Matías López, el gallego rey del chocolate e inventor de la publicidad moderna
La historia de un humilde nacido en Sarria que se convirtió en uno de los mayores empresarios del siglo XIX, produciendo el 80% de todo el chocolate español
24 noviembre, 2019 06:00A mediados del siglo XIX, un gallego funda en Madrid su propio negocio tras ahorrar durante años trabajando para otros. Compra en la capital un pequeño molino de chocolate y llama a su empresa “Chocolates y Dulces Matías López”. Se dice que mandaba a conocidos por las tiendas madrileñas pidiendo su chocolate y días después acudía a esos comercios para ofrecerlo a los tenderos. Su objetivo era fabricar el mejor chocolate del mundo a precios asequibles y para eso viajó por toda Europa para traer a España los avances del sector.
La industria que fundó llegó a surtir el 80% de todo el chocolate español, tuvo una fábrica a los pies del Monasterio de El Escorial con 500 empleados, fue diputado, creó el primer cartel publicitario de España y fue un gran impulsor del bienestar social de sus empleados, poniendo a su disposición casas, escuelas, capillas e introduciendo la jornada laboral de ocho horas y un sistema de pensiones.
Su contribución a nuestro país fue tal, que Alfonso XII le nombró Senador Vitalicio y el Papa Leon XIII concedió un título pontificio de Marquesado a su viuda. Esta es la historia de Matías López y López, un Maestro chocolatero gallego, creador de la tercera industria europea del chocolate y considerado uno de los más importantes empresarios del Siglo XIX.
Matías López y López nacía en 1825 en Sarria, provincia de Lugo, en el seno de una humilde familia. Con apenas 15 años se muda a Madrid y comienza a trabajar en una tienda que fabricaba chocolate en un taller anexo, en donde Matías adquirió los conocimientos para la elaboración de este producto.
En 1851 se establece por su cuenta en un pequeño molino de chocolate y comienza a elaborar su propio producto bajo la marca “Chocolates y Dulces Matías López” y utiliza todo su ingenio para “generar” su demanda. Matías enviaba a personas de su confianza a las tiendas de ultramarinos de la ciudad, preguntando por el chocolate de Matías López y, semanas más tarde, él aparecía ofreciendo su producto a los comerciantes. “Últimamente todo el mundo me lo pide”, contestaban los tenderos, tras realizar cuantiosos pedidos de chocolate.
En 1855 compra un molino nuevo con mayor capacidad productiva y es en ese momento cuando se plantea dejar de elaborar el chocolate a mano y buscar máquinas para hacerlo. Así que viaja por toda España y Europa en busca de ideas y avances tecnológicos para aliviar el trabajo de los obreros y poder aumentar la capacidad de producción de su factoría.
En 1861 establece en la calle de la Palma su nueva fábrica, dejando atrás la producción tradicional e incorporando máquinas de vapor. En las nuevas instalaciones produce más de 920Kg de chocolate al día y es nombrado proveedor oficial de la Casa Real Española. Tras sucesivas ampliaciones de la factoría, en 1870 ya era capaz de elaborar casi 5000 kilos de chocolate al día, representando el 80% del consumo total de chocolate en España.
A mediados de la década de 1870 de nuevo surgía la necesidad de ampliar la producción. Así fue como Matías compró una antigua fábrica de refinado de azúcar en El Escorial y la reformó completamente. La nueva maquinaria importada de Francia incluía tres molinos de vapor, calderas, mezcladores, tostaderos… Además, aprovechando que la fábrica estaba pegada a la estación de ferrocarril, Matías decidió instalar vías férreas y vagones de tren en su interior para el transporte de materias primas y producto terminado desde y hacia el exterior, facilitando enormemente el movimiento de mercancías.
Contrariamente a la manera habitual de actuar en aquellos tiempos por los empresarios sin escrúpulos con obreros malviviendo alrededor de las factorías, Matías convierte su fábrica y sus alrededores en una colonia industrial, la primera Ciudad Lineal de España para obreros, en la que no sólo no era desagradable trabajar, sino que era apetecible, gracias los servicios e instalaciones que el gallego planificó.
