El coruñés Xurxo Lobato: "Un fotógrafo debe ser un observador de la realidad"
Su vocación siempre fue la de comunicar. Estudió Historia por circunstancias de la vida pero lo suyo siempre fue el fotoperiodismo. Hablamos con el fotógrafo autor de una de las imágenes que pasará a la historia: el hundimiento del Prestige.
14 octubre, 2019 06:00Su vocación siempre fue la de comunicar. Criado en el barrio de Monelos, Xurxo Lobato, aprendió desde muy pequeño el arte de la fotografía. Estudió Historia por circunstancias de la vida, aunque lo suyo era el periodismo. De la mano de su tío se dio cuenta que lo suyo sería "comunicar a través de las imágenes". Y eso es precisamente lo que lleva haciendo desde finales de los años 70.
Sus fotografías han sido publicadas en diarios y revistas nacionales e internacionales, e incluso han sido expuestas en espacios tan emblemáticos como el Museo Reina Sofía. Para este coruñés, la labor de un fotógrafo va más allá de "disparar" con la cámara: "Un fotógrafo tiene que educar el cerebro y la mirada".
Hablamos con Lobato, todo un maestro de la fotografía tanto dentro como fuera de Galicia.
Un maestro del fotoperiodismo
-La gente te sigue relacionando con la fotografía de prensa.
Sí. Mi vocación fotográfica fue fundamentalmente por el fotoperiodismo. Entendiendo el fotoperiodimso como una manera de conocer la realidad a través de la fotografía. Es una manera de comunicar a través de las imágenes. Eso es para mí el concepto fundamental del fotoperiodismo.
-Una de tus fotografías más populares y que te llevaron a conseguir el premio Ortega y Gasset fue una imagen del hundimiento del Prestige.
Yo creo que voy a pasar a la historia por esa imagen. No es la imagen artística más creativa; pero lo que sí, es una imagen desde el punto de vista del fotoperiodismo muy importante. Está seleccionada en el libro de ’50 imágenes con historia’ y en la exposición itinerante. Además, te digo en primicia que habrá un documental en TVE dedicado a una serie de fotógrafos españoles, entre los que se me incluye a mí precisamente por esa imagen. Yo le debo mucho a esa imagen, me dio muchas satisfacciones; pero con sinceridad tampoco es la imagen en la que yo me siento representado en el sentido de obra con interés creativo. Toda la realización de esta imagen es una lección de fotoperiodismo.
-¿Fue difícil sacar esa fotografia?
No, es cuestión de estar en el lugar oportuno y tomar la decisión oportuna. A veces nos olvidamos de lo que significa fotoperiodismo. Vayamos a las palabras. La palabra es foto, hay que hacer fotos; y periodismo, hay que tener sentido de la noticia. Ahí fundamentalmente lo que tuve fue sentido de la noticia. Me enteré en el momento adecuado y, junto con el medio en el que trabaja, tomamos las decisiones que había que tomar. Y las tomamos tan rápido que nos adelantamos al resto. Esa fue la clave del éxito de la foto.
-¿Cómo es posible plasmar en una imagen el sentido de la noticia?
La fotografía para un periódico no es lo mismo que para una revista o un periódico digital. Para un periódico, normalmente, hay que condensar en una solo foto un suceso, un acontecimiento. Sin embargo, en un periódico digital no es necesario: se puede montar una galería. En una revista también se pueden poner más fotos. Lo que hay que saber es el destino de esa imagen, para quién estás trabajando, pues eso requerirá más capacidad de síntesis o menos.
-¿Cómo ha sido la evolución del fotoperiodismo?
El tema no es solo fotográfico. Se está desmoronando un soporte para la información que es el soporte papel. Yo, por ejemplo, si quiero comprar hoy un periódico me tengo que recorrer media Coruña porque ya no hay ni puntos de venta. Es así de dramático. Hay que empezar a plantearse un nuevo modelo y ver cómo afecta a la fotografía. Es obvio que los medios digitales permiten contar las historias de una manera más visual y extensa. Es otra narrativa visual. Es un mundo nuevo. Vivimos un momento de cambio, como el que se vivió cuando llegó la televión o la radio… hay que adaptarse a los tiempos.
