Tu dosis diaria de spam en la vida moderna
Lo que empezó siendo una molestia de correo electrónico se está extendiendo a todos los ámbitos del mundo digital. Y tú, ¿cuánto tiempo pierdes al día con basura no deseada?
Manejar el email en 2003 y 2004 se hizo muy complicado, sobre todo si tu dirección de correo estaba expuesta públicamente. La que fue, es y probablemente seguirá siendo la herramienta digital más útil de todas, el correo electrónico, vivió momentos críticos en los primeros años de este siglo por culpa de la explosión del spam. Tras esos inicios idílicos y optimistas siempre que llega una nueva tecnología, el mundo del email se convirtió en un hervidero de correo no deseado que los usuarios tenían que sortear.
A veces no podías leer tu correspondencia digital hasta pasar varios minutos haciendo un concienzudo filtrado eliminando todos aquellos correos no deseados: viagra barata sin receta, hipotecas milagrosas y supuestos príncipes nigerianos que estaban buscando un testaferro para heredar una gran cantidad de dinero, entre otros clásicos de la basura digital.
El spam estaba potenciado por la tecnología, pero también por la falta de legislación: servidores dedicados baratos, robots que escaneaban internet al estilo Google buscando direcciones de email (muchas webs pasaron a mostrarlas como imagen o de manera camuflada) y un vacío legal lo suficientemente amplio como para que bombardear los emails ajenos no fuese delito en casi ningún país, fueron el cóctel perfecto. Extrañamente, la mayoría de esos correos de spam se generaban desde una ciudad de Florida llamada Boca Ratón, que durante años fue la capital mundial del spam.
Afortunadamente, la invención de servicios de filtrado de spam de manera automática y la creación de nuevas reglas técnicas para verificar la calidad de los correos electrónicos convirtieron este problema en historia en poco tiempo. Ahora el email spam es una carpeta que vaciar cómodamente de vez en cuando, y los únicos problemas con el correo no deseado son los falsos positivos (“mira en tu carpeta de spam, por si acaso”) y aquellos falsos negativos peligrosos, es decir, los que logran saltarse el filtro y hacerse pasar por otra persona o entidad.
El problema del spam en el correo electrónico ha logrado solucionarse. Pero, por desgracia, en paralelo la publicidad no deseada, o el timo disfrazado de notificación, ha llegado a todos los ámbitos del ecosistema digital.
Es muy difícil pasar un día sin recibir una llamada no deseada de una empresa telefónica (a veces, incluso siendo cliente) que te ofrezca una promoción que no les has pedido, muchas veces omitiendo información importante, y también con mucha frecuencia haciéndose pasar por departamentos de la propia empresa cuando son un tercero. Todos esos pesados del “departamento de calidad de Vodafone” trabajan para comercializadoras que van a comisión.
Es bastante inusual usar redes sociales como Instagram o Facebook y no recibir casi a diario mensajes fraudulentos, pornográficos en muchas ocasiones, de perfiles completamente desconocidos, o de amigos que les acaban de hackear la cuenta para spamear a sus contactos.
El Whatsapp se está llenando de molestias en forma de números extranjeros ofreciéndote trabajos o tratamientos de belleza milagrosos, y es bastante frecuente que te metan en grupos extraños, a veces de países remotos, otros de criptomonedas u obvias estafas piramidales.
Por no hablar de los mensajes SMS que intentan suplantar a bancos, entidades públicas o servicios de mensajería que intentan estafarte, llevándote a una web falsa para robar tu dinero, tu información personal o ambas cosas.
Casi todos son intentos de estafa, e incluyo estas llamadas de empresas telefónicas con promociones de las que no te dicen las condiciones de permanencia. ¿Con cuánta frecuencia sucede esto? A mí constantemente. Te llaman de un número desconocido y temes que haya sucedido alguna urgencia, pero en realidad es una inteligencia artificial con acento macarrónico que te dice que has sido seleccionado para un programa de Amazon.
La entrada en vigor hace ya seis años de la RGPD no ha hecho más que complicarnos las cosas a las empresas que se comportan de manera legal y bienintencionada, pero no parece haber dificultado la operativa de las que molestan a diario a millones de españoles. Tampoco parece que haya leyes que disuadan a los ciberdelincuentes de insistir diariamente para ver si te cogen con la guardia baja y consiguen robarte algo de dinero, o tus datos personales para que la noria siga girando.
En vez de hacer leyes para, por ejemplo, limitar la libertad de expresión de los medios de comunicación, creo que los gobiernos deberían dedicar sus recursos a facilitar la vida de sus ciudadanos. Seguro que hay medios legales y técnicos para combatir la publicidad no deseada que interrumpe tu vida con llamadas intrusivas, y convierte el usar el móvil en una carrera de obstáculos entre el porno, el cripto, los medicamentos milagro y las estafas.