La empresa gallega que inventó el pescado congelado y cambió la pesca para siempre: Pescanova
La historia de cómo una compañía de Vigo innovó congelando el pescado tras la captura y revolucionó el mundo de la alimentación
30 julio, 2023 05:00En el verano de 1960, una joven empresa pesquera gallega realizaba un novedoso encargo a un astillero de Vigo. Tras siete meses de fabricación, se entregaba aquel innovador buque de pesca, el primer arrastrero congelador de la historia, un avance tan extraordinario que cambiaría para siempre el mundo de la industria pesquera. Su nombre era “Lemos” y su dueño era una recién creada y desconocida compañía: Pescanova. La innovación del Lemos estaba en su tecnología, que permitía procesar las capturas a bordo ultracongeladas, lo que posibilitaba faenar durante semanas sin tener que volver a puerto, facilitando que se pudiera pescar en caladeros más lejanos, con más capturas y a los que hasta ese momento no se tenía acceso. El 8 de septiembre de 1961, el Lemos partió rumbo a la costa argentina y cuando regresó a Vigo, el 8 de diciembre, lo hizo con 250 toneladas de pescado, el primero que puso a la venta la compañía. El salto tecnológico que dio Pescanova permitió que, en menos de diez años, se convirtiera en una de las cien mayores empresas de España y en la primera compañía pesquera de Europa, con una flota de más de 100 buques. Pescanova no solo cambió para siempre la industria de la pesca, sino que creó una nueva categoría de producto alimenticio: el pescado congelado.
Antón de Marcos era un importante y exitoso tratante de ganado de Sarria, Lugo, que falleció en 1931 a la edad de 55 años en un accidente de circulación. Sus hijos, Antonio, José, Manuel y Concepción Fernández López decidieron continuar con los negocios de su padre. En 1935 alquilan los Mataderos Cooperativos de Mérida, con los que iniciaron un proceso de comercialización de la carne que iba desde el origen hasta el consumidor final, primero en conserva y tiempo después congelada.
Cuando estalló la guerra civil española, sus fábricas se encontraban en territorio nacional, por lo que se vieron forzados a proveer al ejército franquista, a pesar de su tendencia galleguista, lo que les reportó enormes beneficios, ya que llegaron a convertirse en los suministradores casi únicos para el bando sublevado. Mientras tanto, daban cobijo en sus empresas a conocidos intelectuales gallegos represaliados como Isidro Parga Pondal, Ricardo Carballo Calero, Valentín Paz Andrade…
Con los beneficios de estas actividades crearon algunas de las mayores industrias de Galicia gracias a las cuales se incrementó el desarrollo económico de la comunidad entre ellas, Titania S.A. en 1936 para la explotación del titanio y el wolframio, Zeltia en 1939 dedicada a la elaboración de productos químicos y farmacéuticos, Frilugo en 1941 dedicada a la congelación de carne, la compañía de transportes por ferrocarril Transfesa en 1943, la empresa de elaboración cárnica Frigsa en 1951, la fábrica de cementos Corporación Noroeste en 1958, Prebetong en 1962, Industrias Frigoríficas del Louro, Frigolouro en 1963, la Caja de Ahorros Provincial de Lugo…
Pero hay una compañía que destacó sobre las demás: Pescanova.
Uno de los hermanos, José Fernández López, estaba al frente del matadero de Mérida, pero a finales de la década de 1950 pasaba largas temporadas de trabajo en Vigo alojándose en el desaparecido Hotel Universal. Viendo los pequeños pesqueros descargando sus capturas en el puerto de Vigo pensó que tenía que haber una manera de aprovechar mejor los grandes recursos que tenía el mar. Nadie aprovechaba los caladeros más lejanos, que eran los más ricos y abundantes, porque las campañas eran tan largas que impedían la correcta conservación del pescado pero, ¿y si se congelaban las capturas a bordo?
José Fernández y sus hermanos tenían una gran experiencia en el campo del frío industrial, pero de pesca sabían poco, así que contactaron con quien sí conocía el sector, Valentín Paz Andrade, un experto pontevedrés en la materia que ejercía como asesor para la FAO, escribía en revistas especializadas y daba conferencias sobre pesca.
Los dos genios pusieron en común sus conocimientos para el nacimiento de un proyecto empresarial que cambiaría para siempre la industria pesquera mundial: Pescanova SA, fundada con base en el puerto de Vigo debido a su importancia estratégica en el sector pesquero, y que encargó al astillero vigués Ascón sus dos primeros buques: El Lemos y el Andrade.
El Lemos se convirtió en el primer arrastrero congelador del mundo, lo que le permitía faenar en lejanos caladeros, ya que estaba equipado con maquinaria que le permitía procesar y congelar el pescado recién congelado. Este innovador buque contaba con cuatro túneles de congelación con capacidad para 20 toneladas diarias, así como dos bodegas en las que se podían almacenar hasta 250 toneladas.
