El naufragio del HMS Serpent en Galicia: La tragedia que cambió la seguridad marítima
El primer faro eléctrico de España, el de Cabo Vilán, en Camariñas (A Coruña), se construyó tras el terrible naufragio de este barco, cuyas víctimas descansan en el Cementerio de los Ingleses.
8 septiembre, 2024 05:00En el siglo III antes de Cristo, el sucesor de Alejandro Magno, Ptolomeo I, dio orden de construir en la isla de Faros, frente a la ciudad de Alejandría, un faro de grandes proporciones y dimensiones que sirviera de referencia a los navegantes del Mediterráneo. Con sus 150 metros de altura, fue durante siglos fue una de las estructuras hechas por el hombre más altas del planeta, identificada por Antípatro de Sidón como una de las siete maravillas del mundo. Su importancia fue tan vital para la navegación que era conocido como la Luz del Mediterráneo, gracias a un espejo que durante el día reflejaba la luz del sol y por la noche la de una hoguera. Durante más de diez siglos fue un símbolo y una referencia para los marineros y navegantes, hasta que un seísmo lo derribó en el siglo XIV. Sus restos todavía yacen hoy en las aguas del puerto, e incluso en la zona costera se puede admirar una parte de la fue la puerta de entrada. En Galicia también tenemos un faro legendario, la Torre de Hércules, el faro romano en funcionamiento más antiguo del mundo, pero quizá uno de los que más vidas ha salvado desde que su construcción es el faro de Cabo Vilán, el primer faro eléctrico de la historia de España, cuyo nacimiento se debió a uno de los mayores naufragios de la Costa da Morte, el del crucero de la Marina Real británica HMS Serpent, una tragedia que cambió para siempre la seguridad marítima mundial.
El 10 de marzo de 1887, era botado en Devonport el crucero de tercera clase de la Marina Real Británica HMS Serpent. Desplazaba 1.770 toneladas, tenía 68 metros de eslora y 11 de manga y estaba armado con seis cañones y cinco tubos lanzatorpedos. Pertenecía a la clase “Archer”, una serie de ocho cruceros torpederos que fueron los primeros en usar acero galvanizado reforzado para protegerlos de la exposición continuada al agua salada.
El 8 de noviembre de 1890 zarpó del puerto de Plymouth para relevar a su gemelo, el HMS Archer, en el patrullaje de las costas sudafricanas en las que los británicos tenían intereses y bases navales.
A bordo iban 175 tripulantes que, el domingo 9 de noviembre, fueron sorprendidos por un temporal que iba a peor, provocando que se desviaran ligeramente de su rumbo. La mañana del día 10 avistaron una costa a babor y por la noche, los mandos discutieron sobre la posición del buque, ordenando a uno de los vigías que buscase la luz del faro de cabo Vilán.
Aquel faro tenía una torre que alumbraba a 7 metros del suelo y a 64 del mar y se había inaugurado en julio de 1854, aunque nunca llegó a cumplir con su misión y ya en 1877 el gobierno inglés había cursado una queja formal por las constantes pérdidas humanas y materiales sufridas en la zona.
Aquel viejo faro, del que todavía se conservan sus restos, era a vapor, por lo que no contaba con suficiente potencia. Además, no estaba situado en la parte más alta del cabo, por lo que su luz no era capaz de salvar las rocas más salientes del cabo y, aunque a base de desmontes y dinamita se habían retirado varias de las partes que entorpecían su visibilidad, nunca logró su cometido, existiendo una peligrosa zona de oscuridad.
Cuando los vigías del HMS Serpent perdieron de vista la luz de aquel faro no se preocuparon, pues sabían que tenía un sector de ocultación de su luz bastante amplía, hasta que, a las diez y media de la noche, el navío dio contra un bajo sumergido a unos metros de la conocida como Punta do Boi, quedando atrapados en las rocas.
El capitán ordenó cerrar las compuertas estancas y poner las máquinas atrás toda, pero no funcionó, por lo que dio orden de abandonar el barco, arriar los botes salvavidas y de echar al mar todo aquello que pudiera flotar para que los tripulantes tuviesen a que aferrarse si los botes chocaban contra las rocas, cosa que sucedió.
Dos horas después, el marinero Benjamin Burton logró alcanzar la costa y encontrar malherido a su compañero Onesipherous Luxton entre los cadáveres y cuerpos agonizantes de la tripulación. Juntos caminaron hasta una casa cercana a la costa, donde los ayudaron y llevaron a la casa del párroco. Frederik Gould, otro de los supervivientes, llegó también a la costa y fue encontrado por el alcalde Camariñas y su ayudante de marina, que habían sido avisados de la tragedia.
Fueron los tres únicos supervivientes, curiosamente los únicos que llevaban puesto el chaleco salvavidas, aunque no había los suficientes para el resto de la tripulación, ya que era todavía una novedad. Desde el siguiente día y durante más de un mes, tuvieron que identificar los 142 cuerpos sin vida de sus compañeros que fueron recuperados del mar y que fueron enterrados a pie de playa en el conocido como “Cemiterio dos ingleses”, en la que es la única necrópolis del mundo dedicada de manera específica a los muertos de un solo barco.
Y aunque en 1860 se había iniciado el proyecto para construir un nuevo faro en el emplazamiento actual, la iniciativa no comenzó a tomar forma hasta el trágico naufragio del HMS Serpent.
El nuevo faro se levantó, ahora sí, en la parte más alta del cabo, en una roca a 80 metros sobre el nivel del mar, en una torre octogonal de 24 metros, por lo que tiene una altura tota de 104 metros, desde los que cubre una distancia de 28 millas, casi 50 kilómetros, aunque originalmente alcanzaba tan solo las 10 millas.
El nuevo faro representó un avance significativo en la seguridad de la navegación, ofreciendo una iluminación más potente y segura, esencial para prevenir más naufragios y garantizar la seguridad de los barcos que navegaban por las peligrosas aguas de la Costa da Morte.
Cuando se encendió, lo hizo con energía eléctrica, la única en aquella zona del noroeste peninsular, adonde llegaría décadas después. Además, fue el primer radiofaro junto con el de Fisterra, que emitía de manera continua una señal radioeléctrica en morse.
Este trágico siniestro cambió para siempre la seguridad marítima mundial, ya que la Royal Navy aprobó que todos sus barcos llevasen chalecos salvavidas suficientes para toda la dotación, así como la obligación de su uso en caso de emergencias.
El Consejo de Guerra por el hundimiento del HMS Serpent se celebró el 16 de diciembre de 1890 y concluyó que el naufragio se había debido a un error de navegación, por lo que nadie (vivo o muerto) fue acusado de negligencia.
En 1896, el Almirantazgo inglés ordenó colocar una placa conmemorativa (que todavía se conserva) en el monte Lobeira, en Vilanova de Arousa, sobre la roca en la que se había construido una cruz para honrar la memoria de los muertos en el mar.
En agradecimiento a los vecinos por el auxilio prestado a los tres supervivientes y por las labores de búsqueda y rescate de los cuerpos de las víctimas, la Marina Real británica regaló al pueblo de Camariñas un barómetro que se instaló en la fachada del número 3 de la calle Alcalde Noguera Patiño, mirando al puerto pesquero.
Además, al cura que los enterró se le obsequió con una escopeta y al alcalde, con un reloj.
Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.
Referencias:
es.wikipedia.org
elespanol.com
lavozdegalicia.es
eldebate.com
lascatedrales.com
elviajeroaccidental.com
larazon.es
rimartes.com
docamino.es
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farovilan.com