Escuelas Labaca de A Coruña, tercer acto: la iglesia de Labaca de Juan Flórez
Las escuelas Labaca, hoy un icono arquitectónico de la calle Juan Flórez, son obra del arquitecto Leoncio Bescansa quien despliega con virtuosismo un lenguaje neogótico mezclado con el modernismo de principios de siglo
10 mayo, 2023 05:00Hay palabras capaces de dibujar imágenes que nunca existirán. Y, sin embargo, esas construcciones efímeras parecen tan reales que crean una narrativa vívida, y la extraña sensación de haber experimentado esa atmósfera. De forma natural, la descripción de un hecho apela a la imaginación de quien lo lee o lo escucha y, sin necesidad de tecnologías artificiosas, provoca emociones y la interiorización a través de la recreación de un conjunto de imágenes.
“Sueño con Jung, es como en las fotografías, qué rostro más bello de viejo mago-campesino. Se está cambiando de casa, se dirige a Italia, precedido por grandes camiones llenos de sueños de sus pacientes” Federico Fellini. El libro de los sueños.
Los sueños no ocupan espacio, tampoco tienen masa o forma, ni siquiera pueden tocarse. A pesar de ello, la voluntad del ser humano, obsesiva e indómita en ocasiones, busca deliberadamente encerrar el sueño en un marco físico. El arte construye las estructuras que enmarcan emociones sencillas, oníricas, que suelen describirse como imágenes. Quizás el arte sea lo más cercano a la tangibilidad de un sueño.
“Tengamos en cuenta el hecho significativo de que (el armario) asume expresividad y sentido solamente en el momento en que se cierra. (…) Cambiamos de escala los sentidos….
Se separa del ambiente, se encierra en sí mismo, se aísla. Y en ese momento comienza a simular plenamente. Al menos simula preciosas fachadas de casas, asimila velozmente y con facilidad los estilos necesarios, con independencia de las circunstancias…” Tadeusz Kantor
La arquitectura, como disciplina que utiliza la construcción como el medio para materializarse, se inscribe al mismo tiempo dentro del mundo del arte ya que conceptualmente necesita de la capacidad expresiva de este para estructurar una narrativa estética. La arquitectura es capaz de crear, a través de un singular contrato social, el espejismo de un sueño, uno tan real que es indiscernible de la realidad. Aunque en apariencia pueda parecer un concepto pretencioso, desde los Infinite Mirrors de la artista Yayoi Kusama a las geometrías orgánicas de cualquier obra del arquitecto Antoni Gaudí, la cercanía al espacio onírico es evidente.
Pero no todas las estrategias de trabajo con el espacio a través de conceptualizaciones de lo onírico se interpretan de manera obvia. La simetría, el reflejo o la repetición alteran la percepción de la misma forma que la transparencia, la incidencia de la luz o el color. La Muralla Roja de Ricardo Bofill (1973), la Casa Corberó de Xavier Corberó, la Casa Malaparte de Adalberto Libera (1937) o la discoteca restaurante submarina de Fernando Higueras y César Manrique (1963) generan espacios que no parecen reales, sino soñados.
Un edificio de otro tiempo
Las estrategias de construcción del espacio arquitectónico, y su asociación directa con un lenguaje estético, establecen criterios dentro del proyecto que crean una interpretación de la obra capaz de trasladar al visitante a un lugar diferente. La recreación de emociones que no se corresponden con el lugar o la época, es un mecanismo habitual en algunas etapas de la arquitectura, especialmente cuando esta se asocia al significado social adscrito a su lenguaje.
El colegio Labaca, forma parte del conjunto de obras de carácter social llevadas a cabo por la Fundación Labaca. Los hermanos Ángela y Ricardo Labaca, crearon a principios del siglo XX una fundación con fines benéficos cuyo objetivo era invertir el capital en sanidad y educación. El primero de los proyectos que llevaron a cabo fueron las escuelas Labaca en 1912. Años después se inauguraría el Hospital Materno-infantil (hoy hospital oncológico) y la iglesia asociada a este. El conjunto formado por el hospital y la iglesia se completaría con una escuela de matronas que nunca se llegó a construir. Para el desarrollo de estas obras confiaron en el arquitecto Leoncio Bescansa. Las escuelas de Labaca serían las únicas que verían construidas los miembros de la familia (Ricardo Labaca falleció en 1915 y Ángela Labaca en 1925).
El edificio proyectado por Leoncio Bescansa, era una escuela de principios innovadores con premisas pedagógicas y arquitectónicas de vanguardia. Situadas en la calle Juan Flórez 116, las escuelas comenzaron a construirse en 1912 y se terminaron en 1915. Entonces la calle Juan Flórez, conocida como el Camino nuevo, era una vía poco construida, si no que en su entorno se sucedían las viviendas unifamiliares. Dentro del ámbito pedagógico destacaba la especial relación entre el sacerdote granadino Andrés Manjón y Ricardo Labaca, ya que éste aprende del párroco postulados educativos interesantes como que los niños debían de aprender jugando, lo cual contrastaba con el criterio de las escuelas religiosas del momento. Inicialmente, el centro acogía hijos de familias humildes, especialmente de pescadores, aunque posteriormente se transformó en una escuela pública.
