Lindano, el insecticida venenoso y cancerígeno sobre el que se construyó un pueblo gallego
- La historia de los residuos de Lindano en el pueblo pontevedrés de O Porriño, que a día de hoy siguen perjudicando la salud de sus vecinos.
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En el año 2017, el pueblo irlandés de Ringaskiddy, en el condado de Cork, se hizo célebre por una curiosa noticia publicada en medios como The Sunday Times. Su medio millar de habitantes estaba “sufriendo” las consecuencias de los humos y emisiones de una fábrica muy particular. Porque esta fábrica produce Viagra. A pesar de que Pfizer, su propietaria, ha declarado en distintas ocasiones que sus procesos de fabricación siempre han sido altamente sofisticados y están fuertemente regulados, los vecinos no se lo terminan de creer. Afirman que el componente activo del medicamento se está filtrando a la cadena alimentaria o al aire, provocando duraderos estados de excitación que han causado un baby boom en el pueblo desde que se inició allí la fabricación de esta milagrosa pastilla. Y aunque realmente se cree que estas afirmaciones son simplemente un divertido mito, no dejan de ser un ejemplo de la preocupación general por las consecuencias en el medio de la industria química y farmacéutica. Aunque en este caso, los efectos de las supuestas emisiones son “beneficiosos”, lo normal es justamente lo contrario, como lo que ocurrió hace casi 80 años, cuando una industria química comenzó a abandonar residuos en un pequeño pueblo que, a día de hoy, es uno de los lugares con mayor incidencia de cáncer de toda Galicia. Así fue como miles de toneladas del tóxico y cancerígeno Lindano acabaron formando parte de O Porriño.
El Lindano es un famoso pesticida que se produjo de forma masiva desde mediados del siglo XX. Es el nombre comercial de un halogenuro de alquilo con fórmula molecular genérica C6H6Cl6, que fue empleado ampliamente como insecticida en agricultura, para controlar plagas de insectos en madera, lana o algodón y para luchar contra los parásitos en ganadería.
Sin embargo, con el paso del tiempo, se detectaron sus efectos tóxicos sobre el medio, las plantas y los seres humanos, por lo que se prohibió su uso y se catalogó como material cancerígeno desde el año 2015 por la OMS, al detectarse un aumento del riesgo de sufrir linfoma de hasta un 60 % en las personas expuestas a este veneno.
En Galicia, durante casi dos décadas, entre 1947 y 1964, la empresa Zeltia comercializaba y producía Lindano en su fábrica instalada en el ayuntamiento de O Porriño, a unos 20 kilómetros de Vigo, en la provincia de Pontevedra.
Del proceso de fabricación del Lindano tan solo se aprovechaba un 10 % de la reacción química necesaria para producirlo, lo que acababa generando una ingente cantidad de residuos sin valor comercial alguno, pero con la misma toxicidad que el producto final.
Se estima que los residuos originados durante aquellos años rondaban las 1.000 toneladas y, al desconocer en aquel momento que sus efectos eran bioacumulativos, fueron tratados como materiales inertes y completamente inofensivos tanto para el medio como para las personas. Pero ahora sabemos que no era así.
Durante años, estos residuos se depositaron en una finca cedida por el ayuntamiento en el barrio de Torneiros. Cuando finalizó la concesión, se utilizó como escombrera municipal y tiempo después, sobre ella se construyeron viviendas sociales, un parque infantil, un centro de la tercera edad, una pista deportiva e incluso una zona verde conocida hoy en día como “parque del Lindano”, que cubrieron y ocultaron los terrenos contaminados. Y el problema fue olvidado.
Pero a finales del año 1996 se encontraron tierras tóxicas en los terrenos de una empresa de la zona, y varios vecinos denunciaron olores a insecticida en sus viviendas, picores y dificultad para respirar. Era el Lindano. Las autoridades confirmaron la existencia de la contaminación y, a pesar de que estos casos estaban esparcidos por todo el municipio, limitaron el área afectada a una parte de la parcela en la que durante años Zeltia había depositado los residuos. Para evitar riesgos, se retiró la tierra de la capa más superficial para ser tratada y las capas inferiores se sometieron a un proceso de impermeabilización y sellado para evitar filtraciones.
Pero el problema no se resolvió.
En el pasado, los vecinos de la zona, ajenos a la peligrosidad y toxicidad de aquel producto blanquecino de aspecto inofensivo, lo recogieron con sus propias manos para utilizarlo como plaguicida, para construir casas, realizar rellenos o arreglar caminos. La propia Administración incentivaba que se utilizase asfaltando carreteras y rellenando baches con estos residuos del Lindano, ya que compactaban de una manera especialmente buena, lo que acabó provocando que este veneno se diseminara por todas partes del municipio.
Por eso, cada vez que se hace una zanja, se cava un pozo o se retiran escombros, es raro no encontrar Lindano en la tierra, sobre todo en el barrio de Torneiros, el más afectado, en el que residen alrededor de 4.000 personas y en cuyos pozos de agua supuestamente potable se detectó toxicidad por Lindano.
Porque toda la zona está contaminada.
El Lindano está en las aguas superficiales, en los canales de riego, en el asfalto de las carreteras y en los suelos de los vecinos, llegando a superar 100 veces o más los niveles de referencia establecidos.
A pesar de todo lo que ya se sabe, a día de hoy no existe un mapa real y exhaustivo de la distribución del Lindano ni se ha realizado un estudio epidemiológico que aclare por qué O Porriño aparece en todos los mapas del cáncer como uno de los lugares con mayor incidencia de toda Galicia.
En la actualidad, este pequeño y acogedor pueblo de Galicia es uno de los mayores vertederos de Lindano de España, junto a los de Sabiñánigo en Huesca y Barakaldo y Erandio en Vizcaya.
Décadas después, el Lindano sigue bajo los pies de los vecinos de O Porriño, saliendo a la luz con cada obra o reparación que se hace en sus tierras. Mientras, no pueden usar el agua que llevan bebiendo toda su vida, ni regar sus huertas, ni comer sus tubérculos, ya que hacerlo podría matarlos. Esperan que algún día un proyecto de descontaminación se haga realidad y el veneno que los lleva acompañando durante casi 80 años desaparezca para siempre y puedan vivir sin miedo.
Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.
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Referencias:
es.wikipedia.org
elespanol.com
lavozdegalicia.es
eldiario.es
elconfidencial.com
farodevigo.es
abc.es
elpais.com