Panorámica de Combarro

Panorámica de Combarro

Escapadas

Combarro, donde los hórreos se inclinan ante el mar

Con uno de los cascos históricos más pequeños de Galicia, Combarro se presenta ante el visitante como un abigarrado amasijo de casas de piedra, calles serpenteantes y cruceiros protectores por todas partes. Pero sin duda es su conjunto de hórreos asomados al mar el que ha convertido a este pueblo de las Rías Baixas en uno de los lugares más representativos y visitados de Galicia.

13 agosto, 2020 06:00

Visitar Combarro se ha convertido ya en casi una obligación para todo aquel viajero que llega hasta las Rías Baixas gallegas. No hay encuesta o lista en la que este pequeño pueblo no figure como uno de los más bellos de Galicia e incluso de todo el país

Combarro se extiende a orillas de la Ría de Pontevedra, junto a la carretera que va ha hacia O Grove y tanto por su situación como por su especial arquitectura es un pueblo muy turístico. Al llegar a Combarro se tiene la falsa sensación de estar ante un pueblo costero más de los muchos que hay repartidos por todo el litoral de la comunidad gallega. Pero en cuanto dejes atrás la amplia Praza da Chousa y te introduzcas en su caso histórico a través de la estrecha y empedrada Rúa San Roque sabrás de inmediato que no estás ante un pueblo más. Y no sólo por sus hórreos. 

Combarro y sus casas mariñeiras

Casas marineras de Combarro

Casas marineras de Combarro

Las casas de Combarro, antiguas viviendas marineras construidas en los siglos XVII y XVIII, la mayoría en granito, otras en madera, hablan de la vida en el mar y si se las observa con atención, hasta cuentan historias de quienes las habitaron. Sus antiguos soportales con balconadas de piedra de formas palaciegas, hoy llenos de tiendas y puestos de artesanía, eran el refugio donde los marineros cobijaban sus aparejos de pesca tras la faena. 

Combarro y sus cruceiros de piedra 

Cruceiro de Combarro

Cruceiro de Combarro

En tu paseo por Combarro te encontrarás con hasta siete cruceiros de piedra de los siglos XVIII y XIX, una construcción típica gallega pero también de otras culturas celtas como Irlanda o la Bretaña francesa. Cuando en lo alto del cruceiro hay una Virgen, ésta siempre mira al mar; cuando es un Cristo, está orientado a tierra. 

Combarro y sus hórreos junto al mar

Hórreos junto al mar, Combarro

Hórreos junto al mar, Combarro

Empieza a contar pues no te espera un pequeño puñado de hórreos, si no hasta 60 de estas construcciones del siglo XVIII en las que se guardaban las cosechas, el pescado para ser secado al viento y hasta algunos aparejos de pesca. Los hórreos de Combarro representan la tipología del granero gallego de estructura rectangular en granito, con la puerta situada en uno de sus lados mayores. Los tejados, a dos aguas y hechos de teja, se decoran aquí con pináculos o cruces protectoras. Los pies se apoyan en una especie de repisa con escalera adosada para facilitar el acceso y soportan todo el peso de la construcción. 

Sólo 30 de estos ejemplares están orientados al mar, formando la típica estampa por la que se ha hecho conocida esta bella población marinera. Para contemplar esta singular escena debes dirigirte hacia la Praia de Padrón, donde la panorámica de los horreos junto al mar es, simplemente, perfecta. 

Praza de San Roque en Combarro

Praza de San Roque en Combarro

Pero antes habrás pasado por dos de las plazas más bonitas y emblemáticas de Combarro: la Praza de San Roque y la Praza da Fonte, cuyo cruceiro, el más curioso y antiguo de todos (de 1721) representa a una Piedad, una Virgen con un Cristo entre sus brazos. 

Morriña de Combarro

Hórreos a pie de mar

Hórreos a pie de mar

Pareciera que ya está, que ya has visto Combarro, pero por muchas veces que vayas te quedarás con ganas de más. Ganas de recorrer de nuevo sus laberínticas calles, de admirar sus casas de piedra y sus balconadas de madera; de saborear mejillones en alguna de sus escondidas tabernas y de acercarte a la Galicia marinera de las Rías Baixas, que se nutre de agua dulce y salada y deja huella en el corazón de quien la visita. 

Emma Sexto

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