económicos. Todo lo contrario. Las 1.500 personas que cada día hacen cola en el local de la calle Orzán y en los centros de la Sagrada Familia, O Castrillón y O Birloque llegan a duras penas a fin de mes. Algunos, ni eso. Sin embargo, pese a no gozar de una buena situación financiera, todos ellos pasarán unas Navidades relativamente especiales gracias a la Cocina Económica.
El menú de Nochebuena consistirá en crema de queso, ensaladilla de cangrejo, sándwiches de atún, gambas a la gabardina y un postre dulce. La artillería pesada, nécoras, langostinos y carne asada, se sacará el 25 de diciembre. En Año Nuevo será el turno de los callos y los gambones. Hay a quien el menú le puede parecer excepcional. Y lo es, pero la gran parte de los usuarios también estarían felices con un buen caldo gallego. "Las nécoras y el marisco sirven más para llenarse la boca diciendo que los comiste que para llenar el estómago. A ellos les gusta mucho más un guiso o un caldo", explica al respecto Óscar Castro, administrador de la entidad social.
Intentamos que se sientan acogidos. El cariño y el calor de la institución son algo de lo que no se habla mucho, pero es muy importante
Además de la comida del propio día, muchos usuarios de la Cocina Económica se llevarán un pequeño obsequio como una cesta dulce con turrones y una salada con productos frescos como bacalao. Es un detalle, pero le sacará una sonrisa a más de uno por Navidad.
"Lo que intentamos es que se sientan acogidos, que gente que no tiene un sitio en el que comer dignamente pueda también compartir un momento con nosotros. El cariño y el calor de la institución es algo de lo que no se habla mucho, pero es muy importante. Son personas a las que ves todos los días, que hablas con ellos a diario y muchas veces hasta conoces sus problemas", aclara Óscar Castro.
Un 30% más de gasto en apenas un año
Hoy en día "es milagroso que la Cocina Económica dé de comer en las circunstancias que se dan". Para abrir las puertas de la Cocina Económica cada día hacen falta 4.000 euros. Los gastos se han incrementado un 30% en el último año. Los motivos son variados. Por un lado el número de usuarios aumenta año tras año y, por otro lado, está el cambio de modelo de las conocidas como 'Tarjetas monedero'.
Hasta el momento el Programa del Fondo Social Europeo de Asistencia Material Básica permitía que las familias en riesgo de exclusión social recibiesen alimentos a través de las entidades sociales. Ahora son ellos mismos los que compran los alimentos gracias a una tarjeta monedero. Sin embargo, en la Cocina Económica en vez de repartir los alimentos que llegaban familia a familia, los usaban directamente en las recetas. "Damos unos 100 desayunos todos los días. Antes, por ejemplo, prácticamente no comprábamos leche y galletas", dicen desde la entidad.
Desprenderse de 10 euros al mes no creo que sea una criba para una empresa que factura cientos de miles de euros
La Cocina Económica a día de hoy sigue funcionando gracias a los socios. Es decir, personas que aportan una cantidad de dinero cada mes o cada trimestre. Los socios son el salvavidas del Banco de Alimentos porque suponen un tercio del presupuesto anual de la entidad (1,5 millones de euros). Las aportaciones puntuales de particulares y empresas y las de las Administraciones públicas también ayudan, pero "los socios son el alma" de una entidad fundada en 1886. En 2023 lograron no bajar de la franja de los 3.000, pero año a año pierden apoyos.
Si Papá Noel y Los Reyes Magos cumpliesen el deseo de Navidad de Óscar Castro, animarían a los empresarios y a la juventud a involucrarse más con la causa. "Hacemos hincapié en que las aportaciones tienen desgravación fiscal. Desprenderse de 10 euros al mes no creo que sea una criba para una empresa que factura cientos de miles de euros", dice Óscar sobre los empresarios. Y a la juventud, que en muchos casos también combaten con la precariedad, les anima a hacer "aportaciones pequeñas" y, a medida que mejoren su situación laboral y vital, vayan subiendo la cantidad.
Las piedras en el zapato: el flujo migratorio, la exclusión social y el precio de la vivienda
Pablo Sánchez, trabajador social de la Cocina Económica, es claro cuando dice que nunca antes en la política social de España se había tenido tanta capacidad de cobertura. Ayudas como el Ingreso Mínimo Vital, la Renta de Inclusión Social de Galicia (RISGA) o las prestaciones del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) son claves para miles de personas. Todo así, el número de usuarios de la Cocina Económica no para de crecer. Y, según los cálculos de su compañero, Óscar, casi la mitad de los usuarios son extranjeros.
Nosotros tenemos gente que está cobrando y no encuentra una habitación o que, si lo hace, tarde meses en dar con ella
La crisis del 2008 y la del Covid terminaron por dinamitar las perspectivas de mejora de las entidades benéficas españolas. En el caso de A Coruña los factores que explican la subida continua de usuarios son el flujo migratorio ascendente y la tasa de riesgo de pobreza y exclusión social. A todo ello, se suman problemas locales como las dificultades para acceder a una vivienda digna. "Nosotros tenemos gente que está cobrando y no encuentra una habitación o que, si lo hace, tarde meses en dar con ella", comenta Pablo Sánchez.
Además de repartir comida, la Cocina Económica también cuenta con habitaciones en la planta superior de su sede. Asimismo, ofrecen un servicio de aseo con duchas y lavandería, también en el Orzán. Actualmente la demanda es tan alta que hay unas 450 personas en lista de espera. Antes, desde la entidad permitían hacer uso de él todos los días, pero ahora se han visto obligados a dividirle en dos turnos: uno los lunes, miércoles y viernes; y otro los martes, jueves y sábados.