El Edificio para la Compañía Telefónica de A Coruña, una identidad cambiante
El edificio para la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE), es una obra de José María de la Vega Samper en colaboración con Santiago García Claramunt proyectada y construida entre 1928 y 1930. Situada en la calle San Andrés, se ha convertido sin ambicionarlo en una forma de comprender la transformación de la identidad en la arquitectura coruñesa
3 agosto, 2022 06:00En 1918 la matemática Emmy Noether, experta en invariantes, demostró la diferencia entre conocimiento propios y conocimientos impropios. A través de sus teoremas ponía fin a un debate que se encontraba en el límite de la interpretación lingüística pero también conceptual creada a partir de la teoría de la relatividad general de Einstein (Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina, Eikasia). Y es que, el también matemático David Hilbert, quien desarrolló la teoría de las invariantes. consideraba que esta era un conocimiento impropio ya que la teoría de Einstein reunía aspectos aún no bien definidos, hasta que los teoremas de Noether razonaron lo contrario. Resulta interesante la narrativa a través de ese filo en el que las matemáticas, la física y la filosofía como herramienta de aplicación de los avances científicos a la sociedad, confluyen a través de un pequeño debate lingüístico. Nada es ajeno a nada, los eventos que suceden en el mundo tienen afectaciones que transforman de manera constante la realidad, permitiendo convivencias y transformaciones complejas en las que el peligro de la interpretación parcial puede generar tensiones. Un día antes de la muerte de Hilbert, Kurt Gödel presentaba su tesis incluyendo el teorema de la incompletitud: ‘hay cosas que sabemos que son ciertas, que no podemos probar’, oponiéndose a la máxima de Hilbert (frase que se convirtió en su epitafio): ‘Debemos saber, sabremos‘. La crisis contemporánea sobre la identidad y los debates polvorientos que se detonan buscando certezas culturales, dibujan un plano nuevo para la identidad que oscila entre conceptos postmodernos arriesgados como la renuncia a concebir la historia como un proceso universal necesario o la concepción de la razón con la razón científico-técnica, a ideas neoregionalistas proponiendo una mereología que enlaza lo global con lo local.
Identidad o ausencia de ella. Este es un aserto que se encuentra en el principio de la concepción arquitectónica, algo de apariencia banal como aquel gesto que describía Alejandro de la Sota explicando que la primera decisión de proyecto es la orientación con la que se pega el plano de situación al tablero de dibujo, y que sin embargo condicionará la forma en la que se mira la obra. Hay decisiones que llevan a concebir un edificio genérico, que podría encontrarse en Montgomery, Alabama o en Brindisi Apulia sin variaciones argumentales, otras que permiten adivinar dónde se encuentra la obra sólo con una pequeña imagen, y muchas que, sencillamente se integran en el lugar buscando construir junto con el paisaje y no en contra de él.
‘La Ciudad Genérica es todo lo que quedad de lo que solía ser ciudad. La Ciudad Genérica es la post-ciudad que se está preparando en el emplazamiento de la ex-ciudad’. Rem Koolhaas
Frente a la deriva genérica se busca la relación con el lugar para crear una pieza más del hábitat y que no sea el contexto el que produzca un rechazo objetivo. Pero en otros momentos o en otras lógicas, la imposición de la identidad sobre la arquitectura como mecanismo catalizador de una determinada atmósfera sociocultural es una estrategia que dibuja una restricción proyectual, algo que puede interpretarse como opresión o como apoyo argumental en el diseño, al margen de las maniobras manipulativas que puedan esconderse tras esta premisa. Las arquitecturas corporativas o las que proceden de regímenes dictatoriales suelen ser artífices de la imposición de una identidad asociada a una serie de valores concretos. En otras ocasiones, esta se solía asociar a la tipología como estrategia de significación dentro del tejido urbano.
En la actualidad, la identidad es más compleja y parte de otras premisas, como esboza la artista Lygia Clark en su texto “La muerte del plano”, 1960: ‘El plano es un concepto creado por el hombre con un objetivo práctico: satisfacer su necesidad de equilibrio. El cuadrado, creación abstracta, es un producto del plano. Marcando arbitrariamente límites en el espacio, el plano le da al hombre una idea completamente falsa y racional de su propia realidad. De ahí conceptos como lo alto y lo bajo, el derecho y el revés, que contribuyen a destruir en el hombre el sentimiento de la totalidad’. Lygia Clark.
