Alexander von Humboldt y Bonpland en la selva amazónica del río Casiquiare (óleo de Eduard Ender, hacia 1850)

Alexander von Humboldt y Bonpland en la selva amazónica del río Casiquiare (óleo de Eduard Ender, hacia 1850)

Cultura

El día que Humboldt partió a América desde A Coruña

Un viaje en el que retrató costumbres indígenas, midió montañas, registró especies de animales y plantas y que tuvo como punto de partida el puerto de A Coruña

5 junio, 2019 06:00

Era un 5 de junio de 1799. Alexander Von Humboldt paseaba por la dársena minutos antes de embarcar en la corbeta "El Pizarro", acompañado de su amigo y médico Bonpland. Humbolt tenía entonces 30 años y aunque la templanza lo caracterizaba, podemos imaginar una cierta inquietud por iniciar el viaje con el que quería hacer su aportación a la historia de la humanidad. Cargado con todos sus instrumentos de medición y registro, nos lo podemos imaginar atareado con los preparativos en una ciudad que probablemente no superaba en aquel momento los 15.000 habitantes.

Quien ahora está considerado como el padre de la geografía moderna, se embarcaba en un viaje de cinco años con el único propósito de servir a la ciencia, recopilando "conocimiento útil". Todo su viaje quedó registrado en varios tomos de su Diario de viaje, que más tarde se publicaría bajo el título "Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente".

Para emprender la ruta, primero fue necesario obtener el permiso del Monarca Carlos IV, así como del Consejo de Indias. Tal y como él mismo cuenta en el primer tomo de la obra que recoge el viaje, el rey en persona lo recibió en la corte de Aranjuez en marzo de 1799. Lo que él llama un "ministro ilustrado", Urquijo, allanó el camino de convencer al rey, que acabó otorgándole los dos pasaportes que especificaban claramente que el titular podía hacer "todas las operaciones que considerase oportunas para el progreso de la ciencia", en todas las "posesiones españolas" de ultramar. Un permiso que habilitó al prusiano Humboldt a un viaje científico sin precedentes.

Los preparativos antes de embarcar llevaron su tiempo. Cuenta Humboldt que a mediados de mayo salieron de Madrid, rumbo a A Coruña. El sabio alemán dejó escrito que gozaron de una dulce temperatura, y que "los profundos valles de Galicia recuerdan las situaciones mas pintorescas de la Suiza o el Tirol".

Eran tiempos convulsos en las relaciones diplomáticas de España, que seguía sumida en un conflicto con la Corona Inglesa que se libraba en los mares. Un hecho que tuvo influencia en el viaje del investigador, que al no poder embarcar en Cádiz, viajó a A Coruña buscando puerto de salida a Cuba, donde planeaba llegar inicialmente. "Llegados á la Coruña encontramos este puerto bloqueado por dos fragatas y un navío ingles". El ambiente estaba caldeado en todos los puertos españoles por lo que Humboldt aprovechó la espera para visitar Ferrol, donde le sorprendió una tormenta.

Humboldt dejó registrados comentarios sobre la Torre de Hércules y el fuego tenue que desprendía para guiar a los barcos, y de cómo vieron "la luz de una cabaña de pescadores de Sisarga, último objeto que nos ofrecían las costas de Europa". De ahí, tras una parada en las Islas Canarias, llegarían al Orinoco, hoy territorio venezolano. El viaje tendría también una estancia en la isla de Cuba para después adentrarse por el Magdalena en territorio colombiano, donde Humboldt quiso conocer al sabio Celestino Mutis, un botánico, médico y matemático nacido en Cádiz que desarrollaba sus investigaciones en Bogotá.

Humboldt prosiguió su viaje hacia el sur, conociendo la biodiversidad de Ecuador y subiendo sus volcanes, para alcanzar Lima en 1802. El periplo del alemán terminó en México y el sur de EE.UU., donde fue huésped del Presidente de la joven nación, Thomas Jefferson. Desde allí embarcó para regresar a Europa, en una travesía que partió de Filadelfia para llegar a París.

Un viaje en el que retrató costumbres indígenas, midió montañas, registró especies de animales y plantas desconocidas en Europa, y donde no encontró nunca enfrentamientos, tal y como destacó en su diario. Un viaje con el que se escribe la historia de humanidad y para el que la ciudad de A Coruña prestó su puerto. Una contribución que conviene recordar más aún este año en el que se cumple el 250 aniversario del nacimiento de Alexander von Humboldt.