Entre las mejoras que implantó estaban viviendas de alquiler a precios bajos, economato, tahona, fonda, casino, jardines, capilla, colegio y hasta un puesto de la Guardia Civil.
Además, estableció la jornada de ocho horas con tres turnos (una rareza para la época), los niños recibían educación gratuita y sus padres tenían planes de pensiones, cobertura médica e incluso ofrecía créditos a bajo interés para adquirir viviendas fuera del recinto o para poner en marcha pequeñas industrias auxiliares necesarias para sus obreros.
En 1875-76 comenzaba a trabajar esta magnífica fábrica, que revolucionó El Escorial y que llegó a fabricar casi 8000Kg de chocolate al día con 500 empleados. Distribuía chocolate a 3000 puntos de venta y exportaba a colonias españolas y algunos países europeos.
Entre todas las innovaciones que Matías realizó, hay una que marcó su vida personal y empresarial. Contrató al famoso pintor madrileño Francisco Ortego Vereda para diseñar un cartel publicitario para dar difusión a sus productos. Conocido popularmente con el nombre de “Los gordos y los flacos”, este cartel es considerado el primer cartel publicitario de la historia de España. Le costó al empresario 8 pesetas (0,05€ al cambio)…
Funcionó tan bien que Matías uso de manera exhaustiva la publicidad, como una de sus estrategias más innovadoras y arriesgadas. Sus anuncios eran constantes en la prensa nacional y usaba cualquier soporte para las ilustraciones en las que publicitaba sus chocolates: tarjetas, cromos, calendarios… Su objetivo era llegar a todas las capas de la sociedad y lo consiguió, gracias a su gran visión comercial.
Fue tal la calidad de sus productos, considerados los mejores del mundo, que recibió más de 40 premios y medallas a nivel nacional e internacional en certámenes como los de Oporto, París, Londres, Viena, Madrid, Filadelfia… Además, recibió la Medalla de Plata de Fomento de las Artes, la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica y fue nombrado Caballero de la Legión de Honor de Francia. Matías aludía a todos estos premios en los anuncios, etiquetas y envoltorios de sus productos como un inteligente recurso publicitario.
Además de su faceta empresarial, Matías se implicó mucho en política: Concejal, Diputado Provincial, Diputado Nacional y por último Senador Vitalicio nombrado en 1883 por el Rey Alfonso XII.
En Junio de 1891, Matias López y López fallecía. Su entierro fue multitudinario. Su imperio estaba entre los tres más importantes de Europa, sólo tras Nestle y Lindt, con una facturación anual de 8 millones de pesetas (40.000€ al cambio).
En 1964 la fábrica cerraba definitivamente hasta 2012, año en el que su tataranieto, Manuel de Cendra, recuperaba la marca y la ponía de nuevo en el mercado.
El 8 de mayo de 1896, el Papa León XIII, en gratitud por su obra caritativa, dio a la viuda de Matías López el título de Marquesa de Casa López, título pontificio que en la actualidad ostenta su tataranieto Manuel y que sigue siendo reconocido por la Santa Sede.
Así fue como un gallego se convirtió en Rey del Chocolate e inventor de la publicidad moderna. Otro gallego que, de nuevo, hizo historia.
Historias de la Historia…
Iván Fernández Amil. Storyteller. Experto en Compras y Aprovisionamiento. Procurement Manager.
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Referencias:
- LÓPEZ Y LÓPEZ, M. El Chocolate. Su Origen, Su Fabricación y Su Utilidad. Editorial Maztor. Madrid, 2010.
- chocolatesmatiaslopez.es
- es.wikipedia.org
- historico.oepm.es
- abc.es
- elprogreso.es
- madridmasd.org
- webosfritos.es
- somosmalasana.eldiario.es
- lasprovincias.es
- laopinioncoruna.es
- aquienlasierra.es
- wonka70porciento.blogspot.com