El proyecto original de Leoncio Bescansa
Bescansa realizó un proyecto que propiciaba la relación de los alumnos con la naturaleza. La escuela con una capacidad inicial de 150 estudiantes que se separaban por sexos, presentaba aulas con techos muy altos (4m de altura) para propiciar la entrada de luz natural, y utilizar la altura de los muros ciegos como espacio para pintar escenas de la historia de España. Además, el arquitecto separa el edificio de la calle de tal forma que se crease una barrera entre el edificio y el camino que pudiera llenarse con vegetación. Además, la configuración del edificio incluía patio amplios que permitiesen a los niños estar al aire libre.
El edificio se envuelve mediante una fachada de lenguaje mixto, en el que una base compositiva neogótica se combina de manera ecléctica con algunos elementos ornamentales modernistas. El volumen está formado por un paralelepípedo y una torre rematada con un pináculo. La fachada estructurada en dos alturas, es más limpia en la parte inferior, disponiendo todos los elementos decorativos en el remate superior. Ese se corona con guirnaldas dobles: una fila fijada en la parte superior y otras que descuelgan entre los huecos. La torre aglutina la mayor parte de la ornamentación, con guirnaldas, motivos geométricos, medallones y borlas, sin embargo, la forma de estructurar estos elementos atiende a un criterio neogótico. El conjunto se complementa con algunos volúmenes salientes, como pináculos secundarios y balcones en celosía a lo largo de la segunda planta.
En el primer piso se situaban las viviendas de los profesores, el resto del espacio era ocupado por las aulas y funciones auxiliares como aseos, guardarropas, auditorio etc. (aunque algunos de estos espacios auxiliares han desaparecido hoy en día). Los espacios interiores eran luminosos, con algunas particiones interiores acristaladas. Los jardines de la escuela incluían mapas en relieve que permitían llenar de agua las cencas fluviales o el mar, además en torre se planteó como espacio idóneo para un observatorio. El conjunto se cierra con una reja muy singular de inspiración modernista.
Una ampliación moderna
En el año 1985 se realizó una ampliación que incorporó ocho nuevas aulas de EGB y dos para preescolar. Por esta fecha la escuela se encontraba completamente rodeada de edificios de una escala mayor y un lenguaje contemporáneo ajeno a la lógica de esta. La ampliación supone, así, un gran desafío arquitectónico, ya que además de este contexto, la pieza ha de mostrar continuidad lingüística con el edificio original, y ser capaz de reorganizar el programa funcional de la escuela. El nuevo edificio resuelto magistralmente por el arquitecto Joaquín Fernández Madrid, es capaz de mantenerse en un segundo plano, con sobriedad, pero estableciendo un diálogo con el volumen original de la escuela.
El nuevo edificio está formado por dos módulos, uno situado como fondo, y otro adosado a la medianera. El primero alberga el centro de EGB con aulas y gimnasio accesible desde el jardín. El segundo alberga las aulas de preescolar iluminado con lucernarios sobre la sala de juegos. La conexión del módulo posterior se realiza mediante un puente metálico respetuoso con el conjunto. El nuevo proyecto incluye elementos compositivos que muestran paralelismos lingüísticos constantes con la obra de Bescansa creando un equilibrio perfecto. El núcleo de comunicaciones del edificio nuevo, es un volumen cilíndrico que armoniza en escala y proporción con la torre del edificio original.
Pequeños destellos de emoción
La arquitectura, a veces, permite viajar en el tiempo. Incluso dentro de un mismo edificio. La obra original construida a principios del siglo XX busca establecer un diálogo simbólico con el gótico, un lenguaje con varios siglos de antigüedad. La ampliación contemporánea, con su lenguaje moderno enlaza la contemporaneidad con la biografía de la escuela.
“Cuando observamos el lenguaje visual con el que se representa la ciudad inteligente, vemos que en general es simplista, con infantiles bordes redondeados y colores brillantes. A los ciudadanos a los que la ciudad inteligente afirma dar servicio se los trata como niños […] Más que descartar la inteligencia urbana acumulada durante siglos debemos explorar cómo compaginar lo que hoy se considera ‘inteligente’ con las anteriores épocas de conocimiento” Rem Koolhaas. La ciudad inteligente, 2014
Hay obras que no necesitan de la superficialidad simplista del adorno estético. Quizás la inteligencia de la ciudad radique en su capacidad de crear realidades que nunca serán y que, sin embargo, son ciertas. A veces hay lugares y edificios que transmiten pequeños destellos de emoción que permiten viajar en el tiempo a través de lenguajes que se dan la mano entre sí. Conversaciones que nunca serán, si la mirada de quien lo observa no se detiene por unos segundos dejando, que de manera natural la imaginación haga su trabajo.
Fotos: Luis Santalla