El comercio de A Coruña sube el precio de las filloas y orejas: "Tenemos que repercutirlo"
Harina, huevo, mantequilla y aceite son los principales ingredientes de los postres de ‘entroido’, lo que obliga a obradores y tiendas locales a subir ligeramente los precios para garantizar la rentabilidad
9 febrero, 2024 05:00El Entroido es una de las fiestas más queridas por los gallegos. Y es que hasta 11 carnavales de la comunidad han sido reconocidos con el sello de Bien de Interés Turístico. Incluso aquellos que no gozan del reconocimiento se las han ideado a lo largo de los años para poder disfrutar al máximo de la festividad. En la comunidad hay más de 175 municipios que han declarado festivo local el Lunes y Martes de Carnaval o el Miércoles de Ceniza. A Coruña es uno de ellos.
En A Coruña es habitual que el Martes de Carnaval sea un día no lectivo, junto a San Juan. La tradición manda y en el Entroido coruñés hay cosas que no pueden faltar. Es el caso de los choqueiros, la entronación del Dios Momo o el entierro de la sardina. Pero entre los indispensables del Carnaval también se encuentra toda una amalgama de platos típicos de la gastronomía gallega como el cocido o las orejas, filloas, rosquillas y flores.
Año tras año los coruñeses acuden a panaderías y ultramarinos de la ciudad a comprar los preciados postres de Carnaval. Y es que parece que poco a poco se ha comenzado a perder la tradición de preparar estos dulces en casa. Es la percepción que tienen comerciantes de A Coruña como Isabel, propietaria de El Riojano, en la calle del Orzán. "Hay gente que sigue el testigo familiar y sigue preparándolos, pero la verdad es que da pereza hacerlos", reconoce. Algo, que también impulsa las ventas.
Cuando la gula vence a la pereza, comprar estas delicias en algún comercio local es una buena opción. "Para este año ya tenemos reservas", explica Isabel. Sin embargo, con el paso de los años los precios han ido subiendo, aunque no de forma exponencial.
"Nosotros llevamos tres años con los precios congelados", ejemplifica la propietaria de El Riojano. En su negocio, por ejemplo, los clientes pueden encontrar una docena de filloas a 8,50 euros y la unidad de oreja a 1,25. Eso sí, "son grandes", aclara.
El precio de la filloa y oreja sube, pero no mucho
Emilio Vigo, propietario de ultramarinos Iglesias tiene precios similares. En su caso ofrece la docena de filloas a 7, pero la oreja a 1,40 euros. "Ha subido el precio de la harina, del aceite y de la mantequilla", recuerda. Ese incremento, explica, reduce beneficios, por ello este año ha decidido subir ligeramente los precios: 30 céntimos más por oreja y 50 por filloa.
El encarecimiento es mínimo y "no frena las ventas", cuenta. En A Coruña "hay ganas de Carnaval" y durante los días previos a la semana grande ya se ha dado buena salida a estos postres. "Lo mejor está por venir, el sábado y el lunes son los días grandes", comenta Emilio.
La campaña ha funcionado "bastante bien" hasta el momento, lo que hace pensar a los comerciantes de A Coruña que "cuanto más se acerque el martes, más se animará la gente". Así lo defiende también Daniel Sánchez, cofundador de La Tahona.
En su caso venden tanto orejas como filloas tradicionales y rellenas. "Lo que mejor está funcionando son las filloas", resume. Y es que "cuando se lo explicas, la gente entiende que tengas que subir un poco los precios".
Sánchez añade que "en los últimos 3 o 4 años" los precios de las materias primas y de la energía "se han disparado" y eso "lo tenemos que repercutir en la gente". Eso sí, el precio no suele subir anualmente. Cada negocio eligen cuando es el momento adecuado para hacerlo.
La Tahona aplicó un aumento en 2023, ultramarinos Iglesias lo hizo en el 2022 y El Riojano no lo hace desde el 2021; cada maestrillo con su librillo.
Los primerizos apuestan por las orejas
Arrancar un negocio nunca es tarea fácil y, a fin de mes, es muy importante cuadrar gastos y beneficios para no perder dinero. Esteban Aguiar, propietario del ultramarinos El Prado da cuenta de ello. Es su primer Carnaval detrás del mostrador y ha optado por ir poco a poco.
"Los fines de semana ya he estado vendiendo orejas, pero las filloas las he dejado para los días más grandes", comenta. Prefiere no arriesgarse y las orejas es ir ‘a tiro fijo’. En su caso vende la unidad a 1,90 euros.
Para Estela Labrea, de ultramarinos Delicioso, también será su primer Entroido como propietaria del local. Por ahora las orejas, de Lugo, "se van vendiendo", pero "tampoco es que tengamos unas ventas abismales".
Cuenta que "sobre todo las compran gente joven, entre 30 y 40 años". Tiene la teoría de que las generaciones anteriores todavía mantienen la tradición y el cariño de preparar sus propios postres.
"Es una vez al año, puedo permitirme el capricho"
A pie de calle las opiniones de los clientes son diversas. Hay quienes siguen optando por remangarse y ponerse manos a la obra y otros que, directamente, no sabrían por donde empezar. "No tengo ni idea de cómo se hacen", confiesa Ana. Cuenta que este año compró seis orejas y le costaron 12 euros, un precio que le parece "carísimo". Sin embargo, apunta que "es una vez al año, puedo permitirme el capricho".
El caso de María es muy diferente. En su casa los postres de Carnaval siempre se han hecho caseros. Sin embargo, este año le picó la curiosidad: "Es la primera vez que compro orejas. Lo hice por probar y la verdad es que estaban buenas", explica a Quincemil. Eso sí, es mucho más económico hacerlas en casa, así que, por el momento, seguirá cocinándolas ella misma.
En muchos hogares los mayores son los que se deleitan a los comensales con su maña entre fogones. Cristina, por ejemplo, compra las orejas en panadería desde que su madre falleció. Reconoce que "la vida ha subido muchísimo" y entiende que los comerciantes suban los precios, pero "muchas orejas me parecen muy caras para la calidad que tienen". Aclara que "no es un postre difícil de hacer", pero "requiere tiempo", por eso ella opta por comprarlo en alguna tienda.
Juan, sin embargo, no concibe pagar por unas filloas. Con una bandeja cargada de filloas en la mano, se justifica con que "estas me las ha regalado una clienta", pero que él es partidario de que, como en casa, en ningún sitio.