Las notas de fin de curso

Las notas de fin de curso

Opinión

Las notas de fin de curso

Una reflexión sobre el duro curso escolar del coronavirus en el que los padres, los profesores y sobre todo los niños han estado a la altura de las circunstancias.

26 junio, 2021 12:26

Último día de colegio. Se acabó la contrarreloj de cada mañana para que Martín y Vega se acaben el zumo y la tostada antes de que suenen las campanadas de las 9. Se terminó el vigilar que se pongan los dos calcetines iguales y la camiseta del derecho. Fin a las prisas del adecentado mañanero y de las ITV en el marco de la puerta antes de llamar al ascensor: cara, dientes, pelo y el toque final con una bruma que mezcla colonia con antipiojos.

Fin al maldito curso del coronavirus

Hace 9 meses, todos los padres estábamos cagados de miedo ante la preocupación de proteger al máximo a nuestros hijos frente al coronavirus en el regreso a las aulas y la incertidumbre de cómo gestionar la situación inaudita de impedirles una de las cosas más importantes de para su desarrollo personal, relacionarse socialmente. 

Clases burbuja como unidad máxima de interacción, juegos de equipo anulados, intercambio de materiales prohibido, control de temperatura en todo momento, pautas de confinamiento preventivo ante cualquier positivo en los grupos académicos… se mascaba la tragedia.

Casi se me saltan las lágrimas la primera vez que vi el patio cuadriculado imaginando a mas de 20 chavales encerrados en un muro invisible de pocos metros cuadrados demarcado por una cinta que impedía el intercambio de experiencias con los compañeros de otras clases. Nunca se quejaron, inventaron nuevos juegos alternativos donde las palabras eran los balones y la creatividad los hacía a todos ganadores

Muchos días, cuando yo llegaba a casa arrancándome la puñetera mascarilla para arrojarla a la basura y maldiciendo el santoral por un dolor insoportable de orejas, me los encontraba a ellos, jugando con ella puesta porque, simplemente se habían olvidado de quitársela. 

Mientras mi mente no conseguía acostumbrarse y automatizar el conjunto de normas de precaución para evitar el contagio, ellos se ocupaban de recordarme en todo momento que me echase gel hidroalcohólico antes de entrar o salir de cualquier sitio y de llamarme la atención si me asomaba mínimamente la nariz por encima de la mascarilla. 

Es increíble la capacidad de adaptación que tenemos cuando somos niños. Para ellos no hubo nueva o vieja, sólo la normalidad derivada de la necesidad de que todos permanezcamos sanos.

En todo este tiempo el personal educativo (docente y auxiliar) ha sido clave. Ellos han conseguido gestionar la situación manteniendo no solo nuestra tranquilidad como padres en momentos complicados, sino la motivación de nuestros pequeños por ir al colegio cada día con una sonrisa. A los pequeños, les han enseñado a sumar por el método Singapur (reconozco que a mí también), les han introducido en el mágico mundo de la escritura y la lectura e infinitas cosas más, pero, la verdadera lección nos la han dado a nosotros. Las potenciales carencias de conocimiento que pueda arrastrar la pandemia tendremos mucho tiempo para compensarlas, pero todos hemos aprendido algo imprescindible, lo que juntos, desde la organización y el compromiso, somos capaces de conseguir con la responsabilidad individual como base del bien común; y eso, no viene en los libros. 

Este último día de clase ha sido muy emocionante, para todos. Tomás, el profe de Martín, cumplió su promesa de teñirse de rubio platino (ahora nos parecemos un poco más), los padres de toda la clase nos organizamos para grabarle en agradecimiento un video musical con los niños como protagonistas que hizo lagrimear a más de uno (me incluyo), el AMPA organizó un merecido y emotivo aplauso conjunto a la salida del centro y muchas aventuras más en cada una de las aulas de ese parque de atracciones, aventuras y conocimientos que llamamos colegio.

Adiós curso 2020-2021, ninguno olvidaremos todo lo que hemos aprendido contigo. Los padres hemos aprobado (raspadito en mi caso), los profesores han estado sobresalientes pero, desde luego, nuestros hijos se merecen la matrícula de honor.