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La Casa Gótica: el palacio medieval que desapareció en A Coruña
La Casa Gótica era un edificio arquitectónicamente singular en la trama urbana de A Coruña. Una pieza peculiar en la Ciudad Vieja que despareció en 1936 debido a su deterioro.
1 julio, 2020 06:00Baricco, con cierta ironía, en su libro ‘El alma de Hegel y las vacas de Wisconsin’ explica que si bien, según Hegel, ‘la música culta debería elevar el alma por encima de sí misma, y crear una región libre de toda ansiedad, pueda refugiarse sin obstáculos en el puro sentimiento de sí misma’ los investigadores de la Universidad de Wisconsin reportan que poner música clásica a las vacas eleva en un 7,5% su producción de leche. Un dato curioso que sirve de punto de partida para la reflexión sobre la significación de determinados argumentos tradicionalmente establecidos. Aplicado a la arquitectura, hay edificios que desaparecen pero su recuerdo es más fuerte que su presencia, aquellos que fueron iconos de un tiempo o de un lenguaje concreto. Pero la tradición contemporánea no tiene su apoyo en la ironía de Baricco, sino en la dialéctica de Octavio Paz: ‘La crítica ha sido durante largo periodo de tiempo la base de la tradición moderna’. Una crítica que en términos arquitectónicos mira al pasado para construir el futuro con mayor o menor acierto, pero también para transformar el hábitat humano en base al pulso del tiempo.
La interpretación de ciertas actuaciones sobre la ciudad, las más polémicas, adquieren una crítica más virulenta cuando su fundamentación no es histórica o re-constructiva ‘en estilo’. Quizás sea una actuación errónea, o quizás forme parte de un proceso de consolidación temporal, que al igual que cualquier operación requiere de una cicatrización o de futuras intervenciones. La ciudad es un organismo vivo, que respira y tiene pulso, no se trata de un precioso objeto inalterable, por lo tanto el materialismo o el mercantilismo han de ser factores tangenciales y no determinantes. En el otro extremo de la interpretación puede encontrarse el manhattanismo de las últimas décadas, en las que ante una ausencia de referente histórico, con una trazabilidad cultural borrada del origen del lugar, ésta se sustituye por un nuevo constructo fruto de una multiculturalidad que eclosiona creando una nueva tradición.
La superposición del manhattanismo a la ciudad clásica europea genera distorsiones cuando se realiza sobre territorios con memoria histórica, y ésta es percibida como una actuación meramente especulativa, ya que en su tesis no se encuentra dicha variable, sino otras, muy propias de la metrópolis contemporánea. Una situación que Robert Venturi y Denise Scott-Brown resumen en su Learning from Las Vegas como: ‘En nuestras fuentes nunca han jugado niños desnudos, y jamás i.M Pei será feliz en la Route 66’.
Las herramientas de intervención sobre la ciudad, comenzando por una simple mirada, son de nuevo los dibujos sobre la mesa del arquitecto, aquellos que a veces no se pueden hacer realidad porque no todas las miradas convergen hacia el mismo lugar.
Edificios con historia
En A Coruña, como en muchas otras ciudades, algunos edificios han dejado paso a otros en favor del crecimiento urbano, o debido a su estado de conservación que invalidaba su estabilidad. En algunos casos estas obras, han dado paso a grandes avances urbanísticos o a nuevos iconos arquitectónicos, en otros el resultado ha sido un vacío o una solución intermedia que termina en convertirse en la representación de un estado intermedio, aquel que debería ser transformado.
Analizando la arquitectura de A Coruña desde la antigüedad, la construcción de mayor edad es la Torre de Hércules, después la Iglesia de Santa María y después la Iglesia de Santiago. La siguiente en esta lista era una pieza de arquitectura civil, desaparecida: la Casa Gótica. La Casa era un palacio medieval construido en el siglo XV, que se encontraba en el paseo de la Dársena nº18 frente al actual Hotel Finisterre, que por entonces era una prisión situada sobre el puerto, al abrigo de la muralla. Perteneciente a los Condes de San Román, fue utilizada primero como casa familiar, para ser convertida en residencia del Intendente del Reino de Galicia desde 1712 a 1882. T
ras ese periodo fue cedida a las Hermanitas de la Caridad quienes se alojarían allí hasta 1936, cuando debido al estado casi ruinoso por años de falta de mantenimiento y cuidado, la casa resultaba inhabitable. En ese momento se intentó negociar un acuerdo con el Ayuntamiento, en el que el inmueble, en estado visiblemente ruinoso y deteriorado, se quería vender al consistorio por la cantidad de 60.000 pesetas (tasado por los propietarios en 1915, al cambio actual unos 96.000 euros aproximadamente, debido al cambio de valor del dinero provocado por el golpe de estado que invalidó la moneda nacional republicana) con la voluntad de convertirla en museo de Bellas Artes. La operación no fue viable, y la casa fue derribada debido a su estado ruinoso fruto de la ausencia de mantenimiento de la propiedad.