El Lemos regresó a Vigo desde los caladeros argentinos, el 8 de diciembre de 1961, tras completar su carga en tan solo veinte días. El Andrade había partido casi a la par que el Lemos y regresaba en febrero de 1962 de los caladeros sudafricanos también con sus bodegas repletas.
El experimento había sido un éxito, ahora tan solo quedaba convencer a los consumidores.
Los primeros productos que comercializaba Pescanova eran merluzas congeladas enteras que habían sido evisceradas y sin cabeza, pero a los consumidores aquellas merluzas tiesas y frías les parecían palos y de menor calidad que el pescado fresco, aunque este no estuviera siempre en las mejores condiciones. Así que la empresa tuvo que poner en marcha una potente campaña de información, formación y concienciación sobre su producto, cómo descongelarlo, cómo cocinarlo, tuvo que proporcionar arcones frigoríficos a las tiendas,…
Y funcionó.
Pescanova decidió entonces subir un escalón con otra extraordinaria innovación. Para ello se hicieron con un viejo trasatlántico que estaba varado en el puerto de Vigo para ser desguazado, el “Habana”, que pasó a llamarse “Galicia” y que fue reconvertido en un gran buque nodriza y factoría flotante que, a partir de 1964 comenzó a operar en Sudáfrica. Varios pesqueros abastecían a este gran barco en cuyo interior se realizaban tareas de congelación, preparado y obtención de subproductos y que podía ultracongelar más de 100 toneladas de pescado en 24 horas. Su carga era transportada después por cuatro buques frigoríficos hasta el puerto de Vigo.
Entre el Galicia, los pesqueros y los buques frigoríficos, sumaban más de 500 personas trabajando, que eran amenizados, desde el buque factoría, por un grupo de gaiteiros dedicados a hacer más llevaderas las faenas de procesado con aquellos mágicos sonidos que inundaba las aguas de la bahía de Santa Helena, al norte de Ciudad del Cabo, donde estaba fondeado el Galicia.
La siguiente innovación que trajo Pescanova fueron los arrastreros por popa, en los cuales la pesca se realizaba por la parte trasera del barco, en vez de efectuarse por los costados, incrementando el volumen capturado y la sencillez y rapidez de las operaciones. La idea funcionó tan bien que la compañía ordenó la construcción de los cuatro barcos congeladores más grandes construidos en España: el Gondomar, Gelmírez, Miño y Sil.
Pescanova fue el motor necesario e imprescindible para el nacimiento en Vigo de una de las industrias navales más potentes del mundo, unos astilleros en los que llegaban a trabajar más de 2.000 personas y que generaban miles de empleos en la industria auxiliar asociada a la construcción de estos innovadores buques.
Diez años después de su fundación, Pescanova ya era una de las cien mayores empresas de España y la primera compañía pesquera de Europa, ofertaba más de 100 productos, contaba con 55 delegaciones, más de 100 barcos de pesca por todo el mundo y una plantilla compuesta por 2.047 personas en el mar y 1.300 en tierra. Además, nace el icono de la compañía, Rodolfo Langostino y el claim que identificará durante años la marca Pescanova: “Lo bueno sale bien”.
Durante los 90, ante los problemas que suponían las restricciones legales en la pesca en alta mar, Pescanova decide apostar por la acuicultura con granjas marinas que permitan garantizar el suministro de forma sencilla, con una alta calidad, sostenibilidad y a un coste muy competitivo, creando plantas de cría de salmón, langostinos y rodaballo, en un plan que, en el año 2000, culminaría en la construcción de las dos mayores plantas de cultivo de rodaballo del mundo en Xove (Lugo), y en Portugal.
El gran impulsor de la compañía, José Fernández López, aquel gallego que un día tuvo un sueño que revolucionó el mundo de la pesca, es recordado en toda España con galardones y reconocimientos tales como la Medalla Castelao, Hijo adoptivo de O Porriño, Hijo adoptivo de Mérida, Medalla de Oro de Mérida, Gran Cruz al Mérito Agrícola, Gran Cruz al Mérito Naval, Medalla de Mérito al Trabajo, Medalla de Alfonso X el Sabio, Encomienda de la Orden al Mérito Civil y Vigués distinguido desde 1974.
En la década de 2010 una serie de malas decisiones, una gestión desafortunada y quizá una pizca de mala suerte, a punto estuvo de llevarse por delante a la compañía que cambió para siempre el sector de la pesca, que puso nombre comercial al pescado y que convirtió a Vigo en la referencia de la industria pesquera internacional.
Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.
Referencias:
- es.wikipedia.org
- lavozdegalicia.es
- farodevigo.es
- mundodelaempresa.blogspot.com
- vigoempresa.com
- nuevapescanova.com
- abc.es
- elcorreogallego.es
- atlantico.net