El problema no es que estamos viviendo un tiempo nuevo con soportes nuevos, sino que se está produciendo una menor entrada de ingresos publicitarios, lo que lleva a una precarización salvaje de las condiciones de trabajo: cada vez se contratan menos fotoperiodistas porque el periodista hace de todo. Eso también va acompañado de una bajada de calidad porque tú no puedes ser bueno haciendo fotos, escribiendo, haciendo video… Todo esto puede estar llevando a que haya muchas personas que se denominan fotoperiodistas y en realidad trabajan para exposiciones u otro tipo de soporte.
-¿Crees que la pervivencia del fotoperiodismo está en riesgo?
No. Siempre que haya historias que contar habrá alguien que las escriba y las dé a conocer; habrá alguien que la fotografíe y las dé a conocer en imágenes y habrá alguien que las grabe con imágenes y otros que la retransmitan a través del sonido de la radio. Yo creo que no va a desaparecer.
Por ejemplo, en el World Press Photo se premiaban las fotografía publicadas en prensa, pero desde hace unos años también se premia la historia con video. ¿Por qué? Porque cada vez es más importante. Siempre hay que mirar atrás para ver y aprender. Lo que más preocupa del cambio no es el reto tecnológico, sino la precarización porque lleva implícita una falta de calidad.
Los comienzos en el laboratorio de su tío
-¿Cuándo empezó tu pasión por la fotografía?
Yo me crié en el barrio de Monelos, que estoy orgulloso. Es una república, algún día nos independizaremos (risas). Mi tío era aficionado a la fotografía. Teníamos un laboratorio de fotografía y fue él quien me fue enseñando.
Yo estudié Historia Contemporanea. Realmente yo iba a estudiar Periodismo pero por distintas razones acabé estudiando Historia. Yo fundamentalmente tenía una vocación de contar lo que veía, y la manera en que yo se contarlo era a través de la imagen. Mi vocación es comunicar, yo no soy un artista que se mira al ombligo.
En la universidad fue donde desarrollé más mi faceta fotográfica y después en 1977, en los últimos años de carrera, yo ya sabía que no me iba a dedicar a la Historia. Sabía que me iba a dedicar al fotoperiodismo, pero quise terminar la carrera porque la formación es muy importante.
Hacer una foto no es darle a un dedo, como piensa algún amigo mío. Para hacer una foto hay que saber en qué momento le das al dedo. Y eso lo decide el cerebro. Por eso es muy importante educar el cerebro y la mirada.
-Y de ahí ya diste el salto a grandes medios de comunicación.
Sí, estamos hablando del año 77, cuando son las primeras elecciones democráticas y surgen nuevos medios. Empieza a haber más libertad informativa y la gente también lo demanda tras 40 años de represión. Estos nuevos medios demandaban profesionales con una manera distinta de retratar. Durante el franquismo, dada la censura y la represión, lo que había era una manera de retratar muy controlada, muy dirigida… Yo entonces empecé a colaborar con la agencia Coover, El País (cuando Manuel Rivas era el corresponsal en Galicia), con La Voz de Galicia, donde llegue a ser redactor jefe de fotografía. También publiqué en revistas como National Geographic , Elle, Vogue...
-Algunas de tus imágenes llegaron ser expuestas en el Museo Reina Sofía.
Sí. En mi vertiente de fotodocumentalista he tenido alguna serie o trabajo que los responsables de colecciones consideraron que tenían interés.
Un amante de la identidad gallega
-Una linea de tus fotografía consiste en reflexionar sobre los contraste que vive la Galicia rural y la urbana.
Es una faceta en la que trabajo desde los años 80. Le llame de diferentes manera: Jalisia un sitio distinto, Jalisia is my country… ¿Por qué con J? Porque la gente que yo retrato hablan así.
