Julio Pardo Otero y Elvira Amil en el sótano de la mercería-lencería Otero de A Coruña.

Julio Pardo Otero y Elvira Amil en el sótano de la mercería-lencería Otero de A Coruña. Quincemil

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Otero, relato clásico de la ropa interior en A Coruña: "Nos adaptamos a públicos y al entorno"

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Hubo un tiempo en el que los autobuses interurbanos procedentes de Carballo y su comarca llegaban a A Coruña hasta la calle Betanzos, en el Ensanche, donde había una estación de trolebuses. Los usuarios hacían cola para subir a los vehículos poco antes de marchar a sus lugares de origen, y antes también formaban parte de otras colas en la entrada de un comercio que había justo enfrente, en la esquina con la calle Rosalía de Castro: la lencería y mercería Otero.

¿Qué tenía Otero de especial que tanto atraía a los coruñeses y a sus vecinos de Carballo y otros municipios próximos? "Allí encontrabas de todo, salvo tornillos y aspirinas", bromea Julio Pardo Otero. Es el propietario, junto a su esposa Elvira Amil, de esta clásica tienda de ropa interior del corazón comercial de la ciudad, a la que los mayores de más de una generación acudían para renovar las prendas con las que más a gusto se sentían en la intimidad de sus hogares.

Esquina de las calles Rosalía de Castro y Betanzos donde se ubica Otero.

Esquina de las calles Rosalía de Castro y Betanzos donde se ubica Otero. Quincemil

Ese "todo" al que se refiere Julio Pardo incluye pijamas, camisones, batas, zapatillas, calzoncillos, calcetines, bragas, sujetadores y una amplia variedad de lencería. Con tallas, colores y diseños para hartarse. Todo eso se encontraba, y se encuentra, en el bajo del cruce de Betanzos y Rosalía de Castro.

Una puerta en la primera de estas calles conduce al bajo de la mercería Otero, en cuyo marco da la bienvenida un antiguo rótulo con la leyenda "Confecciones Otero", y donde los clientes pueden encontrar miles de botones e hilos y decenas de lazos, diademas, cremalleras y adornos para la ropa guardados en muchísimas cajas de plástico que han sustituido a las de cartón. En la entreplanta, un almacén de unos 100 metros cuadrados guarda ropa y complementos para dar y tomar.

"Este comercio era un éxito absoluto, funcionaba como un cañón", recuerda Amil. Su suegra, Aurea Otero Bermúdez, lo abrió en 1957; una hermana suya, Elvira, también emprendedora, había apostado por un negocio similar al que dio su propio nombre en la zona del mercado de San Agustín, otra clásica mercería de A Coruña, Elvira, que cerró para siempre en 2020. Otero tuvo también tienda en Cuatro Caminos Centro Comercial, otra zona estratégica; ya no existe.

Prendas en el interior de la lencería Otero.

Prendas en el interior de la lencería Otero. Quincemil

Otero continúa, "adaptándose al entorno comercial" en el que vive "y a los públicos". "Nuestros mayores han comprado aquí muchísima ropa y ahora son sus hijos los que vienen a comprar para ellos o para sí mismos. Y veraneantes de Madrid se pasan por aquí por costumbre", cuenta Julio Pardo.

Nuevas colecciones, otros artículos, nuevos horarios (de 10:00 a 21:00 sin pausa desde septiembre para equiparse a comercios recientes y a tiendas de grandes cadenas de la plaza de Lugo y su entorno), algún pequeño cambio. "Hubo alguna reforma dentro y fuera para adaptarlo también a nuevos tiempos, en las puertas, los marcos, los muebles, pero la tienda conserva el aspecto y la esencia antiguas", cuenta Amil.

Familia y plantilla unidas

Julio y Elvira, novios desde jóvenes, aprendieron pronto el negocio que dirigía Aurea Otero, aunque él estudio Farmacia y tuvo su propia botica y ella es profesora de inglés prejubilada en la Escuela Oficial de Idiomas. Una de sus hijas, Sofía, también ayuda en el comercio durante la semana y se encarga de su promoción en redes sociales.

Prendas de ropa guardadas en cajas o colgadas en Otero.

Prendas de ropa guardadas en cajas o colgadas en Otero. Quincemil

Junto a ellos, diez empleadas atienden diligentemente a los clientes, con uniformes de pantalón y chaqueta gris recién estrenados, alguna de ellas en el sector "desde cuando se podía empezar a trabajar con 14 años".

Y Otero sigue funcionando muy bien, aseguran sus responsables, que admiten que el trato directo con el público es lo que más les agrada. "Una tienda va bien cuando no tienes que vivir de ella mes a mes", opina Elvira Amil. Su negocio, una referencia coruñesa permanente en esa esquina del Ensanche, es la vida de su familia.