La Casa Gótica de A Coruña presentaba rasgos propios de la arquitectura gótica civil. A diferencia de la arquitectura gótica religiosa, la arquitectura gótica civil no transmite la sensación de desmaterialización natural en edificios como en la catedral de León o en la Sainte Chapelle de París, sino que transmite gravedad y masividad. En un contexto medieval de influencias francesas, al menos en el noroeste de España fuertemente influido por el Camino de Santiago y algunas conexiones genealógicas, la arquitectura civil gótica se emparenta más con construcciones como el Palacio Papal de Avignon o el Palacio del Conde de Alpuente en Segovia y no tanto con otras como la Lonja de Valencia o el Palacio Ducal de Venecia, con un carácter menos masivo.
Aunque las imágenes que se conservan de este edificio muestran una construcción deteriorada con ventanas tapiadas, y ausente de revoco, los detalles y la estructura característica de este estilo arquitectónico están presentes de forma insoslayable. La estructura de la Casa Gótica es masiva, compuesta por muros de mampostería de gran sección lo que inhabilita la existencia de grandes huecos. La tipología estructural, con una construcción de tecnología muy primaria, conforma la estética del edificio: huecos pequeños, ornamentación sobria y ausencia de quiebros o voladizos en fachada.
La parte inferior incluye arcos de descarga en la fachada que da a la Dársena así como la que da a la plaza (del General Cánovas Lacruz), si bien en la fachada que da a la plaza estos se duplican para aliviar cada planta. La modulación del edificio responde precisamente a las dimensiones de estos arcos, que además facilitan la apertura de huecos gracias al alivio de esfuerzos internos dentro del muro. Los huecos presentan pequeñas dimensiones, e incorporan algunos elementos decorativos y otros funcionalmente vernáculos como la guarnición superior de las ventanas mas sencillas, que las protegen de la entrada de la lluvia que eventualmente resbalaría sobre la fachada. A pesar precisamente de esa estructura y lenguaje góticos, la casa incorporaba ventanas de guillotina, propias de la ciudad.
Arquitecturas fortuitas
La mezcla entre la arquitectura ‘radical’ del nuevo estilo que venía de Europa (el gótico) con la tradición arquitectónica vernácula, no es resultado como lo sería unos siglos más tarde de una intención propia de ‘regionalizar’ un movimiento cultural internacional, como pudo suceder con el renacimiento, neoclasicismo, o más recientemente con cualquier revisionismo de un estilo internacional. En aquel momento, no existía la figura del arquitecto que articulaba las relaciones entre todos los aspectos de la obra, no hasta que Brunelleschi tomase las riendas de las obras de Santa María dei Fiori e imponiendo el criterio técnico sobre las estimaciones limitadas de los gremios.
En este caso, la Casa construida por los gremios de la zona, incorpora las novedades estructurales de gremios conocedores de las nuevas técnicas constructivas, pero ventanas tradicionales realizadas por un carpintero local, que trabajaba como tradicionalmente se había hecho, sin someterse a la existencia de uno u otro estilo. Con el paso del tiempo esa combinación que inicialmente fue ‘inadecuada’ ha resultado encajar, absorbida por la memoria colectiva como un aspecto natural de esa pieza arquitectónica.
Arquitecturas en tránsito
La capacidad transformadora de algunas arquitecturas en función a su entorno, pero sin constituirse en un proyecto de intención global, es similar a la descripción que Dalí hace de El Greco: ‘Lo que distingue al Greco, lo que lo convierte en un artista inmortal, es su absoluta falta de personalidad, es su facultad de metamorfoseare, como los camaleones, de absorber los valores de su entorno con tal intensidad que, al final, resulta más auténtico que los autóctonos’. La capacidad de la arquitectura para utilizar esta estrategia es aquella que la postula hacia una cierta visión de inmortalidad, porque se filtra en la memoria como una permanencia estable y tejida en la estructura compositiva de la ciudad.
La Casa Gótica desapareció en 1936, dejando una huella en la memoria. Su derribo, fruto del abandono privó a la ciudad de una pieza arquitectónica peculiar acomodada a su estructura e historia. La memoria de esta pieza tan singular, desaparece en un entorno ya borrado, ya que lo que entonces era una zona militar en la que se ubicaba una cárcel (actual Hotel Finisterre), las murallas, y las zonas de reparación de barcos, es hoy en día un espacio para el paseo y el ocio. Pensar en la permanencia de la casa Gótica en su parcela hoy, sería un ejercicio de reconstrucción no exento de contexto, en la que esta pieza hubiese influido en la conjugación de la morfología actual resultante, y quizás el resultado hubiese sido otro diferente.
La ciudad, como organismo vivo, necesita del cambio, transformación y evolución, pero también de la conservación de algunos elementos. Son los acontecimientos de la historia los que moldean el camino de este organismo y las partes que lo componen. La ciudad como esa isla que era una tortuga, no es un objeto, sino la estructura viva habitable que no camina porque no puede, pero se mueve aunque no sea perceptible. Tampoco pasa nada si no se percibe o se siente nada, en el conjunto de este movimiento, porque las vacas de Wisconsin seguirán produciendo leche escuchen o no música clásica.