¿Qué es esta línea de trabajo? Es una reflexión a través de la fotografía sobre el cambio que experimentaba Galicia en los años 80. Las imágenes de cruceros, hórreos y pazos no debían ser las únicas. Yo veía que empezaba a haber un cambio: ya no solo había la imagen de las vacas, sino que ya había grandes granjas de producción. Era un cambio que yo quería, y sigo queriendo, retratar.
¿En qué traduce ese cambio? En un choque de identidad. Hay una identidad tradicional, rural en Galicia, que marida con una cultura más urbana, más de masas. Por ejemplo, tengo imágenes de una antena parabólica colgada en un hórreo. Yo retrato lo Kitsch. Yo retrato cualquier elemento que me sirva para ahondar en el tema de la identidad en Galicia. Esto no es ser nacionalista, es defender lo propio. Si nos universalizamos y acabamos con la identidad como pueblo, creo que será un empobrecimiento cultural.
-¿En qué proyectos estás trabajando?
Sigo con ese proyecto. Ahora estoy bastante metido en el tema de la autoedición de fotolibros. Estoy en proyectos editoriales coordinados por mí mismo. Hice el proyecto ‘Airiños aires’, que era un homenaje a Rosalía De Castro, ‘Vento nas velas’, que era un libro sobre la cultura marítma tradicional de Galicia. También hice libros de encargo: para la D.O. Rias Baixas; D.O Ribeiro o el libro del Mejillón de Galicia- por el que me dieron un premio a nivel mundial por ser el segundo mejor libro de fotografía gastronómica-. Y ahora antes de final de año voy a presentar un nuevo libro.
También coordino el premio Luis Ksado de Creación Fotográfica, que organiza la Diputación de A Coruña. Tengo el honor, además, de que mi nombre sirva para un concurso de fotografía dirigido a estudiantes y que organiza el Instituto de Monelos.
-¿Te queda algo pendiente por fotografiar?
Me queda el futuro. Yo me siento muy identificado en el retrato y en el paisaje. En retratos hice unos cuantos proyectos, uno de ellos se titulaba, con ironía, ‘Gallegos en las escaleras’. Hoy de hecho hice un gallego en la escalera- en referencia a la imagen de la alcaldesa de A Coruña, Inés Rey, en la Academia de Bellas Artes-. Se trataba de retratar a gallegos importantes en una escalera. ¿Por qué? Porque a los gallegos nos dicen que "ni subimos ni bajamos". ¿Cómo no? Hay gallegos que suben: Amancio Ortega sube, Mariano Rajoy sube, Oliver Laxe sube, Laxeiro subió…
Alcaldesa na escaleira da Academia Galega de Belas Artes @inesreygarcia @ConcelloCoruna pic.twitter.com/VbCyhax8iD
— Xurxo Lobato (@XurxoLobato) October 9, 2019
A mí me gusta estar con la gente. Lo que más me gusta de la fotografía es poder conocer a gente, es una puerta abierta a conocer el mundo. Yo estuve en Armenia, en Angola, en el Sáhara…
-Y de cara al futuro, ¿te queda algo pendiente?
Te voy a dar una respuesta de viejo (risas). Me gustaría tener salud, fuerza…porque tengo voluntad y ganas. Quiero seguir retratando lo que quiera y lo que me pida el cuerpo. La famosa frase "La cabeza no para", la firmo.
-¿Qué le dirias a alguien que se quiere dedicar al mundo de la fotografía?
Que se forme y se prepare. Formarse no es solo una cuestión técnica,. Un fotógrafo es una manera de mirar, entonces hay que educar la mirada. Las fotos no las hacen las cámaras ni los móviles, las fotos las hace el talento.
-¿Cómo se educa la mirada de un fotógrafo?
Viendo fotografías, viendo película, viendo arte, leyendo literatura, observando la realidad, mirando la Luz. Todo eso es educar. El fotógrafo tiene que ser un observador.