La arquitectura identitaria
Entre 1928 y 1930 Telefónica (Compañía Telefónica Nacional de España, CTNE) desarrolla en Galicia tres centrales para albergar su infraestructura. Este desarrollo es posible debido a la orden sin subasta ni concurso de 25 de Agosto firmada por Alfonso XIII que permite a la International Telephone and Telegraph Company (ITT) el monopolio de la explotación del servicio telefónico en España (Antonio Pérez Yuste, La creación de la Compañía Telefónica Nacional de España en la Dictadura de Miguel Primo de Rivera, 2007). Alineándose con las estrategias mercantiles norteamericanas, en el contrato, la ITT impone la construcción de una red nueva completa que permita dar servicio sin problemas y también definir una imagen corporativa, un aspecto que en EEUU estaba bien consolidado.
La definición de la nueva red requiere de un lenguaje particular que dibuje la imagen de la compañía en España. Al igual que con otro tipo de edificaciones relacionadas con el ámbito industrial como las centrales térmicas o incluso los poblados de colonización, se forman equipos dentro de las instituciones públicas para gestionar la construcción de los mismos. En España el equipo encargado para el desarrollo de los proyectos de Telefónica es Ignacio Cárdenas Pastor (1898-1979) como indica Francisco Javier García en ‘Las Primeras Centrales de telefónica’ en Galicia, (2012), quien se rodea de profesionales próximos para formar un equipo solvente como Luis Clavero Margatí, Santiago García Claramunt, Paulino Justo Gayo Martín o José María de la Vega Samper.
Un lenguaje común
El lenguaje desarrollado para la arquitectura telefónica en Galicia, presenta dos componentes identitarios fundamentales: por una parte, la relación con la imagen de influencia norteamericana y por otra la imposición de una estética propia del régimen dictatorial de Primo de Rivera. Los estilos habituales elegidos por las dictaduras españolas buscan sus referentes en las épocas consideradas ‘espléndidas’ dentro de la historia de España, así nacen el estilo herreriano (referente al arquitecto Juan de Herrera autor del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial), escurialense (referente de nuevo al Escorial) o imperial (derivado del Imperio Español entre los siglos XV y XIX). Durante las dictaduras de Primo de Rivera (1923-1930) y de Franco (1939-1975), estos estilos son los elegidos para identificar la atmósfera sociocultural del régimen y definir un tejido urbano concreto. A diferencia del régimen de Mussolini, en el que se desarrolló un lenguaje nuevo basado en la reinterpretación de la monumentalidad clásica sumada al futurismo, creando una modernidad absolutamente fascinante, la mayoría de las dictaduras europeas de principios de siglo prefirieron narrativas urbanas castrenses, imperialistas o medievalistas.
En A Coruña (1928-1930), Vigo (1928-1929) y Santiago (1928-1930), los edificios para la red telefónica se revisten de un lenguaje medievalista, pero integrado dentro del lenguaje vernáculo gallego. De hecho la monumentalidad de estos edificios se acerca a la tipología estética del pazo.
El arquitecto, José María de la Vega Samper (1900-1980) en colaboración con Santiago García Claramunt (arquitecto de origen cubano), desarrolla para los tres una estética común que se adapta al entorno urbano según convenga. En Santiago y Coruña ocupa una posición en esquina, mientras que en Vigo se trata de una fachada entre medianeras. La pieza de Coruña, puede entenderse como una fusión de ambas, ya que en las calles que dan hacia ambos lados, la composición es similar a la del edificio de Vigo, y en la esquina la solución es análoga a Santiago de Compostela. De la Vega, había comenzado su vida profesional antes de la guerra civil desarrollando proyectos para instituciones vinculadas al estado, como la empresa telefónica, posteriormente y tras ser detenido y verse obligado a un exilio puntual en Suecia, regresó a España donde proyectó junto con otros compañeros algunos edificios públicos como la cárcel de Carabanchel (con Luis de la Peña Hickman y Vicente Agustín Elguero), edificios para la Iglesia, especialmente seminarios como el Divino Maestro de Ourense. (Francisco Javier García en ‘Las Primeras Centrales de telefónica’ en Galicia, 2012).
