Abuín, la aldea gallega maldita abandonada desde hace siglos
La historia de una aldea perdida de Rianxo que un "castigo divino" barrió de la existencia
26 diciembre, 2021 06:00El 26 de noviembre de 1922 el legendario arqueólogo Howard Carter realizaba uno de los descubrimientos arqueológicos más excepcionales de la historia: la tumba del faraón Tutankamón. Pero pocos meses después de la apertura de la cámara real se sucedieron una serie de muertes inexplicables de personas relacionadas con el descubrimiento. ¿Se trataba de la maldición de Tutankamón? Los rotativos ingleses llegaron a atribuir hasta 30 muertes a esta supuesta maldición. Arthur Conan Doyle, autor de las novelas de Sherlock Holmes, fomentó la teoría de que un hongo mortal había sido puesto deliberadamente en las tumbas para castigar a los ladrones que profanaran el descanso del Faraón. En Galicia, como no podía ser menos, también tenemos nuestras propias maldiciones, y una de las más famosas se cree que azotó uno de los lugares más misteriosos de nuestra tierra: La aldea maldita de Abuín.
Abuín es una aldea de la parroquia de Leiro, en el Municipio de Rianxo, en la provincia de A Coruña. Un poco más allá del núcleo de viviendas habitado en la actualidad por unas 100 personas, se ocultan desde hace más de cuatro siglos unas ruinas silenciosas, pertenecientes a la antigua aldea. Estas ruinas no están bien conservadas, ni son una maravilla de la Ingeniería, ni son Patrimonio de la Humanidad, ni siquiera son Bien de Interés Cultural, pero esconden una leyenda digna de conocer, el secreto de la aldea maldita de Abuín.
Nadie sabe a ciencia cierta qué ocurrió aquí entre el siglo XIV y el XVI, solo se sabe que la gente se fue de esta aldea, para no volver nunca jamás, pero, ¿por qué?
Pues por una maldición. O eso dice la leyenda.
Entre maleza, árboles, hiedra y monte se podían encontrar en Abuín los vestigios de cinco edificaciones e incluso restos de los caminos por los cuales los antiguos moradores de la aldea transitaron durante siglos hasta que un castigo divino los exterminó.
La leyenda más extendida nos cuenta que los habitantes del pueblo, en un momento de desesperación debido a una gran hambruna que trajo consigo muchas enfermedades, asaltaron el Monasterio de Armenteira, un monasterio cisterciense cercano, donde se hicieron con un fabuloso tesoro.
Tras regresar a la aldea entregaron el botín al cura del pueblo, que lo escondió en la capilla. Al día siguiente el sacerdote amaneció muerto. Y tras esa muerte, comenzaron la del resto de habitantes de la aldea, dando pie a creer que estaban siendo víctimas de una maldición por haber robado en el Monasterio.
Otras leyendas hablan de un cáliz maldito, de ataques de vikingos…
Lo que sí sabemos con toda seguridad es que la maldición de Abuín tiene una explicación racional que tiene que ver con uno de los mayores asesinos de la historia de la Humanidad: la peste negra, la plaga más destructiva de la historia que, a mediados del siglo XIV acababa con al menos un tercio de la población europea. Se estima que en apenas siete años acabó con la vida de 25 millones de personas en Europa y 60 millones en África y Asia. En la Península Ibérica, se cree que la población pasó de 6 millones de habitantes a 2, lo que significó la pérdida del 60-65% de la población.
Además de la pandemia principal en el siglo XIV, la peste negra volvería en más ocasiones, una de ellas en el siglo XVI. En Galicia se cree que entró por O Grove en 1567, de ahí pasó a Caldas de Reis, Santiago de Compostela, Noia y Rianxo. Y Abuín no se salvó.
La enfermedad se propagó como un reguero de pólvora, aniquilando a la mayor parte de la población de Abuín, lo que llevó a la gente a creer que se trataba de un castigo divino o de una maldición, causada por la profanación del tesoro religioso robado en el Monasterio de Armenteira, por lo que comenzaron a huir del pueblo, al que comenzaron a considerar un lugar maldito, no sin antes dejar marcas, en la que se cree que era la calle principal, que se suponen que son avisos de advertencia para todo aquel que osara poner los pies en su interior. En la puerta de alguna de las casas que aún se mantienen en pie todavía se pueden apreciar las cruces grabadas en la piedra para espantar el hechizo que les hizo huir de sus casas.
Realmente los huidos tampoco se iban muy lejos, ya que las tierras de cultivo no eran fácilmente reemplazables, así que, simplemente, creaban nuevos asentamientos en zonas muy próximas al original, confiando en que la maldición no saliera del núcleo de la aldea abandonada.
La leyenda cuenta también que los vecinos recurrieron a magos y videntes para que les ayudasen a encontrar el tesoro con el fin de devolverlo para reparar la ofensa, pero nunca jamás se supo nada de su paradero. Incluso aún hay quien dice que sigue enterrado en esta aldea maldita.
El legendario Castelao recoge esta leyenda en su obra “Cousas”, con el título de “A aldea esquecida”, una historia que dice que le había contado su abuela.
Desgraciadamente entre 2018 y 2019 la aldea sufrió su última maldición. Las talas de árboles del precioso bosque que la rodea dañó dos de las cinco construcciones que resistían el paso del tiempo. Tan solo dos paredes de dos casas aguantan como pueden, mientras el resto desapareció definitivamente entre la maleza y los restos de la tala. Pero a pesar de la desolación del lugar, Abuín es un enclave que guarda en su interior un fragmento muy importante de la historia popular de Rianxo.
En la década de 1970, un vecino del actual Abuín desenterró muy cerca de la aldea maldita un casco de oro, conocido como “Casco de Leiro”, una de las piezas más sorprendentes e importantes de la arqueología gallega, y que se encuentra actualmente expuesto en el Museo Arqueológico del Castillo de San Antón, en A Coruña. ¿Parte del tesoro maldito?
Por cierto, Howard Carter, el descubridor de la tumba de Tutankamón, siempre rechazó la teoría de la maldición, y a todo aquel que se lo insinuaba le replicaba: "Todo espíritu de comprensión inteligente se halla ausente de esas estúpidas ideas". Estudios posteriores revelaron que de las 58 personas que estuvieron presentes durante la apertura de la tumba, solo ocho murieron, y además lo hicieron en un plazo de 12 años. Todos los demás vivieron mucho más tiempo, incluyendo al propio Howard Carter que falleció en 1939. El médico que hizo la autopsia a la momia de Tutankamon llegó a vivir hasta los 75 años.
Historias de la Historia…
Iván Fernández Amil
Referencias:
- CASTELAO. Cousas. Editorial Galaxia, 2005.
- es.wikipedia.org
- saposyprincesas.elmundo.es
- geocaching.com
- salamancartvaldia.es
- bbc.com
- lavozdegalicia.es
- galizeando.com
- elpais.com
- abc.es
- xoanarcodavella.com
- obaixoulla.com
- bicodaria.com
- karkallon.blogspot.com
- misteriosleyendasdegaliciayasturias.wordpress.com