Nerea Barros.

Nerea Barros. EP

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Nerea Barros, gallega nominada al Goya: "Hace 40 años vivíamos con más equilibrio que ahora"

Es candidata a mejor cortometraje por su debut como directora en "Memoria", una obra en la que reflexiona sobre el cambio climático y el legado de los antepasados

11 febrero, 2023 06:00

Ya recogió la famosa estatuilla de los Premios Goya como actriz, pero ahora Nerea Barros (Santiago de Compostela 1981) es candidata a cogerla como directora, por su cortometraje Memoria. Es su debut detrás de la cámara y en la obra reflexiona sobre el cambio climático a través del mar de Arán, donde un abuelo y su nieta salen en busca de lo que no volverá. Una obra que, como cuenta a Quincemil, recoge sus obsesiones y también sus preocupaciones de cara al futuro, como la pérdida de memoria colectiva o la falta de compromiso con nuestros mayores. Es enfermera de formación y durante el covid ejerció como tal, al ser testigo de una situación extrema en Madrid.

¿Cómo fue pasar de la interpretación a la dirección?

Yo realmente me he puesto detrás de las cámaras por tres obsesiones: el cambio climático, la trasmisión del legado de las personas mayores y las mujeres. Estas tres cosas me generan muchísima ansiedad y a través del cine he encontrado una forma de trasmitirlo sanamente y de darle una forma artística.

¿Por qué escogiste hacer un documental?

Antes de tomar la decisión y arrancar con Memoria estuve cuatro años poniendo mi parte artística al servicio de otro creador. Realmente el documental lo que me ofrece es mucha libertad para contar cosas que son bastante reales y poder transitar por ellas de una forma más libre.

¿Qué impacto social tienen estos temas que mencionas?

Creo que son lo más importante, como sociedad si no recogemos el testigo de nuestros mayores, si no asumimos y digerimos su legado estamos perdidos. Creo que esto está íntimamente relacionado con el cambio climático, nos hemos acostumbrado a vivir en un consumismo excesivo, y sentimos de alguna forma que la realidad es el estrés de la ciudad y el asfalto, pero la realidad es esa planta que crece estoica en las grietas. Eso nos pasa porque hemos olvidado la memoria de esas personas que nos cuidaron de pequeños y que mantienen la idea del equilibrio y el entendimiento. Yo creo que el covid nos enseñó tres cosas, dio la primera señal de alarma, el toque de que algo está pasando y no es bueno y que es fácil que todo se descalabre. También, al estar parados un tiempo, que la naturaleza se reinvente y salga a flote tan rápido, indica que no estamos tan lejos de solucionarlo. Y por último que los más afectados fueron los mayores. Creo que tenemos que asumir que podemos vivir de otra forma sin hacer muchos cambios, y que estos cambios tan pequeños van a ser efecto mariposa de cara al futuro de nuestros hijos.

"Creo que tenemos que asumir que podemos vivir de otra forma sin hacer muchos cambios, y que estos cambios tan pequeños van a ser efecto mariposa de cara al futuro de nuestros hijos"

Durante el covid volviste a ser enfermera, ¿cómo viviste ese momento?

Antes de la alarma me fui con mi pareja en caravana porque, como sanitaria, ya sentía que algo no iba bien. Fuimos al sur y cuando estalló el confinamiento. Ahí empecé a sufrir ansiedad y decidimos ir a Madrid, con todo el miedo de entrar en la zona cero. Porque debíamos contar esa historia, en ese regreso empezamos a grabar con dos unidades 2020, un documental que recoge lo que pasó en esa época en Madrid. Al estar en la calle todos los días, en IFEMA, ver coches fúnebres y ambulancias, militares… Vimos la problemática en las residencias, se estaban muriendo cientos de personas mayores sin poder ser atendidos adecuadamente. Eso me estaba volviendo loca, recuerdo que estábamos rodando en el Cementerio de la Almudena y pensé "ha llegado el momento, me voy a una residencia", aunque no soy especialista en geriatría creía que era lo que tenía que hacer. Fui con mucha rabia y ganas de culpar a alguien, pero cuando entré lo que me encontré fue algo tremendo, muy difícil de superar, pero un montón de héroes, gente que estuvo ahí que aman a esas personas como si fueran su familia y arriesgaron su vida. Me di cuenta que el culpable no era alguien, era un problema más complejo y lo único que podía hacer era ayudar.

Con lo que cuentas en Memoria y lo vivido con el covid, ¿tienes esperanza de que estas situaciones cambien o aprendamos de ellas?

Lo que he hecho es una reflexión que está más que probada. El cambio climático es un hecho y si no hacemos algo habrá problemas. Eso es una realidad, otra cosa es que la queramos asumir. No despertar ante eso tendrá una consecuencia, el momento de tomar conciencia y tomar medidas es ahora, para hacer que se revierta. Yo hace un año me he vuelto vegetariana, no porque comer carne o pescado no me guste, que además soy gallega y mis padres se han ocupado de saber de dónde venían estos productos y el pescado es el mejor de España. La razón es una convicción ética. Cuando en el supermercado no había nada, por el covid, me bajaba la ansiedad. Ahora, cuando entro en un supermercado de los millones que hay en el mundo, no entiendo por qué a las 8 de la tarde está todo lleno de alimentos perecederos, de animales que han muerto para darnos de comer a nosotros, aunque en el fondo los tiramos. Es un exceso tan grande que yo éticamente no puedo seguir viviendo con eso. Cuando para comprar una carne tengas que ir a primera hora de la mañana, yo volveré a comerla. Yo ahora no quiero seguir alimentando este monstruo, tenemos que estar más controlados.

"Cuando entro en un supermercado no entiendo por qué a las 8 de la tarde está todo lleno de alimentos perecederos que vamos a tirar"

Mencionabas tus raíces gallegas, ¿cómo te influyó crecer aquí?

Me ha influido en todo, Memoria se lo dedico a mis abuelos, porque fueron los que me trasladaron el legado de que el equilibrio con la tierra existe, y no hace mucho tiempo. Hace 40 años vivíamos con más equilibro que ahora. Ahora estamos en el límite. Mis abuelos me transmitieron cómo la tierra te da de comer, la sensación de que te da la vida. Ese círculo de pertenecer y ser lo mismo que la tierra me lo han trasladado mis abuelos. En el documental también hago homenaje a Ana Mendieta, una artista que trabaja con esa idea de que el cuerpo y la tierra son un uno. Y ese abuelo de Memoria reivindica eso. Una de las cosas que me gusta es que si coges un objetivo y ves la piel, la comparas con una imagen de una corteza de un árbol o de una hoja, somos iguales.

En estos Premios Goya hay mucha presencia femenina, sin embargo, ¿crees que a las directoras la industria aún os mira por encima del hombro?

Creo que este año debemos estar muy orgullosos, ha sido un año tremendo, de una ficción excelente, en las películas que llegaron al Goya y las que no. Ha habido muchísima presencia femenina en las producciones, especialmente en los cortos. Creo que cada vez más nos abrimos camino guionistas y directoras. Cinco Lobitos, por ejemplo, que es una película perfecta, hay muchas mujeres que trabajaron ahí. En Memoria, en las partes básicas de la creación, fuimos mujeres. Estamos yendo por un buen camino pero tenemos que seguir así. Es un lugar delicado donde tenemos que entrar y ya tenemos las bases para hacerlo.