La telefónica de la Calle San Andrés
La central telefónica de A Coruña, situada en la Calle San Andrés sobre el solar que ocupaba la Real Fábrica de Mantelería, es un edificio de envolvente muy clásica, pero de estructura muy moderna. Aquí la dualidad entre la arquitectura institucional americana y la adaptación al lugar se muestra de forma ensamblada: una envolvente monumentalista de aire regionalista con un interior que sigue la modernidad norteamericana. La estructura del edificio se ejecuta en hormigón, un aspecto esencial ya que se trata de un edificio, en el fondo, de carácter industrial.
El edificio consta de bajo y una planta, sobre la que emerge una tercera en forma de torreón en la esquina. La jerarquía formal de las mismas define la planta baja como zócalo, la primera como planta neutral y la segunda como torreón de remate. El ritmo de los huecos es constante, y estos presentan grandes dimensiones, una tipología poco común en España. En Coruña la galería como solución envolvente o la ventana eran las opciones de hueco tradicionales, pero aquí las dimensiones se acercan a los estándares norteamericanos…y a otro edificio cercano que también tiene una relación estética próxima a EEUU: El banco Pastor de Tenreiro y Estellés. Los grandes huecos se cubren con un cerramiento de vidrio practicable en algunos puntos.
Los huecos de la primera planta y el torreón de la segunda se mezclan de forma que el cerramiento incluye una parte opaca que cubre la cabeza del forjado. La materialidad elegida para la envolvente, la piedra utiliza el lenguaje de la monumentalidad clásica española, al estilo herreriano, plantando un zócalo con relieve a la manera de los palacios italianos, la primera planta con sillería y el remate con pequeñas cornisas también ejecutadas en piedra. Los lienzos de sillería, son portantes, aunque su aspecto sea el de una piel limpia que incluye algunos elementos decorativos menores. El remate superior se define mediante una cornisa saturada de ornamentos clasicistas, como metopas, una sección compleja de la cornisa, balaustradas o adornos en forma de copa. En el centro aparece un blasón con el escudo de la ciudad. El despiece, tanto de los planos de fachada, como el perímetro de las ventanas o la ornamentación es limpio y preciso.
Y sin embargo, esta no es la imagen actual del edificio que cuenta con una planta más (segunda ampliación), además de la regularización de la segunda planta que entonces sólo incluía el torreón y un pequeño añadido siguiendo la altura de la alineación (primera ampliación). Puede reconocerse en la volumetría actual la traza de las antiguas cornisas, ya que parte de la ornamentación original fue eliminada, pero aquella que dibujaba el perímetro del edificio se mantiene. También se ha modificado la carpintería simplificando el número de particiones y modificando su color. De alguna forma la ampliación ha neutralizado el edificio en la ciudad, dotándole de una integración lingüística en la calle San Andrés, de tal forma que su fachada ha pasado de entenderse como una singularidad a ser un plano más dentro del collage urbano.
Vuélvete a la telefónica
La identidad parece algo fácil de obtener, bastaría con incluir algún elemento ornamental local. Pero no es tan sencillo. El edificio original de telefónica mostraba una identidad dual, por una parte, análogo a las centrales de Vigo y Santiago, por otra una integración en la modernidad corporativa norteamericana. Con las sucesivas ampliaciones, esa compleja identidad similar a quien tiene dos nacionalidades de países muy distantes, se difuminó al punto de convertirlo en un edificio neutro en consonancia con la ciudad genérica.
‘Mi madre me decía: hijo, vuélvete a telefónica’. Pedro Almodóvar
La identidad arquitectónica en la ciudad contemporánea es compleja y sin embargo desarrolla una naturalidad desbordante. La progresión del tejido urbano, de manera extensiva o mediante regeneraciones, es decir, reformas interiores es imparable. La construcción de la ciudad cumple una serie de normas, pero al mismo tiempo despliega una inercia constante que define su propia identidad, o incluso la ausencia de ella convirtiéndola en un lugar genérico. Volver al origen quizás no sea la trayectoria de la ciudad, volver a la telefónica…sino convertirla en una nueva identidad consciente de su pasado. Como decía la Agrado en ‘Todo sobre mi madre’ (Almodóvar, 1999). ‘una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma‘.